Table Of ContentFacultad de las Artes y las Letras, Área de
Educación.
Grado en Educación Infantil y Primaria
La Deficiencia Visual
Tema 2. Anatomía y fisiología de la
visión.
Andrés Navarro Romance
Tabla de contenidos
1. ANATOMÍA DE LA VISIÓN 3
1.1. Estructuras implicadas en el fenómeno visual 3
1.1.1. Visión general de la anatomía del sistema visual 5
1.1.2. El por qué de la vista 7
1.2. El ojo 8
1.3. Resto de estructuras 12
2. FISIOLOGÍA DE LA VISIÓN 17
2.1. Vista general de la fisiología de la visión 17
2.2. El estímulo 19
2.3. Fisiología del ojo 19
2.3.1. Inversión y descomposición de las imágenes 22
2.4. Procesamiento superior de la información visual 26
3. FISIOPATOLOGÍA DE LA VISIÓN Y BASES NEUROANATÓMICAS 29
3.1. Alteraciones de la via visual 29
3.2. Alteraciones de la función cortical 30
4. NEURODESARROLLO Y ESTADÍOS EVOLUTIVOS DE LA VISIÓN 31
4.1. Embriología de la visión 32
4.2. Etapas del desarrollo del sentido de la vista 32
5. BIBLIOGRAFÍA 33
La Deficiencia Visual. Departamento de Educación. [2] 2017/2018
1. ANATOMÍA DE LA VISIÓN.
1.1. ESTRUCTURAS IMPLICADAS EN EL FENÓMENO VISUAL.
Para la comprensión del déficit visual en el niño se hace necesario el conocimiento de las
estructuras anatómicas que sustentan el proceso visual (desde la exposición a un estímulo
visual hasta la percepción final y completa de dicho estímulo) para poder así disponer como
docente de un esquema mental completo e integrado de las partes anatómicas que
conforman el sentido de la vista, con el fin de ser capaz de comprender desde la base el tipo
de déficit visual al que nos enfrentamos, y poder así ayudar más eficientemente al alumno
en su proceso de adaptación e integración.
En la descripción anatómica ofrecida por Carlson (2014), puede distinguirse las siguientes
estructuras anatómicas diferenciadas constituyentes del proceso visual:
• El ojo
• El nervio óptico
• El quiasma óptico
• El tracto óptico
• El tálamo (Núcleo Dorsal del Cuerpo Geniculado Lateral o NDCGL)
• El cerebro (Córtex Visual o CV)
Nervio Quiasma
Ojo
óptico óptico
Tracto Tálamo Corteza
óptico (NDCGL) visual
Figura 1. Orden secuencial, tanto anatómico como funcional, de los integrantes del sistema visual.
Fuente: Elaboración propia.
Como nos indican Rouvière y Delmas (2005), todas y cada una de las partes anatómicas que
sustentan el sentido de la vista pertenecen propiamente al SNC (Sistema Nervioso Central),
pudiéndose considerar pues parte del cerebro (es decir, el ojo podría considerarse una
proyección anterior del propio cerebro) y derivando desde un punto de vista embriológico del
mismo tipo de tejido primordial, con excepción de los tegumentos de revestimiento externo del
ojo (córnea, conjuntiva, etc.).
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Prácticamente todos los elementos anatómicos que constituyen el sentido de la vista son desde
un punto de vista histológico y evolutivo componentes del SNC; por tanto, “el ojo es cerebro”.
En orden desde lo más externo o alejado del cuerpo hasta lo más central al mismo (desde una
perspectiva antero-posterior), y siguiendo la dirección en la que viaja la información visual tras
ser recibido el estímulo luminoso en el ojo (Carlson, 2014), los integrantes anatómicos de la
visión siguen la siguiente secuencia, que puede también apreciarse en la figura 2.
Nervio óptico
Quiasma óptico
Tracto óptico
NDCGL
Corteza Visual
Figura 2. Representación esquemática de los integrantes del sistema visual, visto zenitalmente.
Fuente: Tresguerres (2005).
1.1.1. Visión general de la anatomía del sistema visual:
En síntesis, Amat (2004) nos ofrece una ilustrativa descripción de los mencionados
componentes anatómicos que permite generarse una clara idea de la estructura y el lugar que
ocupan cada una de estas piezas del sistema visual.
