Table Of ContentCrítica literaria
Hans-Georg Gadamer
Poema
y diálogo
gedisa {BIBLIOTECA 1
O editorial
Hans-Georg Gadamer
POEMA Y DIÁLOGO
CLA«DE«MA
CRÍTICA LITERARIA
Editorial Gedisa ofrece
los siguientes títulos sobre
CRÍTICA LITERARIA Y LITERATURA
GEORGE STEINER Antígonas
GEORGE STEINER Lenguaje y silencio
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el lenguaje y lo inhumano
GEORGE STEINER En el castillo de Barba Azul
Aproximación a un nuevo concepto
de cultura
NORTHROP FRYE El gran código
JACQUES DERRIDA Memorias para Paul de Man
FRANK KERMODE Formas de atención
FRANK KERMODE El sentido de un final
FRANK KERMODE D. H. Lawrence
TZVETAN TODOROV Frágil felicidad
RENE GIRARD Literatura, mimesis
y antropología
ROBERT NOZICK Meditaciones sobre la vida
WALTER BENJAMÍN Dos ensayos sobre Goethe
RAINER GRUENTER Sobre la miseria de lo bello
POEMA Y DIÁLOGO
por
Hans-Georg Gadamer
gedisa
editorial
Título del original en alemán:
Gedicht und Gesprach
© Insel Verlag Frankfurt am Main, 1990
Traducción: Daniel Najmías y Juan Navarro
Ilustración de cubierta: Juan Santana
Segunda reimpresión: febrero de 2004, Barcelona
Derechos reservados para todas las ediciones en castellano
© Editorial Gedisa, S.A.
Paseo Bonanova, 9 Io-Ia
08022 Barcelona (España)
Tel. 93 253 09 04
Fax 93 253 09 05
Correo electrónico: [email protected]
http://www.gedisa.com
ISBN: 84-7432-463-7
Depósito legal: B. 6462-2004
Impreso por: Limpergraf
Mogoda 29-31 (Barbera del Valles)
Impreso en España
Printed in Spain
Queda prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio de
impresión, en forma idéntica, extractada o modificada, en castellano o en
cualquier otro idioma.
índice
La actualidad de Hólderlin 9
El poeta Stefan George 13
Hólderlin y George 36
Yo y tú, la misma alma 57
Rainer Maria Rilke, cincuenta años después 62
A la sombra del nihilismo 80
¿Qué debe saber el lector? 100
¿Están enmudeciendo los poetas? 107
Sentido y ocultación de sentido en Paul Celan 118
Hilde Domin, poetisa del regreso 130
Hilde Domin, «Canción de aliento II» 138
Poema y diálogo 142
Ernst Meister, In memoriam V 156
TÍTULOS DE LOS ORIGINALES ALEMANES
Y LUGAR DE SU PUBLICACIÓN 159
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La actualidad de Hólderlin
Cuando leí por primera vez versos de Hólderlin, lo hice en
una edición de Marie Joachimi-Dege que incluía el texto íntegro
de solamente algunos de los poemas tardíos. Ni siquiera estoy
seguro de que recogiera la versión completa de «Pan y vino».
Como es sabido, los románticos sólo dieron a conocer la primera
estrofa de ese magnífico poema.
El gran acontecimiento que a mí y a otros nos introdujo en
un nuevo Hólderlin fue la edición de Hellingrath de los poemas
tardíos, que apareció en 1916 y cuyo manuscrito había conclui
do Hellingrath en 1914, antes de que estallara la guerra.
Se sabe que el poeta Stefan George, en un breve escrito, con
razón famoso y que verdaderamente hizo época, anunció el
descubrimiento de Hólderlin, hasta entonces desconocido para
nosotros, y que fue precisamente la obra hímnica, descifrada y
resucitada por Hellingrath, lo que permitió al poeta anunciar
esa novedad.
Pero fue algo más que un círculo iniciado de amigos de un
poeta de la talla de Stefan George lo que hizo posible la súbita
presencia de un nuevo gran poeta. Sin embargo, hay quien se
pregunta, y nos preguntamos también nosotros, los más viejos,
los que durante largo tiempo hemos vivido la experiencia del
oleaje levantado por el eco de su poesía, y sin duda se lo
preguntan también los jóvenes, cómo seguirá resonando ese
oleaje pensativo en el estrépito de nuestra civilización indus
trial y técnica, o si terminará enmudeciendo. Así, seguramente
todos nos vemos enfrentados a esta pregunta: junto al ardiente
aliento de Schiller y su apasionamiento por la libertad y su
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retórica, y junto a la serenidad, inconcebible siempre para
nosotros, del genio poético de Goethe, ¿qué ha colocado a este
tercer gran poeta de la lengua alemana casi en el mismo nivel
de actualidad? ¿En qué consiste eso tan distinto que permite
afirmar que uno ha sido «tocado» por Hólderlin? ¿Qué es lo que
nos asalta en este poeta de la estrechura de Suabia? ¿Qué es lo
que lo señala como especial a los ojos de un advenedizo de mi
especie y a los ojos de todo el ámbito lingüístico alemán y
europeo, de todo el ámbito lingüístico francés, inglés y norte
americano y hasta italiano y español? e ignoro hasta dónde se
extiende el más allá de las lenguas que me es dado leer ¿A qué
se debe que Hólderlin aparezca por doquier como un poeta de
nuestro siglo?
