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Lingüistica,
nteracción comunicativa
y proceso psicoanaliticc
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© 197] por Ediciones Nueva Visión S. A. I. C.
Viamonte 494, Buenos Aires, República Argentina
Queda hecho el depósito que previene la ley 11.7
Impreso en la Argentina. Printed in Argentina
Capítulo V
UN COTEJO DE MIS HIPÓTESIS
FSICOANAUTICAS CON LAS DE ALGUNOS
COLEGAS DE MI COMUNIDAD CIENTÍFICA
1. Consideraciones introductorias
Hasta este momento he desarrollado una exposición que por
momentos, sin duda alguna, es complicada. Como demanda un
gran esfuerzo adicional al lector psicoanalítico, considero que es
indispensable justificar mi línea de desarrollo. A mi modo de
ver, puede beneficiar al analista y al análisis en su teoría y su
práctica, puesto 'que permite una interacción continua entre
ambas.
Insisto en que este esfuerzo debe ser justificado, y ésa es la
razón por la que me voy a ocupar a continuación de realizar un
cotejo entre mis ideas y las de algunos colegas de la comunidad
científica a la cual pertenezco.
Con este cotejo intento lograr dos objetivos. Por un lado, trato
de mostrar que esta tentativa que realizo surge, en parte, de
un conjunto de inquietudes que comparto con otros autores.
Pero (y éste es el segundo objetivo que me propongo alcanzar),
según pienso y trataré de mostrarlo, mis’colegas, si bien han en-
trevisto-estos problemas, no se dedicaron a acometerlos y por ello
sus enunciados corren peligro de perder los aspectos que pueden
trascender, y de quedar en cambio como dogmas otros que sí
deben ser dejados de lado y sustituidos. Es a superar los obs
táculos que impiden que este estado de cosas Se modifique a
lo que dedico buena parte del presente libro.
Si logro este doble objetivo dentro del contexto de justifica
ción, me sentiré más apoyado en el intento de profundizar en
los presentes desarrollos. En última instancia, lo que busco es
una mayor aproximación entre lo que hacemos con nuestros
pacientes durante las sesiones y lo que pensamos acerca de lo
que hacemos durante la sesión, pero muy en especial cómo se
lo hacemos saber a los demás, para que toda una labor desa
i-rollada no se pierda. Si lo que yo propongo en este libro puede
servir para que los aciertos y errores sean sistematizados, enton
ces sí considero justificado el esfuerzo que solicito. Esta razón
me ha conducido al examen del estado actual de cosas en el
pensamiento analítico argentino.
Este capítulo es necesariamente y por definición de naturaleza
polémica. La motivación del mismo tiene sus rajces en‘la ma
nera como los analistas argentinos acostumbramos a tomar as
pectos parciales en los cuales pueden encontrarse puntos de
contacto. Yo quiero romper con este precedente y considero que
la mejor manera de valorizar la labor de mis colegas es manifes
tar acuerdos y también desacuerdos.
Un punto en donde encuentro que existe un desacuerdo con
ruis colegas y conmigo en escritos anteriores consiste en la
forma como se utilizan y sistematizan los datos de observación
sin establecer generalizaciones empíricas a parí ir de los mismos.
El error consiste en hacer enunciados y luego presentar el o los
casos que “ilustran” o “demuestran” lo que se sustenta. Con
sidero que hay que invertir el orden de la exposición, jerarquizar
el segmento de proceso que se quiere estudiar y a partir de
esto sentar enunciados psicoanalíticos. Además, hasta ahora siem
pre me ha encontrado con que se emiten hipótesis que muchas
veces no están claramente demarcadas de otras, se acuñan tér
minos sin cuestionarse si es necesario o no hacerlo, y/o, por
último, como ya he dicho, se suele terminar la exposición con
una serie de casos que aparecen tomo meras ejemplificaciones
o bien como corroboraciones de la teoría desarrollada.