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Así, los ojos constituirían el elemento visible y más externo del sistema visual, situados en el
tercio superior de la cara y enclavados en la denominada fosa orbitaria, las oquedades óseas,
compuestas por huesos craneales y faciales, que forman el sostén y protección del ojo.
Los ojos, encargados de captar la información visual de nuestro entorno, cada cual con sus
estructuras anejas (párpado, conjuntiva, músculos propios, etc.), se prolongan hacia atrás
mediante los nervios ópticos (mal llamados nervios porque no son en realidad más que la
prolongación del propio ojo) que penetran al interior de la cavidad craneal y se integran en el
encéfalo para poder transmitir la información visual al cerebro, donde será posteriormente
procesada a varios niveles.
Los nervios ópticos viajan pues en sentido posterior, curvándose en dirección medial, hasta
llegar al quiasma óptico, que no es más que la confluencia de ambos nervios craneales, el
izquierdo y el derecho, situado en una parte bastante central del cráneo y próximo a estructuras
neuronales y endocrinas tan importantes como la hipófisis.
A modo de cruce de caminos, en ese quiasma óptico se entrecruzan y cambian de lateralidad
algunas de las fibras nerviosas que viajan por el nervio óptico, fibras que continúan su recorrido
hacia atrás, en dirección a la profundidad del cerebro y en forma ya de tractos, para tras ciertos
recorridos finalizar en la parte más posterior e inferior de la corteza cerebral: el córtex visual, en
la región occipital.
La corteza cerebral, que ocupa la región más periférica del encéfalo, se considera la parte más
compleja y evolucionada de todo el cerebro, y es gracias a ella que somos capaces de culminar
el proceso perceptivo visual en una imagen final a la que dotamos de significado. Estas fibras
nerviosas, que partían de los fotorreceptores de las retinas de cada ojo, tras su extenso recorrido
y sus diversas interconexiones, se proyectan ahora desde el córtex visual primario hacia otras
zonas de la corteza (las llamadas áreas asociativas, de creciente complejidad computacional), en
diferentes direcciones en función del tipo de información bioeléctrica que transportan, pero en
general todas en sentido anterior, (desde atrás hacia adelante), llegando a diferentes regiones
corticales. La figura 3 nos ofrece una aproximación visual a este sistema.
Concluimos entonces que, lejos de estar compuesto sólo por los ojos, el sistema visual en su
totalidad se constituye de una compleja red de elementos anatomo-funcionales la mayoría de los
cuales ni está en contacto directo con el exterior, ni es inmediatamente aparente a la vista. Esta
idea nos lleva necesariamente al concepto de que, al igual que podría ocurrir en una fábrica,
podría darse un fallo funcional en uno o más puntos de todo el recorrido mencionado,
constituyendo diferentes patrones de déficit visual (y en su extremo más grave, la ceguera) y
dando como resultado la disfunción del sentido de la visión (lo que equivaldría a fabricar un
producto defectuoso por fallo en componentes de la maquinaria), de la cual existen
prácticamente tantos tipos como puntos en los que puede fallar el proceso, o incluso la abolición
completa de la percepción visual (la no representación mental de la imagen o, si se tratase de la
metafórica fábrica, la no fabricación del producto final).
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Figura 3. Representación lateral izquierda de los integrantes del sistema visual.
Fuente: Kahle y Frotscher (2002).
No debemos olvidar que la vista es uno más de los 5 sentidos que posee el ser humano; para
cualquier persona, y para un bebé o un niño en particular, se trata del sentido de mayor
relevancia, puesto que permite una conexión con el entorno que ningún otro sentido permite y
cumple un papel capital en el desarrollo intelectual del niño, el cual, fundamentalmente durante
los primeros años de vida, recibe mediante la visión (y junto a la audición) el grueso de la carga
estimular que necesita para la adquisición de los principales hitos del neurodesarrollo y, por
ende, para la adquisición de las habilidades más propiamente humanas, entre las que destaca de
forma obvia las necesarias para una correcta escolarización (Portellano, 2007).
Esta idea pone subsiguientemente de relevancia el enorme impacto y la tremenda importancia
que el déficit visual traerá en el seguimiento curricular normal del alumno y su integración en el
aula y con sus iguales.
