Table Of ContentA partir de las sorprendentes y desinhibidas fantasías sexuales de más de 150
mujeres seleccionadas entre otras muchas a las que Nancy Friday entrevistó o
con las cuales mantuvo correspondencia, esta polémica autora norteamericana
desvela en el presente libro el profundo cambio experimentado por las
mujeres respecto al sexo, a sus compañeros y a ellas mismas.
Las mujeres de la actual generación se hacen responsables de sus emociones,
de sus necesidades y placeres eróticos y de sus vidas, adoptando una actitud
atrevida, dominante, resuelta y, en ocasiones, insaciable.
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Nancy Friday
Mujeres arriba
ePub r1.0
Titivillus 01.05.2019
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Título original: Women on Top
Nancy Friday, 1991
Traducción: Sonia Tapia & Gemma Moral Bartolomé
Digitalizador: lvs008
Editor digital: Titivillus
ePub base r2.1
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A Mary, de Lexington, Kentucky,
y a mi querido Norman
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Sin jugar con la fantasía ninguna obra creativa habría
visto la luz. Nuestra deuda con el juego de la
imaginación es incalculable.
CARL GUSTAV JUNG
Tipos psicológicos, 1923
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PRIMERA PARTE
Desde el interior erótico
R
esulta extraño escribir sobre sexo en esta época. No es como en
las postrimerías de los años sesenta y la década de los setenta,
cuando el aire estaba cargado de curiosidad sexual, la vida de las
mujeres estaba cambiando a una velocidad vertiginosa y la exploración de la
sexualidad femenina…, bueno, estaba en primera línea junto con la lucha por
la igualdad económica.
Hoy el clima sexual es sombrío. Han desaparecido los enérgicos debates y
escritos sobre el sexo como parte de nuestra humanidad. Los estragos del
sida, los informes del campo de batalla del aborto y el alarmante incremento
de embarazos no deseados hacen del sexo algo más peligroso que placentero.
Hace veinte años, los jóvenes, con su actitud directa y clara, hicieron del
sexo un tema candente; más tarde les llegó el momento de dedicarse a asuntos
más «serios», y arrinconaron la revolución sexual. En el gesto decoroso de
sus labios está implícito que lo superaron hace veinte años. Como buenos
niños calvinistas, la clase dirigente se castiga ahora a sí misma por sus
anteriores y desagradables excesos, y, virtuosamente, le vuelve la espalda al
sexo. Y puesto que siguen siendo la mayoría que crea las reglas y escribe los
titulares, asumen que están hablando por todos.
Saben muy poco de las mujeres de este libro.
Estas mujeres, en su mayoría, están entre los veinte y los treinta años, es
la generación que siguió a la revolución sexual y al impulso inicial del
movimiento de la mujer. Sus testimonios parecen pertenecer a una nueva raza
de mujeres, comparados con los que aparecen en Mi jardín secreto (My Secret
Garden), mi primer libro sobre las fantasías sexuales de las mujeres, que fue
publicado en 1973 y que va por la vigesimonovena edición. Todas han leído
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este primer libro que les hizo cobrar valentía, y estas mujeres aceptan sus
fantasías sexuales como una extensión natural de sus vidas. ¿Y cómo podría
ser de otra forma, dado que crecieron en ese período tan singular de la historia
de la mujer?
Para ellas, las emociones explosivas que se liberaron en los años setenta
están todavía vivas. Nunca ha habido una laguna sexual, un período de
enfriamiento. El sexo es algo dado, una energía que no puede postergarse en
pro de «cosas más importantes». Sus fantasías sexuales son asombrosos
reflejos de su determinación a no renunciar a nada.
Aquí tenemos una imaginación colectiva que no podía haber existido hace
veinte años, cuando las mujeres no tenían el vocabulario ni la licencia para
expresarse libremente, y no compartían una identidad que les permitiera
describir sus sentimientos sexuales. Aquellos primeros testimonios fueron
nuevas tentativas y estaban cargados de sentimientos de culpa, no por haber
hecho algo, sino simplemente por atreverse a admitir lo inadmisible: que eran
mujeres que tenían pensamientos eróticos que sexualmente las excitaban.
