Table Of ContentAndré Vauchez
La espiritualidad
del Occidente medieval
(siglos VIII-XII)
SEGUNDA EDICIÓN
CATEDRA
HISTORIA MENOR
Título original de la obra: La spiritualité du Moyen Age occidental
(VIJl•.XJJ• siecles)
Traducción: Paulino !radie!
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN .. . .. .. . .. .............. ............................ .............. ..... 9
CAPÍTULO 1
GÉNESIS DE LA ESPIRITUALIDAD MEDIEVAL (SIGLO VIII-INI-
CIO DEL SIGLO X)................................................................ 13
l. Retorno al Antiguo Testamento ................................... 14
2. U na civilización de la liturgia .. . . .. .. . .. .. .. . .. . . .. . . . .. .. . .. .. . . . .. 17
3. El morali&mo carolingio ............................................ .. . 20
4. Religiosidad popular y espiritualidad cristiana ............. 24
CAPÍTULO 11
LA EDAD MONÁSTICA Y FEUDAL (FINES DEL SIGLO X-SIGLO XI) 32
l. La espiritualidad monástica . . .. .. .. .. . . .. .. . . . .. ... . .. . .. . . .. .. . .. .. . 36
a) Plegaria y liturgia: el ejemplo de Cluny ................... 36
b) Vida e:vangélica y desprecio del mundo ................... 40
Resetvados todos los derechos. De conformidad con lo dispuesto
en el art. 534-bis del Código Penal vigente, podrán ser castigados 2. La influencia de la espiritualidad monástica .. . .. .. . .. .. . .. . . 46
con penas de multa y privación de libertad quienes reprodujeren a) Vida profana y vida religiosa :.................................. 46
o plagiaren, en todo o en parte, una obra literaria, artística
b) El combate espiritual ............................................... 51
o científica fijada en cualquier tipo de soporte
e) Dios presente en la historia...................................... 55
sin la preceptiva autorización.
3. De la reforma a la cruzada: hacia una espiritualidad de
la acción ............ ... ..................... ................................... 57
© Presses U niversitaires de F rance CAPÍTULO III
Ediciones Cátedra, S. A., 1995
Juan Ignacio Luca de Tena, 15. 28027 Madrid LA RELIGIÓN DE LOS NUEVOS TIEMPOS (FINES DEL SIGLO XI-
Depósito legal: M. 29.651-1995 PRINCIPIOS DEL XIII) ..................... ............. ........ ....... ....... 65
ISBN: 84-376-0508-3 l. Nuevas condiciones de la vida espiritual ...................... 65
Printed in Spain
2. El retorno a las fuentes: vida apostólica y vida evan-
Impreso en Gráficas Rogar, S. A.
gélica ............................................................................... 70
Fuenlabrada (Madrid)
1 '" t, unsformaciones de la vida religiosa ..................... 75
n) El cremitismo ........................................................... 77
h) La vida canónica ..................................................... 81
e) El nuevo monacato . .. . . .. .. . .. . .. .. . ... . .. . .. . .. .. . . .. .. . .. .. ... .. . . 85
4. Los laicos en busca de una espiritualidad ... ...... ........ .. . . 89
a) Despertar del pueblo cristiano: cruzadas, movi-
mientos evangélicos, herejías ························'-·········· 89
b) Los laicos en la vida religiosa .................................. 114
CAPÍTULOI V
EL HOMBREM EDIEVALA LA BÚSQUEDAD E DIOS. FORMAS
Y CONTENIDOD E LA EXPERIENCIAR ELIGIOSA.. ............... 121
l. Peregrinación, culto de las reliquias y milagros ............ 121 Introducción
2. Arte y espiritualidad ..................................................... 125
3. Una conquista: la vida interior ..................................... 128
4. En los orígenes de la mística occidental ....................... 131 ¿Qué es la espiritualidad? Al iniciar este estudio, debemos definir
lo más claramente posible una noción que, según las épocas y los au
CONCLUSIÓN.. ......................................................................... 136 tores, posee acepciones muy diferentes. La Edad Media no advirtió
esta problemática y se limitó a una distinción entre doctrina, es de
BIBLIOGRAFÍA.. ....................................................................... 143 cir la fe bajo su aspecto dogmático y normativo, y disciplina, es de
cir, la actuación de la fe, generalmente en el ámbito de una regla re
ligiosa. El término spiritualitas, que se encuentra a veces en los tex
tos filosóficos a partir del siglo XII, no tiene un contenido específi
camente religioso: indica más bien la cualidad de lo que es espiri
tual, de lo que es independiente de la materia. En realidad, el con
cepto de espiritualidad es relativamente moderno y es utilizado so
lamente a partir del siglo XIX. En la mayor parte de los autores in
dica la dimensión religiosa de la vida interior y sobreentiende una
ciencia de la ascesis que, a través de la mística, conduce a la instau
ración de relaciones personales con Dios. Cuando esta experiencia,
después de haber recibido una formulación sistemática, es transmi
tida por un maestro a sus discípulos mediante la enseñanza o por
medio de textos escritos, entonces se habla de corrientes espirituales
o de escuelas de espiritualidad. Así se distingue tradicionalmente en
tre espiritualidad franciscana, ignaciana, etc.
