Table Of Content|. A. Abad Ibáñcz
M. Garrido Bonaño O.S.B.
niciacion
a la liturgia
le la Iglesia
Ia edición, octubre 1988 J. A. Abad Ibáñez
2a edición, septiembre 1997
M. Garrido Bonaño O.S.B.
Iniciación
a la liturgia
de la Iglesia
Segunda edición
COLECCIÓN PELÍCANO
Coordinación: Juan Manuel Burgos
© José Antonio Abad - Manuel Garrido O. S. B. 1988
© by Ediciones Palabra, S. A. 1988
P° de la Castellana, 210 - 28046 Madrid
Producción: Francisco Fernández
Printed in Spain
ISBN: 84-7118-584-9
Depósito legal: M-20.660-1997
Pedidos a su librería habitual
o a Ediciones Palabra, S. A.
Anzos, S. L. - Fuenlabrada (Madrid)
EDICIONES PALABRA
Madrid
NOTA A LA SEGUNDA EDICIÓN
Hace tiempo que se agotó la primera edición de este li
bro, publicado en 1988. En un principio, por diversas cir
cunstancias, no se pensó en reeditarlo de nuevo, pero la
demanda de ejemplares ha sido tan abundante que se ha
determinado hacer esta segunda edición, a pesar de que
existen muchos libros sobre liturgia en España. En reali
dad, las reseñas bibliográficas han sido muy elogiosas,
tanto en España cuanto en el extranjero, como las apareci
das en «Religión y Cultura», «Nova et Vetera», «Revue d'-
Histoire Ecclésiastique», «Biblioteca y Documentación» y,
sobre todo, «Questions Liturgiques», de Bélgica, que es el
Centro más elevado en cuestiones litúrgicas desde hace
años, y subrayó en este libro los aspectos teológicos, escri-
turísticos y propiamente litúrgicos o pastorales.
Se ha revisado el texto, se ha añadido el Apéndice y se
han realizado algunas modificaciones, pero en general la
segunda edición sale como la primera, pues así lo han que
rido muchos lectores no sólo entre los alumnos de liturgia,
sino también entre los sacerdotes y catequistas que lo utili
zan con gran provecho en sus explicaciones de los sacra
mentos y otras cuestiones.
Manuel Garrido Bonaño O.S.B.
Abadía Santa Cruz,
Valle de los Caídos, 1997
5
PRÓLOGO A LA PRIMERA EDICIÓN
«La santa madre Iglesia desea ardientemente que se lle
ve a todos los fieles a aquella participación plena, conscien
te y activa en las celebraciones litúrgicas que exige la mis
ma naturaleza de la liturgia, y a la cual tiene derecho y obli
gación, en virtud del Bautismo, el pueblo cristiano» (SC,
14-1). Por eso, «al reformar y fomentar la sagrada liturgia
hay que tener muy en cuenta esta plena y activa participa
ción de todo el pueblo, porque es la fuente primaria y nece
saria en la que han de beber los fieles el espíritu verdadera
mente cristiano» (SC, 12-2).
En estas palabras los Padres Conciliares hicieron una
apretada síntesis y una declaración de principios sobre sus
futuros trabajos, y señalaron con nitidez el objetivo priori
tario de la reforma litúrgica que pretendían llevar a cabo: re-
conducir al entero Pueblo de Dios a la participación activa
y fructuosa en la liturgia.
La mayoría de los Padres del Concilio Vaticano II eran
pastores de almas, ya que regentaban —como titulares o
auxiliares— una diócesis. Muchos de ellos, además, habían
trabajado en una parroquia como párrocos y coadjutores o
a otros niveles pastorales, por ejemplo, como consiliarios de
algún movimiento apostólico, a nivel diocesano o nacional.
Eran conscientes, por ello, del papel decisivo que correspon
día a los pastores de almas respecto a la puesta en práctica
de lo que ellos aprobasen en el aula conciliar. En última ins
tancia, serían ellos los principales motores de la reforma o,
en caso negativo, el freno más eficaz de la misma.