Más que cualquier otra emoción, la culpabilidad determinó el hilo
narrativo de las fantasías que se recogen en Mi jardín secreto. Estábamos ante
cientos de mujeres que inventaban trucos para superar su miedo a que el
deseo de alcanzar el orgasmo las convirtiera en «niñas malas». Y todo en la
intimidad de su mente, que nadie podía conocer. Pero la madre conoce la
mente del niño con el que mantiene una relación simbiótica. La hija podría
crecer y tener sus propios hijos, pero si nunca se había separado
emocionalmente de esa primera persona que la controló por completo, ¿cómo
iba a saber cuál era la opinión de la madre y cuál la suya propia? Era como si
la madre siguiera decidiendo a través de la vida de su hija, blandiendo el dedo
ante cada movimiento y pensamiento sexual de su hija.
El truco más popular para evitar la culpabilidad es la llamada fantasía de
violación, y digo «llamada» porque en la fantasía no tenía lugar ninguna
violación, ni daño físico ni humillación. Simplemente había que entender que
lo que sucedía era contra la voluntad de la mujer. Decir que era «violada» era
la forma más expeditiva de dejar de lado el gran «no» al sexo que estaba
impreso en su mente desde la más tierna infancia. (Quiero añadir que las
mujeres insistían en que aquéllos no eran deseos reprimidos; jamás conocí a
una mujer que dijera que realmente quería ser violada.)
El anonimato también ayudaba. Los hombres de esas fantasías eran
desconocidos sin rostro, inventados para impedir de cualquier forma que la
mujer se involucrara, se responsabilizara, para impedir la posibilidad de una
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relación. Esos hombres hacían su trabajo y se marchaban. El hecho de que las
jodiera un desconocido sin rostro lo dejaba bien claro: «¡Este placer no es
culpa mía! Yo sigo siendo una niña buena, mamá.»
Desde luego, la culpabilidad sexual no ha desaparecido, ni la fantasía de
la violación. Hay algo muy digno de confianza en los tradicionales violadores
y delincuentes, cuya intratable presencia permite a la mujer llegar a su
objetivo: el orgasmo. Pero la mayoría de las mujeres de este libro toman la
culpa como algo dado, como el peligro de una carrera de coches. Han
descubierto que la culpabilidad viene de fuera, de la madre, de la iglesia. El
sexo sale de dentro, y ésa es su acreditación. Por tanto, la culpabilidad debe
ser controlada, dominada y utilizada para aumentar la excitación. Si todavía
existe la fantasía de la violación, en la mujer de hoy es simplemente para
preparar un escenario en el cual ella supera y viola al hombre. Esto no ocurría
en Mi jardín secreto.
La fantasía es donde los impulsos sexuales batallan con emociones
encontradas, la selección de las cuales surge de nuestras vidas individuales, de
nuestras más tempranas historias sexuales. ¿Cuáles fueron los sentimientos
prohibidos que fuimos asumiendo mientras crecíamos? En estas nuevas
fantasías, las emociones que generalmente dictaban el curso de las historias
son la ira, el deseo de control y la determinación a experimentar la descarga
sexual más plena.
Admitir la ira es algo nuevo para la mujer. En los días de Mi jardín
secreto, las mujeres decentes no expresaban la ira. La ahogaban en su interior
y la dirigían contra sí mismas.
En realidad, sigue siendo difícil que una mujer exprese ira, principalmente
porque no la hemos expresado en esa primera y fundamental relación, en
oposición a la madre. Pero, al menos, la mujer de hoy sabe que tiene derecho
a la ira, y la fantasía es un campo de juego seguro en el que puede mostrar ira
ante todos los obstáculos que se interponen en su camino, comenzando con la
ira ante la enorme dificultad de ser sexualmente activa, además de todas las
otras cosas que debe ser la mujer de hoy. Esta nueva mujer no tiene modelos,
no tiene anteproyectos. Tiene que hacerse a sí misma. Y uno de los medios de
que se vale para intentar asumir nuevos papeles son los sueños eróticos.
No quiero que se me malinterprete; esto no es simplemente un libro sobre
mujeres enfadadas. Son testimonios de mujeres que por fin manejan el léxico
completo de las emociones humanas, las imágenes y el lenguaje sexual. La ira
va inextricablemente unida a la lascivia, tanto en la realidad como en la
imaginación erótica. Las fantasías sexuales de los hombres también están
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