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INDICE
LA POLÍTICA COLONIAL, porRI CHARD OALWER 9
HENRl VAN KOL 21
SOBRE LA POLÍTICAC OLONIAL,p orH ENRI VAIN< OL 22
SOCIALISMOy POLÍTICAC OLONIAL, porK ARL KAUTSKY 39
Prólogo,. I 3n9t;r odluc4c0i;ó nP2,o. l ítcioclao npioasli t4i6v;a ,
3,!. ticdael ap olítica 5c5o;l4 o.Cn oilaoln,di eap so blamie6n1t o;,
5.C olondieaex sp lotap. cali vóiejeos ti6l6o;6, . C olondieae sx plo
taciódne n ueov esti7l3o;7, . C ivilizpaacciíófnoi vciao len8t4;a,
8.E lp asaojbel igadoe lc paopri tal9i4s;m9 o.L, a recaíednal a
barbarie1,9 3A;p éndice, 119
NACIONALIDAD E INTERNACIONALIDAD,p orKAR L KAUTSKY 121
OTrO BAUER 169
OBSERVACIONESSO BREL A CUESTI6N DLEA SN ACIOANLIDADES, por
OTTO BAUER . 172
1.Elc oncedpetn oa ció1n2,;1. - L ac onlsdioacidóenl an ació1n3,0 ;
3.L osd rculcousl turialnetse rnaci1o3n6a4;l. eE sle, s tandaoc io
nal1,4 25;. E le stadod en acioidnaalde1s4,9 6;. E lfu turod eA us
tri1a5,2
l.L a nació1n7,2 2;. E le stad1o8,2
JOSEFS TRASSER 187
EL OBRERO LyA NACIÓNp, orJO SEF STR.A.SESR 189
1. cLuae st,i 1ó8n9n;. L a grandeezlpa o dyed re l an ación, 194;
UI.L al engu2a0,0 IV;. Etle rruñop atr2i0o5,v; . E lc aráctenra cio
Jlal2,1 3VI; .E ls entimineanctioo nal, 2L1a7 a;uto nVIoIm.in aa
cion2a2l2,v; m . iEnlt ernaciliosnoma, 228L;a l rxu.c hcao nhe·la
Pl
8 ÍND!Cl!.
-'nacionalismo, 232; Apéndice: El centro ma.ndsta contra la extrema
· izquierda, 238
EL ~BRERO y LA NACIÓN, por OTTO BAUER 248
257
ANTON PANNEKOEK
LUOHA DE CLASE Y l'iACIÓN, por ANTON PANNEKOEK 259
Prefacio, 259; 1. La nación y sus transformaciones, 260; u. La na
ci6n y el proletariado, 272; m. La táctica socia.lista, 289
RICHARD CALWER
LA POL1TICA COLONIAL Y LA SOCIALDEMOCRACIA
l\1i artículo El 25 de enero, publicado en el número anterior de· esta
revista, ha sido reiteradamente objetado. en la prensa partidaria, por
haber sido escrito y publicado inmediatamente después de la derrota
electoral. Contra· esto sería preciso elevar la más firme protesta. En
todo casó, fos órganos partidarios quelasí se han manifestado respecto
de la publicación de mi artículo han perdido de vista u olvidado cómo
intei;i.tó desacreditarme el órgano Central del partido durante la cam
paña electoral. En ese momento a ningún órgano partidario, a ninguna
instancia.partidaria, se le ocurrió elevar la más firme protesta contra la
polémica del Vorwarts, pese a que entonces ·hubiera sido muy indicado
hacerlo. Por eso segui guardándome mi respuesta a los ataques del ór
gano Central durante el transcurso de ,la campaña electoral. Pero des
pués de las elecciones, ya no me quedaba motivo para seguir callando.
De ahí que si algunos órganos partidarios pretenden reprocharme el
haber provocado la polémica a destiempo, debe ser por su desconoci
miento de las circunstancias, ya que de otro modo su objeción formal
a mi artículo me resultaría completamente incomprensible. Incluso en la
réplica a mi artículo, el Vorwarts continúa empleando un tono que no
responde en absoluto a la exhortación del Comité Central de resolver
las divergencias de.opinión con objetividad. Esto no me ha de impedir
abordar con calma las objeciones del V orwarts a mi concepción. Lo
que parece haber causado mayor desagrado al V orwiirts es mi posición
frente a la política. colonial, pese a que nunca la. he ocultado. Quiero
precisar y fundamentar más detalladamente aquí esta posición mía.