Al formular esta pregunta, creo poder afirmar que nos
hallamos aquí ante un misterio de la palabra, ante lo que
podríamos llamar el sufrimiento en la búsqueda de la expre
sión. Ningún otro de nuestros grandes poetas ha buscado tanto
como él la palabra, casi balbuciendo, ni interrumpido una y otra
vez esa búsqueda tan desesperanzado. Ningún otro estuvo
como él tan penetrado por la incapacidad, por la imposibilidad
de expresar aquello que vislumbraba. Quizá sea eso lo que en la
palabra de este poeta nos conmovió en lo más profundo, a
nosotros y al espíritu de nuestro tiempo, en los años que
siguieron a la Primera Guerra Mundial, una época que tan
trágicamente terminaría para la historia alemana. Era la época
en que el arte, también en otros ámbitos, no podía ya cultivar el
repertorio heredado de formas y estilos aprendidos y en la que,
buscando, oprimido y exaltado, deformando incluso y, sin em
bargo, poseído siempre por su propia necesidad de expresión,
ensayaba incansable nuevas formas. Es probable que eso tenga
que ver con el hecho de que, mucho antes de que surgieran los
equívocos provocados por la instrumentación política del culto
de Hólderlin, todos lo leyéramos y pensáramos en él como en
alguien que, atravesando la distancia que nos separaba de
nuestros poetas clásicos, era uno de los nuestros. Para Rilke y
Trakl, para Gottfried Benn, para todos los que vendrían des
pués —no me atrevo a mencionar los nombres más recientes—
era algo totalmente natural escuchar esa manera de decir de un
poeta, ese canto del poeta, que no es la mera interpretación de
una melodía conocida, en cierto modo heredada y perfeccio-
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nada, sino que intenta fijar en la palabra, en visiones nuevas
cada vez, su propia y oprimida imposibilidad..., y lo consigue.
Para nosotros fue también, y siguió siéndolo, el precursor
del descubrimiento nietzscheano del sustrato dionisíaco de lo
apolíneo en la cultura griega. En este sentido fue para nosotros
una tarea y un desafío permanentes, que nos ha acompañado
sin constituir, empero, una figura de referencia constante. He
aludido antes al ritmo del oleaje en que a todos nos llega la
poesía de Hólderlin. De manera muy variada influyó en noso
tros, por ejemplo, la fase áeHiperión, o ese vaivén especial entre
la preferencia por las resonancias proféticas de los Himnos o por
la forma serena, aunque quebrada continuamente de la manera
más audaz, en que el estricto metro clásico se transforma para
expresar el oprimido y acosado anhelo de Hólderlin. Finalmen
te, en las últimas décadas, incluso los poemas de su época más
tardía, de la fase «oscura», como se la ha llamado y bien puede
llamársela, alcanzaron una nueva actualidad, si bien ignoro de
qué índole: ese extinguirse de un alma desfallecida y forzada, en
incomparable armonía de naturaleza y alma, al paso de las
estaciones, al ritmo de los años vividos, resonancia de reflejos
mutuos en la que volvemos a reconocer la armonía entre la
naturaleza y el hombre, incluso en un entorno desfigurado por
la laboriosidad de nuestra civilización técnica. Precisamente, la
obra de Hólderlin llega a nosotros en la diversidad de esas
refracciones, en la que reside, para quien tenga oído para la
poesía, su actualidad.
Como filósofo tendría naturalmente mucho que decir sobre
el nuevo significado que ha adquirido Hólderlin para compren
der el período que va del clasicismo al romanticismo. Lo que
entre tanto está en boca de todo el mundo nos produjo ya en los
años veinte un gran impacto: Hólderlin, el jacobino. Hacia 1933
me hallaba ocupado en un proyecto de cierta amplitud sobre la
Revolución Francesa y sus repercusiones en la cultura alema
na. Al optar por quedarme en Alemania, tuve que abandonar el
tema del proyecto. Pero existían algunos trabajos preparatorios
y ya se sabía mucho sobre esa cuestión, que, entre tanto, gracias
a distintos trabajos y, sobre todo, a los de Bertaux, ha pasado al
plano del debate general.
Ahora bien, algo de esa presencia de Hólderlin, el poeta que
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