Por eso, sintieron la imperiosa necesidad de señalar so
lemnemente este hecho en unas palabras llenas de gran rea
lismo pastoral: «Y como eso no puede esperarse que ocurra
7
INICIACIÓN A LA LITURGIA DE LA IGLESIA
PROLOGO
si antes los pastores de almas no se impregnan totalmente
esta triple sugerencia: que «los obispos expliquen claramen
del espíritu y fuerza de la liturgia, y llegan a ser maestros de
te a su pueblo el fundamento teológico de la disciplina sa
la misma, es indispensable que se provea, antes que nada, a
cramental y de la liturgia»; «las catequesis, como ya lo fue
la educación litúrgica del clero» (SC, 14-3).
ron en el comienzo de la Iglesia, deben ser de nuevo hoy el
Los casi veinticinco años transcurridos desde la aproba
camino que introduzca a la vida litúrgica»; «los futuros sa
ción solemne de esta enseñanza, han ratificado su carácter
cerdotes aprendan la vida litúrgica por experiencia y conoz
profético y su plena validez; puesto que si «la renovación li
can bien la teología de la liturgia» (II, B, b, 2).
túrgica es el fruto más visible de la obra conciliar» —en pa
labras del Sínodo Extraordinario de Obispos de 1985 (II, B, El estudio que presentamos quiere ser una amorosa res
b, 1)—, es claro que, en gran medida, se debe al esfuerzo si puesta a estas indicaciones sinodales y un humilde servicio
lencioso pero eficaz de los sacerdotes con cura de almas. a los que trabajan ya en la viña del Señor en cualquiera de
Estas evidencias exigen, con todo, alguna matización, las formas de pastoral litúrgica eclesial, y también a aque
puesto que lo realizado u omitido no siempre ha sido posi llos que, desde las aulas universitarias, del seminario o de
tivo, sobre todo en algunas partes. El mismo Sínodo parece las casas de formación se preparan para el mismo menester.
reconocerlo cuando hace esta afirmación: «La innovación li
Como el lector comprobará fácilmente, nuestro trabajo
túrgica no puede restringirse a las ceremonnias, ritos, tex
comprende dos grandes bloques de materia. El primero
tos, etc., y la participación activa (...) no consiste sólo en la
aborda las grandes cuestiones de lo que llamaríamos litur
actividad externa, sino, en primer lugar, en la participación
gia fundamental, en cuanto que es aplicable a todas las áreas
interna y espiritual, en la participación viva y fructuosa del
del saber y de la praxis litúrgicas: la naturaleza e importan
misterio pascual de Jesucristo» (Ibidem). Da la impresión, en
cia de la liturgia, el signo litúrgico, la liturgia como educa
efecto, que estas palabras apuntan dos deficiencias: la re
dora de la fe, la asamblea, etc. El segundo —el más exten
ducción de la reforma litúrgica al cambio de ritos y textos y
so— trata las cuatro cuestiones que constituyen lo que po
la minusvaloración de la participación interna y espiritual
demos denominar liturgia especial: los sacramentos, los sa
en la liturgia. De hecho, el análisis objetivo de la realidad
cramentales, el año litúrgico y el Oficio divino.
avala esta apreciación del Sínodo, puesto que, en no pocos
casos, ha primado la participación externa sobre la interna La metodología empleada —sobre todo en la liturgia es
y la renovación ritual sobre la espiritual. pecial— es de tipo genético; es decir, partiendo de los oríge
Es más que probable que estas deficiencias obedezcan a nes de cada cuestión, hemos seguido su evolución a lo largo
muchas concausas. Sin embargo, no parece injusto afirmar de los siglos, desembocando en la reforma llevada a cabo a
que una de ellas —y no la menos importante— ha sido la in instancias del Concilio Vaticano II. Con ello hemos preten
troducción de la liturgia renovada sin el acompañamiento dido dar una visión de conjunto unitaria y enriquecedora y
de la correlativa catcquesis litúrgica o —en los casos en que facilitar la comprensión de la liturgia actual, la cual corre el
ésta ha existido— de una catequesis que ha primado lo ex peligro de la tergiversación si se la somete a una ruptura ra
terno sobre lo interno y no ha tenido suficientemente en dical con el pasado o se hace de ella campo de operaciones
cuenta la vertiente iniciática que le es inherente; y todo ello subjetivistas.
debido a la insuficiente formación del clero en alguno de los
Es comprensible que el objetivo de ayudar a los pasto
ámbitos de la liturgia: teológico, histórico, espiritual, jurídi
res de almas y a quienes lo serán un día en su labor cate-
co, etc.
quético-litúrgica, nos haya obligado a rehuir un lenguaje ter
Sea como fuere, el citado Sínodo Episcopal, a la hora de
minológico y conceptual demasiado erudito y que hayamos
orientar el próximo futuro de la pastoral litúrgica, ha hecho
subrayado mucho la explicación de los diversos elementos
8
9
INICIACIÓN A LA LITURGIA DE LA IGLESIA
y partes de los ritos actuales, especialmente en los sa
cramentos.