1.1.2. El porqué de la vista:
Algunos autores como White y Fitzpatrick (2007) nos acercan a la noción antropológico-
evolutiva del sentido de la vista; estos autores destacan la necesidad del ser humano, como ser
viviente en un planeta repleto de radiación luminosa (ondas de luz en tanto que fenómeno
físico), de ser capaz de captar dicha radiación o luz para aprovecharla en su fin de subsistencia y
evolución.
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El ser humano ha debido desarrollar pues, filogenéticamente, mecanismos para adaptarse a su
entorno y sobrevivir en él; al tratarse de un ambiente cargado de información lumínica (que en
última instancia revela los rasgos y propiedades físicas de los objetos), es gracias al sentido de
la vista, y en particular a los órganos sensoriales encargados de recoger la mencionada
información luminosa, que el ser humano, desde las primeras etapas de su vida, es capaz de
percibir los objetos y sus propiedades cinéticas y espaciales sin estar en contacto físico directo
con ellos. De este modo, el ser humano no sólo logra su supervivencia gracias a la información
(a modo de imágenes) que recibe de su contexto, sino que también logra enriquecerse y
acrecentar su complejidad cognitiva en virtud de la percepción visual.
Del modo que estos autores nos indican, los ojos suponen una manera altamente eficiente de
recepción de la luz y la información que esta transporta (recordemos que la luz está compuesta
de fotones, y que son los fotones las partículas físicas que penetran en el ojo y desencadenan el
proceso visual); su posición destacada dentro del conjunto anatómico del homo sapiens,
situados a la altura precisa, duplicados en número -para dar lugar a una visión binocular y
tridimensional que permita la localización espacial precisa de los objetos-, poseedores de una
increíble movilidad, y el tamaño correcto para abarcar con suficiente extensión el campo visual
que nos rodea, todo ello hace del ojo un órgano altamente especializado y eficiente en su labor
cuyo déficit funcional redunda en unas consecuencias desastrosas en la capacidad de la persona
de adaptación a su medio y, muy especialmente, en su capacidad de aprendizaje (Portellano,
2007).
Medio externo cargado de ondas
luminosas (información física
sobre los objetos del entorno)
Recepción de dichas ondas
luminosas a través del ojo
(obtención de la información)
Percepción de los rasgos
físicos y espaciales de los
objetos y por tanto adaptación
al medio (elaboración de la
información = imagen)
Figura 4. Importancia de la visión en la supervivencia del hombre como especie y en la capacidad de
adquisición de conocimiento de este.
Fuente: Elaboración propia.
El ojo se halla activo y funcionante desde que nos despertamos hasta que nos dormimos
(siempre que exista luz a nuestro derredor). Sobre los ojos impacta una cantidad ingente de
información sobre el entorno: colores, formas, desplazamientos en el espacio, etc. colores,
movimientos, etc. Después, esta información es proyectada hacia el cerebro, donde es procesada
para que sepamos qué está ocurriendo en el medio externo en el que nos encontramos
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1.2. EL OJO.
De todos los componentes del sistema visual, el ojo es el más accesible, abordable en su
patología, y su alteración supone el mayor porcentaje a nivel mundial de causa de déficit visual
y de ceguera (Kolb y Whishaw, 2008).
En Amat (2004) hallamos una didáctica descripción de la composición anatómica del ojo (al que
también nos referiremos como “globo ocular”), al que Rouvière y Delmas (2005) otorgan unas
medidas aproximadas, considerando la media poblacional, de unos 2,3 cm en su diámetro
supero-inferior (altura), 2,54 en su diámetro antero-posterior (profundidad), y 2,54 cm en su
diámetro izquierda-derecha (anchura).
Dejando de lado la enorme complejidad histológica del ojo, este órgano se compone de los
siguientes integrantes básicos, todos ellos necesarios para el correcto proceso visual:
• Córnea: Parte más frontal y transparente del ojo, que a modo de ventana se superpone al iris
y a la pupila y que da lugar al grueso de la potencia óptica de este órgano.
• Pupila: Apertura circular que se observa de color negro, en el centro del iris y variable en su
tamaño (el cual aumenta o disminuye) y cuya función es la de regular la cantidad de luz que
penetra en el ojo.
• Iris: Parte coloreada del ojo que se halla en torno a la pupila. Se dilata y se contrae para
regular la cantidad de luz que habrá de entrar a través de la pupila.
