Table Of ContentClaude Lévi-Strauss
T r i s t e s t r ó p i c o s
Prólogo de Manuel Delgado Ruiz
PAIDOS
L i b e r a l o s L i b r o s
Título original: Tristes trapiques
Publicado en francés por Librairie Plon, París
Traducción de Noelia Bastard
Revisión técnica de Eliseo Verón
Cubierta de Mario Eskenazi y Pablo Martín
© 1955 by Plon, París
© 1988 de todas las ediciones en castellano,
Ediciones Paidós Ibérica, S.A.,
Mariano Cubí, 92 - 08021 Barcelona
y Editorial Paidós, SAICF,
Defensa, 599 - Buenos Aires
http://www.paidos.com
Para LAURENT
Nec minus ergo ante haec quam tu cecidere, cadentque
(Lucrecio, De Rerum Natura, III, 969)
ÍNDICE
Introducción....................................................................................... 11
Primera parte
EL FIN DE LOS VIAJES
1. La partida................................................................................... 19
2. Abordo...................................................................................... 25
3. Antillas....................................................................................... 33
4. La búsqueda del poder.............................................................. 41
Segunda parte
HOJAS DE RUTA
5. Mirada hacia atrás.................................................................... 51
6. Cómo se llega a ser etnógrafo.................................................. 55
7. La puesta del sol........................................................................ 65
Tercera parte EL
NUEVO MUNDO
8. El mar de los Sargazos.....................................................................75
9. Guanabara.........................................................................................83
10. Paso del trópico.................................................................................91
11. Sao Paulo...........................................................................................97
Cuarta parte LA TIERRA Y
LOS HOMBRES
12. Ciudades y campos............................................................................103
13. Zona pionera.....................................................................................121
14. La alfombra voladora........................................................................129
15. Muchedumbres .................................................................................137
16. Mercados............................................................................................147
Quinta parte
CADUVEO
17. Paraná........................................................................................157
18. Pantanal.....................................................................................165
10 TRISTES TRÓPICOS
19. Nalike................................................................................................................175
20. Una sociedad indígena y su estilo.......................................................185
Sexta parte
BORORO
21. El oro y los diamantes.............................................................................215
22. Buenos salvajes.............................................................................................229
23. Los vivos y los muertos............................................................................245
Séptima parte
NAMBIQUARA
24. El mundo perdido......................................................................................271
25. En el sertao.....................................................................................................283
26. Sobre la línea...............................................................................................295
27. En familia.......................................................................................................305
28. Lección de escritura...................................................................................319
29. Hombres, mujeres, jefes............................................................................329
Octava parte
TUPI-KAWAIB
30. En piragua ......................................................................................................359
31. Robinson..........................................................................................................369
32. En la selva......................................................................................................377
33. La aldea de los grillos..............................................................................387
34. La farsa del japim......................................................................................393
35. Amazonia.........................................................................................................401
36. Seringal.............................................................................................................407
Novena parte
EL REGRESO
37. La apoteosis de Augusto........................................................................429
38. Un vasito de ron...........................................................................................437
39. Taxila.................................................................................................................449
40. Visita al kyong..............................................................................................459
