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Existe la imperiosa necesidad de reformar la enseñanza, de re-
novar los viejos moldes.
Todavía se sigue la rutina de conducir al niño, desde el pri-
mero hasta el último año escolar, formado en largas filas, a tra-
vés del colejio del país y de la naturaleza. Al niño se le tramiten
formas, órdenes y sistemas muchas veces extrañas a su alma, a
su interior.
La tendencia innovadora, por métodos activos quiere despertar
en el niño sus propias fuerzas, quiere que se cree sus propias for-
mas, quiere que la enseñanza aliente el espíritu creador vivo,
el ansia de acción que dormita en cada alma infantil.
¿Cual será el papel del maestro con estos nuevos métodos? Su
misión no se aminora sino que crece en importancia. El profesor
vijilará y guiará el despertar del alma infantil, le suministrará el
material necesario para su correcta orientación, en forma apropia-
da a sus manifestaciones interiores, variables según su edad, su
salud, la herencia i el ambiente.
A nuestro entender, antes se formaba hombres de orden exte-
rior, simples imitadores y que solo tarde y casi por excepción se
completaban de sí mismo según sus aptitudes. Con los nuevos
métodos queremos que desde el comienzo el niño se amolde a su
interior, a su propio modo de ser y sentir para llegar a ser una
fuerza creadora. Conociendo el maestro todo lo relacionado con
la vida, historia y oríjen de lo que rodea al niño podrá ayudarlo
en forma activa, podrá satisfacer su natural curiosidad y poner a
su alcance el material adecuado a esta manifestación innata que
forma la base de nuestro método.
En el deseo de contribuir con nuestro modesto esfuerzo a la
preparación de este material nos hemos propuesto reunir en folle-
tos todo lo relacionado con el mundo que rodea a nuestros niños,
hoy día disperso y fuera de su alcance, queremos darle con el co-
nocimiento de la naturaleza e historia de su suelo natal, la fuen-
te de que han de alimentar sus propias fuerzas.
Estos folletos no solo tendrán un interés educativo para el maes-
tro, sino también para el hogar; grandes y pequeños hallarán en
sus pajinas datos útiles e interesantes sobre su patria.
Somos extranjeros y hemos aprendido a admirar y amar estas
tierras, difundiendo sus glorias y bellezas pensamos agradecer su
hospitalidad.
Este primer folleto lo dedicamos a mostrar un cuadro de Valdi-
via, correspondiente a la época anterior a la inmigración alemana.
KURT BAUER.
I N D I C E
Páj.
Carta de Salvador Sanfuentes a Manuel Montt ... ... ... 1
Actividad desplegada por Sanfuentes en Valdivia ... ... ... 7
El Rio Bueno ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... 15
Memoria acerca de la Provincia de Valdivia del 14 de
Mayo de 1846. (Las Misiones) ... ... ... ... ... ... ... 22
Memoria del 25 de Mayo de 1846 acerca del estado de
la Provincia de Valdivia. (Colonización) ... ... ... ... ... 45
Memoria: La Provincia de Valdivia en 1 846 ... ... ... ... 83
Viajes en la Provincia de Valdivia en 1846 ... ... ... ... 134
Los indíjenas de esta Provincia. En viaje a Villarrica i la
Imperial. Entre los indígenas ... ... ... ... ... ... ... ... 143
Valdivia... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... 163
Recopilado según M. Luis Amunátegui: Don Salvador Sanfuentes.
Ap. Biogr. Cap. X ≈ XVII. Stgo. 1892.
Salvador Sanfuentes: Tres Memorias, An. Un. Tom. XXI. páj. 210 ≈ 294,
En preparación:
Folleto 2.° : Cárlos Darwin i Claudio Gay en el Sur.
Folleto 3.° : Fundación de la ciudad de Valdivia.
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Carta de Don Salvador Sanfuentes
al señor don Manuel Montt.
Valdivia, Julio 17 de 1845.
«Mi apreciado señor i amigo,
«Llegamos a este puerto sin novedad el 1.º del corrien-
te, después de una navegación bastante feliz, aunque algo retar-
dada por los vientos contrarios que en casi toda ella tuvimos.