En mi experiencia como supervisor, algunos colegas lian re
currido a mí para controlar la evolución de un caso clínico
que pretendían usar como ejemplo de algún desarrollo teórico
que procuraban efectuar. En estos casos yo solía sugerirles una
labor inversa, consistente no en terminar un desarrollo teórico
con un ejemplo clínico, sino terminar un estudio clínico con el
desarrollo teórico atingente a lo que los datos suministrados por
la evolución del paciente podían ofrecer. De esta manera lográ
bamos formular hipótesis que cumplían ampliamente con el re
quisito de observabilidad.
Aun, a riesgo de equivocarme por omisión o por una supuesta
mala comprensión, prefiero realizar la presente confrontación
para que se establezca el carácter distintivo de esta exposición
psicoan&lítica que, de ser tomada en cuenta, podrá dar lugar a
que un conjunto de enunciados psicoanalíticos, al ser reformula-
dos desde el punto de partida de la experiencia, aparentemente
parezcan decir mucho menos, aunque de fondo dicen mucho
más y de una manera más precisa.
En mi libro anterior, en donde trato la transferencia, la te
rapéutica y las teorías psicoanalíticas, puse de manifiesto que
había llamado mi atención que Lagache (20), en su exhaustiva
revisión sobre transferencia, cite sólo al pasar la falta de in
clusión, en la evolución de la transferencia, de las intervenciones
del terapeuta y su propia persona incidiendo sobre dicha evo
lución (23),
Sin embargo, puedo afirnjar que es difícil que este aspecto
no haya estado presente en mayor o menor grado en las publi
caciones mías y de mis colegas argentinos (1) (2) (13) (17)
(24) (4) (38) (12d) (36) (31 d); y esto constituye para mí
un fundamento de por qué me interesó este punto de una ma
nera tan específica, a lo largo del presente libro. Pero para que
lo que antecedió y lo que seguirá tenga cohesión debo manifes
tar de qué manera pienso que la introducción de este cambio,
que considero un cambio de fondo, es un avance y no un obs
táculo. A ello me dedicaré en los apartados siguientes, en donde
expongo los resultados de un cotejo íre los principios que
sustentan mis ideas y los de mis colegas.
Antes de comenzar el cotejo ya mencionado, quisiera decir
que considero fundamentalmente los siguientes vectores en los
cuales esta confrontación puede realizarse: la falta de un eslabo
namiento coherente entre los d#tos de observación y los términos
teóricos que, en algunos casos, me lleva a plantear la nece
sidad de reformulaciones y én otros casos, desacuerdos de acti
tudes; el acuñamiento de prescindibles nuevos términos psicoa-
nalíticos o bien la falta de una clara explicitación del lugar que
ocupan las hipótesis correspondientes dentro del conjunto de
hipótesis psicoanalíticas.
2. Un examen crítico de la formulación de las hipótesis
transíerenciales en trabajos psieoanalíticos argentinos
Voy a exponer a continuación los resultados de un cotejo en
tre los' diversos trabajos argentinos en donde las hipótesis trans-
ferenciales constituyeron el tema central y también algunos otros
trabajos en donde, por la índole del tema, se evidencian implí
citamente hipótesis acerca de la transferencia psicoanalítica.
En términos generales podría decir que, realizado este cotejo,
he comprobado que, junto con distintas maneras de establecer
hipótesis sobre la transferencia, existe en forma indudable un
común denominador entre los analistas argentinos, que consiste
en lo siguiente: todos nosotros, aunque tengamos disenciones en
diversos puntos del psicoanálisis, coincidimos (y no sé si alguien
lo planteó en estos términos) en que la evolución de la trans
ferencia durante el transcurso del tratamiento está en función
de la manera en que el paciente ha sido abordado. También
es una característica de los trabajos clínicos que se presentaron
en la Asociación Psicoanalítica Argentina tener en cuenta cómo
inciden las interpretaciones transferencíales sobre la evolución
del paciente en las sesiones. La mayoría de las veces, tal como
lo acabo de afirmar, esto aparece encarado de una manera ex
plícita en trabajos clínicos; cuando se trata de otro tipo de
investigaciones, perduran aquellos trabajos en los cuales las
hipótesis acerca de la interacción (interpretación-respuesta in
mediata y mediata) son muy tomadas en cuenta.