El Vorwiirts deduce un argumento fundamental contra una política
colonial alemana del hecho de llamar la atención sobre el poderoso
desarrollo económico alemán durante un pasado sin colonias. El capita
lismo alemán, pues, podría continuar desarrollándose muy bien sin colo
nias~ Esta postura anticolonial podría comprenderse si, a diferencia del
de otros países~·--sola y únicamente el capitalismo alemán practicara una
política colonial. Pero en realidad la situación es la siguiente: precisa
mente los países de mayor potencia industrial practican una política
colonial, y Alemania cojea con bastante retraso tras los demás con su
política internacional. Ahora bien, Alemania realmente no goza· en el
mercado mundial de una ·posición cómoda: de un lado está Inglaterra
[9]
10
RICHA~D CALWER
que, próspera en colonias, se aproxima cada vez más a la meta de una
unión aduanera imperial; del otro lado está la Unión Norteamericana
que no sólo considera dominio suyo a Sudamérica, sino que nos supera
y amenaza en muchos sentidos por razones naturales, técnicas y de his
toria económica. A Japón y Rusia podemos, por el momento, dejarlos
fuera de nuestras combinaciones. Pero en el medio se encuentra Alema
nia, que libra un combate extremadamente arduo no sólo por -la conser
vaci6n y ampliación de sus mercados, sino también para asegurar y aba
ratar_ la, adquisición de sus materias primas. Tanto los Es~dos U nidos
como Inglaterra manifiestan la ostensible aspiración de construir. una
unidad económica cerr~da sobre sí misma .y autosuficiente si fuera posi
ble. _Es frecuente burlarse de la serieda_d de tales tendencias, perdiendo
totalmente de vista los éxitos ya alcanzados sobre la marcha. Inglaterra
ha llegado ya al dichoso punto de. _que en casi todas su colonias le, está
reservado un lugar de privilegio frente_ a . otros -países. La indus~ri~
ingles.a se procura _de este modo un mercado_ más provechoso que el que
tiene nuestra industria; _pero merced a .las colo:nias, _también di~pone
de una ·profusión de materias primas -industriales que, en lo que_ ¡¡1.. la
adquisición de materias primas respecta, beneficia ampliam~nte a la me
trópoli. Indudable~ente, los Est~dos Unid(?s obtiene_n todas susmatcerias
primas .industriales a un predo -mucho menor que nosotros, disp<?nen
para sµ desarrollo industrial d_e un merca,do interno con un p9der :de
absorción en rápido y constante .frecimiento ,y, ademas., pr0<:uran g~ar
sobre todo a.Centro;y ~udamérica para la ampl_iación .de su mercado.
N<;> obstante, _el desenvolvimiento de la industria en los Estac;tos Unidos;
y en Inglaterra, .no tiene por qué-produci_rse en una progresión similar a
. ]a de Alemania. El c;re~imient1> d,emográfico en Inglaterra es. rela#,vfl.-
mente b~jo r.especto de Alemania;· en cambio en los Estados Unidos
el desa.rrollo de ~a industria. no causa inguietuq, puesto que inmensas
ex~ensiones e!>tán en condicione~ de ser h~bitacla3., y las _que .y~ lo e~tán
pueden .ser pobladas_ más densamente. En Alemania .ocurre algo, muy
distinto. Tenemos u:n incrementq anual de _pob_l~ción, d~ aproximada
mente 900 000 personas . .La agricuhura no está i;:n condi_ciones de sus
.t<:ntar este incremento, y por tanto es necesario derivarlo hacia el
mercado d,e trabajo fabril. La producción . fabril alemana crecerá,
y tien_e que hacerlo_ c:on más vigor .que en cualquier. otro país indus.trial
que poda_mos c:.onsiderar,. Pero es precis~ buscar. y hallar un, mercado,
de.ser posibl~ ~n :merca.do _má~ ventajoso, para esta ere.ciente produc
ción.; igualmente, hay_ qu~ to_ma.r en consideración_un. abastecimiento
al:mndante de.materias prirnas,. .¿ Cpmo solucionar estos dos problemas?