Bibliografía...............................................................................................................469
INTRODUCCIÓN
En abril de 1981, ya definitivamente pasado de moda lo que de
moda había en el estructuralismo, la revista Lire publicaba un tableau
d'honneur de la intelectualidad francesa, confeccionado con las res
puestas de sus lectores a una encuesta. El mayor grado de influencia
se atribuyó a Claude Lévi-Strauss, que era quien encabezaba aquella
clasificación. Alguien, siete años después y precisamente para comentar
su vigencia, llamaba la atención sobre el singular hecho de que el
«intelectual» más prestigiado en Francia no fuera un intelectual, sino
un «prosaico profesor de antropología».1 Esto no debe interpretarse
sino como un síntoma más del creciente ascendente que la
antropología, con su estilo de acceder al conocimiento y su manera
particular y distinta de «dar con las cosas», parece no haber cesado
de conquistar. Este proceso de impregnación antropológica sobre
todas las ciencias sociales y las humanidades en general, cuya con
clusión no se atisba por el momento, concede un lugar privilegiado
a la aportación teórica de Lévi-Strauss, absolutamente decisiva en la
configuración de prácticamente la totalidad de corrientes etnológicas
hoy en vigor. En ese sentido, debe entenderse como insustituible la
consideración de Tristes trópicos en orden a una valoración precisa
del pensamiento levi-straussiano y, por extensión, de toda la antropo
logía contemporánea y de la autoridad en aumento que viene a ejer
cer intelectualmente sobre otros sectores del saber.2
En efecto, la lectura de la obra que aquí se introduce permite
comprender la génesis de numerosos aspectos de las teorías propues
tas por la antropología estructural y de muchas de las preocupaciones
que más recurrentemente han hecho aparición en la producción lite
raria, tanto posterior como anterior, de Lévi-Strauss. Aquí tenemos,
por ejemplo, un clarificador reconocimiento de la deuda debida a
Marx y Freud: la siempre presente convicción de que son leyes incons
cientes las que ocultamente rigen lo humano y de que la finalidad de
1. D. Font, «El pensamiento pobre», en El País Libros, 23 de julio de 1987,
pág. L
2. Un ejemplo reciente de cómo se realiza esta eficacia explicativa de la
antropología y de cómo es cada vez más frecuentemente convocada a pronun
ciarse sobre cuestiones hasta hace poco situadas fuera de su jurisdicción intelec
tual, es el libro de A. Cardín, Tientos etnológicos, Oviedo-Madrid, Júcar, 1988.
12 TRISTES TRÓPICOS
toda indagación que tenga como objeto la vida social debe situarse
en la dirección de reconstruir la gramática secreta sobre la que se
organiza. También se encontrará aquí el valor paradigmático que la
antropología encuentra en la geología, esa ciencia que constantemente
remite a la indisoluble solidaridad que une lo visible con lo profundo.
De igual modo, en Tristes trópicos aparecen las razones de una deser
ción: la de su autor de la filosofía, argumento éste que adquiere una
especial entidad ahora mismo, cuando el propio Vattimo, exponente
de la orientación hermenéutica que anima los aires del fin de milenio,
ya ha convocado a los filósofos a disolver la especificidad de su saber
en la antropología.3 Por otra parte, se nos permite apreciar de qué
modo resulta aplicable a un material etnográfico de primera mano la
categorización levi-straussiana de la cultura como el nexo comunica-
cional entre mundo y sociedad, en que el hombre actúa como permu
tador, y también como el lugar donde se evidencia la asimilabilidad
hombre-sociedad-lenguaje, que sitúa los estudios culturales en el ám
bito de la semiología, convertida ésta ya en una nueva especie de
materialismo en que la materia ha dejado de ser una sustancia para
convertirse en una relación. Por lo demás, la obra contiene aprecia
ciones sobre cuestiones muy puntuales, cuyo tratamiento aporta una
importante dosis de claridad acerca del pensamiento del autor: el
poder político, el budismo, el papel del islam, el sistema penitenciario
occidental, la escritura o la ciudad en su calidad de «cosa humana
por excelencia» (pág. 125), por citar sólo algunos ejemplos.
Pero, sobre todo, Tristes trópicos es la obra en que Lévi-Strauss
atiende con mayor detenimiento su experiencia de campo con varias
sociedades de la selva amazónica —caduveos, bororos, nambiqua-
ras...—, allá por los años treinta, veinte años antes, por tanto, de la
publicación del original francés del libro. Aquí, ante todo, se habla
de aquellos «salvajes civilizados», como los designaba en uno de sus
primeros trabajos,4 de los que extrajo una materia prima etnográfica
que nunca había dejado ni dejó de elaborar teóricamente y a quienes
dedicaría las últimas palabras de su discurso de toma de posesión
de la Cátedra de Antropología Social del Collège de France, para decla
rarse públicamente «su discípulo y su testigo».5 En relación con ello
debe decirse que las páginas que siguen son una de las más hondas
reflexiones que se han formulado jamás sobre la profesión de etnó
grafo y sobre el valor y las implicaciones asignables al trabajo sobre
el terreno, aquel sobre el cual la antropología edifica su singularidad
y el que le permite establecer una ruptura epistemológica con res
3. G. Vattimo, «Antropología y hermenéutica», Luego..., rev de la Facultad
de Bellas Artes, Universidad de Barcelona, 1 (1984).