No hemos creído oportuno atenernos a esta definición que, por
cuanto concierne a épocas anteriores al siglo XIII, no es a nuestro
entender excesivamente significativa. Lo hubiéramos hecho si nece
sitáramos limitar nuestra investigación a un grupo numéricamente
muy reducido y coincidente más o menos con la élite de los religio
sos. En efecto(sólo en la paz de los claustros -al menos en algunos
de ellos, porque no todos eran lugares de meditación y de recogi
miento por excelencia- pudo desarrollarse, entre el siglo VIII y
el XII, una intensa vida espiritual, fundada en la búsqueda de la con-
9
1 1111111l1l lll , 11111 •• 11111111h•Nt1111111 1cdiantet ratados ascéticos y co- controversias entre los especialistas 1, a un nivel muy general, sin em
111111111H ltllllh 1111 111 tO 111h istoria de la espiritualidad no puede re- bargo, permanece todavía válido. En el curso de esta obra tendre
1111111 1 11 1111 111v 11111110 y u un análisis de aquellas obras en las que mos ocasión de constatar, como han hecho otros historiadores para
~1 11111111•1(11 11e xperiencia interior de los monjesQunto a la espiri- épocas diferentes,~ómo las personas humildes han integrado en su
11111l1d11dc xpllcita de los clérigos y de los religiosos, expresada a tra experiencia religiosa, tanto personal como colectiva, algunos elemen
v61,t ic sus escritos, existe a nuestro entender otra.que, si bien ha de tos originarios de la religión que se les había enseñado y otros que
jado pocas huellas en los textos,Gnanifiesta su realidad a través de les proporcionaba la mentalidad común de su ambiente y de su tiem
otros modos de expresión: gestos, cantos, representaciones iconográ po, caracterizada algunas veces por representaciones y creencias ex
ficas, etc. En esta perspectiva, la espiritualidad no es ya considerada trañas al cristianism<i)Por otra parte, incapaces de proceder a la abs
como un sistema que codifica las reglas de la vida interior, sino como tracción(fos laicos han tendido a transponer en un registro emotivo
-Vun conjunto de relaciones entre algunos aspectos del misterio cris los misterios fundamentales de la fe. ¿Es necesario, por tanto, con
tiano, valorizados concretamente en una determinada época, y algu cluir que la religión popular no es más que un conjunto incoherente
nas prácticas (ritos, plegarias, devociones), privilegiadas a su vez res de prácticas y de devociones? No lo creemos así. Los analfabetos,
pecto a otras prácticas posibles en el seno de la vida cristiana] La que fueron la inmensa mayoría de los fieles entre el siglo VIII y
Sacrada Escritura transmite, en realidad, tantos elementos diversos el XII, tuvieron una concepción de Dios y de la relación entre hom
que cada civilización está obligada a realizar elecciones en función bre y divinidad que merece, sin duda, el apelativ9 de espiritualidad)
de su nivel de cultura y de sus necesidades específicas. Ciertamente, Más que por las doctrinas y por las escuelas espirituales, que han
estas variaciones se sitúan siempre en el ámbito de determinados lí sid_oy a objeto de estudios en profundidad 2, nos interesaremos por
mites, impuestos por algunos elementos fundamentales de la Reve el impacto que haya podido tener el mensaje cristiano en el espíritu
lación y por la Tradición, que no es posible sobrepasar sin riesgo de y en el comportamiento de la mayor parte de los individuos. Es de
caer en la herejía. No obstante, en la Edad Media, época en que la cir, nos esforzaremos por hacer descender la historia de la espiritua
cohesión dogmática no estaba todavía bien asegurada en todos los lidad de la cúspide en que se ha situado frecuentemente para inser
campos y donde un profundo abismo separaba la élite letrada de las tarla en la historia social y cultural del Occidente medieval.
masas incultas, incluso en el seno de la ortodoxia,Ólabía lugar para
diversas maneras de interpretar y vivir el mensaje cristiano, es decir,
había lugar para diferentes espiritualidades
Nuestro objetivo es tratar de reconstruir la historia de su forma
ción, de su coexistencia, a veces difícil, de su sucesión en el tiempo.
Las exigencias de una presentación histórica de estos fenómenos re
ligiosos nos conducirán necesariamente a poner el acento sobre las
mutaciones. No podremos olvidar que!fá. aparición de una espiritua
lidad nueva raramente lleva consigo la desaparición de aquella que
le ha precedido)el desarrollo de Citeaux no impidió a Cluny conti
nuar su propio camino. Simplemente lo relegó a un segundo plano.
Esta definición de(ía" espiritualidad, como unidad dinámica del
contenido de una fe y-el modo en que ésta es vivida por hombres
históricamente determinados, nos llevará a conceder un amplió es
pacio a los laicos? No ciertamente con la intención de satisfacer una
moda o de minimizar a priori el papel y la influencia de los clérigos.
Pero, puesto que la atención ha estado centrada, hasta una época
bien reciente y de manera casi exclusiva, en estos últimos, nos ha pa
1 Cfr. los primeros resultados de la encuesta sobre «las espiritualidades popula
recido necesario, conforme al rigor y a la objetividad histórica,¿j,o
res», en la Revue d 'Histoire de la Spiritualité, 49 (I 973), págs. 493-504.
ner de relieve la originalidad de la espiritualidad popular)Aunque 2 Particularmente en la obra fundamental de J. Leclercq, F. Vanderbroucke y
este concepto no esté desprovisto de ambigüedad y suscite todavía L. Bouyer, La Spirilua/ité du Moyen Age, París, 1961.
