Table Of ContentREFLEXIONES EN TORNO AL CRITERIO
GENERACIONAL, COMO TEORíA ANALITICA
Y METODO HISTORICO
ROSA MARIA MARTíNEZ DE CODES
Universidad Complutense
¿Quées una generación? La pregunta yace antenues-
tros ojos sugiriéndonos de inmediato una interpreta-
ción genealógica. El lector insatisfecho que continúe
leyendo debe enfrentarse a tres nuevos interrogantes:
¿Cuál es el lugar y la función de las generaciones en
la Historia? ¿Cómo podríamos identificar el problema
en su contexto histórico? ¿Resulta operativa la teoría
de las generaciones como método histórico? Esta vez
la respuesta no surge de inmediato. Se impone la re-
flexión. Y es esa reflexión sistemática la que permite
clarificar ideas y proyectar luz sobre uno de los con-
ceptos más confusos y problemáticos de la ciencia
histórica.
El confusionismo, ciertamente, procede de las di-
versas interpretaciones dadas al concepto a lo largo
de la Historia. El vocablo dejó de tener un significado
biológico a principios del siglo xix, para convertirse
en un concepto científico.
Un siglo más tarde comenzaron a acuñarse teorías
generacionales, que si bien intentaron identificar y li-
mitar el problema, lo que hicieron fue crear una ma-
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yor disparidad de opiniones acerca de la validez de
dicho concepto para el análisis y la teoría histórica.
Respecto a su aplicación metodológica, los ensayos
realizados, algunos de los cuales serán expuestos, han
desnaturalizado, a mi modo de ver, el significado his-
toriológico que el concepto tiene.
Interpretado como unidad de medida del acontecer
histórico, la generación se ha convertido en un instru-
mento o pretexto para ordenar la historia en épocas y
periodos convencionales.
El mecanismo que regula la serie de las generacio-
nes, lejos de explicar su interacción y conexiones rea-
les, ha degenerado en un procedimiento operatorio su-
mamente mecánico que falsifica la realidad, estable-
ciendo a priori «esquemas generacionales» tan arbitra-
rios y artificiales que apenas resisten la primera con-
frontación con la realidad histórica.
Ante un panorama tan confuso y desordenado, nos
proponemos, en primer lugar, ofrecer una visión sinté-
tica del tratamiento histórico que el concepto de ge-
neración ha experimentado. En segundo lugar, inten-
taremos formular cuáles son las dificultades y proble-
mas que la teoría tiene planteados hoy día y su cone-
xión con los planteamientos anteriores. Y en tercer
lugar, el análisis de algunos intentos de aplicación de
la teoría a la vida histórica social concretará nuestras
ideas sobre la eficacia del método generacional para
una visión integral de la Historia.
No es mi intención dogmatizar o configurar una
nueva teoría explicativa del acontecer histórico, sino
delimitar con el mayor rigor y seriedad posibles las
posibilidades de un concepto histórico sumamente útil
y valioso en manos de un historiador capaz.
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1. Síntesis histórica del concepto «generación»
Muy poca gente hoy día desconoce el término ge-
neración, y son menos aún los que nunca lo han usado
en su propio lenguaje.
El vocablo, extraído de la experiencia misma de la
vida y con un fuerte sentido historiológico, aparece con
insistencia en fuentes y escritos de toda época.
Las primeras menciones las hallamos en el Antiguo
y Nuevo Testamento, en el cual se detalla la genealo-
gía de Jesucristo (1). Entendido genealógicamente,
como unidad de medida de la realidad histórica, el
concepto se repetirá invariablemente en la literatura
helénica.
Hqmero hace alusiones, tanto en la Piada como en
la Odisea, a la sucesión de las generaciones 2).
Herodoto, por su parte, realiza un cómputo exacto
de las generaciones transcurridas en el mundo egipcio
hasta la fecha (3), ofreciendo una definición cronoló-
gica precisa.
Y, finalmente, diversos autores griegos, como He-
cateo de Mileto, Helánico, Dionisio de Halicarnaso y
Efora, utilizaron indistintamente la cifra de treinta y
cuarenta años como distancia media entre padres e
hijos. De este modo, la utilización de las generaciones
—interpretadas genealógicamente— será aceptada en
el mundo antiguo, convirtiéndose en un tópico uni-
versal que perdurará hasta nuestros días.
Dentro del pensamiento cristiano, el término latino
«generatio» se sobrenaturaliza, aludiendo no sólo auna
unidad natural genética, sino también a la unidad so-
brenatural que les confiere a sus miembros la reden-
ción. La mayor parte de los comentaristas de esa épo-
ca, tales como San Agustín y San Buenaventura, inter-
(1) Mateo, Y, 1-17, y XXIV, 34.