No quisiéramos terminar esta breve introducción sin ha
cer una postrera aclaración. Hemos creído oportuno sacri
ficar la erudición a las necesidades y urgencias de los desti
natarios, resumiendo en un sólo volumen un material que
exigiría muchas más páginas; y limitar no poco el aparato bi
bliográfico. Ambas limitaciones pueden quedar compensa PARTE PRIMERA
das con la visión unitaria y fundamental que proporciona CUESTIONES FUNDAMENTALES Y GENERALES
un compendio y con la ayuda de algún profesor o experto SOBRE LA LITURGIA
en liturgia.
¡Quiera la Santísima Virgen bendecir con abundantes Capítulo I
frutos espirituales a quienes se acerquen a este trabajo para NATURALEZA Y CARACTERÍSTICAS DE LA LITURGIA
comprender un poco mejor sus contenidos y vivir —y ayu
dar a los demás a vivir— el insondable misterio de Cristo, al
que Ella estuvo y está indisolublemente vinculada! 1. Historia del término «liturgia»1
Burgos, 1987 Sentido etimológico. El término «liturgia», que hoy se
emplea en sentido casi exclusivamente cultual, es una pala
bra griega compuesta de ergos (obra) y de leiton (adjetivo
derivado de leos-laos = pueblo). Etimológicamente significa,
por tanto, obra pública.
En el uso civil griego. En los inicios de la cultura hele
nística se empleaba para designar los servicios que presta
ban los ciudadanos de clase acomodada en beneficio de la
comunidad (servicio gratuito y oneroso). Después, con el de
bilitamiento del sentido democrático en Grecia, vino a em
plearse para todo aquello que tenía una relación con el bien
común, aunque de suyo tuviera un sentido más restringido:
el servicio militar, la agricultura, la prestación de los siervos,
etc. (servicio incluso pagado). Desde el siglo II antes de Cris
to se aplicó también al servicio de los dioses (sentido cultual).
En la versión de los LXX (traducción greco-alejandrina
del Antiguo Testamento) leiturghía, y sus derivados, se re
fiere al culto levítico, es decir, al culto que realizan los sa
cerdotes y levitas en el tabernáculo en nombre del pueblo;
por eso aparecen sobre todo en los libros y lugares que tra
tan del culto levítico (vg. Ex. 28, 21). Algunas veces designa
el culto espiritual (vg. Is. 61,6). Para traducir el culto en ge-
11
10
INICIACIÓN A LA LITURGIA DE LA IGLESIA
NATURALEZA Y CARACTERÍSTICAS DE LA LITURGIA
neral o el culto realizado por el pueblo se emplean los tér
Según esto, el significado del término liturgia ha evolu
minos latreia y douleia. Con esta distinción de sujetos (sa
cionado en esta dirección: servicio en favor del pueblo, cul
cerdotes = levitas = leiturghia = pueblo = latreia y douleia)
to pagano, culto ritual del pueblo hebreo, culto espiritual y
se pone de manifiesto la distinción entre rito y culto, distin
ritual cristiano, culto oficial de la Iglesia.
ción que no existe en el texto hebreo.
En el Nuevo Testamento. Es poco frecuente el término li
turgia (sólo aparece 15 veces, cinco de ellas en Heb.) y su sig
2. Historia del concepto «liturgia»2
nificado es muy diverso: a) culto ritual del A.T. (Le. 1, 23;
Heb. 8, 26; 9, 21; 10, 11); b) servicio oneroso en sentido pro
Nuevo Testamento. Según el N.T. la liturgia cristiana tie
fano aplicado a la actividad caritativa (Rm. 15, 27; 2 Cor. 9,
ne un carácter absolutamente singular, puesto que lo más
12; Fil. 2, 25-30); y al servicio de los ángeles (Heb. 1, 7-14);
importante y central no es lo que realiza el hombre, sino lo
c) culto espiritual de los cristianos (Rm. 5, 16; Fil. 2, 17) y d) que realiza Dios en Jesucristo a través de la presencia ince
culto ritual cristiano (Act. 13, 2). sante del Espíritu Santo. Al tomar parte en la acción cultual
La explicación del uso infrecuente del término liturgia (en el N.T. hay muchos actos cultuales), el hombre recibe
se debe a que la traducción cristiana primitiva lo encontra por la fe la salvación que realiza Dios y responde cultual-
ba poco adecuado para expresar la riqueza del culto cristia mente a ella uniéndose a la presencia mediadora de Cristo
no en «espíritu y verdad» (Jn. 4, 24). y del Espíritu.
