Table Of ContentA. J. Ayer
Los problemas centrales
de la filosofía
Alianza Universidad
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A.J. AYER, uno de los más destacados representantes de la filosofía
anglosajona y de la corriente analítica, ha logrado escribir un libro
de introducción filosófica que interesará tanto a los especialistas en
ese área del conocimiento como a quienes se enfrenten por primera
vez con este tipo de cuestiones. LOS PROBLEMAS CENTRALES
DE LA FILOSOFIA reproduce las Conferencias Gifford de 1972-73,
ciclo destinado por sus organizadores a investigar y difundir el estu
dio de la «Teología Natural». A fin de fundamentar convenientemente
su idea escéptica de que no hay razones válidas para creer que haya
un Dios, el autor comienza por explicar su concepción de la filosofía
y del conocimiento humano no de un modo programático sino prác
tico: ejerciendo el análisis filosófico sobre problemas fundamentales
y ofreciendo algunos ejemplos de carácter especial de los argumentos
metafísicos. A continuación examina diferentes teorías del entendi
miento y da cuenta tanto del tipo de problemas que puede abordar
adecuadamente el análisis filosófico como de los diferentes métodos
empleados para tratarlos. Al ocuparse luego de cuestiones relacio
nadas con la teoría del conocimiento, indica la conveniencia de co
menzar con cualidades sensoriales para proceder a la construcción de
una teoría realista del mundo físico. Tras abordar el problema de
la mente y el cuerpo, así como el de las otras mentes, examina el
problema del razonamiento inductivo, el carácter de las leyes cientí
ficas, los enunciados condicionales, la teoría de la probabilidad, la
naturaleza de la causalidad, el concepto de necesidad lógica, la condi
ción de las entidades abstractas (como clases, proposiciones univer
sales, etc.), la naturaleza de los juicios morales y el libre albedrío.
Alianza Editorial
Cubierta Daniel Gil
A. J. Ayer
Los problemas centrales
de la filosofía
Versión española de
Rodolfo Fernández González
Alianza
Editorial
Titulo original
The Central Qitestions of Philosophy
t Publicado en inglés por Weidenteld & N'icolson Ltd.. 11
St lohn's Hill. Londres'
ci A. J. Ayer, 1973,
(p Ed. Casi.: Alian/a Ediiorial, S. A. Madrid, I**"7**
Calle Milán. 38: ST 2(X>(X>45.
I.S.B.N.: K4-20Ó-2247-8.
Depósito legal. M. 31.119-1979.
Compuesto en Vcmúndez Ciudad. S. 1..
Pasaje de la Fundación. 15. Madrid-28
Hijos de Vi. Minucsa. S. V..
Ronda de Toledo. 24. Madi'id-5.
Impreso en Esparta.
Printed in Spain.
INDICE
Prefacio....................................................... .................................. 11
1. Las pretensiones de la metafísica..................................... 15
2 Significado y sentido común............................................... 3-1
3. El análisis filosófico.............................................................. 37
4. El problema de la percepción ........................................... 82
3. La construcción del mundo físico..................................... 104
6. El cuerpo y la mente.......................................................... 127
7. Hechos y explicaciones........................................................ 152
8. Orden y probabilidad........................................................... 175
9. Lógica y existencia............................................................... 200
10. Las pretensiones de la teología........................................ 228
Indice de nombres y materias 25 5
PREFACIO
Este libro reproduce las conferencias Gifford que tuve ocasión de
ofrecer en la Universidad de St. Andrews durante el curso 1972-1973.
Sólo marginalmente se cumple aquí con los requisitos del legado de
Lord Gifford. que dejó un depósito, en 1885, para financiar cursos
en las Universidades de Glasgow, Edinburgo, Aberdeen y St. Andrews,
que cumplieran con el propósito de «promover, investigar, enseñar y
difundir el estudio de la Teología Natural’, en el sentido más am
plio de este termino». No obstante, quedó establecido que los profe
sores «no tienen por qué pertenecer a una religión, o pueden ser de
los llamados escépticos, agnósticos o librepensadores, con tal de que
los 'patrocinadores' tengan en cuenta que sean hombres reverentes,
pensadores auténticos, amantes sinceros de la verdad y serios investi
gadores de ella». En esta ocasión, el patronato de St. Andrews, con
el que estoy en deuda —no sólo por su invitación, sino también por
su amable hospitalidad—, me permitió dedicar sólo una de las diez
conferencias a temas teológicos. Dicha conferencia es escéptica, por
cuanto muestra que no tenemos ninguna razón valedera para creer
que exista un Dios, aunque de todas formas supone una honrada bús
queda de la verdad.
