Table Of ContentSilvia  Rivera  Cusicanqui
Un mundo ch'ixi 
es posible
Ensayos desde un presente 
en crisis
*
n  r   colección
NOCIONES 
COMUNES
Rivera Cusicanqui, Silvia
Un mundo ch’ixi es posible. Ensayos desde un presente 
en crisis / Silvia Rivera Cusicanqui - la ed. - Ciudad Autónoma 
de Buenos Aires : Tinta limón, 2018.
176 p.; 20 x 14 an.
ISBN 978-987-3687-36-5
1. Sociología. 2. Política. 3. Estudios Culturales. I. Titulo.
CDD 301
Diseño de cubierta: Juan Pablo Fernández 
Imagen de tapa: Obra, Mónica Millán, 2016
© de los textos, Silvia Rivera Cusicanqui 
© 2018, de la edición Tinta Limón.
www.tintalimon.com.ar
Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723
índice
Palabras previas, por Tinta Limón  7
1. Un mundo ch'báes posible.
Memoria, mercado y colonialismo  13
Contextos y diálogos  13
El asedio de la diversidad  19
Clausurar el pasado para inaugurar el futuro  22
Acerca de la colonización intelectual  25
Hipótesis y deseos para un presente embarrado  36
¿Es posible descolonizar y desmercantilizar la modernidad?  40
Para un esbozo de teoría ch’ixi del valor  44
Mercado y ritual en los circuitos de la wak’a Potosí  52
¿Qué hacer con el mercado?  65
Fragmentos de yapa en tomo a la noción de lo ch’ixi  75
2. Palabras mágicas. Reflexiones sobre la naturaleza 
de la crisis presente  93
Qhipnayra. El presente dialéctico como sub-versión del pasado  94 
Desde dónde hablamos  97
Las oportunidades perdidas  104
Sobre el poder destituyente de las movilizaciones sociales  107
Las oportunidades encontradas  114
< Qué es la interculturalidad?  117
3. Oralidad, mirada y memorias del cuerpo en los Andes  121
Lup’iña-Amuyt’aña  121
Oralidades  122
Performances  126
Diálogo con él público  133
4. Micropolítica andina. Formas elementales de 
insurgenda cotidiana  135
Micropolítica y memoria colectiva  136
Micropolítica y política  139
Jiwasa, lo individual-colectivo
Entrevista con Frandsco Pazzarelli  143
Bibliografía consolidada  157
Slosario  165
Palabras previas 
por Tinta limón
En nuestra casa Tinta Limón estamos felices de volver a editar un 
libro de Silvia Rivera Cusicanqui. Además, este libro tiene la singula
ridad de ser un libro-oral. Es el primer volumen que Silvia compone 
por completo a partir de intervenciones que fueron primero habladas 
y sólo después pasaron a la mayor estabilidad de la letra escrita. No 
es casual que este modo sea la trama productiva de la imaginación 
sobre un mundo ch’ixi como mundo otro ya presente.
Esta es una experimentación, tanto en la escritura como en la 
(auto) edición, que tiene mucho que ver con el propio pensamiento 
que Silvia viene alimentando. Su preocupación por las palabras que 
“encubren” ha sido una clave de su crítica anti-colonial: tanto en 
relación a las capacidades retóricas de las élites para maquillar su 
dominación como en la licuación de la diferencia a favor del multi- 
culturalismo ornamental y pacificado. Pero, a contrapelo, su perse
verancia en trabajar la materia de la historia oral como lengua capaz 
de un “ejercicio colectivo de desalienación" abre otra perspectiva a 
la palabra misma.