La literatura cristiana primitiva hizo poco uso del térmi Primeros escritores cristianos. El período siguiente insis
no liturgia y le dio un significado muy variado: Eucaristía; te en que la liturgia es la obra de Dios, que está presente y
el servicio de los ángeles al cantar el trisagio; el servicio con actúa en Jesucristo y en su Espíritu.
que los santos honraron a Dios en su vida; el oficio y misión Sin embargo, ni siquiera en la época patrística hay algo
de los Apóstoles en la comunidad cristiana; el servicio cul más que un intento de definir lo que se designa con muchos
tual en general y del obispo; un servicio sagrado; cualquier nombres (S. Isidoro es una excepción).
servicio cultual de la Iglesia —incluida la predicación— rea La escolástica. Tampoco se preocupó seriamente de ex
lizado por el obispo, el presbítero o cualquier otro orden cle plicar el concepto. Los elementos de la liturgia, en cuanto ac
rical, y sobre todo, los oficios divinos: el bautismo, la salmo ción santificadora, los estudió en la teología de los sacramen
dia, etc. tos y el aspecto cultual en la teología moral Esta separación
escolástica ha estado presente hasta nuestros días, en ma
El occidente cristiano introdujo el término liturgia con
yor o menor medida, en los tratados de liturgia y en la teo
los humanistas. Hasta entonces empleó una amplia termino
logía pastoral y catequética.
logía: mysterium, sacramentum, actio, officium, celebratio,
A partir del siglo XVI, en que se adopta el término litur
sacrum, solemnitas, etc. Desde el siglo XVI liturgia aparece
gia, ésta suele ser sinónimo de celebración eucarística —a
con frecuencia en los títulos de libros, sobre todo de carác
veces de los textos que se usan en ella— y no incluye los sa
ter eucarístico. A partir del siglo XVHI se emplea cada vez
cramentos y sacramentales. Algunos autores defendieron el
más como sinónimo de «culto divino». Desde el siglo XIX se
concepto de liturgia que incluyera los sacramentos (Assema-
usa con mayor frecuencia y aparece en los documentos ma
ni, Fornici, Amberger, Ruef, etc.), pero no intentaron una de
gisteriales en su sentido actual. El Código de Derecho Canó
finición propiamente tal.
nico de 1917 le dio carácter oficial al insertarlo en algunos
Muratori Muratori (siglo XVIII) fue el primero que in
de sus cánones (vg. 447, 1257) y el Vaticano II lo consagró
cluyó el concepto «culto» en la definición de liturgia, logran
definitivamente en la Constitución Sacrosanctum Conci-
do así que ésta abarcase la Misa y los sacramentos. Según
lium.
13
12
INICIACIÓN A LA LITURGIA DE LA IGLESIA
NATURALEZA Y CARACTERÍSTICAS DE LA LITURGIA
él, la liturgia es «el modo de rendir culto al Dios verdadero
por medio de los ritos externos legalmente determinados, se incorpora a Cristo y se convierte en miembro de su cuer
con el fin de darle honor y comunicar sus beneficios a los po (Bautismo, sacerdocio común), puede participar realmen
hombres». Esta perspectiva teológica habría dado óptimos te en el culto de la Iglesia.
resultados si se hubiese seguido, pero evolucionó en la ma El aspecto cultual de la liturgia necesitaba un comple
yoría de los casos hacia una concepción esteticista y jurídica mento; pues si subrayaba justamente el aspecto ascendente
de la liturgia: el que va del hombre a Dios, dejaba en la pe
de la liturgia que, todavía en 1947, tuvo que ser condenada
numbra o minusvaloraba su vertiente descendente: el acer
por la Encíclica Mediator Dei
camiento de Dios al hombre para comunicarle su gracia y su
Perspectiva esteticista. La tendencia esteticista considera
salvación.