10 11
CAPÍTULO PRIMERO
Génesis de la espiritualidad medieval
(Siglo VIII-inicio del siglo X)
En lo que concierne a la vida espiritu_al es difícil decir cuándo
acaba la Antigüedad y cuándo comienza la Edad Media, más difícil
incluso que en lo referente a la historia política o económica. Mu
chos elementos, sin embargo, dan a entender que el paso de un tipo
de religiosidad a otro ha sido bastante tardío. Al menos en un pri
mer momento, la herencia cultural del cristianismo fue recogida en
sus puntos esenciales por los reinos bárbaros que se construyeron so
bre las ruinas del Imperio Romano y que a veces, como sucedió en
la España visigoda, incluso llegaron a enriquecerla. Por otra parte,
el desarrollo del monacato, considerado frecuentemente como un fe
nómeno propiamente medieval, se inscribe de hecho en el continuis
mo de las corrientes ascéticas del siglo IV, de las que San Martín ha
bía logrado realizar una síntesis de vida en la Galia. Por lo demás,
¿no es normal que en la historia de una religión, en la cual el perio
do de los orígenes constituía el punto de referencia obligatorio a la
norma ideal, la continuidad hay"a prevalecido tan largo tiempo so
bre el cambio?
Algunas otras razones nos han inducido a situar en los inicios
del siglo VÜI el punto de partida de este estudio sobre la espiritua
lidad medieval. Para poder hablar de vida espiritual es necesario que
haya previamente no sólo una adhesión formal a un cuerpo de doc
trinas, sino también una impregnación por parte de los individuos y
de las sociedades de las creencias religiosas que profesan, lo que no
puede tener lugar más que en el tiempo. Ahora bien, excluyendo la
cuenca mediterránea, en la mayor parte del mundo rural occidental
la conversión de las poblaciones a la fe cristiana tuvo lugar tan sólo
en torno al año 700. E incluso ha sido todavía más tardía en algunas
13
regiones de Germania, donde el paganismo sobrevivió hasta la épo
cisiones del concilio de Ver referentes a los deberes dominicales y a
c~ de Carl?magno. En_c ?,nclusió~ puede afirmar que el cristia la prohibición de trabajar en este día. Lo mismo sucedió respecto_a l
msmo llego a ser la rehg¡on de Occidente solamente a partir del si- pago del diezmo al clero, convertido en obligatorio por los C~rolm
~ W9. .
gios. En contrapartida, la Iglesia oraba por el rey, le proporci~maba
éEñ el siglo VIII, Occidente conoció las primeras tentativas de una parte de los cuadros de su administración y contribuía a asegu
?onst~ucción de una sociedad cristiana. Los soberanos carolingios, rar la lealtad de sus súbditos sacralizando el juramento que, desde
mvestl~os de un poder sobrenatural en virtud de su consagración, Carlomagno, constituyó la base de las instituciones políticaj
s~ consideraron responsables de la salvación de su pueblo y preten
Los historiadores han subrayado con frecuencia sólo los aspec
dieron gobe~nar tant? 1~ ~glesia como la sociedad Iaic~ Carlomag tos más espectaculares de esta adecuación de la cristiandad de la alta
no, que llevo estos prmcip10s hasta sus consecuencias más extremas
Edad Media al antiguo Israel: Carlomagno calíficado como «Davi?»
aparecía a los ojos de sus contemporáneos como un «nuevo Cons~ o «nuevo Josías» o bien la unción conferida por manos de los obis
tantino», restau~ador del imper!o ~ristiano. Pero en este punto, como pos a los reyes de Occidente -Wamba en_T oledo en 672, Pipino
en otros, los artífices del renacimiento carolingio, aun esforzándose en 751, Egfrido en Inglaterra en 787- que hizo de ellos los sucesores
por retor~ar a la tradici~n, no pudieron menos que innovar en ma de Saul y Salomón. Pero la influencia del Antiguo Testamento mar
n~ra conside~~ble, tan diferente era ya el mundo en el que ellos vi có más profundamente las mentalidades religiosas y la vida espiri
vian. Su ac~10n, que trataba de restablecer la religión cristiana en tual'· En la época carolingia, el cristianismo se redujo a prácticas ex
todo su antiguo esplendor, condujo finalmente a hacer prevalecer
teriores y a la obediencia de algunos pre~eptos. El Evangelio, toman
~na espir!tualidad muy alejada de aquella de los Padres de la Igle do las palabras de San P~blo, hab_íal iberado_~ l hombre de 1~e _scla
sia. Conviene, pues, pasar a estudiar las características de esta espi- vitud de la Ley. Pero este ideal de libertad espmtual era todav1a mac
ritualidad. •
cesible a los pueblos bárbaros cuya instalación en las ruinas del Im
perio Romano constituyó, según la expresión de Focillon, «una
irrupción de la prehistoria en la historia».O.,a fe cristiana, en ?on
l. RETORNO AL ANTIGUO TESTAMENTO
tacto con estos pueblos y a medida que penetraba en profundidad
en el mundo rural, corría el riesg? de degradarse a práctica~ supers
En cada etapa de la vida de la Iglesia, los cristianos han realiza
ticiosas. En esta perspectiva, obhgar al pueblo de los bautizados a
do diversas opciones en el conjunto de la amplia herencia bíblica y vivir de nuevo bajo la Ley, restableciendo las observancias vétero
han mo~trado ~na especial predilecci?n ~or episodios o figuras que
testamentarias, puede parecer paradójicamente un progreso es-
r~s~~ndian meJo_rq, ue otras a sus aspiraciones(J,a alt~ Edad Media
piritual) . .