«La vista de las hermosas costas de Valdivia, cubiertas de ver-
dor, aun en medio del rigoroso invierno, nos consoló de las peque-
ñas penalidades que siempre se sufren en un viaje por mar.
«Luego que desembarqué, me di prisa a visitar las fortalezas
del puerto. Ellas merecen su fama: i no se puede ver sin senti-
miento el estado de rápido deterioro en que se encuentran, dete-
rioro que pudiera evitarse con un insignficante gasto que se de-
cretase a este efecto. Gran parte de los cañones están desmontados;
i los que aun conservan sus cureñas, las tienen podridas.
Así es que dentro de poco tiempo no habrá talvez con que ha-
cer una salva, si no se pone un pronto remedio.
«Durante mi navegación, he oído opinar que el gobierno no
debe hacer gastos en conservar estas obras, puesto que, si en un
tiempo en que el arte de la guerra estaba mucho menos adelan-
tado que en el día, pudieron mirarse como inespugnables, hoi
una flota de pocas naves bastaría para apoderarse de ellas, aun
cuando estuviesen servidas como en la época de los españoles.
«Esta opinión puede ser fundada hasta cierto punto; pero ja-
más podré persuadirme que no le convenga a una nación llamada,
como Chile, a ser marítima por su posición jeográfica, el conservar
un reparo donde puedan guarecerse con alguna seguridad sus bu-
ques en caso de una guerra. Creo, por el contrario, que, mientras
mas avance la marina chilena, tanto mas se sentirá haber dejado
con tanta inercia destruirse unos baluartes cuya construcción ha
costado tantos miles a la España.
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«El día 3 me puse en marcha para esta ciudad, admirando los
bellos paisajes que el rio nos presentaba a cada paso. ¡Qué espectá-
culo para un santiaguino, acostumbrado a ver las márjenes del
pequeño arroyo del Mapocho, el de este importante rio con sus ri-
beras cubiertas de bosques, i que parece estar llamando la pobla-
ción i el comercio! A cada instante estiende uno la vista por sus
recodos, esperando que se le presente alguna bella alquería; pero
esta esperanza es inútil; i apenas si una o dos miserables cabañas
interrumpen el verde cortinaje que, en un espacio de cuatro le-
guas, se levanta de uno i otro lado de las aguas, desde el puerto
hasta Valdivia.
«Los techos de madera de esta capital vienen al fin a ofrecer
alguna variedad a la vista; pero una sola torre no se ve descollar
sobre ellos; i a no ser por la bella casa de campo del ministro de
la tesorería, que con una elegancia europea se levanta sobre la
ribera, la apariencia esterior de las demás habitaciones no haría
presumir mui bien de las proporciones de estos habitantes. Con-
tribuyó también sin duda a la tristeza, que nos inspiró el primer
aspecto, el tiempo lluvioso en que llegamos, i que ha prosegui-
do con interrupciones brevísimas hasta ahora.
«Al día siguiente, me recibi del mando, según Usted verá por
la nota oficial que le dirijo; i desde luego todo mi empeño fué
ponerme al corriente de los asuntos de esta administración. Pero
mis deseos se han visto retardados por algunos días, pues la ex-
cesiva humedad del temperamento en que había pasado desde la
estrema sequedad del de Santiago, me produjo una fuerte fluxión
a la vista, de que solamente ahora estoi empezando a mejorar.
Creo, sin embargo, poder dar a Usted desde luego una lijera
idea del estado de esta población, reservando para adelante la
noticia por menor de cuanto la concierne.
«Es preciso salir de la capital para conocer lo que padecen
los pobres presos en las cárceles de nuestras provincias.
«En la de esta ciudad los he encontrado apiñados en un gal-
pón, donde penetra con tanta facilidad la lluvia, que ha llegado
a formar pantanos dentro de la misma pieza; i los miserables allí
detenidos tienen que permanecer i dormir casi sobre el agua.