la liturgia como «la forma externa y sensible del culto». Su
máximo representante, el P. Navatel, lo expresa en estos tér
B. La liturgia, realidad santificadora
minos: «Todos saben que la liturgia es la parte sensible, ce
remonial y decorativa del culto católico». La tendencia jurí
Este segundo aspecto fue puesto de manifiesto por O.
dica afirma que lo específico del culto cristiano es su regla
Casel. Después de un detenido examen de «las religiones de
mentación y ordenación por parte de la Jerarquía Eclesiás
los misterios» y de las fuentes litúrgicas antiguas, donde la
tica. Según Calewaert, la liturgia puede definirse como «el
liturgia se llama mysterium-sacramentum, formuló así los
ordenamiento eclesiástico del culto público». El esteticismo
elementos esenciales del culto cristiano: a) un hecho salvífi-
y el juridicismo subrayan que el aspecto exterior de la litur
co; b) que se hace presente en un rito; c) y comunica la sal
gia es su rasgo más específico. vación a quienes participan en él. El culto cristiano, realiza
Concepción teológica. Aunque estas perspectivas preva do en la forma cultual de «misterio», no es tanto una acción
lecieron durante los primeros decenios subsiguientes al mo del hombre que busca encontrarse con Dios (concepto na
vimiento litúrgico iniciado por Dom Guéranguer en Francia tural de la virtud de la «religión»), cuanto un momento de la
y ratificado oficialmente por S. Pío X, a principios del siglo acción salvadora de Dios (concepto «revelado» de la reli
XX aparecen dos tendencias de carácter teológico que, con gión). Desde esta perspectiva O. Casel definiría la liturgia
el tiempo, terminaron imponiéndose: la liturgia como «culto como «la acción ritual de la obra salvífica de Cristo»; es de
de la Iglesia» y como «misterio de salvación». cir, «la presencia bajo el velo de los símbolos de la obra di
vina de la redención».
A. La liturgia como realidad cultual El punto de partida de esta tendencia «mistérica» es la
obra salvífica realizada por Cristo. Esa obra se actualiza en
Los iniciadores de la primera tendencia son los benedic
el rito; consecuentemente, la liturgia es una realidad en la
tinos M. Festugiére y L. Beauduin. Según ellos, la liturgia
que la obra de Cristo se hace presente y activa para los hom
puede definirse como el «culto de la Iglesia». Son «liturgia»
bres de todos los tiempos, convirtiéndose así en una actua
todos y sólo los actos que la Iglesia reconoce como propios,
lización ininterrumpida de la historia de la salvación.
comunicándoles determinadas notas que proceden de la
La encíclica Mediator Dei En 1947 apareció la encíclica
misma naturaleza de la Iglesia, en cuanto que es «social, uni
Mediator Dei, la cual no tardaría en ser calificada como «la
versal, y jerárquica, continuación de Cristo, santificadora y
carta magna de la liturgia». Aunque Pío XII parece que no
compuesta de hombres». Cristo resucitado es el único y uni
pretendió explicitar todos los componentes esenciales de la
versal sujeto de ese culto de la Iglesia, puesto que es el Me liturgia ni dar una definición científica de la misma, sancio
diador entre Dios y los hombres, y el Pontífice de la Nueva nó oficialmente su carácter teológico y puso las bases sóli
Alianza que realiza nuestro culto aquí en la tierra. Sólo quien das de una definición científica.
14 15
INICIACIÓN A LA LITURGIA DE LA IGLESIA NATURALEZA Y CARACTERÍSTICAS DE LA LITURGIA
Según la MD, Cristo es el punto de partida para com Jesucristo. En ella los signos significan y cada uno a su ma
prender la liturgia. Por su condición de Mediador tributa al nera realizan la santificación del hombre, y así el Cuerpo
Padre un culto perf ectísimo. Este culto se inicia en la Encar Místico de Jesucristo, es decir, la Cabeza y los miembros,
nación (de ahí el carácter cultual de la misma), continúa a ejercen el culto público íntegro» (SC, 7).
lo largo de toda su vida y culmina con el sacrificio de la Cruz,
que tiene como consecuencia la santificación de los hom 3. Noción de la liturgia3
bres.
