Table Of ContentErnsTtu gendhat
Problemas
Ernst Tugendhat
PROBLEMAS
Serie CLA•DE•MA
Filosofía
CLA-DE-MA
Filosofía
ERNSTT UGENDHATS er-verdad-accWn
Ensayos filosóficos
ERNSTT UGENDHATL eccionesde ética
ERNSTT UGENDHATD iálogoen Leticia
ERNSTT uGENDHATE ll ibrode Manueyl C amila
GIANNVIA TTIMOI ntroduccWanH eidegger
LUDWIWGI TTGENSTEISNo brel ac erteza
DONALDD AVIDSOND el av erdady de la interpretación
PAULR ICOEURI deologyía utopía
JACQUES DERRIMDeAmorias paraP aulde Man
MARTIN HEIDEGGERI ntroduccaW lan me tafísica
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HANS-GEORGGA DAMER Poema y diálogo
HANS-GEORGG ADAMER Ele stado ocultdeo la salud
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DeA ristótelae Vsi rginWioao lf
J.LMA.C KIE Ética
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PROBLEMAS
Ernst Tugendhat
La publicacdieóe ns toab rafu e subvencionpaodrea l
Goethe-InsItnitteuNrta tioneBso,n n
© ErnsTtu gendha2t0,0 1
TraducciRóonm:á nC uartang(on º1 4y nº1 5)V,i centDeu ránC asas( nº5 ,§ §
1-4)G,e rmánM elénde(z5 §,§ 5-13R)o,s aH elenSa antos-lh(lnaº9u y nº1 3)
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lao bra.
Índice
Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
I
PROBLEMAS ÉTICO-POLÍTICOS
1. Identidad personal, particular y universal (1992) . . . . . . . . . . 15
2. La controversia sobre los derechos humanos (1993) . . . . . . . . 32
3. El problema de la eutanasia desde la perspectiva
filosófica (1993) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43
4. Particularismo y universalismo (1995) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 58
5. Poder y anti-igualitarismo en Nietzsche y Hitler (2000) . . . . 67
II
PROBLEMAS DE LA FUNDAMENTACIÓN DE LA MORAL
6. ¿Qué significa justificar juicios morales? (1998) . . . . . . . . . . . 105
7. ¿Cómo debemos entender la moral? (1999) . . . . . . . . . . . . . . . 122
8. La moral en perspectiva evolucionista (2000) . . . . . . . . . . . . . 135
III
PROBLEMAS DE ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA
9. Sobre la muerte (1996) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 161
1O . No somos de alambre rígido. El concepto heideggeriano
de «uno» [man] y las dimensiones de profundidad
de las razones (1999) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 182
11. Nietzsche y la antropología filosófica: el problema
de la trascendencia inmanente (2000) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 199
12. Las raíces antropológicas de la religión y de la mística (2000) 215
IV
PROBLEMAS EN LA INTERPRETACIÓN DE HEIDEGGER
13. El tiempo en Heidegger y Bergson ( 1992) . . . . . . . . . . . . . . . . 231
14. Dificultades en el análisis heideggeriano del mundo
circundante (1999) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 245
15. Tiempo y ser en Ser y tiempo de Heidegger (2000) . . . . . . . . . 272
Prólogo
Esta colección de ensayos corresponde a la publicación alemana Aufsatze
1992-2000, que salió este año en Suhrkamp, pero es más completa. Los en
sayos 1, 11 y 12 fueron escritos en castellano y no existen aún en traduc
ción alemana.
Los ensayos que para mí son centrales son los de los apartados II y III.
El apartado III contiene la temática en que sigo trabajando en este mo
mento. Como se verá, en el ensayo 11, escrito al mismo tiempo que el
12, intento retomar la temática de las «dimensiones de profundidad», de
sarrollada en el 10. El ensayo 12, centrado en la problemática de la místi
ca, continúa elaborando el aspecto del 9 que para mí había sido el central
(véase pág. 225). Considerado desde el punto de vista metodológico, el
ensayo 8 también pertenece al grupo de ensayos antropológicos. La idea
fundamental de todos ellos es la tesis que Aristóteles propuso al comien
zo de la Política (1253 a9-17) que los seres humanos se distinguen de los
otros animales por el hecho de que hablan un lenguaje que tiene una es
tructura proposicional o -lo que para él era lo mismo-predicativa. Toda
vía no he logrado sintetizar sistemáticamente las diversas perspectivas que
parecen resultar de este planteamiento.