«No me he apresurado a mandar hacer las reparaciones que
se necesitan, proponiéndome trasladar a estos infelices al peque-
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ño cuartel que va a dejar desocupado la compañía de cazadores,
que marcha para Santiago.
«Escusado es decir que las mujeres no tienen lugar de reclu-
sión; i los jueces se ven precisados a implorar de los vecinos la
recepción en sus casas de las criminales que se recojen o a sol-
tarlas de nuevo.
«Aun no se ha dado principio a la construcción de la cárcel
últimamente decretada por el gobierno; pero están ya acopiados
parte de los materiales; tan luego como la estación lo permita,
me propongo activar esta obra, hasta ver, si a la conclusión del
próximo verano, pueden dejarse algunos de los departamentos en
estado de servir.
«No es quizas mucho menor la necesidad de una iglesia decen-
te i cómoda que se padece en este pueblo; mas no me estenderé
mucho sobre este punto, pues ya lo considero suficientemente ins-
truido acerca de él.
«Sensible me ha sido el no haber alcanzado a traer conmigo
al alumno de la escuela normal, porque no es de lo mejor el que
actualmente dirije la fiscal de este punto, i porque, si se retarda
mucho la venida de Roldan, será talvez este un embarazo para la
planteación del pequeño colejio, a cuyo fin se me han dado auxi-
lios.
«La falta de local aparente en que colocarla, i que hace indis-
pensable el alquiler de una casa, i por otra parte mi deseo de plan-
tear un establecimiento que no deje que desear por ahora a los
valdivianos, me han resuelto a aprovechar una suscripción de los
vecinos que con un fin análogo se había promovido de antema-
no, para aumentar los fondos que se me han concedido. Don
Rafael Arce, que era el principal promotor de esta suscripción, me
ha asegurado que, estendiéndola a. los departamentos de Osorno
i la Union, donde hai muchos vecinos que desean dar educación
a sus hijos, podría hacerse subir a cerca de quinientos pesos.
¡Ojalá que pueda pronto avisar a Usted la fundacion en este pue-
blo de un establecimirnto tan necesario, i que contribuiria no po-
co a la detener la emigracion que se experimenta de los hijos de
las familias acomodadas!
«Espero también que he de conseguir inspirar la suficiente con-
fianza a los caciques de los indios bárbaros, para que me confien
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los hijos mayores que han de sucederles en el mando para dar-
les a mi lado una educación esmerada, como me sea posible.
«El inconveniente, en mi concepto, mas grave que se esperi-
menta para la prosperidad de esta provincia, es la escasez de nu-
merario que en ella se sufre. Es preciso persuadirse que, si el go-
bierno no se apresura a remediar esta falta, cuantas providencias
se tomen para su progreso, quedarán largo tiempo infructuosas.
Aquí no se ven jamás la plata, ni las monedas menudas de oro.
Solo las onzas aparecen una que otra vez. La moneda que jene-
ralmente circula, es el cobre i unos pocos vales que han escapado
a la recolección que está haciendo esta tesorería i están ya tan su-
cios i remendados, que son apenas una sombra de lo que fueron.
Sin embargo, se solicitan con ansia, pues es el único modo como
se evita llevar tras de si un criado con un gran saco de cobre pa-
ra la compra mas insignificante que quiera hacerse, i ¡ojalá que
este pequeño inconveniente fuera el único producido por la esca-
sez del medio circulante!
«El mal fuertísimo que de ella resulta es la costumbre cimenta-
da de pagar a los trabajadores en efectos avaluados a un precio
exorbitante, i que ellos mas veces no necesitan; pero que se ven
precisados a recibir para venderlos después por la cuarta parte de
lo que a ellos les han costado. Así es que no hai peón que no se
encuentre adeudado en cincuenta, ciento o mas pesos respecto de
su patrón, lo que los constituiría en una verdadera esclavitud pa-
ra toda la vida, si ellos no correspondiesen a esta insufrible tiranía
mudando continuamente de patrón sin acabar de devengar a nin-
guno, hasta que, formándose ante los jueces un verdadero con-
curso de acreedores sobre sus personas, se ven obligados a con-
cluir por fugarse de la provincia, privándola de un sinnúmero de
brazos útiles. Aquí tiene Usted la causa de la escasez de obreros
que tanto se lamenta, i que produce también, para remate del mal,
la desmoralización mas rápida por el hábito del engaño.