smt10 una atracc10n particular por el Antiguo Testamento, más acor
A decir verdad este proceso se había manifestado ya dos siglos
de que el Nuevo con la situación de la sociedad y con la evolución
antes en las comu~idades cristianas célticas donde la Iglesia había
de las mentalidades)No es ciertamente una casualidad que en uno
preconizado una imitación literal de las i;11stitu~ionesy de l~s dispo
de los raros mosaicos de la época que han llegado hasta ~osotros
siciones legales del Antiguo Testamento, impomendo a los fieles una
-el de Germigny-des-Prés- Dios está representado bajo la forma
respetu~sa sumisión al clero y la obediencia de é~te ~ sus propios ~u
del Arca de la Alianza. En un Occidente superficialmente cristiani
periores jerárquic?s(Bajo influencia ?e los monJes irl~nd_eses,s e 1~
zado, que un poder centralizador trataba de unificar con el apoyo
trodujeron postenormente en el contmente muchas practicas de on
d~l cle_ro,l a J_erusalén de los reyes y de los sumos sacerdotes no po
gen judaizante como, por ejempl?, la asim~lación del domingo ~
~ia deJar de eJe~cer una atracción especial en los espíritus. Al mismo
Sabbat y la obligación legal del diezmo. El impacto de la Ley anti
tiempo, la Iglesia de la época, buscando la realización de la Ciudad
gua fue particularmente importante en el terreno de la mor~~ sex_ual
de Dios en la tierra, parece deseosa sobre todo por encarnarse y es
donde fueron puestos en vigor numerosos preceptos del Levitlco: im
tablecerse en el mun~o[En la consecució_nd e este objetivo encontró
pureza de la mujer que había dado a luz, excluid~ por tanto de la
el apoyo del poder laico;)Ios soberanos dieron fuerza de ley a los de
Iglesia hasta la ceremonia de la purificación, abstención de relacio-
cretos eclesiásticos que, en época precedente y faltos de un brazo se
cular para haceJic?s aplicar, ?º.n f~ecuencia, resultaban letra muerta.
De esta manera~h el 755, Pipmo mcorporo en una capitular las de- ' Y. M. Congar, «Deux facteurs de sacralisation de la vie sociale au Moyen Age
(en Occident)», Concilium, 47 (1969), págs. 53-63.
14
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n~s co?-y~gales durante ciertos períodos del año litúrgico, severas pe ticar en el ámbito de su p~rroquia-, los carolingios contribuyeron
mtencias 1mpue~t~sp or las poluciones nocturnas;etc. La mayor par a aumentar la cohesión de este cuerpo. Por otra parte, este clero se
te de esta_sp roh1b1c10nesy de estas sanciones permanecerá en vigor dentario y jerarquizado fue dotado d~ privilegios jurídicos. ¿No _re
hasta el siglo XIII. Hasta este punto influyeron en la conciencia mo presentaban las mismas igiesi~s espac10s ~agrados en los q1:1ep_o dian
ral de los hombres de la Edad Media.
beneficiarse del derecho de asilo, reconocido por las leyes c1v1lesd es
Ú;n la época carolingia, la práctica religiosa representa más una
de el siglo vn, todos aquellos que se refugian en ell~s? El_c lero que
obligación de orden social que la expresión de una adhesión inte
realiza el servicio religioso goza, por su J?ªr!e, _de~p nv~leg10 de f~ro,
rio~i algunos clérigos, como Alcuino en el momento de la cristia que sustrae sus personas y sus bienes a iaJunsd1cc10n laica, y del diez
nizaci<'.>fno rzada de los Sajones, reafirmaron la doctrina tradicional mo que asegura su mantenimiento y el de los pobres]
de la libertad del acto de fe, los laicos, y Carlomagno el primero de
ellos, n? tuvieron nin~úr:1e scrúpulo en poner en práctica, de la ma
ne~a mas brutal, la maxima Compelle intrare~ llega, de hecho, a
2. UNA CIVILIZACIÓN DE LA LITURGIA
la idea de que todos los súbditos del emperador cristiano con ex
cepción del re~ucido grupo de ~osj udíos, por el simple hecho de que Esta evolución se comprende mejor si tenemos en cue_nt(f~ im
estaban sometidos a su autondad, debían adorar al mismo Dios:)
portancia que asume la función d~l culto en e~ se?o del ?nst1an_1s~o
(Esta concepción administrativa de la religión no justifica sólamente durante Ja alta Edad Media. La epoca carolmg1a ha sido_d efm1da
las c~~ver~i?nes forzadas sino que también legitima el empleo de la como «civilización de la liturgial'>>.L a fórmula es exacta _s1c on e~Io
coer?,10n f1S1cap or pa~te de los laicos para reprimir los cismas y las se entiende que/fa religión se identifica con el culto ?frec1do a ~10s
hereJias. L~ fe es con~1de:~da ante todo como un patrimonio que el por los sacerdotes que son los ministros. Los_f ieles tienen la obliga
soberano tiene la obligac1on de preservar y de transmitir en su inte
ción moral y legal de asistir. El monaca~o mismo_n o escap~ a ~s~as
gridad. Así, se puede ver a Carlomagno reunir y presidir concilios características: bajo la influencia de Bemto de ~mano, la vida l_1tur
c?n el fin de decidir sobre algunos puntos doctrinale'S\_c omo, por gica ocupa un espacio cada vez m~yor en 1:1v ida de los m?nJes a
eJempl?, ~a procesión del Espíritu Santo y el culto de 1-.(sim ágenes, expensas de las actividades apostóhcas)tan importantes en tiempos
o mult1plic_ar,e n la Admonitio genera/is del año 789, prescripciones
de San Colombano y San Bonifacio. , . . .
