Table Of ContentImmanuel Kant
SOBRE
PEDAGOGÍA
I K
mmanuel ant
SOBRE
PEDAGOGÍA
Traducción y nota preliminar por
Oscar Caeiro
Diseño: Lorena Díaz
ISBN: 978-987-1432-25-7
Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723
Impreso en Argentina
Editorial Universidad Nacional de Córdoba
Encuentro Grupo Editor
2009
Nota preliminar
Tenemos que imaginar al filósofo Immanuel
Kant (1724-1804) cumplien do con una de
sus numerosas tareas docentes en la Universidad de
Königs berg, es decir: dando clases, no sobre su es-
pecialidad -como diríamos hoy-, sino sobre pedago-
gía. Pues, al parecer, según explica Paul Natorp, se
acostumbraba por aquel entonces en dicha univer-
sidad que los profe sores de la Facultad de Filosofía
se sucedieran alternativamente en el dictado de esa
materia. Como se trata de un alemán, famoso por su
con cienzuda rutina, contamos con los datos preci-
sos: expuso sus ideas ped agógicas en el semestre de
invierno de 1776 y 1777, en el semestre de verano
de 1780, en el del invierno de 1783 a 1784 y, por
último, también en el invernal de 1786 a 17871. Y pa-
rece que en tales exposiciones, he chas al chirriar de
la noria docente, debió someterse además a la obli-
gación de seguir determinados manuales impuestos
praecepto regio. Aunque, anticipemos, a juzgar por el
escrito llegado hasta nosotros, poco o nada se acor-
dó de los textos oficiales, a cuyos autores -D.Bock y
1 Kant’s Werke, Band IX, Logik. Physische Geographie. Pädagogik, Berlin
und Leipzig, 1923; véase “Über Pädagogik”, Herausgeber Paul Natorp, p.
569.
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J.B. Basedow- apenas tuvo en cuenta. No todo era
obediencia prusiana.
Pero hay que apurarse a disipar la errónea sos-
pecha de que Kant sólo a regañadientes haya consi-
derado el problema de la educación. Basta leer, por
cierto, las anotaciones aquí traducidas, que él debió
de escribir al preparar las recordadas clases, para re-
conocer el interés, el entusiasm o que sintió por la
materia. Es necesario insistir en una anécdota que,
aunque conocida, corrobora esta actitud y nos da
valiosa información sob re una fuente básica de sus
reflexiones. Cuenta Ernst Cassirer que el filósofo,
cierto día de 1762, no salió a dar su acostumbrado
paseo de las tardes; era que no podía soltarse de un
libro francés recientemente aparecido que había lle-
gado a sus manos y a sus ávidos ojos de lec tor: Emile
ou de l’éducation de Jean-Jacques Rousseau 2. Y fue a partir
de dicho año, bastante antes entonces de que la uni-
versidad le encarga ra cursos de pedagogía, cuando
comenzó “a insistir sin cesar en las cuestiones de
educación”, según afirma un autor que ha estudiado
este aspecto de su obra3.
Aun si prescindimos de la anécdota, de la acredi-
tada influencia rousseauniana, el problema educativo
encuentra un marco adecuado dentro del pensamien-
to del propio filósofo, como se ve en varios ensayos
en los que, consciente de encontrarse en una “épo-
ca de ilustración”, ha previsto y trazado el plan para
2 Ernst Cassirer, Kant. Vida y doctrina, México-Buenos Aires, F.C.E., 1948,
p. 108.
3 Paul Duproix, Kant et Fichte et le probleme de l’education, deuxiéme édition,
Paris, Alcau Editeur, 1897, p. 56.
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que el hombre, individual y colectivamente, salga de
la minoría de edad, aprenda a usar de su razón4. La
frase inicial de Sobre pedagogía, “el hombre es la úni-
ca criatura que tiene que ser educada”, revela ya por
el sentido general de sus términos el amplio valor
histórico que asigna Kant a este proceso. La educa-
ción, y aludimos así a la sentencia inicial de otro im-
portante párrafo, es concebida por él como el único
medio para alcanzar la plenitud humana… No es de
extra ñarse entonces que este pensador haya encara-
do decididamente el planteo de las ideas pedagógicas,
instrumento básico para que la humanidad lo grara
ese progreso en la “ilustración” que era uno de los
sueños más preciados de aquella época.
Hay otro aspecto más personal. Reconociendo
el evidente interés que Kant tuvo, desde su punto
de vista filosófico, por la educación, podría dudarse
sobre que poseyera una experiencia personal sufi-
ciente como para hablar de muy heterogéneos asun-
tos: desde cómo tratar a los niños de pe cho, hasta la
conveniencia y el método de lo que ahora se suele
llamar educación sexual… Sí, de esto, entre muchas
otras cuestiones más, tra ta ese escrito pedagógico.
Podemos invocar el genio indudable de su au tor, su
capacidad para penetrar en los problemas comunes
del género hu mano; también ha de aducirse su siste-
mática práctica profesoral. Mas siempre queda cierta
duda respecto al tino con que este empedernido sol-
tero -y solterón- haya podido abordar temas tan de-
4 Se alude a los textos “Idea para una historia general con sentido cosmo-
polita”, “Respuesta a la pregunta ¿qué es ilustración?” y “¿Qué quiere decir
orientarse en el pensamiento?”.
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licados. Debe ten erse en cuenta otro dato biográfico.
Kant, durante varios años de su juventud, se desem-
peñó como maestro y preceptor en casas de familias
acomodadas de su país5. Así se han de comprender
numerosas observaciones que constituyen notorio
testimonio de experiencia en el trato con los niños.
Cuando el Emile cayó en sus manos removió acaso
en el fondo de su espíritu problemas que la práctica
pedagógica le había planteado.
Ahora bien, esta obra de Kant Sobre pedagogía pre-
senta la particula ridad de que no fue publicada por su
autor, sino, poco antes de la muer te de este, en una
edición preparada y anotada por Friedrich Theodor
Rink, el año 1803. Al parecer el filósofo dio a este los
apuntes y ano taciones que había hecho para sus cla-
ses de pedagogía y le pidió que escogiera lo más útil,
lo más apto para la publicación6. De ahí, pues, surgió
el libro. Ningún crítico ha expresado dudas sobre la
autenticid ad de los textos, lo que puede comprobar
el lector con relativa facil idad comparando las ideas
y el lenguaje con los de los otros escritos de Kant.
Pero se considera probable que Rink haya introdu-
cido en algun os pasajes leves modificaciones de esti-
lo. También se le suelen atri buir los títulos internos.
Un problema es determinar la fecha de redacción. A
este respecto hay que orientarse teniendo en cuenta
los distintos períodos lectivos en los que, según lo
apuntado más arriba, el filós ofo dictó clases de pe-
dagogía. Y la cuestión tiene importancia, porque si
5 Ernst Cassirer, op. cit., p. 46.
6 Kant’s Werke, Ed. Cit., p. 77.
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