Table Of ContentOCHO QUILATES
Una historia de la Edad de Oro
del software español (I)
Jaume Esteve Gutiérrez
1ª Edición: junio de 2012
© Jaume Esteve Gutiérrez Ilustración de portada: © Alfonso Azpiri
STAR-T MAGAZINE BOOKS
www.star-tmag.com DISEÑO y CREACIÓN del EPUB: www.editap.com
ISBN: 978-84-615-9537-2
Depósito legal: B-18988-2012
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los derechos de explotación.
A mamá, papá, Sergio, Fernando y Tita,
para que tengan una prueba escrita de lo mucho que les quiero.
A Elena,
eres tan guapa que dueles.
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Prólogo
Tienen en sus manos no (sólo) un libro, sino también la exitosa plasmación de
un proyecto tremendamente difícil de plasmar. No es mi intención reiterar lo que
el propio autor, Jaume Esteve, explica tan requetebién en los apartados “Cuerpo
de estudio” e “Introducción” de su obra. Antes bien, mis propósitos y tareas aquí
pasan por presentarles a ustedes, con la inestimable ayuda de la propia
experiencia personal, lo que encontrarán cuando liquiden el puñado de líneas que
componen este breve prólogo.
Los que nos declaramos estudiosos y, por supuesto, impenitentes enamorados
del videojuego clásico, nos topamos con opiniones de todo tipo. La forma de
expresión más habitual de cualquier individuo y, en muchísimas ocasiones, la
mejor manera de transmitir información, es lisa y llanamente exponer la propia
opinión; y por definición, el “dictamen o juicio que se forma de algo
cuestionable” no tiene por qué coincidir con el parecer de nuestro interlocutor.
Expresar opiniones es la vía por la cual normalmente nace el diálogo, y en la
mayoría de los casos, dialogando se entiende la gente. Pero esto, por suerte o por
desgracia, no siempre es así. Más cuando la conversación gira en torno al
videojuego clásico, como generalidad o hablando de títulos concretos; situación
que se recrudece cuando los juegos sobre los que se dialoga u opina son
producciones españolas. Y ya es un hecho curioso: el ciudadano español, salvo
excepciones, no es para nada chovinista. Más bien todo lo contrario. En
cualquier charla default sobre cine o tebeos, el 80% de los conversadores
hispanos opinarán en un 80% de las ocasiones, no solo que las películas o los
cómics americanos, franceses o japoneses (por ejemplo) son mejores en muchos
sentidos que sus equivalentes españoles, sino que además se atreverán a rubricar
la infundamentación tan alegremente soltada con lapidaciones verbales tipo
“pero si el cine español es una puta mierda” o “¿tebeos españoles? Ah, sí,
Mortadelo y Zipi-Zape y Otilio Gotera y tal, los leía cuando era pequeño. Ya no
soy un chavalín, tío: ahora leo Tintín y Watchmen”.
Si hablamos de videojuegos, y conversamos sobre software patrio, la
imaginaria situación –pero basada en decenas de hechos reales– anteriormente
descrita da un giro emocional radical. No solo es común encontrar a gente que se
enfervoriza, jurando y perjurando con las mejillas a punto de estallar en una
explosión de roja ira poco o nada contenida, que jugó a todo lo habido y por
haber (algo que nos creemos a duras penas hasta que dejamos de creerlo, es
decir, hasta que preguntamos al sujeto en cuestión si probó algo medianamente
conocido como Underwurlde; “no, cosas raras como ese no jugué, tío”, han
llegado a contestarme), sino que los programas españoles eran mucho mejores
que los por ellos llamados simplemente… ejem, juegos “extranjeros” (“los
juegos españoles eran los mejores, tío, pero no mejores que los juegos de
Ultimate que eran cojonudos: Knight Lore, y… y, y… Y todos los demás de
Ultimate, ya sabes, tío”). Entienden ustedes lo que quiero explicar, sin duda
comprenden la idea que intento transmitir; esto ya era así cuando Mondo Píxel
no era más que un exitoso blog, se agravó en la época en la que hacíamos
Superjuegos Xtreme y se convirtió en un constante runrún desde que empezamos
a editar nuestros propios volúmenes. El caso es que más frecuentemente de lo
que nos gustaría, resulta habitual que tanto yo como mis compañeros de Mondo
Píxel nos encontremos, en foros virtuales o en riguroso directo (asistan a una de
esas charlas que una vez al mes ofrecemos en el Matadero de Madrid, verán qué
risas), no con amables amantes de los videojuegos antiguos como ustedes y
como yo, sino con agresivos retrotalibanes que defienden insistentemente una
idea fácilmente resumible mediante la frase “los juegos españoles son mucho
mejores que los extranjeros”. Esto es así para este tipo de gente, como
generalidad, por sistema y por definición, como un axioma del cual nace una
conversación que en muchas ocasiones no sólo no lleva al entendimiento, sino
que no lleva a ninguna puñetera parte.
Y tontería es en esos casos –sigo tirando de recuerdos y relatando experiencias
personales sufridas en mis carnes– intentar explicar a estos animales de bellota,
crecidos en su autoerigida posición de poseedores de LA VERDAD –sí, esto
también me lo han soltado. Tal cual, con mayúsculas y todo– que generalizar es
un error, que habrá de todo; que hay programas españoles buenos y otros no tan
buenos, así como habrá programas, ejem, “extranjeros” buenos y otros que no lo
serán tanto. Que lo mejor siempre es analizar cada título por separado, de
manera independiente, y desde esa crítica constructiva particular, componer un
mosaico global de juegos buenos y juegos menos buenos que, observado desde
una distancia prudencial, permita crear en el análisis individualizado de cada
Description:¿Sabías que, hace veinte años, España fue una de las potencias del videojuego europeo? Ocho Quilates, una historia de la edad de oro del software español es un repaso a los orígenes de la industria española del videojuego en los tiempos de los 8 bits. Puede que los ochenta te recuerde a los a