Y ~xhortac10nes referentes a la vida religiosa de los clérigos y de los Conviene ver, por tanto, lo que fue el espm;u d~ esta hturg1a.
laicos.
Fuera de los monasterios, parece claro que babia deJado de _ser la
En este clima espiritual en el que l~Iglesia se identificaba con el expresión comunitaría de un pueb!? en or:1ción para convertJrse, a
«pueblo de Dios» de la Biblia, la concepción misma del sacerdocio los ojos de los fieles, er{una colecc10n de ntos de los que esperaban
fue influenciada de manera determinante por el modelo de servicio sacar algún beneficio. El ritualismo es, en efecto, una de las carac
..,del ~~lt_om ~saico. El sacerdote carolingio, h~_~ia y de terísticas relevantes de la vida rel~gi~sa de est~ époc~ El _emperador
saer-ifici-oQ lli.Lqued e predic.a.c.!.QyD d e ~sJimemo, está bastante 2er ofrece algunos ejemplos cuando ms1s!e, e~ ?,1versos capi!ul~res, en
ca del levita. A los ~jo~ de los fieles, aparece como un especialista que los sacerdotes deben tener a su d1spcs1c1ont_e x~~s hturg~cos_c o
de lo sa?ro, que se d1s,tmgue de ellos por el conocimiento que tiene rrectos; y cuando les recomienda con insistencia v1g¡l~r la hmy1e~a
de los ntos y de las formulas eficaces. La evolución misma del sa de los vasos sagrados: el respeto escrupuloso de los ntos era md1s
cramento del Orden traduce esta tendencia a distinguir los ministros pensable, según él para que el culto ~ivino pro?uj~r:a todos sus efec
del culto':-iConferido en otro tiempo mediante la simple imposición tos salutíferos de los que se beneficiaban los md1v1d~os Y la c?iec
de las ma1nos,.a hora se acompaña con la unción, que hace del sa tividad entera. Una vez más, se incrementa la influencia del Antiguo
cerdote el ungido del Señor en conformidad con el ritual descrito en Testamento:~os sacramenta:ios _dels igl~ VIII se enriquecen ~on nue
el Libro de los Números (111,3 ). Los carolingios favorecieron la ten vos tipos de celebraciones mspuadas dJrec:,amente e~ el -~ibro del
dencia del clero_a constituir una casta sacerdotal, separ~a del resto Éxodo como, por ejemplo, las que acampanan la ded1cac10_nd e las
del pueblo en Vlftud de sus funciones y de su estatuto. ~on la cons iglesias, suntuoso ritual caracterizado por numerosas aspers10nes de
ti!~ció_n de la mo_narquía episcopal -un obispo residente en cada
d_10ces1~u~, arzobispo ~etropolitano en cada provincia- y de la igle
sia terntonal -es decir, la obligación impuesta a los fieles de prac- 2 E. Delaruelle, «La Gaule chrétienne a l'époque franque», Revue d 'histoire de
l 'Eglise de France, 38 ( I 952), págs. 64-72.
16
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agua bendita e incensaciones, o también los ritos de la consagra rival:)Por otra parte, los clérigos carolingios estaban fascinados por
ción real) Roma y su cultura, y todos sus esfuerzos en el plano literario ten
Incluso en la misa, la dimensión eclesial del sacrificio pasa a un dían a restaurar la verdadera latinidad y el uso de las formas clási
s~gundo plano.CE! individualismo es, por lo demás, uno de los prin cas. Puesto que, de todas formas, muy pocos laicos sabían leer, tra
cipales componentes del clima religioso de esta época: se manifiesta ducir la Vulgata en lengua vernácula o gern)~ica les habría pareci
en los sacerdotes, que comienzan a celebrar misas privadas sin asis do a la vez una empresa sacrílega e inútil. ~l resultado fue que el
tencia de los fieles y misas votivas por intenciones particulares. En conocimiento de la lengua del culto se convirtió en un privilegio ex
cuanto a los laicos, éstos dejan de jugar un papel activo en el culto clusivo del clero y que la liturgia se transformó en una nueva disci
desde el momento en s_ue éste se convierte en una prerrogativa de plina de arcano)
pe~s~nas especializada&JEl canto litúrgico asume un lugar cada vez CMás grave todavía -y cargada de consecuencias- fue la nueva
mas ~mportante en los oficios: a causa de su dificultad, sólo podía concepción del Sacrificio que comenzó a prevalecer en esta época)
ser eJecutado por cantores formados en las escuelas catedralicias o Como ha demostrado perfectamente J. A. Jungmann 4c[a misa caro
en los monasterios. La participación de los fieles en los oficios se lingia es menos una acción de gracias de los fieles que un don con
hizo todavía más difícil con la adopción del canto gregoriano o ro cedido a los hombres por Dios que desciende del cielo a la tierra.