La liturgia es la continuación ininterrumpida de ese cul Desde los comienzos del movimiento litúrgico hasta
to de Cristo en su doble vertiente: glorificación de Dios y sal nuestros días se han propuesto más de treinta definiciones
vación de los hombres. Esto es posible gracias a la natura de liturgia y todavía no existe una que sea admitida unáni
leza cultual de la Iglesia y a la presencia de Cristo como Me memente. Sin embargo, todos los autores admiten que el
diador y como Sacerdote. concepto de liturgia incluye, al menos, los siguientes elemen
Partiendo de estos presupuestos doctrinales de fondo, la tos: la presencia de Cristo Sacerdote, la acción de la Iglesia
MD define la liturgia como «continuación del oficio sacer y del Espíritu Santo, la historia de la salvación continuada y
dotal de Cristo»; como «ejercicio del sacerdocio de Cristos- actualizada a través de signos eficaces, y la santificación y
como «el culto público que nuestro Redentor, Cabeza de la el culto. La liturgia no se puede definir por ser trascenden
Iglesia, tributa al Padre Celestial y que la comunidad de los tal.
fieles tributa a su Divino Fundador y por medio de Él al Pa Según esto se podría considerar la liturgia como la «ac
dre»; y como «EL CULTO público íntegro del Cuerpo Místico ción» sacerdotal de Jesucristo, continuada en y por la Igle
de Cristo, Cabeza y miembros». sia bajo la acción del Espíritu Santo, por medio de la cual
La Constitución Sacrosanctum Concilium. Moviéndose actualiza su obra salvífica a través de signos eficaces, dando
en posiciones doctrinales substancialmente idénticas a la así culto perfectísimo a Dios y comunicando a los hombres
MD, aunque tomando como punto de partida no la noción la salvación». Veamos brevemente cada una de estas afir
general y abstracta del culto sino el designio salvífico de maciones.
Dios, la Constitución conciliar Sacrosanctum Concilium se
ñala los siguientes aspectos: a) la voluntad salvífica trinita A) La liturgia, acción de Cristo sacerdote
ria se realiza en el tiempo por Cristo, Mediador entre Dios y La presencia de Cristo sacerdote es un aspecto tan cen
los hombres, quien a través de todos los actos de su vida, y tral en la liturgia, que su recta inteligencia condiciona todo
sobre todo, por el misterio pascual de su muerte y resurrec lo demás. Para entenderla correctamente se requiere situar
ción, glorifica a Dios de modo perf ectísimo y salva a los hom la en un contexto muy amplio, a saber: el estado cultual pri
bres (SC, 5); b) la acción de Cristo continúa y se ejerce con mitivo del hombre, el pecado de origen, la necesidad de un
tinuamente en la Iglesia, sobre todo en el sacrificio y en los Mediador, la Encarnación como realidad mediadora y sacer
sacramentos, corazón de toda la liturgia (SC, 6); c) esto es po dotal, y el carácter cultual de toda la vida de Cristo.
sible porque Cristo está presente en todas y cada una de las
acciones litúrgicas, actualizando, a través de los signos sen a) Estado cultual primitivo del hombre. El acto creador
sibles y eficaces, su obra redentora y comunicándola a to fue el comienzo del diálogo de amor divino-humano: Dios
dos los hombres de todos los tiempos (SC, 7). creó al hombre a su imagen y lo constituyó señor de todas
De esta argumentación extrae una definición de liturgia, las cosas creadas, es decir: lo hizo partícipe, en alguna me
si bien no pretendió que fuese científica: «Con razón, pues, dida, de su naturaleza al elevarle al orden de la gracia y le
se considera la liturgia como el ejercicio del sacerdocio de encomendó el cuidado y desarrollo de todas las realidades
16 17
NATURALEZA Y CARACTERÍSTICAS DE LA LITURGIA
INICIACIÓN A LA LITURGIA DE LA IGLESIA
5-7). La Encarnación fue, por tanto, una acción sacerdotal
naturales. Durante este estado originario, cuya duración ig
con la que Cristo entonó un cántico de infinita alabanza a
noramos, Adán reconocía su condición de creatura y orde
la Trinidad y, como nueva Cabeza, reconcilió a los hombres
naba todos los actos de su existencia según la voluntad di
con Dios. En otras palabras: la Encarnación es un hecho cul
vina, dando lugar a una adecuación perfecta entre el que
tual perfectísimo, por el cual «Dios fue perfectamente glori
rer de Dios y la actuación del hombre. La vida humana an
ficado y el hombre plenamente salvado». Por ello, Encarna
terior a la caída era, por tanto, una realidad enteramente cul
ción glorificación y santificación son realidades indisoluble
tual, puesto que el nombre, reconociendo, teórica y prácti
mente unidas e interrelacionadas.