Como su título indica, el resto del libro tiene un carácter más
estrictamente filosófico. Comienza intentando explicar lo que es la
filosofía y, después de algunos comentarios históricos, ofrece algunos
ejemplos cine ilustran el carácter especial de los argumentos metafísi-
cos. Se examinan diversas teorías del entendimiento v se da atenta
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del tipo de problemas con los que puede verse enfrentado el análisis
filosófico, así como de los diferentes métodos utilizados para tratar
los. Penetrando en la teoría del conocimiento, pongo de manifiesto
la posibilidad de comenzar con cualidades sensoriales, y de construir
a partir de éstas una teoría realista del mundo físico. A continuación,
se estudia la relación entre mente y cuerpo, el análisis de la identidad
personal, los fundamentos para atribuir conciencia a las demás per
sonas, el problema del razonamiento inductivo, el carácter de las leyes
científicas, el análisis de los enunciados condicionales, la teoría de pro
babilidades, la naturaleza de la causalidad, el concepto de necesidad
lógica, la condición de entidades abstractas tales como clases, proposi
ciones y universales, la naturaleza de los juicios morales y el libre
albedrío. Mi enfoque de la teoría del conocimiento sigue una línea
cuya fundamentación ya quedó establecida en mi libro The Probletn
of Knowledge (El problema del conocimiento) *, y en los dos capítu
los que se ocupan del problema del razonamiento inductivo, he re
producido ideas que pueden encontrarse ya en mi libro Probability and
Evidence. Debo dar las gracias a los editores MacMillan y Penguin
Books, en el primer caso, y a MacMillan y a Columbia University
Press, en el segundo caso, por haberme permitido esta reproducción.
Al escribir este libro he intentado no sólo interesar a los ya fami
liarizados con los problemas que aquí se exponen, sino también pro
porcionar una introducción general al tema para todo tipo de lectores.
No es fácil conciliar estos dos propósitos, pero he hecho todo lo po
sible para conseguirlo.
A. J. Ayer
New College
Oxford
6 de febrero de 1973
* Existe traducción castellana: El problema del conocimiento, Buenos Aires,
Eudcba, 1968. 2.* ed.. 172 pp., rrad. de A R. Raggio (N. del T.; en lo suce
sivo, NT).
Capítulo 1
LAS PRETENSIONES DE LA METAFISICA
A. Filosofía y ciencia
¿Qué es la filosofía? Incluso para un filósofo profesional, es muy
difícil responder a esta pregunta, y esta dificultad es, en sí misma,
reveladora, puesto que hace que los filósofos adviertan lo peculiar de
su objeto. En primer lugar, la filosofía aspira a producir conocimien
to; o, si pareciera que esto es una aspiración desmesurada, por lo
menos consta de unas proposiciones que sus autores quieren que acep
temos como verdaderas. A pesar de todo, parece que la filosofía no
posee ningún objeto específico. ¿Cómo podría definirse qué es lo que
estudia un filósofo, igual que se dice que el químico estudia la com
posición de los cuerpos, o que un botánico estudia la variedad de las
plantas?
Una posible respuesta es que al tratarse de un objeto que posee
muchas ramificaciones, la filosofía no tiene uno, sino varios, objetos
de estudio. De esta forma, puede decirse que la metafísica estudia la
estructura de la realidad; la ética, las reglas de la conducta humana,
la lógica, los cánones del razonamiento válido; y la teoría del cono
cimiento descubre qué es lo que podemos conocer. Esta respuesta no
es incorrecta, pero podría ser engañosa. Efectivamente, la ética trata
de la conducta humana, pero no se trata de una ciencia descriptiva de
la conducta humana, al estilo de la psicología y la sociología. La ética
puede ser prescriptiva, pero se interesa preferentemente por lo que
se encuentra más allá de las prescripciones; no se ocupa tanto de
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formular reglas de conducta como de considerar los fundamentos so
bre los que estas reglas puedan apoyarse. Si la teoría del conocimiento
descubre qué es lo que somos capaces de conocer, no debemos en
tender esto en el sentido en el cual puede decirse que una enciclope
dia ofrece un panorama general de nuestro conocimiento. Más bien
intenta establecer criterios de conocimiento; unos criterios capaces,
quizá, de limitar lo que puede ser conocido. Más adelante veremos
que la teoría del conocimiento es, sobre todo, un ejercicio de escep
ticismo; argumentos y refutaciones que tratan de demostrar que no
conocemos lo que creemos conocer. La lógica, en cambio, es un caso
especial. Como ciencia formal, tiene su puesto junto a la matemá
tica, de la que apenas se diferencia hoy día. Pero en la medida en
que se asimila a la matemática, se separa de la filosofía. Pueden sus
citarse problemas filosóficos acerca de la lógica, de igual manera que
pueden suscitarse acerca de la matemática. Sin embargo, dentro de
un sistema lógico no existen problemas, excepto los que se plantean
sobre la condición de las proposiciones lógicas, el carácter de los con
ceptos lógicos v la legitimidad de ciertos tipos de demostración.