2) Riada, VI 146-149), 1 (250-252); Odisea, XIV 321-325).
3) Herodoto, II, 142.
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pretan la palabra «generatio» como la unidad elemen-
tal para contar las edades del género humano. San
Agustín llega incluso a precisar su duración en treinta
años (4).
Durante la Edad Moderna, el proceso de seculari-
zación del género ‘humano conducirá a la idea natural
y unitaria de la Humanidad. Esta Humanidad tendrá,
a su vez, una historia hipotéticamente unitaria. La his-
toriología del Romanticismo concebirá la historia de
la Humanidad como un continuo despliegue en el que
se actualizarían sucesivamente las potencias de la na-
turaleza humana.
Por distintas vías, todos los sistemas de Filosofía
de la Historia hasta el siglo xx han coincidido en con-
cebir la Historia como un proceso único, capaz de en-
globar a todo el género humano en una evolución pro-
vista de sentido hasta alcanzar la metal final. La idea
de progreso era considerada, así, el hilo conductor que
mantenía unidos a los distintos pueblos y culturas.
A pesar de las divergencias entre los diversos sis-
temas, en todos ellos se advierte la misma y funda-
mental interpretación del pasado en función del pre-
sente. La visión de la Historia como un despliégue su-
cesivo de la naturaleza humana tiene sus representan-
tes en Hegel, Comte, H. Spencer y C. Marx. Es cierto
que dicho despliegue puede interpretarse de manera
biológica, como en Comte, o de manera dialéctica,
como en Hegel; no obstante, la concepción continuista
y evolucionista de la historia de la Humanidad se re-
petirá en sus obras como una constante.
En las Lecciones sobre Historia de la Filosofía y
Filosofía de la Historia Universal, Hegel expone la idea
de la continuidad histórica con las siguientes palabras:
«El pasado no ha pasado definitivamente, sino quevive
y se prolonga en el presente. El pasado no muere...
De lb dicho se sigue, asimismo, que la Historia de la
(4) San Agustín, La ciudad dc Dios, vol. XVII, 2.6 cd., Bi-
blioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1965, libros XV, caps.
20y 21; XVI, cap. 3.
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Filosofía en su conjunto constituye un proceso en si
necesario, coherente, determinado en sí, racionalmente
a priori de la idea. La Historia de la Filosofía, como
modelo de toda otra, debe conservar tal dirección. La
segunda consecuencia de lo que se ha dicho hasta aho-
ra es que toda filosofía es necesaria, y sigue o continúa
siendo tal; ninguna, pues, ha desaparecido; antes bien,
todas están conservadas afirmativamente en la filoso-
fía como momentos de un todo» (5).
Esta visión continuista de la historia de la Filoso-
fía es en el sistema hegeliano un aspecto más de la
continuidad del proceso histórico universal.
Por su parte, Auguste Comte, en el volumen IV de
su obra Curso de Filosofíg positiva, ofrece una inter-
pretación claramente biológica del proceso evolutivo
de la Humanidad:
«En principio, no hay que ocultar que nuestro pro-
ceso social se apoya, esencialmente, en lá muerte; es
decir, que los sucesivos pasos de la Humanidad supo-
nen, necesariamente, la continua renovación, suficien-
temente rápida, de los agentes del movimiento general,
que, poco perceptible habitualmente en el curso de
cada vida individual, no se hace verdaderamente pro-
nunciado sino al pasar de una generación a- la que
sigue.
El organismo social está sometido a este respecto,
y de un modo no menos imperioso, a la misma condi-
ción fundamental que el organismo del individuo, don-
de, pasado un determinado tiempo, las diversas partes
que lo constituyen, inevitablemente convertidas, a cau-
sa de los mismos fenómenos de la vida, en impropias
para cooperarya en su composición, debenser gradual-
mente reemplazadas por nuevos elementos» (6).
Desde esta perspectiva continuista de la historiolo-
ga romántica del siglo pasado, historiadores y filóso-
(5) Hegel, G. W. E, Lecciones sobre Za Historia de la Fi-
Zosoffa, vol. 1, EC.E., México, 1977, pág. 40.
(6) Comte, Auguste, Curso de Za filosofía positiva, vol:IV,
lección 51.
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frs se plantearon la necesidad de obtener una unidad
de medida que les permitiese estudiarel curso del mo-
vimiento histórico. Las hasta entonces válidas unida-
des de medida del tiempo físico: años, decenios y si-
glos, no parecían adecuadas para sistematizar el curso
del acontecer ‘histórico. Se hacía perentoria la búsque-
da de una unidad de medida interna, es decir, enrai-
zada en dicho movimiento continuo.
Esta idea condujo a los pensadores del siglo xix a
proponer la duración media de la vida humana como
la unidad de medida del tiempo histórico, la cual co-
bró forma histórica ordenándose en un nuevo concep-
to: el de generación.