4. C. Lévi-Strauss, «Entre os salvagems civilizados», O Estado de Sâo Paulo, 1
(1936), págs. 66-69.
5. En C. Lévi-Strauss, Antropología estructural, Barcelona, Paidós, 1987,
Pág. 47.
INTRODUCCIÓN 13
pecto a las otras disciplinas interesadas en el hombre, a la vez que
significa el estilo naturalista de sus cultivadores y su tantas veces
explicitada ambición de amanecer, un buen día, junto a ese modelo
que para ella siempre constituyeron las ciencias positivas de la natu
raleza.
He aquí, en la manera como Lévi-Strauss describe y piensa su
paso por la labor de campo y el valor iniciático que esta experiencia
supuso para la formación de su personalidad intelectual, lo que más
nos aproxima a la comprensión de la extraña belleza que esta obra
emana y de toda la fascinación e inquietud que ha generado su lec
tura, mucho más allá, desde luego, del marco estricto de la antropo
logía académica y profesional. Si Tristes trópicos merece ese lugar
de privilegio que se le concede en el conjunto de la producción literaria
etnográfica de todas las épocas, no es tanto por las sugestiones
científicas que incorpora como por ese tono de extraordinaria melan
colía, ese lirismo apesadumbrado con que el más sobresaliente de los
representantes de la antropología estructural evoca no sólo aquellos
días vividos entre los amazónicos, sino también las circunstancias
personales que le fueron conduciendo al descubrimiento de una voca
ción irreversible, así como la tesitura sentimental a que aboca el con
tacto sin mediaciones con aquellos que la antropología ha constituido
en el objeto mismo de su ciencia: los otros.
Hay algo que debe quedar destacado. Si, como se ha dicho, Tristes
trópicos viene a ilustrar toda la obra en general Lévi-Strauss, hay un
texto en particular al que este libro debería quedar asociado con un
especial grado de intensidad. Me refiero a las palabras pronunciadas
en Ginebra, el 28 de junio de 1962, con motivo del 250 aniversario del
nacimiento de Jean-Jacques Rousseau,6 «el más etnógrafo de los filó
sofos..., nuestro maestro, nuestro hermano..., a quien cada página de
este libro hubiera podido ser dedicada» (pág. 392). Las páginas que
ahora siguen no se entenderán plenamente si no se dice en primer
lugar que Lévi-Strauss no hace en ellas sino reproducir, ahora a través
de una experimentación etnográfica que el filósofo ginebrino de las
Luces sólo intuyó, las obsesivas búsquedas que llenaron toda la vida
de Rousseau: búsqueda «de la sociedad de la naturaleza», sabiendo
que sólo allí era posible meditar sobre «la naturaleza de la sociedad»;
búsqueda del principio, de lo que Lyotard había llamado «la fe ori-
ginaria»,7 una «frescura antigua..., la grandeza indefinible de los co
mienzos» (pág. 395), ese estado prístino que, como afirmaba Rousseau
y como Lévi-Strauss repite aquí en dos oportunidades (págs. 340 y 447),
«seguramente no existe, quizá nunca existió, probablemente no existirá
jamás y del cual, sin embargo, es preciso tener nociones justas para
6. C. Lévi-Strauss, «Jean-Jacques Rousseau, fundador de las ciencias del hom
bre», Antropología estructural dos, México, Siglo XXI, 1979, págs. 3745.
7. J.-F. Lyotard, «A propos de Cl. Lévi-Strauss. Les Indiens ne cueillent pas
les fleurs», Annales, n. 1, París, 1965.