mano que, bajo la influencia de Carlomagno, había introducido en El momento de esta llegada se situa durante el canon, recitado aho-
más de una región modos de expresión extraños a la liturgia local. ra en voz baja como para subrayar el aspecto misterioso de la trans
La evolución posterior del canto religioso le hizo asumir formas cada formación del pan y del vino. La evolución de los ritos concurre,
v~z más ~o~~licadas con la intr?ducción en el siglo x de la polifo por lo demás, a hacer perder de vista ll; relación que existe entre el
ma, al prmc1p10 a dos voces, particularmente en las abadías de Saint sacramento de la vida cotidiana~ partir del siglo VIII no se usa ya
Gall y de Saint-Amand. La misma disposición interna de las iglesias el pan fermentado para la comumón sino hostias blancas y redon
contribuía a favorecer la pasividad de los fieles: éstos permanecen das de pan ácimo, en tanto que el vino consagrado no se distribuye
de pie en la nave, separados del santuario por una verja y separados a los fieles más que en muy raras ocasiones. Ya no se corta el pan
del altaY"por los coros de clérigos que salmodian en la schola can y las ofrendas hechas por la asamblea se reducen a algunas mone
torum. (El celebrante les vuelve la espalda y se dirige-a Dios en su das. La comunión se recibe en la boca, y no en las manos como an
nombre) A partir del siglo VIII, el sacerdote, que hasta ahora había tes, por fieles arrodillados ante la balaustrada del altar. Algunos al
ofrecido el sacrificio eucarístico pronunciando las palabras: qui tibi tos prelados carolingios subrayaron ulteriormente esta preocupación~
offerunt hoc sacrificium laudis, siente la necesidad de añadir la fór por aj_iminar tQ..do1 9 que _podía_existir de concre_!o y de realista en
mula: ve/ pro quibus tibi offerimus(Esto pone de relieve el abismo el sacramento del altar. Amalaire, en particular, autor de un impor
que se había creado entre el clero y los fieles. «Presentes físicamente tante tratado litúrgico titulado De ecc/esiasticis officiis, ofrece una
~n un espectáculo a veces brillante, normalmente anodino, y del que interpretación simbólica de la misa. Según este autor, las fases su
ignoran casi totalmente el significado, los laicos no habituados a cesivas de la ceremonia, los ornamentos del celebrante, los instru
orar en privado, raramente convocados para orar 'en común, se abu mentos del culto reenvían, en virtud de sutiles analogías, a diversos
rre~ durante la misa a causa de su inexistente participació.10>. episodios bíblicos)$n esta perspectiva, el conjunto del Santo Sacri
. <-Elh echo de que el latín permanezca como la lengua de la litur ficio se convierte en una especie de alegoría conmemorativa de la
gia ha contribuido, al mismo tiempo, a convertir esta última en algo vida de Jesús. Y aunque las concepciones de Amalaire fueran con
extraño a los fieles') Puede parecer extraño que, incluso en regiones denadas por el sínodo de Quierzy del año 838, acabaron por impo
donde casi la totalfdad de la población no hablaba más que idiomas ner e y prevalecieron durante la mayor parte de la Edad Medial
germánicos, el uso de la lengua vulgar no haya logrado imponerse \J?urante las celebraciones eucarísticas, la recepción del cuerpo de
~ar~ culto como.suce~ió en la misma época en los países eslavos cris Cristo parece haber sido poco frecuente) En el siglo VIII, San Boni
tiamz~d.os Pº: ~izancio. Per~@s~r la única lengua escrita, y por tan facio recomendaba la comunión en las grandes ocasiones, es decir
to la umca utilizable por la liturgia, el latín gozó de un prestigio sin en las principales fiestas del ciclo litúrgico: Navidad, Pascuas y Pen
tecostés. Pero al mismo tiempo ponía en guardia a los fieles contra
, 3_ J. Chelini, «La pratique dominicale dans l'Eglise franque», Revue d'histoire de
l Eghse de France, 42 (1956), págs. 161-174. 4 J. A. Jungmann, Missarum Sollemia, París, 1964, t. I, págs. 106-126.