Todas las veces en que esto no ocurrió, caímos en dogmatis
mos (o en autodogmatismos) que nos condujeron a realizar un
Simposio sobre “Relaciones entre analistas”. También, y esta
crítica la formulo desde la perspectiva de hoy, siempre se omitió
dejar claramente explícitas cuáles fueron (al evaluar la evolu
ción de un historial clínico) las opciones estratégicas descartadas.
Otra crítica que puedo hacer en la actualidad a nuestras pre
sentaciones de material clínico, es que se omitió mostrar las
aproximaciones tácticas y las verificaciones estratégicas y también
aquellas interpretaciones o fragmentos de ellas en las que el
“aquí-ahora y conmigo” aún no está explícito. Sin embargo, el
material inmediatamente precedente a una interpretación que
se sabe que será aceptada por nuestra comunidad científica,
permite inferir que estos pasos previos han sido efectuados.
Parecería como si en los trabajos publicados también existiese
un cierto prejuicio y se desestimase la mención de estos pasos
previos, y, como consecuencia, queda enfatizada, a veces de una
manera sumamente desproporcionada; la interpretación en donde
aparecen incluidos el paciente, el terapeuta y el significado que
el analizando le adscribe al encuadre, en una transcripción textual
del momento en que se logra la máxima comprensión, prescin
diendo de los pasos previos.
Muchas veces se pueden inferir los pasos previos a través de
interpretaciones centradas en el analista en relación con material
en donde el terapeuta y el tratamiento aparecen representados
en forma latente con una determinada significación.
Como consecuencia de la omisión de las interpretaciones
tentativas previas, quien lee o escucha queda fuertemente im
presionado porque de la presentación emana que poseemos pa
cientes tan ideales que los factores terapéuticos del método psi
coanalítico y las hipótesis de la teoría de la técnica empiezan y
concluyen simplemente con ocuparse de la forma, el contenido,
la cantidad y la oportunidad en la emisión de las interpre
taciones.
Además, en los últimos años se ha impuesto un método que
consiste en dar preeminencia al material onírico para transmitir
al lector los efectos de la interacción en el proceso analítico, al
tomar en cuenta la evolución de los sueños a lo largo de un
tratamiento. El método en sí resulta muy digno de ser tomado
en cuenta, siempre y cuando no sólo se busquen corroboraciones
sino también refutaciones (por ejemplo, sueños repetidos). Ade
más, hay veces que el referente no es el tratamiento y la sesión
sino otra situación vital presente del paciente, que es la que
ha cambiado de significado a raíz del tratamiento.
Considero"'que hay que poner en evidencia que los analistas
aprendemos a rectificarnos cuando nos equivocamos, y que eso
lo hacemos cada vez que el propio paciente nos orienta con la
emisión de mensajes inadvertidos para él, pero que nosotros
captamos en las señales conscientemente incluidas en sus
respuestas.
Si se sobreestima el valor de los sueños como respuesta puede
ocurrir que su producción sea el efecto de un poder sugestivo
•sobre-el—paciente; entonces nos encontramos con una hiperpro-
ducción de reminiscencias oníricas en las sesiones cuya finalidad
consiste en corroborar las interpretaciones y hacer que el ana
lista “hable mucho”.
De tanto en tanto el analista es quien entra en crisis frente
a la entropía (ver Capítulos I y IV) del proceso analítico. Se
produce en el analista un replanteo de base y entonces, ante un
cambio de enfoque, obtenemos un cúmulo de datos que revelan
aspectos insospechados del paciente. Esto se explica porque el
analizando se confía más, porque el terapeuta pasa a ser un in
terlocutor más confiable; entonces es coherente esperar que el
nivel de participación del analizando resulte de mayor jerarquía.
Pero sólo en contadas excepciones se exponen en forma clara
y sistemática los progresos del terapeuta en la comprensión del
paciente. Cada vez que lo he observado, pude comprobar cómo
esto motivaba la capacidad del paciente de responder a su vez
en la sesión con frases en donde están contenidas las mejores
hipótesis descriptivas y/o descriptivo-causales que permiten que
los analistas utilicemos estas aportaciones.
