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SoliloqUIOS
DE
MARCO AURELIO
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SECRETARIA DE EDUCACION PUBLICA
MEXICO
Biblioteca Enciclopédica Popular
. 29 .
SOLILOQUIOS
DE
MARCO AURELIO
Introducción, selección y notas
Por
JUAN DAVID GARCIA BACCA
1944
SECRETARIA DE EDUCACION PUBLICA
MEXICO
LIBRARY
UNIVERSITY OF TEX
AUSTIN, TEXAS
L A Secrelaria de Educación Pública inicia
con este número -consagrado a Marco
Aurelio la serie de los grandes moralis
las que, desde unprincipio, incluyó en elprograma
de la Biblioteca Enciclopédica Popular.
El alma imparcial, intrépida y generosa del
que fué, más que emperador romano, rey de si
mismo, por la bondad, por la rectitud y por el
varonil dominio de sus pasiones, es incuestionable
mente uno de los espectáculos más heroicos de la
civilización de la antigiiedad.
La selección de los Soliloquios y las notas ex
plicativas fueron encomendadas al profesor espa
ñol Juan David García Bacca, residente en
México.
L
A BIBLIOTECA ENCICLOPEDICA POPU.
LAR publica todas las semanas un pequeño volu
men como el presente con textos de carácter his.
tórico, filosófico, artistico, científico, literario, edu
cativo y documental.
Alternan, así, junto con manuales de técnicas aplicadas,
breves compendios de higiene y de agricultura, de industria y
pedagogia, páginas escogidas de los grandes autores clásicos y
modernos, resúmenes de la historia de México y de las demás
naciones del mundo, sintesis del pensamiento político nacional
e imparciales antologias destinadas a divulgar entre nuestro
pueblo los valores más altos y auténticos del espíritu universal.
Si se interesa usted por obtener esta Biblioteca, sírvase
dirigirse a la Secretaria de Educación Pública (Departamento
de Publicidad), Argentina y Luis González Obregón, Méxi
'co, D. F., enviando -en giro postal, la cantidad de $5.00
que le dará derecho a recibir 20 publicaciones distintas a partir
del número que usted indique. Si el envío fuera de $ 12.00.
se registrará el nombre de usted como suscriptor para la serie
anual de 52 cuadernos,
LA PROXIMA SEMANA,
EN ESTA COLECCION:
LOS LACANDONES
Su Pasado y su Presente
Por
GERTRUDE DUBY,
INTRODUCCION
E4L manuscrito VATICANO de los Soliloquios o Pensamien
tos de MARCO AURELIO termina con el siguiente epi
grama:
“ Si quieres dominar sobre penas y tristezas,
abriendo este libro bendito
recórrelo una vez, otra y muchas;
y a su beatificante lectura
verás desfilar bajo tus ojos, cual río,
lo que será, lo que es, lo que ha sido;
y las alegrías y las penas pasarán ante ellos
convertidas en algo muy más sutil que el humo".
“ Todos, ha dicho Renán, cuanto dura nuestra vida guarda.
mos en el corazón el duelo por Marco Aurelio, cual si hubiera
muerto ayer”, y eso que el Emperador Marco Aurelio Antonino
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desapareció de la escena del mundo y de los esplendores de la
corte imperial el 17 de marzo de 180.
La lectura de estos Pensamientos de Marco Aurelio deja,
invenciblemente, en el ánimo una impresión de resignada tristeza,
de dulce pena, de sombría tranquilidad que se asemeja al duelo,
no a un duelo por la muerte de un ser querido, sino al duelo por
una civilización en trance de muerte, muerta, por más que las
apariencias triunfales del Imperio romano disimulasen su irreme
diable decadencia.
Toda aquella época histórica está llena a rebosar de esca
tologías, de revelaciones, de discursos, de razones más o menos sue
tiles y disfrazadas acerca de la inevitable y presenie terminación
del mundo.
Los Evangelios repiten constantemente aquellas palabras
VI JUAN DAVID GARCIA BACCA
de Jesucristo: "No pasará esta generación sin que todas estas
cosas se hayan cumplido”, palabras con que Jesucristo termina la
descripción del fin del Mundo, que San Mateo nos ha conservado
en el Capítulo 24 de su Evangelio, y que esta expectación esca
cológica haya llenado los pensamientos y ayudado a los primitivos
cristianos a soportar valientemente las persecusiones y a mantener
aquel maravilloso nivel moral que nos refieren las historias, es
punto fuera de toda controversia. Los apóstoles, en sus cartas,
no cesan de repetir a los fieles que el fin está próximo, que presto
viene el Señor; y la Apocalipsis de San Juan termina diciendo:
" Dicit qui testimonium perhibet istorum : Etiam venio cilo. Amen.
Veni, Domine Jesu" " el que da testimonio de todo esto dice:
vengo presto. Así es. Ven, Señor Jesús”. (Apocal. 22, v. 20).
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Pero este sentimiento de la primitiva Iglesia de Cristo no
era exclusivo de ella. Que el mundo greco-romano se acababa,
sentialo por dentro todo romano ; y la dignidad, alto dominio, fuer
za de voluntad e indomable resistencia del Romano clásico se
acogieron, como a defensa vital, a un estoicismo ucluntarista, a
un reabsorción decidida en el orden cósmico, en la Ciudad Eterna
de la Naturaleza, quitando importancia a la muerte individual, y,
por indirecta manera, a la muerie del Imperio romano.