Confieso: no existe una .receta un_iversal; el empresariado alemán,, . es
. dec:ir, e,l estado en su noII?:br.e, debe seguir,ante _todo una .serie de.cami
nos para alcanzar la meta_ con cierta probabilidad. Y. el capitalismo
.LA POLÍTICA COL.ONI/\L Y LA SOCIALDEMOCRACIA 11
nlemán considera que la obtención y explotación de colonias es uno
de esos medios. ·
Como representante de los intereses del mercado de trabajo alemán>
me pregunto ahora si la población obrera gana o pierde con la política
colonial. No encaro aquí la pregunta desde el punto de vista polí
tico o des.de el del contribuyente, sino con un criterio netamente econó
mico. Considero imposible que las . colonias alemanas aporten ya,
próximamente, algún beneficio digno f:ie mención al mercado de trabajo
alemán. Pero cons.idero igualmente equivocado ver en nuestras colonias
un objeto ·sin valor. .¡ Cuán bajo aquilataron los romanos a Alemania,
y qué .fue sin embargo .de esta terra vasta! En estas cosas hay que
· r.uidarse. de las exageraciones en cualquiera de ,los sentidos. Pero algo
puede afirmarse· ya hoy: en nuestras cqlonias, varios cultivos permiten
augurar :éxito, y las riquezas del subsuelo tampoco deben ser estimadas
como insignificantes. Organizar las. colonias de manera tal ·-que pro
duzcan gana1.1Cias costará dinero, mucho dinero sin duda alguna. Pr1me
ro hay -que invertir mucho capital en el negocio antes de ·poder con:far
c:on µn ingreso. para la .economía de toda la nación. Tomemos ahóra
eLc;a.~ de que en nuestras colonias obtuviéramos ·algodón, ·por ejemplo,
en una escala .digna de m:enci6n; entonces ese sólo' éxito ya infhiiríá
indirectamente sobre nuestro mercado de trabajo en forma provechosa.
;Dos añqs atrás reinaba una intensa agitación ·a causa del escaso abaste.:.
.c.imiento de algodón en el mercado· mundial:Aini juicio, la ~sí llamada
pobreza de algod6n fue• exagerada por los círculos interesados; sin
embargo; algo se demostró entonces con plena evidencia: el cultivo
de algpclón necesita ampliarse. Porque precisamente el principal pro
veedor, los Estados Y nidos de Norteamérica, requieren_ de ·un· porcen
taje cada :vez mayor de su éosecha de algodón para ·su reelaboración
en el propio país.-Pero además, aprovechan del modo más inaudito k,
reducida oferta para especular con ~lgodón en 'escala gigantesca, y
los c.ostos corresppndientes · deben ser pagados, en· primer lugar, por
la industria· algodonera continental. Si Alemania logra cultivar algo
dón en una colonia propia no sólo gana influencia dentro del mercado
del algodón en rama .en calidad de vendedora, sino que también podi-a
co.mprar más barata su materia prima. Pero esto constituiría un beneifi
cio considerable, aunque poi- el momento indirecto, para el mercado de
trabajo de los obreros textiles alemanes, porque una materia prima·m·ás.
barata implica un descenso de los éosi:os de producción, lo cual, con
una organización, obrera fuerte,· implica a su vez la posibilidad de sala;
ríos más elevados, mientras que a lo 'largo de los últimos años las movi
lizaciones sa'Iariales en la industria algodonera tenían forz9samente
que brindar escasas posibilidades. de éxito, debido a las intensas flucttia.:.·
ciones en· los precios del algodón: 'Pata el ·mercado de trabajo alemán
12 RICHARD CAL \VER
resulta así muy probable que nuestras colonias le brinden apreciables
ventajas indirectas. De todos modos, esta probabilidad es más verosímil
que la contraria, según la cual las colonias carecerían de todo valor.