Sin duda alguna, la idea historiológica de la gene-
ración nació de una visión naturalista de la Historia.
Ya que el componente biológico de las edades del
hombre subyacfa en las primeras interpretaciones que
los historiadores hicieron de la idea de generación.
Durante todo el siglo xíx asistimos a un afán cons-
tante por dar contenido histórico a un concepto que
desde la AntigUedad se venía usando en relación con
el curso biológico de la vida humana.
En esta lfnea de pensamiento se agrupan los repre-
sentantes de la escuela positivista francesa, quienes
interpretaron el ritmo del desarrollo ‘histórico en fun-
ción de la limitada duración de la vida del hombre.
Consecuentemente, los cambios quese producían en la
esttuctura social se hallaban determinados por facto-
res biológicos.
Entre sus representantes más significativos desta-
can las aportaciones de Auguste Comte (1798-1857),
cuyás ideas sobre la sociedad sirvieron de marco para
intentar conceptualizar la idea de generación (7). Su
acierto fundamental fue el de señalar cuál era el me-
canismo mediante el cual se operaba la variación en
la sociedad. Comte apuntó en la primera mitad del
(7) Julián Marías (en su obra El método histórico de las
generaciones, Rey. de Occidente,Madrid, 1967, págs. 29-34)trans-
cribe los textos más significativos de este autor.
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siglo xix una de las ideas más valiosas de la genera-
ción, interpretada desde el ámbito de la sociedad.
En la esfera de influencia de A. Comte encontra-
mos a Justin Dromel (1826), Soulavie (1753-1813), Cour-
not (1801-1877), al italiano Giuseppe Ferrari (1812-
1876), al alemán Gustav Rumelin (1815-1889) y al in-
glés J. Stuart Mill (1806-1873).
Stuart Mill, el gran discípulo inglés de Comte, re-
tomó la idea de las generaciones de su maestro, ha-
ciendo una serie de precisiones al respecto fundamen-
tales por su temprana fecha y por el contenido histó-
rico que les inyectó. Su análisis de la sociedad le con-
dujo a interpretar las generaciones como equipos hu-
manos que se relevan en el poder. Frente a la creencia
de los franceses, quienes confundieron la ley del pro-
greso con una ley natural, Mill apuntó la necesidad de
acudir a la Historia para extraer las leyes empíricas
de la sociedad. La variación histórica venia así dada
como una serie de influencias de unas generaciones
sobre otras.
Este pensador inglés llegó incluso a precisar la im-
portancia metodológica de una teoría generacional.
Intuyó el carácter total de cada una de las gene-
raciones como forma de vida y, consecuentemente, su
repercusión en la estructura social. Esta indicación de-
lataba el confusionismo que podría crear el estudio de
generaciones parciales políticas, literarias, artísticas,
etcétera, tomadas como representativas de una época
determinada.
El resto de los autores de la escuela positivista:
Soulavie, Dromel, Ferrari y Rumelin, se mueven en el
campo de la estadística. Ninguno de ellos consigue
transcender la idea genealógica de la generación, a
pesar de sus esfuerzos por construir tablas estadísticas
y teorías que pretenden justificar históricamente, me-
diante esquemas de las edades humanas o el hallazgo
empírico de periodos de quince años, en la ‘historia po-
lítica de Francia.
Uno de los rasgos que caracterizó a este equipo de
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hombres fue su falta de conexión y comunicación. Los
avances que cada uno realizó en la interpretación del
concepto de generación no fueron nunca ordenados ni
sistematizados (8).
Por eso no existe en el siglo xíx un acuerdo res-
pecto al lugar de las generaciones; casi todos caen en
el error genealógico, excepto Dromel y Ferrari, que las
vinculan directamente con la vida política. Ni existe
tampoco una teoría suficiente acerca de la realidad de
la generación o de su estructura. Lo que sí podemos
ob~ervar son los intentos constantes por determinar
la duración de las generaciones. Los ejemplos que adu-
cen los remiten a periodos que abarcan desde quince
o dieciséis años hasta treinta.
No obstante, y a pesar de algunas intuiciones muy
agudas, no llegóa cuajar en el siglo xix una auténtica
teoría de las generaciones. Era necesario que la So-
ciología y la Historia desarrollasen conceptos y reía-
piones fundamentales antes de poder hablar de la ge-
neración como categoría histórica o de intentar cons-
truir una teoría analítica emplazada en la vida histó-
rica y social.
Frente a esta concepción continuista y evolucionis-
ta de la Historia, ampliamente defendida y utilizada
por los historiadores de la escuela positivista, para
quienes la generación no era más que la unidad de
medida del tiempo histórico y un paso más’en el mo-
vimiento del progreso, surgió en Alemania, en la mis-
ma época, un movimiento reivindicativo de la discon-
tinuidad del acontecer histórico.
