Table Of ContentMark Emme
Técnicas de
Masturbación
Manual de técnicas
de masturbación masculina
2
Titulo original:
De la masturbation
Traducción;
Juan Ortiz
1ª Edición: septiembre 1993
© Editions Ramsay, 1990
© Ediciones B, S.A., 1993
Printed in Spain
ISBN: 84-406-4043-9
Depósito legal: B. 24.411-1993
Impreso por LITOGRAFÍA ROSÉS
Cubierta:
Jordi Vallhonesta
3
PREFACIO
¡Rásguense las vestiduras los hipócritas, los estrechos y los falsos beatos
ante este nuevo ultraje a su pudor! ¡Casi doscientas páginas consagradas a la
mayor gloria de ese vicio infame por el que Onán fue justamente castigado por
un Yahvé escandalizado!¡Un libro que incluso podrá ser comprado por los
adolescentes!¿ Qué se espera para prohibir tales libelos a los menores de
dieciocho años? ¿Cuándo tomará la policía cartas en el asunto?
No obstante, alégrese el resto: todos aquellos que piensan acerca de su cuerpo
en términos de amistad y lo consideran su compañero más generoso; aquellos que
se complacen con sus apetitos antes que avergonzarse de ellos.
De hecho, las ocasiones de instruirse acerca de uno mismo no son tan
frecuentes como para desperdiciarlas, por lo que merece el homenaje más cálido el
altruismo del que la obra de Mark Emme es testimonio. Lástima que Sócrates, el
viejo maestro, tan sabio como libertino, no pueda leer a Mark Emme. Se sentiría
orgulloso de un discípulo que con tanta originalidad y acierto ha sabido seguir su
inmortal consejo: «Conócete a ti mismo.»
¿He dicho altruismo? ¿Es posible, sin embargo, conciliar la masturbación con
la atención hacia los demás?
Mark Emme logra resolver de modo brillante esta paradoja pues, además del
gran placer que le ha procurado dedicarse a sus «estudios de campo», no puede
sino ser admirado por la paciencia y el tesón de que da pruebas para poner de
manifiesto los procesos -tan diversos como complejos- de la autosatisfacción
masculina. ¡Cuánto rigor y cuánta entrega científica al servicio de verdaderas
dotes pedagógicas! ¡Qué pensamiento de envergadura!
Mark Emme no se contenta con proporcionar unas pocas recetas banales de
masturbación a la curiosidad del lector, aunque esto ya sería algo habida cuenta
del analfabetismo casi general que reina en este terreno. Encara el onanismo como
un mundo sexual autosuficiente, con sus llanuras bien cultivadas y sus regiones
inexploradas, sus monótonas estepas y sus oasis de abundancia. Un mundo en el
cual el pene es el dios fundador y el placer la más alta creación.
Un mundo que el hombre, empujado por la pasión de saber y por el gusto del
goce, no cesará de explorar hasta que sus capacidades físicas le abandonen.
¿Cómo encontrar mejor guía que Mark Emme? Nada le escapa de nuestras
fuerzas ni de nuestras debilidades: sabe cómo oponer un dique al desbordar
prematuro de un esperma demasiado entusiasta, o, por el contrario, despertar los
ardores de un miembro ya satisfecho; nada ignora de las múltiples sensibilidades
de nuestras mucosas; combina con enorme acierto los placeres del tacto y los de la
vista y no olvida las repercusiones que en el psiquismo tienen las manipulaciones
físicas... Un nuevo Pico della Mirandola revoloteando sobre nuestras cabezas de
pobres ignorantes, dispuesto a prestarnos el auxilio que necesitamos.
Puede que algunas mentalidades puntillosas se inquieten por el carácter
exclusivamente masculino de los objetivos de Mark Emme. En efecto, ¿por qué el
4
afán de instruir a los representantes del sexo masculino y dejar en tinieblas, en la
ignorancia y en la atonía a nuestras amables compañeras? ¿No hay en esta
monomanía pseudoviril un regusto de sexismo?
No cabe duda de que las mujeres merecen tanto como nosotros acceder a los
placeres inocentes, siempre renovados y garantizados de la masturbación -de
hecho, pocas son las que se privan de ellos-, pero también es cierto que nadie
puede reprochar a Mark Emme que no sea hermafrodita. Sólo habrá que limitarse
a esperar con ansia un libro de próxima aparición, obra de una Mark Emme, tan
dotada como su homónimo masculino, para ofrecer a las mujeres un regalo
semejante al que reciben ahora los hombres.
La lectura de Mark Emme puede asimismo aconsejarse a las mujeres
interesadas por saber algo más sobre la fisiología de sus compañeros: estos
nuevos conocimientos servirán para hacerlas aún más seductoras.
Nadie duda que este libro será pronto un punto de referencia. También
resulta indudable que se convertirá en el libro de cabecera de numerosos lectores.
Sea pues loado el Gran Masturbador.
GUILLAUME FABERT
5
PROLOGO
Esta obra contiene tres partes bien definidas:
- un primer conjunto de ejercicios que conciernen exclusivamente a la
erección;
- un segundo grupo de ejercicios referidos a la masturbación;
- una última parte, variada, en forma de tests y de controles, que gira
alrededor de la eyaculación.