El hilo conductor que se está manifestando en esta visión de la
filosofía guarda relación con el tema de los criterios. Se ocupa de las
pautas que gobiernan nuestro uso de los conceptos, de nuestras eva
luaciones de la conducta, de nuestros métodos de razonamiento y de
nuestras evaluaciones de los elementos de juicio. Una de las cosas
que puede hacer es revelar los criterios que de hecho empleamos; otra,
determinar si son conflictivos; y una tercera, tal vez. criticarlos y sus
tituirlos por otros criterios mejores. Pero estamos vendo muy de
prisa. Podríamos plantear la siguiente pregunta: ¿En uué forma estas
cuestiones son características de la filosofía? Seguramente, cada disci
plina tiene sus propios criterios. Un matemático no necesita que se
haya explicitado qué es una demostración válida, ni un físico que se
haya dicho en qué consiste una teoría convincente, o qué importancia
hay que atribuir a un experimento. Los abogados son expertos en
evaluar los elementos de juicio. Al historiador le corresponde deter
minar el valor de sus fuentes. ¿Cuál debe ser la contribución del filó
sofo? ¿Y con qué autoridad?
La respuesta más sencilla a esta pregunta será mostrar cómo ope
ra la filosofía en una de sus ramas, y para ello comenzaré por la
metafísica. En su uso original, el término «metafísica» sólo significa
«lo que está más allá de la tísica». Aristóteles escribió un libro sobre
física, y sus comentaristas dieron el título de «metafísica» a los libros
que seguían a la física en el catálogo de sus obras. Sin embargo,
existía también la idea de que la metafísica, que se desenvolvía en la
misma área que la física, intentaba ocuparse de problemas que ésta
Los problemas centrales de la filosofía 15
dejaba sin respuesta. ¿Cuáles podrían ser esos problemas? Imagino
que, ante todo, alguien diría que la metafísica investiga la estructura
de la realidad. Pero ¿no es precisamente esto lo que hacen las cien
cias naturales, salvo que ordinariamente no describiríamos lo que es
tas ciencias hacen de manera tan rimbombante? ¿En qué sentido pue
de sobrepasarlas la metafísica?
Decir que cada ciencia especial se ocupa sólo de un fragmento del
mundo es responder superficialmente. La metafísica va más lejos que
ellas al considerar la realidad como un todo. Esto es verdad, en el
sentido negativo de que el radio de acción de la metafísica, cualquiera
que sea, no está delimitado en la misma forma que el de una ciencia
especial. Pero si se sugiere que el metafísico hace el mismo trabajo
que un científico, sólo que a mayor escala, esta afirmación no sólo es
inexacta, como descripción de lo que normalmente se considera me
tafísica, sino también poco atractiva como orientación a adoptar por
un filósofo. ¿GSmo establecería éste una representación de la totali
dad de la realidad si no es mediante la representación de sus partes?
El máximo resultado que podría esperar sería reunir una enciclopedia
con todas las teorías e hipótesis aceptadas actualmente en las diversas
ramas de la ciencia. Sería muy difícil que un hombre llevara a cabo
esta labor, y en el momento en que diera fin a su tarea es casi seguro
que gran parte de su trabajo ya no estaría al día. Por ello, sería mejor
emprenderlo como una empresa cooperativa. Si se hiciera bien, ser
viría para un propósito útil. Pero, incluso así, seguramente la meta
física contendría algo más que la compilación de las obras científicas
de referencia.
Puede objetárseme que estoy siendo injusto. Lo que se espera de
nuestro metafísico no es precisamente que reúna todas las teorías
científicas de su tiempo, sino que las integre dentro de una represen
tación del mundo. Debe realizar el ideal hegeliano de unificación de
los diferentes fragmentos de conocimiento en una síntesis superior.
Pero la dificultad reside en que no está nada claro en qué debe con
sistir tal representación del mundo. Es posible que debiera procederse
de la siguiente forma. Alguien podría lograr la realización del desig
nio einsteniano de unificar la física mediante la construcción de una
teoría general que incorporara la física cuántica y la teoría de la rela
tividad. Entonces podría mostrarse que todas las demás ciencias pue
den reducirse a la física. Hasta cierto punto, efectivamente, esto ya
se ha conseguido. Existen razones poderosas para creer que las leyes
químicas pueden deducirse de las de la física, y que las leyes bioló
gicas son dcducibles de las leyes químicas. Si pudiera demostrarse que
las leyes psicológicas y sociológicas son deducibles de las leyes bio
lógicas, se habría completado el programa. Si pudiera completarse,