Entonces, el dilema es el cuerpo de la palabra y el gesto mismo 
de poner la voz. Hace años, cuando Silvia conceptualizó el “potencial 
epistemológico y teórico de la historia oral” comentó el cuento de 
Borges que narra la paradoja de un etnógrafo atorado en el dilema 
epistemológico y ético de narrar o no los secretos que una comuni
dad le había regalado como acto de confianza. El personaje borgeano 
se decide por el silencio, apostando a que cualquier traducción/na
rración será traición y pasa el resto de sus días enmudecido y ence
rrado como un ignoto bibliotecario. Silvia intenta ir más allá de ese
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repliegue al silencio solipsista (que es un modo de clausurar la pala
bra y distinto a otros modos de silencio) y, sobre todo, ella apuesta a 
repensar qué es una confianza que pasa por la lengua (capaz también 
de poner sabor e irresolución en lo que se dice).
Comunicar -luego de “curiosear” y “averiguar” como instancias 
de investigación- implica un tercer gesto  en la  metodología que 
Silvia viene construyendo: hablar a otrxs, hablar con otrxs. En su tra
bajo sobre la oralidad hay un nivel expresivo-dialógico que incluye “el 
pudor de meter la voz” y, al mismo tiempo, “el reconocimiento del 
efecto autoral de la escucha”. Luego, el arte de escribir, o de filmar, 
o de encontrar formatos al modo casi del collage. Hablar después de 
escuchar, porque escuchar es también un modo de mirar, y un dis
positivo para crear la comprensión como empatia, capaz de volver
se elemento de intersubjetividad. La epistemología deviene así una 
ética. Las entrevistas un modo del happening. La escritura una fuerza 
contra el fetichismo de los conceptos. Y la clave para estas “artesanías 
intelectuales” es el manejo sobre la energía emotiva de la memoria: 
su polivalencia más allá del lamento y la épica, y su capacidad de res
peto por las versiones más allá del memorialismo de museo.
Hemos visto a Silvia desplegar la oralidad como performance en 
forma de conferencia, entrevista, seminario: unas notas en un cua
derno, al calor de la exigencia de la audiencia crecen, proliferan y 
dramatizan una arquitectura de imágenes, conceptos y narraciones. 
Ahora, como ríos que corren, devienen libro. Porque estas palabras 
también son un mapa de viajes, de alianzas y amistades que Silvia 
cultiva con su complicidad de trajinante. “Trabajo con ideas encon
tradas en el camino, con diálogos a medio construir, fragmentarios, 
escuchados al paso, y creo que hay que hacerlo desde nuestra condi
ción de personas que producen conocimiento, pensamiento y memo
ria”, le escuchamos decir en Buenos Aires y ahora leemos esas pala
bras puestas en movimiento en la constelación de textos que arman 
este libro también como algo “nuevo”.
Este modo es una política: mejor dicho, una micropolítica y una 
teorización desde el chuyma: “que incluye pulmón, corazón e hígado.
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Conocer es respirar y latir. Y supone un metabolismo y un ritmo con 
el cosmos". Silvia cita a Spivak, en un diálogo de pasillo: se trata de 
teorizar con las entrañas. Y sobre todo se enlaza con Suely Rolnik 
(otra amiga de esta casa) en esa aventura de rastrear la micropolítica 
en situaciones y paisajes concretos que construyen mundos.
Se podría decir que logra lo que René Zavaleta Mercado, según la 
propia Silvia en estas páginas, no pudo: que la escritura no eclipse 
su palabra hablada. Porque, como dice también teorizando el modo 
de hablar de Zavaleta Mercado, la lengua manchada de la oralidad 
proyecta su influjo particular en la manera de pensar. Decía Walter 
Benjamín que las ideas se relacionan con los fenómenos como las 
constelaciones con las estrellas. Para nosotrxs, ya lo dijimos, Silvia es 
nuestra poeta-astróloga.
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A la memoria de 
Enrique Tandeter, Olivia Harris y Ayar Quispe
Un mundo ch’uáes posible. 
