Table Of ContentEsta obra trata sobre las fronteras de la pintura y la poesía, sobre
sus posibilidades y sobre muchos otros temas relativos al arte
antiguo que Lessing plantea como ¿incidentales?, pero que, de
hecho, le sirven para realizar una crítica a varios de los grandes
autores de su época, entre ellos a Winckelmann. En el Laocoonte,
Lessing cuestiona la identificación que algunos autores de su época
hacían entre poesía y pintura, que va, a su entender, en menoscabo
de ambas. Las observaciones incidentales lo llevan a mostrar por
qué poesía y pintura se alejan una de otra al imitar, en razón de su
propia naturaleza, una más apta para lo temporal y otra para lo
espacial, que impone límites a cada una de las artes. Para
ejemplificar sus argumentos se basa en el caso del Laocoonte, que
da título al libro, comparando la descripción de Virgilio con la estatua
que lo representa. Lessing utiliza muchísimos otros ejemplos,
sumamente eruditos, para mostrar cuáles son las relaciones ideales
entre poesía y pintura, y para subrayar la idea de que, entre los
antiguos, la belleza era la ley más alta de las artes plásticas, a la
que había que subordinar cualquier otra consideración, incluida la
misma expresión.
Gotthold Ephraim Lessing
Laocoonte
o sobre los límites en la pintura y poesía
ePub r1.0
Titivillus 10.09.17
Título original: Laokoon oder Über die Grenzen der Malerei und Poesie
Gotthold Ephraim Lessing, 1766
Traducción: Amalia Raggio
Editor digital: Titivillus
ePub base r1.2
INTRODUCCIÓN
NOTA BIOGRÁFICA
Gothold Ephraim Lessing nació el 22 de enero de 1729 en Kamenz, Alta
Lusacia. Su familia tenía tradición intelectual; por varias generaciones
habían sido juristas, sacerdotes y burgomaestres. Su padre fue pastor
protestante y su madre era hija también de pastor.
Lessing fue un estudiante distinguido en la famosa escuela de gramática de
Meissen, a la que ingresó a la edad de trece años. Después entró a la
Universidad de Leipzig, en 1746, para cursar teología, mas por entonces
descubrió su vocación por las letras y en especial por la composición
dramática. Allí escribió su primera obra, una comedia que tituló El joven
erudito; era un estudio de la vida basado en sus experiencias, que logró
poner en escena gracias a su amistad con Madame Neuber, cabeza de una
compañía teatral. El asunto desagradó a sus padres, quienes esperaban de
él que siguiera los estudios religiosos.
Pasó unos años en Wittenberg y a los veintitrés de edad tomó el grado de
Maestro en artes, en Berlín, el 29 de abril de 1752. La representación de su
primera obra y el contacto con la gente de teatro había decidido su
vocación. En Berlín se dedicó a traducir obras de varias lenguas y junto
con su amigo Mylius fundó una revista dedicada a las artes dramáticas;
pero las diferencias de opinión separaron a los amigos y Lessing vino a ser
colaborador de un periódico que más adelante fue la Gaceta de Voss, pues
no contaba con otros medios de subsistencia que los que le pudiera
proporcionar su pluma. Sus opiniones pronto atrajeron la atención sobre
sus artículos. Llamó a Gottsched el falso clásico y atacó a los admiradores
de Klopstoch. En una época regida por inalterables principios, declaró que
no existían reglas establecidas para el arte y que cada nuevo genio
modifica los principios reconocidos según sus conveniencias. Como tenía
buenos conocimientos filosóficos su crítica literaria era sólida y a través de
ella abrió nuevos caminos a las letras alemanas. Como consecuencia de su
pensamiento, la literatura alemana se emancipó de las influencias
extranjeras, tan en boga entonces que Federico el Grande era incapaz de
expresarse por escrito en buen idioma alemán. Lessing dio a su lengua un
tono de dignidad, y así también su amigo Moisés Mendelsshon, e hizo de la
literatura de su tiempo algo rico y distinto. Influenciado por la cultura
inglesa, se propuso probar en la poesía dramática que el alma humana y no
sus circunstancias representa todo lo que hay de grande y noble. A este
propósito responde la tragedia en prosa que escribió entre 1753 y 1755,
titulada Miss Sara Sampson, que se llevó a escena en Francfort el 10 de
julio de 1755. Fue un éxito rotundo. Se dijo que los espectadores quedaron
inmóviles por largo tiempo y que lloraban y lloraban, que abrió nuevos
caminos y que liberó a los dramaturgos alemanes de muchas limitaciones
tradicionales. No obstante haber sido traducida a varios idiomas, su valor,
hoy día, es más bien histórico.
La fama de Lessing como dramaturgo está basada en sus obras de
madurez, que tienen, sin duda, un valor humano permanente: la comedia
Minna von Barnhelm, publicada en 1767; la tragedia Emilia Galotti,
representada en Brunswick en 1772; pero, sobre todas, el drama Natán el
sabio, publicado en 1779 y representado en Berlín en 1783, que ha sido
reconocido como una de las grandes obras maestras de la literatura
alemana, además de ser ejemplar por las ideas expresadas sobre la
tolerancia religiosa.