«Cuantos artesanos industriosos han venido de Valparaíso, han
tenido al poco tiempo que volverse, por las razones indicadas, en
la mayor miseria, i maldiciendo el dia en que se resolvieron a venir a
Valdivia.
«Aun no me atrevo a proponer un remedio eficaz para
cortar tantos males; pero puedo asegurar a Usted que este
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asunto ocupará en adelanto mi atención preferente, como conven-
cido de su inmensa trascendencia.
«Por ahora creo que serían los mejores arbitrios:
1.° El disponer que ante ningún juzgado se admitiese demanda
contra peón, que tuviese mas de un mes de fecha desde su pri-
mer orijen, para evitar de este modo que los patrones adeuden
en cantidades de consideración a sus operarios, i hacerlos cancelar
a menudo sus cuentas.
2.° El emitir hasta cierto número de nuevos billetes, todos de
pequeñas sumas, desde un real hasta dos o tres pesos, para quitar
de esto modo el interés que podría haber en falsificarlos, i a fin
de que pudiesen servir para el sinnúmero de pequeños tratos de
los pobres i del ordinario de las familias.
«Toda clase de jentes podría hacer uso de ellos si, en lu-
gar de indicarse por medio de letras su valor, se hiciese esto
por medio de objetos naturales pintados en ellos. Guardando
en las cajas de la tesorería en onzas de oro la cantidad cor-
respondiente al valor de los billetes que se emitiesen, podrían
recojerse todos fácilmente el día que por cualquier motivo se
creyese oportuno, i se. remediaría en mucha parte la necesidad
gravísima que dejo indicada
«Me he estendido demasiado en esta carta, i he sido talvez
importuno; pero cuento con la induljencia de Usted i con la
predilección que le merece esta provincia. Solo agregaré que he
tenido la satisfacción de ser mui bien recibido por este vecindario.
¡Ojalá que pueda yo realizar de algún modo sus esperanzas!
«Hágame el favor de ofrecer mis afectuosos respetos al señor
don Antonio Varas, a quien no escribo por falta de tiempo, i de
aceptar los sentimientos de .sincera amistad con que le deseo toda
clase de felicidades.—B. L. M. de U.
Salvador Sanfuentes i Torres.
«Postdata.
«Si Usted puede aumentar por el presente año de gastos es-
traordinarios la pequeña cantidad asignada en el presupuesto para
agasajos de indíjenas de esta provincia, con todo encarecimiento
le suplico que lo haga, encargando a alguna persona intelijente el
comprar en Santiago un surtido de pañuelos de algodon, algun
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añil, espuelas doradas, si las hubiese, i otros objetos, como cha-
quiras grandes, etc., que sean del agrado de los indios; o si esto
le fuese pensionoso, autoríceme al menos a mi para hacer el gas-
to.
«Antes de venirme, invertí yo algunos reales en Santiago i Val-
paraíso en compras de estas bujerías; pero, como no andaban
mui abundantes mis fondos, el acopio no pudo ser de la estensión
que se necesita.
«Se me ha anunciado que, para la primavera, vendrán a visitar-
me todos los caciques de esta provincia, i aun los bárbaros de
Toltén i la Imperial.
«Ya puede Usted presumir cuánto me importa ganarme desde
el principio su confianza i cariño, para poner en planta nuestros
planes; i no hai otro medio mejor de lograrlo que por medio de
los presentes. Lo que el intendente no haga con ellos por si mis-
mo, mal puede hacerlo por la escasa cooperación que le prestan
los subalternos. ¡Cuánto siento ignorar el idioma, i no poder en-
tenderme con ellos directamente sin necesidad de intérprete!
«Sanfuentes.»
Description:La escuela de Aríque era talvez la mas necesitada a este respecto, pues la habitación mas miserable no supera a la descripción que se me ha hecho