De los ensayos sobre moral que escribí en la década de 1990, aparecen
aquí, al igual que en la edición alemana, sólo aquellos que van más allá de
la posición alcanzada en el Diálogo en Leticia (Gedisa 1999). Como mis
diferentes ensayos sobre el problema de la moral y su justificación pueden
parecer suficientemente desconcertantes para el lector, valgan algunas
9
aclaraciones. Las Lecciones sobre ética ( Gedisa 1997) me parecen en gran
parte todavía útiles, pero la lección 5, que es la central, me pareció pronto
un completo fracaso, primero, por su incomprensión del contractualismo
y, segundo, consecuencia de lo anterior, porque trata la problemática de la
justificación orientándose erróneamente por oraciones de la forma «X es
bueno». Sólo este segundo error fue corregido en el Diálogo en Leticia.
El punto decisivo lo puedo aclarar así. Una moral es un sistema de exi
gencias recíprocas. Por esto, sólo cabe entender el concepto de lo moral
mente bueno como lo hace Rawls en el § 66 de la Teoría de la justicia: mo
ralmente bueno es el que se comporta tal como «nosotros» (los miembros
de la comunidad moral) lo exigimos recíprocamente. Esto implica que la
justificación de lo moralmente bueno tiene que basarse en la justificación
de estas exigencias. El objeto básico de la justificación moral no son, por
tanto, proposiciones de valor, sino normas. Ahora bien, normas son, des
de el punto de vista lingüístico, imperativos y un imperativo no admite
justificación en cuanto tal, comparable a la justificación de una orienta
ción asertoria; sin embargo, sí se lo puede justificar a la persona interpela
da. Se puede hablar, primero, de razones para subordinarse a un imperati
vo, pero también, segundo, de razones para aceptar una norma (véanse
págs. 122-134). La justificación de una moral sólo puede tener el sentido de
que los miembros de la comunidad moral se dan unos a otros razones para
aceptar las normas de esta moral, y aceptarlas significa estar dispuesto a
reaccionar a las transgresiones con sentimientos de indignación y culpa.
Críticos me han reprochado, primero, que piense que el fundamento
de la obligación moral consiste en una sanción y, segundo, que mantenga
que la sanción consiste en estos sentimientos recíprocos. Pero me pare
ce que esta crítica sólo es posible porque en general los filósofos morales
no se han preocupado de aclarar cómo se puede entender el «deber moral».
Sólo Kant tenía una respuesta a esta pregunta, una respuesta que yo no
sólo considero errónea, sino además sin sentido. Así es que creo que los
que rechazan mi explicación del deber moral deberían ofrecer una tercera
alternativa, y yo dudo de que exista. Creer que una moral sólo puede te
ner sentido a base de estos sentimientos constituye, según mis criterios,
una especie de «emotivismo», que estaría en contradicción con el «cogni
tivismo» implicado en la idea de que una moral puede ser justificada. En
mi opinión, el concepto de cognitivismo solamente ha creado confusiones
en la filosofía moral. En realidad, la supuesta contradicción no existe, por
que justificar una norma moral consiste en mostrase recíprocamente que
todos tienen una razón para aceptar cierto contenido normativo -lo «cog
nitivo», supuestamente-, por medio de sus sentimientos recíprocos (no
10
cualesquiera, sino precisamente los sentimientos cuyo objeto son las
transgresiones a lo que se considera bueno). ¿Qué es entonces lo que se
está rechazando? ¿Que lo que hay que justificar es la aceptación recípro
ca o que la aceptación recíproca consiste en estos sentimientos? Justificar
una norma es justificars'e mútuamente el tener estos sentimientos en rela
ción al contenido de la norma.
Por ende, una moral -cualquier moral, aun una moral justificada me
diante una autoridad-se basa en el consentimiento mutuo apoyado en ra
zones, y con esto nos encontramos delante del aspecto contractual. Los
que niegan el aspecto contractual se ven obligados a entender la (?) moral
como algo que nosotros (¿quiénes?) simplemente tenemos, parecido al al
truismo que «tienen» las otras especies animales que son de «alambre rígi
do» y en relación a las cuales ni siquiera se puede hablar de normas (véase
el ensayo 8). Fue el problema del contractualismo lo que yo malentendí en
las Lecciones sobre ética, pero tampoco lo aclaré en el Diálogo en Leticia.
Lo que hace tan difícil (durante años le estuve dando vueltas) es que, por
una parte, no se puede abandonar el aspecto del consenso recíproco justi
ficado y, por otra, no puede ser interpretado análogamente a un contrato
normal. Esto fue lo que intenté reparar en el ensayo 7.
¿Y cuál es entonces -se me podría preguntar- la posición sobre moral
que mantengo ahora? No sé. Raras veces se llega en filosofía a una posi
ción que pueda pretender ser definitiva. Mis incertidumbres aparecen en
las partes finales tanto del ensayo 6 como del 7, y al final del 8 me dejé
arrastrar completamente por las preguntas abiertas.
No quiero presentar posiciones, sino aportar elementos que al lector
puedan resultarle útiles, incluso si los descarta.
Ernst Tugendhat
Tubinga, septiembre de 2001
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