18 19
las comuniones sacrílegas. Este último consejo parece haber tenido
ña en vísperas de la conquista árabe. El ~ismo fenóm~no se _repro
mayores efectos que el primero. Cuando Ambrosio Autpert enume
dujo en el Imperio Carolingio desde el remado ~: Lms e~ Piadoso
ra los deberes de los laicos, habla del ayuno, de las mortificaciones
quien, por haber faltado a sus deberes co~ sus hIJOSy baJo ~a pr~
y de la limosna, pero n9-menciona la comunión. Y cuando, sin em
sión de los obispos y de los gr~ndes, deb10 ~omet~~ a ~en~ten{1a
bargo, esta tiene lugaf)-..pareces er casi más la ocasión de un contac
pública)n Saint-Médard de S01ssons, en el ano 83.)1.__ppnl ~c1p,,e.,,-de
to m_ágicoq ue un encuentro espiritual con lo divino: comulgar, para
hecho{Ís_)nte todo€zga,do por su conducta que debe const1tmr mo:
los fieles, ¿no era ante todo tomar en prenda una parte de esta di
delo para sus súbditos':_{)L a_Ig ~esia puede retir~r su ªP?~º al rey SI
vinidad misteriosa y terrible en nombre de la cual los santos reali
estima que su conducta es mdigna)Cuanto mas se debihta 1~ auto
zaban grandes milagros?. En el siglo XI todavía podrá observarse el
ridad de los soberanos carolingios, tanto más fueron adve~t1dos de
fenóm~no de campesinos que se apropian de hostias consagradas y
sus deberes por prelados como Hincmar, arzobispo de Re1ms, que
las entierran con la esperanza de aumentar la fertilidad de la tierra)
se ~stró particularmente exigente a este res_~ecto. , .
Tales prácticas, y otras similares que son mencionadas en los ritua
~sto que vale para el rey, se aplica tamb1en para los ~rmc1pe~ Y
les penitenciales de la época, explican indudablemente las reticen
los grandes que viven en su entorn_o. Para uso de esta a~ist?c~ac1a,
cias del clero y el escaso celo que manifiesta para hacer comulgar a
sus fieles. algunos clérigos redactaron en el s1~lo XI_ los Specula prmczpzs que
conceden un amplio espacio a las exigencias mo~al_es.E_n particular,
éstos ponen el acento en la importancia del cumphm1ento del ,de?er
de estado: los potentes son requeridos a poner su poder economico
3. EL MORALISMO CAROLINGIO
y militar al servico del ideal crist_iano y a emplearlo e~ favor d: la
Iglesia y de los débiles) Estos escnt~s parecen haber temdo u1:1ac ier
. ~in embargo,Gl redujéramos a un puro ritualismo toda la reli
ta resonancia, al merfos en el ambiente ~l que ~s!aban destm~~os.
g10s1dadd e la época carolingia, ofreceríamos una visión deformada.
Prueba de ello son algunos tratados de vida esp1~1tualy de edifica
Est~ fe, escasamen~e interiorizada, trataba de expresarse con otros ción escritos por los mismos nobles como, por eJemplo, el Afa nuel
registros y, en particular, trataba~~ realizarse en las obra0E. De
redactado hacia el año 843 por Dhuoda, e~psa ?el marqu~s Ber
laruelle ha subrayado el valor pos1t1vo de este «moralismo carolin
nardo de Septimania, para su hijo rriayor6.~ta piadosa muJer pre
gio» qu~stimulaba a los individuos a tomar conciencia de las exi
senta la vida cristiana como una lucha que comporta esfuerzos_c ~m
?enc~as étic~s del cristianismo incorporando, particularmente en el
tinuos: al término dt;,l.a rgos y peligrosos combates ~?ntra l?s v1c10s,
amb1to político por medio de la ideología imperial los conceptos de
justicia y de virt~,13: . ' el alma asciende los quince peldaños de la perfecc10n y tnunfa del
mal mediante la penitencia, la plegar~a y _l~l imo~na. Para los pode
El rey merovmg10 era, en realidad, un déspota que obtenía su po
rosos, esta última representa una obhgac10n estncta. En contrapar
der de 1~ ~angre. S~ arbitrariedad estaba limitada solamente por la
tida, les asegura el reconocimiento de los pobres que deben rogar a
. guerra 2-Y1l,e l asesmato o el temor supersticioso de Dios y de sus
Dios por sus benefactores\ .
/ sant~s. "2.1so bera~o carolingio, en razón del puesto que ocupa en la
Sin embargo, tratadosá.e esta clase no podían respo?der al mv:l
Iglesia y en 1~_ sociedad, aparece como un verdadero pastor que tie
religioso de la sociedad en su conjunto. La gran ma~ona ~e _losl ai
ne responsabilidad sobre las almas. Esta concepción nueva de la fun
cos se preocupaba poco por esta lite,r~tura que plagiaba cod~~os.d e
c~ón real es ~o!1secuencia de la consagración. Esta confiere al prín
vida espiritual compuestos por los clengos. E~to lo co~prend10 bien
c_1pue n prest~~IO~ e orden sobrenatural, pero los ?~os que le con
uno de los mejores espíritus del tiempo, el ob1~po_Jo na_sd e Orieans,
fieren la unc10n tienen ahora un dominio sobre &__E_ntrela realeza
autor de una obra titulada De institutione lazcalz (hacia 83~), en la
«consagrada» y la concepción ministerial del poder laico, según la
cual se esforzaba por ofrecer a los simples fieles, y en particular a
cual el soberano tiene como misión poner al servicio de la Iglesia las f:~
los esposos, una enseñanza adaptada a su est~d_o. ella se enc_uen
e~t~ucturas de,1E sta~o, no hay más que un paso. Los últimos reyes
tran interesantes puntos de vista sobre la santif1cac10n del matnmo-
v1s1godosh abian temdo ya una amarga experiencia de ello en Espa-
5 E. De!aruelle, «Jonas de Orleans et le moralisme carolingien», Bulletin de Lit 6 Dhuoda, Manuel pour monfils. Introducci~n, texto crític?: notas P?r P. Ri
térature ecclésiastique, 55 (1954), págs. 129-143. ché, traducción de B. de Vregille-C. Mondésert. SJ (Sources chret1ennes num. 225),
París, 1975.