Memoria, mercado y colonialismo
“Se puede vivir sin oro, pero no sin esperanza” 
Carmelita adiós, Candón colombiana
Contextos y diálogos
Quisiera iniciar estas páginas apelando a una idea que me ayudó a 
confirmar percepciones tempranas en tomo a las peculiaridades de 
la sociedad boliviana, sobre todo desde la lejanía del exilio: la noción 
de René Zavaleta sobre “lo abigarrado”. Con este concepto quiso 
comprender la heterogeneidad de nuestra sociedad en toda su pro
fundidad histórica, y esto se hace visible sobre todo en sus trabajos 
de reflexión política, marcados por la urgencia de echar luz sobre la 
prolongada crisis estatal que se desató con una sucesión ambivalen
te de golpes militares desde mediados de los años sesenta.1 Consi
dero que el interés de Zavaleta por la historia de Bolivia distingue 
su pensamiento respecto a los enfoques habituales del marxismo 
que giraban en su entorno. En efecto, el abigarramiento es en su 
escritura un concepto al mismo tiempo espacial y temporal -afín a 
la idea quechumara de pacha2- aunque él no prestara atención a esta 
conexión. Explorar la matriz andina/popular de lo abigarrado y sus 
diferencias con el concepto de lo ch'ixi será entonces un breve ejer
cicio de “imaginación sociológica” (Mills), urgido por la intención 
de problematizar la realidad del aquí-ahora, más que por establecer 
genealogías u orígenes.
1. Ver, por ejemplo, “Consideraciones generales sobre la historia de Bolivia", o “Las 
masas en noviembre” (Zavaleta [1983][1984] 2013).
2.  El  término  quechumara  es  un  neologismo  creado  por  el  lingüista  Rodolfo 
Cerrón-Palomino en su obra del mismo nombre (2009). Para la noción de pacha, ver 
Glosario.
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No siempre fue lineal el tratamiento de los hechos  históricos 
que según Zavaleta, constituyen nuestra particularidad, aunque en 
su obra postuma (Lo Nacional-Popular en Bolivia) ese gesto sucum
biera al titánico esfuerzo de ordenar su relato en forma cronológica. 
De hecho, su materia no se dejaba ordenar fácilmente. La irrupción 
del pasado se hace recurrente; a veces de manera metafórica pero 
siempre como juicio de(sde)l presente. Llamaba, por ejemplo, “des
cendientes de la casta encomendera” -una genealogía políticamente 
aguda- a esa élite de clase media letrada que manejaba a sus mili
tantes como a pongos desde las cúpulas de los partidos de izquierda.3 
Fausto Reinaga bautizó a este fenómeno con el término pongueaje 
político, aludiendo a la subordinación de mano de obra servil en las 
haciendas, donde los colonos debían dormir por tumos en la puerta 
(punku=puerta) de las casas de hacienda, velando por los mínimos 
deseos y sueños de sus patronxs.
Las fuentes primarias que utilizó Zavaleta incluían el Memorial 
de Charcas (1582), el juicio contra los rebeldes de Zárate Willka en 
Mohoza (1901) o el Diario del Tambor Mayor Vargas (1809-1825), 
que usó libremente para formular su idea de los “momentos cons
titutivos” en la conciencia y la praxis colectiva boliviana (Zavaleta 
[1984]2013:178-179). De igual modo, la Tesis de Pulacayo (1946) o 
los debates de la Asamblea Popular (1971), aunque no son “datos” 
inscritos como tales en el texto, forman una capa profunda del pa
limpsesto en conceptos de alta abstracción, como los “cuatro con
ceptos de la democracia” ([1983)2013:513-529). En la obra más den
sa de sus últimos años, la estrategia metafórica-descriptiva prima 
por sobre la analítico-deductiva para tender los puentes necesarios 
entre realidad y pensamiento.
El “placer del texto” (Barthes) que su lectura provoca no es, a mi 
entender, producto de un talento excepcional, o si lo fuera, ello tiene 
que ver con su enraizamiento en una “lengua con patria” (Churata):
3. Esa y muchas otras expresiones se las oímos a René en sus visitas a La Paz durante 
la convulsa transición democrática de 1978-1982, cuando dialogaba con estudiantes y 
docentes de la carrera de Sociología de la UMSA.
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