Table Of ContentCONCHA ZARDOYA .
POESÍA ESPAÑOLA
DEL Y DEL
98 27
(ESTUDIOS TEMÁTICOS Y ESTILÍSTICOS)
rECA ROMÁNICA HISPÁNICA
IAL GREDOS, S. A.
CONCHA ZARDOYA
POESIA ESPAÑOLA DEL 98 Y
DEL 27
Siguiendo con las exploraciones ini¬
ciadas en su Poesía española contempo¬
ránea (1961), Concha Zardoya nos ofrece
ahora esta colección de ensayos temá¬
ticos y estilísticos dedicada a figuras
capitales dentro de las generaciones de
1898 y 1927. Para empezar, los poetas
estudiados son aquellos en los que pa¬
rece agudizarse la conciencia nacional:
Unamuno, Valle-Inclán y Antonio Ma¬
chado. Hombres del 98, andariegos, es¬
crutadores de nuestras tierras y nues¬
tras gentes, trasladaron al verso sus
caminos vividos, soñados o anhelados.
A la importancia del tema se une la
especial interiorización con que cada
autor lo concibió. Los caminos de Una¬
muno —el más dado a ellos— son los
de un peregrino que se sueña libre y
que se angustia con frecuencia. Los de
Valle-Inclán arrancan del esteticismo
para desembocar en trágicas y crueles
figuraciones. Los de Machado simboli¬
zan la vida misma, una vida que se vive
un poco cansadamente, y son prueba
existencial.
Al espigar en otros estudios de este
libro encontramos que en dos casos se
trata de cotejos directísimos. Prime-
(Pasa a la solapa siguiente)
POESÍA ESPAÑOLA DEL 98 Y DEL 27
BIBLIOTECA ROMÁNICA HISPÁNICA
dirigida por Dámaso alonso
II. ESTUDIOS Y ENSAYOS
Lo
%5
CONCHA ZARDOYA
POESÍA ESPAÑOLA
DEL Y DEL
98 27
(ESTUDIOS TEMÁTICOS Y ESTILÍSTICOS)
fe
BIBLIOTECA ROMÁNICA HISPÁNICA
EDITORIAL GREDOS, S. A.
MADRID
© CONCHA ZARDOYA, 1968.
EDITORIAL GREDOS, S. A.
Sánchez Pacheco, 83, Madrid. España.
Depósito Legal: M. 6875 - 1968.
Gráficas Cóndor, S. A., Sánchez Pacheco, 83. Madrid, ¡968.-3059.
A José Fernández Montesinos,
A rturo Torres-R íoseco,
Antonio Rodríguez-Moñino,
Edwin Morby y Luis Monguió,
por los jueves de Berkeley.
Digitized by the Internet Archive
in 2019 with funding from
Kahle/Austin Foundation
https://archive.org/details/poesiaespanoladeOOOOzard
NOTA PRELIMINAR
Estos ensayos son una continuación de los estudios que apare¬
cen en mi obra Poesía española contemporánea: Estudios temáti¬
cos y estilísticos (Madrid, Ediciones Guadarrama, 1961). En unos
y otros me he propuesto contribuir de algún modo al entendimiento
de algunos grandes poetas españoles, analizando aspectos repre¬
sentativos de sus obras, explorando los caminos de su técnica y
de su conciencia poética, y de qué manera se relacionan el pen¬
samiento y la palabra, el contenido y la forma, el tema y la expre¬
sión estilística.
La obra mencionada comienza con un largo estudio dedicado
a Bécquer, porque de él arranca la sensibilidad poética contem¬
poránea. En él estudio la expresión figurada, las peculiaridades
metafóricas, morfológicas y sintácticas, y las figuras de dicción
de la poesía becqueriana. Sigue luego un laborioso ensayo sobre la
“humanación” en la poesía de Unamuno. Después de un examen
de los valores simbólicos de “el cristal y el espejo” en la poesía
de Antonio Machado, indago: el significado del “dios deseado y
deseante” de Juan Ramón Jiménez; la “otra” realidad de Pedro
Salinas; el azar de perfección en siete poemas de Jorge Guillén;
el tema de Castilla en la obra de Gerardo Diego; la técnica meta¬
fórica de Federico García Lorca; el tema de la sombra en Juan
José Domenchina; el sentido de Hijos de la ira; la melancolía
de Emilio Prados; aspectos de la obra de Vicente Aleixandre,
desde La destrucción o el amor hasta Los encuentros; el tema del
mar en la poesía de Alberti; Mujer sin Edén, poema vivo de Car-
10 Poesía española del 98 y del 27
men Conde. El libro se cierra con un análisis del mundo poético
de Miguel Hernández.
En el prólogo a ese libro digo algo que necesito volver a afir¬
mar en éste:
Más que con la cabeza he trabajado con el corazón, aunque
algunos quieran creer lo contrario. Las categorías o clasificaciones
que establezco en algunos casos son el resultado de un análisis
que, en su origen, arranca de la intuición pura: de ese estado de
gracia o clarividencia que permite la comunicación y entrega del
espíritu. Sólo en este “estado” es posible penetrar el sentido de
un poema —o de un libro— y descubrir los hilos de su delicadísi¬
ma urdimbre interior. No pretendo, por tanto, crear ninguna teo¬
ría ni fundar ninguna escuela. He trabajado sin pedantería y sólo
con amor y paciencia, humildad y sinceridad. He procurado ver
lo que hay en una obra, pero no lo que en ella falta o podría
faltar (p. 2).
A estas palabras he de añadir aquí algunas ideas que se han
ido redondeando y madurando en mí a través de los años, en mi
constante trabajo creador y crítico, en mi función docente, en lar¬
ga meditación en torno a la literatura y la crítica literaria. Pienso
que ésta debe tender a integrar la más grande cantidad de sentido
posible en las obras de que se ocupa. Y que esta comprehensión
significará siempre una explicación del hombre. La tarea crítica
—se me figura— ha de hacerse sin prejuicio teórico alguno. Nin¬
gún dogmatismo —ni Aristóteles, ni Hegel, ni Marx, ni Taine, ni
Freud, ni Croce, ni Spitzer, ni Kayser, ni Dámaso Alonso, ni Bou-
soño, etc.— ha de constreñirla ni limitarla. Toda crítica será siem¬
pre sólo una “aproximación” a ese sentido eternamente abierto
que emana de la obra literaria. Cada comentario crítico es cons¬
tantemente sobrepasado: de ahí su temporalidad irremediable. Por
muy profunda que sea su reflexión, será siempre parcial, puesto
que sólo puede esclarecer uno o varios aspectos —nunca todos— y
siempre desde un yo, desde una subjetividad —la del crítico—.
Éste únicamente puede captar un solo sentido: el suyo, nunca los
de todos los demás. Pero de aquí emana el progreso de la crítica:
porque siempre está por hacer, se deshace y rehace eternamente.