Si el empresariado alemán es de la opinión que las colonias le son
necesarias para el incremento de las ventas y para asegurarse sus adqui
siciones de materias primas, los trabajadores no podrán oponer ningún
reparo a la política coloníal, en tanto y en cuanto los costos de la
misma sean cubiertos con los ingresos del capital y los intereses polí
ticos de los obreros no sean tocados. Al fin y al cabo, dada su actual
ubicaci6n en e.l proceso de producción, el• empresariado tiene el deber
de encargarse de la. obtención de ·f as materias primas, así como de la
salida de los productos. No podemos trazarle al empresariado reglas
arbitrarias en la ejecución de este deber, tanto· menos cuando vemos
que las medidas aplicadas por el empresariado alemán son empleadas
desde tiempo atrás por otros países industriales.
ltste. es el modo en que analizo económicamente la colonización
desde el punto de vista del mercado de trabajo industrial. Pero como
soy socialista me pregunto también cómo repercutirá la actual política
colonial sobre el desarrollo de la economía mundial. Si como repre
sentante de los intereses del mercado de trabajo soy hasta cierto punto
escéptico, admito que en cuanto socialista saludaré siempre, por una
cuestión de principios, como un progreso en direcci6n al socialismo
to~a colon.izaci6n capitalista de un país, aunque ésta se realice por
medio de las formas más reprobables. En el partido hemos olvidado
casi totalmente que, junto a sus proyectos tenebrosos, el capitalismo
ha aportado, .y aún aporta, los mayores avances. económicos. Ignorar
sus facetas progresistas, querer incluso negarlas, constituye un alto
grado de miopía. Por cierto que a un socialista le resulta muy natural
seguir con gran complacencia, pese a sus aspectos negativos, el desarro
llo del capitalismo extranjero, y en cambio ver primordialmente los
aspectos tenebrosos del empresariado del propio país, y combatir en con
secuencia la acci6n política internacional de ese empresariado. Esta
actitud que se precia de sus puntos de vista internacionalistas es absolu
tamente errónea. Por lo pronto, vivimos aún dentro de un marco na
•cional al que tampoco puede sustraerse 1a clase obrera. Tenemos que
otorgarle a nuestro capitalismo la misma. libertad de movimientos para
:su ulterior desenvolvimiento . que la que goza el capitalismo extran
jero; es más, tenemos que desear que nuestro capitalismo nacional
-desarrolle su esfera de influencia de ser posib1e con mayor fuerza y
poder que el capitalismo extranjero, porque del nivel de ese desarrollo
no sólo depende muy estrechaniente la suerte relativa de toda la clase
~brera, sino que con él toda la disposición de la estructura económica
sufre un viraje en un sentido socialista. Alguien podría replicarme y
LA POLÍTICA COLONIAL Y LA SOCIALOEMOCRACIA 13
plantear: ¿ Para qué una política internacional y colonial si ésta entraña
enredos internacionales que deben ser evitados en cualquier circuns
tancia? Si nuestra industria no pudiera avanzar sin una política interna
cional, bien; pues entonces deberá emigrar el materiai humano super
fluo. Al fin y al cabo, en el transcw-so del último siglo hemos ceélldo
bastante material humano superfluo a América, y sin ·embargo hoy nos
alzamos en toda nuestra estatura. Por supuesto, Alemania también
puede subsistir sin colonias, sin política internacional; pero_ retrocede
ría en su desarrollo econ6mico. Grandes pérdidas en hombres implican
un estancamiento del desarrollo ecón6mico, en tanto que, por el con-
. trario, ]a necesidad de sustentar dentro de un marco nacional deter
min~do a una poblaci6n en rápido crecimiento impulsa vigorosamente
el desarrollo capitalista. Exactamente cc;>mo ocurre con el material hu
mano, ocurre también con el capital. Vorwiirts menciona que hemos
colocado 25 000 millones de marcos en el exterior. Es verdad, pero
esos 25 000 millones están, hasta cierto punto, tan perdjdos ·para la
economía nacional alemana como <los centenares de miles de hombres
que hemos cedido a América. En todo caso no constituyen ningún
fermento para el desarrollo de nuestro capitalismo nacional, y se hallan
sustraídos a la influencia de la política econ6mica alemana.· Pero cre
cient~s masas de hombres y de capital dentro de una unidad econ6mica
nacional no solamente hacen avanzar el desaITollo econ6mico a
máxima velocidad, sino que chocan con fuerza contra la estrechez
de ,las actuales barreras nacionales y obligan a una· ampliación de las
fronteras nacionales por sobre el territorio ahora cercado por ellas. De
ahí que el socialista deba actuar dentro del marco de la estructura
económica nacional si no quiere permanecer en las etéreas alturas
de la teoría pura. Debe luchar para que, de acuerdo al imperativo de las
exigencias econ6:n:i.icas, el mercado nacional se amplíe permanente
mente, sea por medio de uniones aduaneras, sea por medio de colonias,
sea por ambas. Precisamente esta ampliación de las áreas· económicas
nacionales, a la cua'l la competencia internacional nos obliga cada·ve:a
más multiplica las fuerzas productivas y garantiza una organización
cada vez más elevada de la producci6n en sú conjunto, de un modo
satisfactorio para el socialismo, mientras que el desperdicio de hombres
y capitales en otras economías competidoras entorpece y lentifica el
desarrollo capitalista del propio país. El capitalismo nacional alemán
tiene que desplegarse plenamente antes de que el socialismo ·p ueda
crecer y fortalecerse. En cuanto socialista, querría ver, de ser posible,
a Alemania ocupando no el segundo, ni el tercer lugar,· sino el primero
cuando llegue el momento de crear las formas básicas de una organizaw
ción econ6mica mundial para ]a producción y la distribución. Es que
los antagonismos nacionales aún subsisten, no los podemos negar ni
l+ RICHARD CAI.Wt;R
c9n la mejor buena voluntad, y se simplificarán con la extensión de los
mercados unificados, pero subsistirán hasta que se haya configurado
una verdadera economía mundial, en· el sentido estricto de la pa1abra,
y con ella también el socialismo.