Estos ejercicios van dirigidos a todos los hombres, desde la adolescencia
hasta las puertas de la senectud. Para muchos serán una revelación. Su
presentación en tres partes específicas permite aportar soluciones prácticas a
los inconvenientes mayores de la virilidad: la dificultad de erección y la
eyaculación precoz.
La puesta en práctica de estos ejercicios debe hacerse en completa
desnudez y tranquilidad, sin presiones, sin aprensiones ni prejuicios,
otorgándole su tiempo.
Han sido escritos «en directo», es decir, en tiempo real y en la acción;
redactados de ese modo garantizan lo «vivido». Como suelen estar nutridos de
comentarios y de descripciones acerca de las sensaciones, podrán convencerte,
en el momento oportuno, de la autenticidad de mi propósito.
Admito que ciertos gestos y ciertos movimientos para estimular o
masturbar te parecerán insólitos e incluso insípidos para ti, pero pueden ser
muy estimulantes para otros. ¡Tanto somos idénticos y diferentes a la vez! Pero
no me cabe duda de que, en conjunto, muchos de ellos tendrán para ti grandes
atractivos, incluso te proporcionarán una satisfacción sincera o una adhesión
entusiasta.
Son el resultado de un largo aprendizaje y de experiencias que debo a los
tiempos de mi nacimiento. Pero si sólo se tratara de eso, este libro no se
hubiera escrito jamás. En efecto, verificando profesionalmente miles de veces la
eficacia de estas estimulaciones, he llegado a la certeza de que no se trataba de
desviaciones personales y que podría ser útil divulgar mis habilidades.
Si hasta el momento te masturbas a escondidas de tu compañera, es
importante que ella se entere de tus prácticas: es la única manera de acceder a
una desculpabilización completa. Así liberado, podrás emprender con sereni-
dad el descubrimiento de ti mismo y revelar a tu conciencia la sensualidad que
te faltaba. Después te será fácil compartir este conocimiento.
Si eres una mujer y te has comprado este libro, debo, ante todo, felicitarte.
Ello prueba que eres curiosa acerca de la sexualidad del hombre, que quieres
otorgar «sorpresas», que quieres convertirte en una compañera experta en
masturbación. Si ése ha sido tu motivo, te sugiero, para no quedarte en el
6
simple conocimiento teórico, trabajar sobre un objeto cuyas formas evoquen el
miembro masculino, con el fin de memorizar bien los ejercicios.
Para concluir, debo recordarte que el saber revelado por estos ejercicios te
dará el privilegio de explotar una nueva sexualidad, que tiene el mérito de
carecer de riesgos por lo que concierne al sida...
7
PRIMERA PARTE
PARA VENCER LAS DIFICULTADES DE ERECCION
Muchos son los hombres que carecen por completo de fantasía. Se
masturban según reglas inmutables, sin buscar ni la originalidad ni la
improvisación.
El principal motivo de semejante actitud reside, sin duda, en la angustia
de dichas personas. Muy a menudo, a partir de la cuarentena, cuando ya no
antes, las preocupaciones referidas a la erección los sumen en una ansiedad
casi enfermiza. Sólo una cosa cuenta una vez que la han logrado: hacer todo lo
más rápidamente posible, aunque lamentando no poder retenerse un poco
más. Por consiguiente, el objetivo del éxito a todo precio los priva de lo mejor y
de lo esencial. Ese es el motivo por el que todos estos ejercicios de estimulación
directa constituyen una llamada a la mayor distensión.
Antes de comenzar, repítete que se trata de un juego. En efecto, la
masturbación puede convertirse en algo muy agradable si la practicas desde el
principio como una actividad lúdica, sin obligaciones y, sobre todo, sin una
meta. Si el resultado no es satisfactorio, no tiene importancia: sólo se trata de
que no estás en las mejores condiciones de receptividad. No puedes liberarte de
las presiones sociales y educacionales, o, más simplemente y con mayor
sutileza, piensas que todo eso es perfectamente estúpido, que tu cometido no
consiste en acariciarte.
Si éste es tu caso, estás desbordado por un orgullo totalmente fuera de
lugar. Lo que más detestas y temes es volverte ridículo ante tus propios ojos.
Piensas que semejante comportamiento es digno de adolescentes a la caza
de nuevas sensaciones. Toma conciencia de tu inocencia y vuelve a encontrar
tu alma de niño. Así, todo será más fácil.
Asimismo, has de convencerte de que estos ejercicios no son el fruto de
una imaginación débil o etérea, de que han sido comprobados y de que, a pesar
de tu escepticismo, dan resultado. Pero, para que calle tu incredulidad, es ne-
cesario que estés solo durante tu período de aprendizaje.
Descubrirás poco a poco hasta qué punto resulta gratificante conducir con
destreza una estimulación voluntaria, antes que aprovecharse de una erección
provocada ante una revista o una fotografía. Entrarás en un mundo de
sutilezas insospechadas.