No vamos a analizar ahora los fundamentos filosó-
ficos de esta nueva concepción de la Historia, pues nos
extenderíamos más allá de los límites previstos. Lo que
sí haremos será precisar la reinterpretación que la es-
cuela ‘histórico-romántica hace del concepto generación,
en función del fraccionamiento del curso histórico por
generaciones.
(8) El capítulo 2 de la obra anteriormente citada recoge
sistemáticamente tas aportaciones de los autores mencionados.
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En primer lugar todos sus miembros intentaron
subrayar el contenido histórico de la generación, en
oposición al contenido biológico que defendía la es-
cuela positivista. Cadageneración fue consideradacomo
un elemento cualitativamente distinto del aconteci-
miento histórico, atendiendo más a su contenido es-
piritual que a su extensión temporal.
Elevada a categoría fundamental del acontecer his-
tórico, la generación se interpretó como unidad ele-
mental del cambio histórico, posibilitando así un nue-
vo ordenamiento ajeno a las convencionales particiones
de la Historia en siglos y años.
En esta línea de pensamiento se inscriben algunos
de los pasajes de la obra del alemán Leopoldo von
Ranke (1795-1886), quien intuyó en fecha temprana el
sentido metodológico de las•generaciones: «Seria tal
vez una tarea historiográfica presentar la serie de las
generaciones, en cuanto fuese posible, tal y como se
ensamblan y se singularizan en la escenade la Historia
Universal. Se debería hacer plena justicia a cada una
de ellas; podría describirse una serie de figuras pre-
claras, las que en cada generacióntienen más estrechas
relaciones entre sí y mediante cuyos antagonismos si-
gue progresando la evolución del mundo: los sucesos
corresponden a su naturaleza» (9).
El texto deja vislumbrar dos ideas fundamentales
en el pensamiento de Ranke. En primer lugar, el re-
chazo de las divisiones tradicionales de la historia fren-
te a un nuevo orden por generaciones, y, en segundo
lugar, la crítica indirecta del progresismo, afirmando
la sustantividad real de cada uno de los periodos de
la Historia, cuya articulación se producirla a través de
las generaciones concebidas como verdaderos sujetos
de la Historia.
A finales del siglo xix, otro pensador, esta vez pro-
cedente del campo de la Filosofía, Wilhem Dilthey
(9) Ranke, Leopoid von, Ceschíchte der romanischen und
germanischen Vblker ini is und 16 (Sámttiche Werke, vol. 33,
pág. 323), ed. de 1874.
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(1833-1911), va a intentar conceptualizar la idea de ge-
neración desde una perspectiva nueva. Al igual que
Ortega, Dilthey elaboró la idea de generación lenta-
mente, precisando el concepto a medida que desarro-
llaba su obra.
La primera aproximación la encontramos en su
ensayo Novalis, de 1865, en el cual sugiere la utilidad
que el concepto de generación tendría si se utilizase
como instrumento para estudiar la cultura intelectual
de una época (10).
Dos años más tarde (1867), en la lección inaugural
de Basilea sobre «El movimiento poético y filosófico
en Alemania de 1770 a 1800», Dilthey se servirá del
concepto de generación (tal y como él lo entiende, a
saber: «Un periódo de historia espiritual alemana»)
para distinguir tres generaciones que estarían repre-
sentadas por los nacidos en 1730, 1750-1755 y 1770-1775,
respectivamente.
El estudio del movimiento espiritual que se produ-
jo en Alemania durante el último tercio del siglo xvííí
condujo a Dilthey a precisar dos ideas cardinales para
el concepto de generación. Por una parte, la influencia
decisiva que la generación ejerce sobre la producción
de sus componentes, y en segundo lugar, la necesidad
de ¿onectar y situar tanto a los hombres como a las
generaciones en su adecuado contexto histórico.
En 1875, prácticamente al final de su vida, en un
trabajo titulado Sobre el estudio de la historia en las
ciencias del hombre, de la sociedad y del Estado, Dil-
they retomó la idea de generación e intentó explicar
el concepto según dos significados: A) La genera-
ción es un espacio de tiempo, es decir, una unidad de
medida interna de la vida humana. Este sentido cro-
nológico le lleva a fijar su duración en treinta años,
con lo cual permanece fiel a la interpretación genea-
lógica tradicional de la generación, aunque los ejem-
(10) Dilthey, Wi¡belm, Vida y poesía, tomo IV, F.C.E., Mé-
xico, 1978, pág. 289.
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Description:dicho concepto para el análisis y la teoría histórica. Respecto a su .. (15) Petersen, Julius, Las generaciones literarias, en Filo- sofía d« la ciencia