Siempre acosado por la pobreza y obligado a realizar trabajos sin
importancia para mantenerse y para ayudar a su familia, sorprende que
Lessing produjera obras de mérito trascendente desde su juventud. A sus
Fábulas agregó más tarde un comentario crítico: su Dramaturgia, una
serie de ensayos sobre el arte dramático que tuvo tan resonante buen éxito
como tuviera su Laocoonte (1766) en otros campos del arte; sus
Fragmentos de Wolfenbüttel provocaron una controversia con Göze, el
pastor de Hamburgo, y Lessing escribió una serie de artículos satíricos que
son modelo de literatura polémica. A lo anterior hay que agregar muchos
otros escritos sobre temas éticos, filosóficos y literarios. Deben tenerse muy
en cuenta sus Cinco conversaciones para francmasones y su Educación del
género humano (1780), que expresan sus ideas de gobierno y sociedad y
contienen sus opiniones sobre el desarrollo religioso.
En 1769, a los cuarenta años de edad, la pobreza de Lessing llegó al
extremo y él mismo decía: “estoy en el mercado y nadie me quiere
alquilar”. Fue entonces cuando obtuvo del Duque Brunswick un puesto de
bibliotecario en Wolfenbüttel, pequeña población cercana a Brunswick. Los
años que pasó allí fueron poco felices. El trabajo rutinario lo consumía y
sus finanzas eran tan inciertas que no podía realizar su deseo de casarse
con la viuda de su amigo Koenig, a la que había amado por largos años,
durante los cuales tuvo una vehemente correspondencia con ella.
Lessing acompañó al príncipe Leopoldo de Brunswick a Italia en 1775 y
fue recibido efusivamente en iodos los sitios. En Viena la emperatriz María
Teresa le pidió consejo sobre el desarrollo intelectual del Imperio. Fue
presentado al Papa y los honores que le hicieron contrastaban con el
menosprecio en que lo tenían los personajes de su propio país.
Por fin, en 1776 casó con Eva Koenig, mas poco duró su nuevo estado, ya
que la muerte de ella los separó al año siguiente. Soledad y amarguras de
todo género caracterizaron esta época de su vida, y hasta contrajo deudas
para asegurar la herencia de su mujer para sus hijos; pero, en todo
momento se mostró heroico, caballeroso, gentil y sin resentimientos. Fue un
valeroso campeón de los derechos humanos, lo que le valió muchos
ataques, mas, en cambio, gozó de la estimación y el afecto de notables
literatos. Su amistad intima con Moisés Mendelsshon le proporcionó
muchos gustos y satisfacciones, y en su carácter se inspiró para modelar el
principal personaje de su última gran obra: Natán el sabio.
Lessing murió en Brunswick a los cincuenta y dos años de edad, el 15 de
febrero de 1781. Con él había nacido la nueva literatura alemana”.[1]
SOBRE EL TÍTULO DE LA OBRA
Lessing escogió como título de sus consideraciones sobre los limites de la
Pintura y de la Poesía el de Laocoonte porque el famoso grupo escultórico
griego, un espléndido mármol que se encuentra en el Museo del Vaticano
en Roma, forma parte de su discusión con Winckelmann y le sirve de
ejemplo para su propósito. El grupo escultórico llamado Laocoonte, que da
nombre al libro, fue descubierto en 1506 en el palacio de Tito en Roma y
trasladado posteriormente al Palacio del Vaticano. Desde el momento en
que fue conocido por los artistas del Renacimiento ejerció una influencia
importante, especialmente en escultores y pintores, inclusive en él más
grande de ellos: Miguel Ángel. Se comprende la admiración y el interés que
debe haber causado esa obra que rompía, en cierto modo, con los
principios estrictamente clásicos y que venía, por lo tanto, a estar más
cerca del gusto y libertades barrocas.
Originalmente se encontraba en el palacio de Tito en Roma, colocado en
una hornacina enorme al fondo de una selva. Ya Plinio admiraba el grupo
del Laocoonte, al que consideraba “superior a toda otra obra clásica”.
Esta escultura ha sido objeto de muchas especulaciones y se supone que fue
una obra colectiva, ejecutada por Agesandro de Rodas y por sus hijos
Polidoro y Atenodoro. Ciertamente su carácter dramático, teatral y
barroco, se relaciona con obras de la escuela de Rodas, como el Altar de
Pérgamo y el Toro Farnesio (Museo de Nápoles), es decir, con el arte de la
¿poca de Alejandro Magno. Así puede ser considerada como perteneciente
al arte helenístico del siglo IV antes de J. C. o sea posterior a la época
clásica griega.
La presencia del Laocoonte del Vaticano en la mente de los grandes artistas
puede rastrearse como influencia bienhechora, o como antecedente de
algunas de sus obras. Puede ser visto en relación con el San Andrés del
Juicio Final, de Miguel Ángel, en el muro de la Capilla Sixtina; con un San
Sebastián de Tintoretto, en la Escuela de San Roque, en Venecia; con un
San Sebastián de El Greco, en la Catedral de Palenda; finalmente, con el
colosal Prometeo de Orozco (1930), en Pomona College, Claremont, Cal.,
en el cual todavía resuena el Laocoonte en la magistral concepción del
pintor mexicano.