Pero, para ser justos con nosotros mismos (me estoy refiriendo
a los analistas argentinos), es digno de reconocer que mostramos
o intentamos mostrar nuestras maneras de trabajar. En las pu
blicaciones del exterior se ven con mucha mayor evidencia los
efectos nocivos de la atomización ya mencionada entre, “investi
gaciones metapsicológicas”, “evolución de personas con, deter
minados rótulos psicopatológieos” y “enunciados sobre aspectos
de la teoría de la técnica”. Afortunadamente aquí no padecemos
tal estatismo. Quizá hasta podría decir que me hubiese resul
tado imposible hacer los replanteos que mencioné y los que voy
a desarrollar, de no pertenecer al grupo psiconalítico argentino
en este momento de la evolución.
Considero que la petición de dejar explícitos los cambios de
enfoque con nuestros pacientes todas las veces que liemos re
visado nuestros esquemas de trabajos y realizamos algunas nue
vas aperturas en nuestra forma de interpretar, es un resultado
de una continuación de lo que bien o mal hemos realizado ya,
muchas veces sin darle importancia.
Tras este planteo general acerca de la forma de encarar la
formulación de hipótesis transferencíales en los trabajos de psi
coanalistas argentinos, quisiera realizar un cotejo más explícito
con algunos de los autores que tienen puntos en común con los
planteos que estoy haciendo.
A ello-dedicaré los próximos apartados.
3. Una visión de conjunto del cotejo de las ideas
de diversos autores argentinos
Una advertencia inicial: necesito decir que, de no ser por todo
lo que los analistas argentinos hemos hecho previamente, me
hubiese sido imposible plantear estas reformulaciones. Al no ha
ber formulaciones de mayor o menor grado de coherencia y
sistematización, nunca hubiese podido yo realizar esto que para
mí es un nuevo desarrollo dentro del contexto de una ciencia y
un movimiento analíticos que Jñen o mal evolucionan, pero de
ninguna manera se han estancado y por lo tanto estarían en vías
de extinción. Esto lo digo en mi calidad de integrante del grupo
de colegas argentinos contemporáneos que se interesan porque
el análisis, al igual que toda ciencia, vaya evolucionando con el
tiempo.
Pero, como ya dije, intento aquí, dentro del contexto de jus
tificación, no señalar sólo mis acuerdos, sino sobre lodo mostrar
cómo la carencia de una clara metodología expositiva y de inves
tigación (carencia que he tratado de subsanar en lo que va de
este libro) ha dificultado o a veces malogrado algunas posibi
lidades incluidas en promisorias ideas psicoanalíticas.
Según lo he afirmado poco antes, los vectores fundamentales,
aunque quizá no los únicos, para plantear la siguiente confron
tación son: A) la falta de un eslabonamiento coherente entre los
datos de observación y los términos teóricos que, a) en algunos
casos, me llevan a plantear refermulaciones y, b) en otros, des
acuerdos de actitud, y B) el acuñamiento de prescindibles nuevos
términos teóricos, o bien la falta de una clara explicitación del
lugaí que ocupan las hipótesis correspondientes dentro del con
junto de hipótesis psicoanalíticas.
Mi confrontación, puede dividirse, en - dos partes, siguiendo
la anterior enumeración. A su vez, la primera parte puéde. ser
subdividida en dos, tomando en cuenta lo recién desarrollado.
Sin embargo, podrá verse que esta división es bastante laxa,
puesto que, por momentos, las objeciones pueden ser de distintos
■Upos. He procurado considerar las ideas de los autores que tie
nen elementos en común conmigo, aunque sin pretender realizar
una selección exhaustiva. Sin embargo, quiero hacer una adverten
cia: dado el carácter de este libro, no trataré de aquilatar el con
junto de las obras de un autor, sino más bien señalar cómo y poi
qué los desarrollos efectuados corren el riesgo de perder parte
de la riqueza explicativa que real' o potencialmente contienen.
Entre los autores a los que objetaría Aa) la falta de un
eslabonamiento coherente entre los datos de observación y los
términos teóricos que me llevan a plantear reformulaciones, se
encuentran: H. Racker, L. G. de Álvarez de Toledo, M. Langer,
L. Grinberg, E. Rodrigué, E. H. Rolla y }. Zac.