camente, tanto la excelencia de Dios como su condición de
creatura, actuaba como sacerdote de su propia existencia y
e) Carácter cultual de la vida de Cristo. La respuesta obe
la convertía en ofrenda agradable a Dios.
diencial al Padre en la Encarnación fue prolongada por Cris
to a lo largo de toda su vida oculta y de su ministerio públi
b) El pecado de origen. Esta situación cultual fue radi
co, llegando a su culminación en el misterio pascual, reali
calmente truncada por la desobediencia de Adán y la consi
dad y signo soberano de la veracidad y hondura con que pro
guiente pérdida de los dones sobrenaturales. En efecto, la
nunció el «heme aquí, ¡oh Padre!, para hacer tu voluntad»
caída de Adán introdujo una tal ruptura en su existencia, en
(Hb. 10, 5-7). Toda la vida de Cristo fue, en consecuencia, un
la de toda la humanidad, y, en cierto sentido, en la misma
ininterrumpido acto sacerdotal y cultual.
creación, que el hombre quedó radicalmente incapacitado
Este acto continúa en la liturgia, donde Cristo, actuali
para tributar a Dios el culto debido y alcanzar su propia sal
zando la fuerza salvífica de su vida, muerte y resurrección,
vación. Privado de los bienes sobrenaturales, el culto huma
realiza ahora la plenitud del culto. La liturgia es, por tanto,
no perdió su originaria grandeza y universalidad, encerrán
un acto de Cristo Sacerdote. De estos presupuestos teológi
dose en las estrechas posibilidades de un culto meramente
cos derivan el carácter cristocéntrico y la especial dignidad
natural, cuyos límites y degradaciones aparecerían en la his
y eficacia de la liturgia. El cristocentrismo litúrgico, señala
toria posterior.
do ya en la Mediator Dei, está muy subrayado en la Sacro-
sanctum Concilium, tanto en lo que se refiere a la liturgia
c) Necesidad de un mediador. Dios podía haber anulado
en general (SC, 5-7), como a los sacramentos (SC, 61), el Ofi
esta situación por un perdón gratuito; sin embargo, eligió el
cio divino (SC, 83) y el año litúrgico (SC, 102). Respecto a la
camino de una justa reparación, haciendo así necesaria la
originalidad y eficacia de la liturgia, baste recordar la con
existencia de un Hombre-Dios, el cual, desde su condición
clusión con la que la constitución conciliar cierra el discur
mediadora, pudiese realizar un culto perfectísimo, dando a
so teológico de los números cinco al siete: «En consecuen
Dios la debida alabanza y comunicando a los hombres la
cia, (...) por ser obra de Cristo sacerdote, (...) toda la liturgia
salvación.
es una acción sagrada por excelencia, cuya eficacia, por el
mismo título y el mismo grado, no tiene parangón con nin
d) La Encarnación, realidad mediadora y sacerdotal Este
guna otra acción de la Iglesia» (SC 7). Como ha escrito Va-
Mediador es, de hecho, Jesucristo, que une en una misma
gaggnini, «en cualquier parte que se considere la liturgia es
Persona la naturaleza humana y divina. Esta unión, llamada
siempre y principalmente Cristo quien está presente en pri
técnicamente hipostática, se realiza en la Encarnación del
mer plano: Cristo es quien ofrece el sacrificio de la Misa;
Verbo, por lo que ésta es una realidad constitutivamente me
Cristo quien santifica y distribuye las gracias en los sacra
diadora. Es también una realidad sacerdotal, puesto que, en
mentos; Cristo quien ruega y alaba al Padre en los sacra
el momento de su entrada en el mundo, Jesucristo se ofre
mentales y en la oración de la Iglesia, y en la alabanza divi-
ció a Sí mismo como Víctima agradable al Padre (Hb. 10,
19
18
Description:José Antonio Abad - Manuel Garrido O. S. B. 1988. © by Ediciones J. A. Abad Ibáñez. M. Garrido ficos y doctrinal-especulativos. Predominan los