Muchos hombres y mujeres están persuadidos de que el fenómeno de la
erección, por ejemplo, es automático. Muy a menudo, los hombres se
encarnizan sin piedad y sin ninguna sensualidad con un pene fláccido,
mientras que las mujeres, persuadidas de que sus manos tienen un poder
milagroso, se contentan con estimulaciones aproximativas y demasiado rá-
pidas. Sin duda, para un heterosexual, la presencia de una mujer puede hacer
que nazca una erección a pesar de que las manipulaciones sean torpes. Pero
8
sucede con frecuencia que loables esfuerzos queden sin recompensa. Un rostro
bonito y un físico agradable no compensan, por desgracia, la completa ignoran-
cia de los numerosos puntos de estimulación del sexo del hombre. A la inversa,
una mujer menos atractiva pero que se muestra experta podrá fácilmente
superar las dificultades aparentemente imposibles de resolver.
Nada puede reemplazar a la técnica: el placer es tanto más intenso cuanto
más profundo es su conocimiento y más perfecto su dominio.
Antes de abordar los primeros ejercicios de este manual, quiero darte un
último consejo: escucha con atención las menores sensaciones que te
transmitan tu mano y tu pene. Puede suceder que una estimulación convenga
perfectamente a la mano derecha y que la izquierda procure en tal caso sólo el
ochenta por ciento de lo realizado por su compañera. A veces, y precisamente
porque un determinado movimiento se adapta peor a la mano izquierda, es
recomendable confiarle a ella su realización después de que lo ha probado lo
bastante la mano derecha. Ello permite disminuir la excitación y contenerla al
tiempo que se la prolonga. Puede asimismo que un ejercicio no te convenga
para la mano que te indico. En este caso, no dudes en cambiar de mano; así
llegarás quizás al resultado que describo. Evidentemente, los zurdos se
encargarán de realizar las permutaciones de rigor.
Por último, puede que, a partir de mis explicaciones, sientas algo que, sin
alejarse de mis descripciones, no funciona del todo. Sé entonces imaginativo y
permeable a la más fluctuante de tus sensaciones. Basta una nada, una va-
riante o una modificación ínfimas para que se despierte la armonía que en ti
dormitaba.
9
EJERCICIO 1
Siéntate en el borde del asiento, siempre perfectamente derecho, con los
muslos ampliamente separados, con tus testículos y tu pene pendientes en el
vacío, libres de cualquier presión. Míralos. Poco importa si tu glande está
expuesto, pues la estimulación va a realizarse sobre el cuerpo del miembro. De
todos modos, aun cuando se halle expuesto al comienzo, el prepucio lo
recubrirá en el curso de la maniobra.
Coloca tus manos con los dedos juntos a cada lado de la base de tu pene,
lo más cerca posible de la inserción de los testículos, y enderézalo en vertical.
Así, tus dedos sin separar formarán una vaina a tu pene. Luego procederás de
la siguiente manera: moviendo hacia arriba la mano izquierda, con la punta de
los dedos envías tu pene completamente fláccido al hueco formado por los
dedos de tu derecha, mientras que los de tu izquierda vuelven a su sitio inicial
en la parte lateral de la base de la verga. Es ahora el turno de la mano derecha
para arrojarlo en la izquierda, y así sucesivamente...
Estos movimientos deben ser lo bastante lentos al comienzo (del orden de
dos por segundo), pero han de ser lo suficientemente secos, es decir, que tus
dedos deben desplazarse a lo largo de tu pene de manera rápida y nerviosa. Es
esta sequedad del movimiento la que expele el pene a la otra mano.
Sé muy regular y no permitas que haya un tiempo muerto entre dos
«expediciones».
Asimismo, conviene asegurarte de que sólo las puntas de tus dedos se
hallan en contacto.
Cuida de conservar los índices delante de tu pene para recuperarlo, ya
que su blandura, de otro modo, haría que volviese a caer de inmediato entre
tus muslos; al comienzo, lo más importante es la regularidad y la firmeza del
ritmo. No tengas «inquietudes» respecto a tus testículos que, evidentemente,
continúan colgando. En poco tiempo subirán de modo muy agradable.
Prosigue con esta cadencia durante más o menos un minuto, es decir,
aproximadamente, cien veces de ida y vuelta, sin dejar de contemplar lo que
haces. No flexiones la espalda; por el contrario, consérvate bien recto y con las
piernas bien separadas.
A1 término de esta preparación sentirás un endurecimiento muy ligero,
sobre todo si empujas tu vientre hacia delante. Es entonces el momento de
acelerar la maniobra, no de modo progresivo sino instantáneamente; una co-
rriente de vibraciones pasará entonces por el interior de tus muslos; ya no son
las puntas de tus dedos las que eyectan tu pene, sino las dos primeras falanges
en su totalidad. Tienes que sentir chocar tus dedos a cada movimiento. Echa
tu vientre hacia dentro; ahora tus testículos se balancean con fuerza y
comienzan a tocar el borde del asiento. La aceleración y el frotamiento incisivo
y firme de tus dedos alargan tu pene; separa los muslos, bloquea tu
10