El duelo que sentimos por Marco Aurelio es el duelo que nos
hace la muerte del Imperio romano, aunque tal vez este duelo, es
ta muerte, haya sido la condición de posibilidad para que surgie
ra el tipo de vida medieval, con todos sus esplendores religiosos,
morales y teológicos; y, a su vez, ese sentimiento de tristeza y re
signación que nos queda tras la lectura de la “Imitación de
Cristo” por Kempis equivalga en su orden al duelo por Marco
Aurelio: es el duelo por la muerte de la Edad media. El ambiente
de ciertos libros es, pues, sospechosamente revelador.
Claro que ciertos principios de filosofía estoica existian siglos
atrás. A Zenón el estoico, -hacia 300 a. C.-, suelen atribuir
los historiadores la fundación de ese sistema filosófico. Pero en
Zenón y sus inmediatos secuaces no pasó de ser o un sistema
filosófico o un programa de vida individual. El estoicismo no echa
INTRODUCCION -VII
raíces en la Grecia clásica que, en tiempos de Zenón, permanecía
en dorada medianía. El estoicismo llega a hacerse atmósfera del
Imperio romano y colonias; primero, como filosofía de tipo vo
luntarista, de dominio de sí después de haber dominado al mun
do exterior. Las pasiones fueron para los grandes romanos del
Imperio un campo de batalla tan importante como las batallas
campales que tenían que librar periódicamente las legiones roma
nas. Y esta preferencia romana por las luchas interiores, por el
dominio sobre sí mismo, por la imperturbabilidad, por la serenidad
de ánimo frente a todoacaecimiento adverso, por el aristocrático
desdén de lo que el vulgo tiene por malo o por bueno, se acentúa y
acrece cuando, “ toto orbe in pace composito”, “ impuesta y derra.
mada por el mundo entero la paz de Augusto”, el romano pudo
darse a la meditación y reflexión sobre su tipo de vida.
La filosofía estoica, en cuanto filosofía de la vida romana,
comprende dos épocas que pueden seguirse fácilmente en las
obras escritas que los escritores romanos nos han dejado. Una
primera época de valoración gozosa, serena, firme de la acción
de dominio interior sobre lo que más terrible, indomesticable,
irrefrenable parece al común de los mortales. Matiz de la filosofia
estoica romana durante el esplendor del Imperio, y los últimos con
sulados.
Una segunda época, de valoración resignada, inflexible,
decidida del dominio interior sobre todos los acaecimientos exter
nos que se anunciaban por mayoría desastrosos, terribles, morta
les de necesidad.
A esta época pertenecen los Pensamientos de Marco Aurelio.
No posee el estilo de nuestro Emperador la solemnidad y grave:
dad de los escritos de un Séneca, no digamos el de las obras de
Cicerón ; tal vez haya que atribuir esto al uso del idioma griego,
que, por cierto, desde el punto de vista del griego clásico, deja
mucho que desear. Tal vez no estaban los tiempos para semejan
tes solemnidades, ni lo consentian la indole de Marco Aurelio : de
distinguida sencillez, de humana y universal naturalidad. Por
VIII JUAN DAVID GARCIA BACCA
esto no se puede establecer, a base del estilo, una comparación en
tre él y Séneca.
El estoico Epicteto, esclavo frigio, fué el verdadero padre
espiritual de Marco Aurelio, aunque poco se le pegó del dogma,
tismo exagerado y moralismo desenfrenado y pretencioso del esclavo
legal, del liberto mental que en Epicteto se encerraba.
Un delicado ambiente de afable y modesta universalidad
perfuma toda la obra de Marco. En él se injertaría la universa
lidad cristiana, convirtiendo este natural sentimiento en el sobre
natural de hermanos, por ser hijos de un Dios personal, de iin
Padre que estaba en los cielos.
El panteísmo que se atribuye a la filosofía estoica y que
hallamos, a primera vista, en mil y mil pasajes de los Soliloquios
de Marco Aurelio, no tiene la significación metafísica que un fi
losofo moderno pudiera atribuirle.
Arístides decía de Marco Aurelio: ("6divinos son sus discursos,
en verdad de arriba toma los modelos para ellos y tiene su mirada
fija en aquella ciudad celestial” (Paneg. in Cyc. 427. Jebb). En
toda la filosofía anterior al cristianismo no se halla, en rigor, un con
cepto personal de Dios. No es éste lugar para explicar larga
y sutilmente, como lo merece el tema, la distinción entre dioses
y lo divino que merodea sin llegarse a perfilar en toda la
filosofía griega. Lo Divino era, para el griego, anterior y superior
a los dioses, a ciertas como personas divinas que en un momento
dado estaban participando y como empapándose más inmediata
y puramente de lo Divino, algo así cual gotas sueltas que se habían
desprendido del Mar de la Divinidad y que, en cada momento,
podían volver a reabsorberse y confundirse con él. Aun la religión
cristiana admitirá que cabe un cierto tipo de unión entre Dios y
una creatura tal y tan intimo que llegue a hacer de ella Dios. Así,
por la unión hipostática, la naturaleza humana de Cristo fué ele.
vada a persona divina, con unión de suyo perdible y transitoria.
SiCristo es para siempre jamás Dios, no proviene de una raza abso
luta, como aquella que determina que el Verbo sea Dios y persona
y
divina, sino por la voluntad libre de Dios que así lo ha determinado