• Cristalino: Es la propia “lente” del ojo, que con forma biconvexa y con perfecta
transparencia permite que los rayos luminosos pasen a través de ella modificándolos en su
recorrido, al igual que hace la lente de una cámara de fotos o de unas gafas, y permitiendo así
el enfoque y que los rayos de luz se concentren en la retina o zona receptora. A través de una
suerte de ligamentos situados en los extremos de la córnea, los llamados cuerpos ciliares
(pequeñas fibras musculares dentro del ojo) se contraen o relajan aumentando o
disminuyendo el diámetro de aquella.
• Esclera: De color blanco, la esclera o esclerótica supone el verdadero elemento de sostén del
ojo, dándole con cierta rigidez su típica forma abombada, y actuando como contenedor de
todos los integrantes internos del globo ocular.
• Humor vítreo: Un tipo de líquido biológico compuesto por una sustancia transparente y
gelatinosa que ocupa la cámara posterior del globo ocular. El humor vítreo supone 2/3 del
volumen total del globo ocular.
• Humor acuoso: Sustancia biológica, transparente y algo más acuosa que el humor vítreo, que
rellena la parte más anterior del ojo dándole su típica forma. Se sitúa entre la córnea y el
cristalino. Se sintetiza de manera constante por el denominado cuerpo ciliar y se postula que
sirve de base nutricional para el cristalino y la córnea.
• Mácula: Pequeña área central, en el fondo del ojo, que con un altísimo grado de
especialización es responsable de la visión central (la más nítida posible) de la retina.
• Retina: La retina reviste al ojo por su cara interna, y en concreto los 2/3 posteriores del globo
ocular. Posee una función transductora: permite la conversión de la luz en información
bioeléctrica (en impulsos nerviosos) que alcanzarán el cerebro tras recorrer el nervio óptico.
• Coroides: Capa de tejido que separa la esclera de la retina y que, gracias a su coloración
negra, permite hacer del ojo una caja oscura en miniatura donde no exista escape de fotones
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(información luminosa), puesto que la luz rebota contra las superficies negras y no es por
tanto absorbida por estas.
• Nervio óptico: Conjunto de fibras nerviosas aglutinadas a partir de los fotorreceptores de la
retina que transportan los impulsos visuales desde la retina hasta su destino: el cerebro.
Además de estos componentes fundamentales, existe una serie de estructuras anejas
(Tresguerres, 2005) o próximas al ojo que ayudan a este en su función y le sirven de soporte y/o
protección. Entre ellas, destacan:
• Conjuntiva: Epitelio de revestimiento que, a modo de piel, recubre los párpados en su cara
interna y continúa revistiendo la totalidad de la superficie del ojo, incluyendo a la córnea. Su
función es esencialmente protectora.
• Párpado: Formado por piel y músculo, cada ojo dispone de uno superior y uno inferior que
se abren y cierran permitiendo el arrastre de partículas en la superficie ocular, la lubrificación
de esta mediante la extensión de la lágrima, y la protección física y protección frente a la luz.
• Músculos intrínsecos y extrínsecos del ojo: Permiten el movimiento del globo ocular para
el seguimiento de objetos en movimientos y el correcto enfoque. Los pertenecientes al
párpado, permiten el cierre y apertura de este para el constante lavado de la superficie ocular.
Figura 5. Esquema de una sección horizontal a través del ocular derecho.
Fuente: Tresguerres (2005).
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Figura 6. Esquema de la unión esclerocorneal del globo ocular.
Fuente: Kahle y Frotscher (2002).
Se aprecia el denominado conducto de Schlemm, que se trata de un pequeño vaso similar a un
vaso linfático a través del cual se drenan los humores del ojo para evitar el aumento de la
presión intraocular (Tresguerres, 2005). Otras estructuras anejas del ojo las onstituyen las
glándulas y conductos lacrimales, con función de lubrificación y protección del ojo (Amat,
2005).
Los músculos extrínsecos del ojo (Carlson, 2014), que son uno de los tipos de músculos más
rápidos y precisos de todo el cuerpo humano, se insertan en diferentes regiones del globo ocular
y mediante movimientos conjugados, agonistas y antagonistas, permiten el movimiento
coordinado (voluntario o no) del ojo.
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Description:2.1. Vista general de la fisiología de la visión. 17. 2.2. El estímulo. 19. 2.3. Fisiología del ojo. 19. 2.3.1. Inversión y descomposición de las imágenes.