· En caljdad de representante de los intereses del mercado de tra
bajo, veo la probabilidad .de un beneficio indirecto por parte de nues
tras colonias par:a la clase obrera alemana, pero como socialista puedo
saludar con convicción la expansión del capitalismo alemán dentro del
marco naciopai.~ora bii;m, en mi calidad de socialdffmÓcrata, ¿ cómo
me ubico-frente a las exigencias.propias de la política colonial? Ya he
señalado un criterio que como socialdemócrata me impide votar en fa
vor de una política colonial y de sus · exigencias. Los gastos. para las
no. .
colonias deben .ser cubiertos en ningún _caso a partir de ingresos
salariales, .sino de Jos ingresos del capital. Reproduzco nuevamente un
párrafo con el que. hace poco fundamenté esta concepción . en mi
Wirtschaftlich~ W_oche_nschau: - "La estntctura de nuestra economía
actual se fundamenta en que el vendedor de. Ja mercancía fuerza de
trabajo no tiene una influencia directa sobre el proceso de producción
en su conjun~o, ni sobre la distribución de las mercancías, y tampoco
puede ni debe tenerlo a .juicio de los empleadores. El obrero vende su
fuerza, de trabajo y.a cambio recibe su sala.rio; todo lo demás no es de
su incumbencia. C<Smo produce. cada empleador, de dónde y a qué
preci~s obtiene sus mater-ias primas y otros. materiales; qué fonnas de
administraciQn establece, <;on qué medios técnicos tra'baja:, a qué pre
c_ios dedd~ vender, la mercancía: elaborada, dónde busca y logra, su
colocación: tod~ eBo es ~os_a,del empleador; en estas cuestiones eL obrero
no debe inmiscuirse; .son, por, ~l .contrario, dominio exclusivo de los
empleadores, y ¡pobres-los ,obreros que -no quieran respetar. esta auto.~
ridad del empleaclpr! Serían. despachados. con viento fresco inmecdiata~
men,te, el emplead.or .P,ronunciar,la UP. claro· aquí el que manda-soy yo ..
Porque éste, , a . cambio de i;_er · dueño y señor de la producción y
distribución, ,carga_ con todos lqs .riesgos en cuan'to a los .,resultados
de los negosios: por un~. parte,. la posibilidad de grandes ~xi tos,; por
otra parte, ]a de pérdidas más o menos considerables. En término meclio
prevalece el éxito. El conjunto de .los empleadores y del. capital qtie.:ios
respalda obtienen de esta posición -dominante en la vida econ·ómica
todos los benefi_ciqs,. los c~a~es pueden res_umirse bajo la :.qenominación
de gqnancia del emprera.rio. De esta, ubicación de obrqos. y,.emplea
dores resu)ta s~n más ni .más que n.o es tarea de los obreros preo~uparse
por el in~remento ge las. ventas~ sino que, .esta titrea·. le ,c.orr:e·sponde al
empre!;)ariado en virtud_ de su ubicación en el pro.ceso'de:próducción.
En realidad; ning(1_n empleador. piensa de- otra·-manera,'· y, ,considera
obvio que es él quien debe preocuparse. por la ,ampliación:.de)as• ope-