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nio, sobre la 111011l1 t11 t1v1111y1 s1oI bre el ministerio pastoral propio ción, cuyo montante era fijad? por ~n trib~~al_ a títul? de repara
de los t·11tw,1l1ll ' l111111h11 111 011ginalidad de este tratado reside más ción por la sangre vertida. La Jerarqma ecles1ast1cat rato de oponer
c11 s11No h11t 1v11q~,1 1 l'II su contenido., Jonás de Orleans ha tratado se a esta transformación del sacramento y de restablecer en todo _su
1111•• ,t11hh1 11 11,~h u,ci. de un ordo lttícorum, es decir, de una forma rigor las reglas antiguas. Pero sólame~te. logró, en la época caroh~
d vhl111 11Nlltll lll pura uso de los fieles comparable a la que la Iglesia gia, diferenciar el caso de las faltas pubhc~s, para las cuales se exi
~ 1 I p111fr1 civil trataban de imponer al clero. Desde finales del si gía una penitencia pública, de las faltas pnv_adas, para las cua~es se
¡¡11v11 11, en efecto, este último era invitado a convertirse en un ardo ad~-tía la _penitencia_ privada según el sistema de _las ~a~ifas"'
m11<1111c11.1s·i guiendo la regla de San Chrodegango (+ 766). Obligan El éxito)lue obtuvieron estas nuevas formas se ex hca factlmenl
do a los clérigos a practicar la vida en común, ésta implicaba la asis te: ós fieles, que YiYíanm ~l_y rezab.aD-poco)estaba~r~mados p~r
tencia asidua a los oficios y la práctica de la continencia. De igual un sentimiento de culpabilidad del que no confiaban librarse mas
modo/fos carolingios se habían esforzado por reformar el monacato que a la hora de la muert~P~1; tanto, acogieron con alegría lafo
imponrendo la estabilidad a los religiosos y uniformando las obser sibilidad de obtener la absó1uc10n cada vez que lo desearan median
vancias en el seno de un ordo monasticus regido por la regla de San te la confesión y l_ar el~tiva penitencia de sus culpas.~-~s ex:iasp _re
Benito. La idea de extender a los laicos el beneficio de un estilo de vistas por los pemtenc1ales eran, con todo, muy severa ab~an sido
vida regulado, si no reg.Jl±ar,e ra original, pero sin duda demasiado fijadas por los monjes celtas en func!ón de u~ ~uebl o av1a paga
avanzado para la époc~i la iglesia logró, por una parte, que el po no al que trataban de imponer!~ un 1d~al ascetico. Por ello, los cas
der prohibiera el divorcio y el incesto, fracasó, sin embargo, en sus tigos comportaban un numer?. 1m~res1on~nte de meses, cuando no
esfuerzos por moralizar la vida sexual de los laicos y no pudo poner de años, de ayuno y de mo~t1f1cac1onesd 1vers~~ pesar de 1~ d~
término a los raptos y al concubinato. En definitiva, el moralismo puración de que fueron obJeto estos textos en-'Yíre poca_ car~lmg1a
carolingio tuvo efectos positivos en el plano espiritual en la medida -de la que es un buen testimonio , por ejemplo, el pem!enc1al del
en que valorizó las exigencias éticas de la fe cristiana y la necesidad obispo de Cambrai Halitgario-, estas penas er_ant odavia severas,
de traducirlas en los comportamientos:") demasiado severas para un hombre solo. De aqm arranca la cos~um
(La misma preocupación fundametr<al inspiró las transformacio bre bastante frecuente desde el siglo vm, del rescate de las pen~ten
ne's-del sacramento de la penitencia. A partir del siglo VII, algunos cia; canónicas mediante obras suosmutorias más fáciles de realizar,
monjes irlandeses y «escotos» habían difundido en el continente el e incluso, a finales del siglo IX, mediant~~P-ª&º- de _mult~ o dona
sistema de la Renitencia tarifada que creaba una ruptura con la dis ciones en metálico, hecho que fue admitido por p_nmera vez en el
ciplina antigu~~n los primeros siglos del cristianismo, en realidad, sínodo de Tribur del año 895:')Limitado en un pnmer momento a
el procedimieñtopenitencial era público y comunitario: al inicio de algunas culpas, este uso no ta~d"óe n extender~e después a to~!ls. Evo
la Cuaresma, el penitente debía presentarse al obispo para ser re lución significativa en la medida en que@_lphcaba una presi~n-~ons
conciliado en presencia de la asamblea eclesial el Jueves Santo, al tante de los laicos sobre el clero con el fin de obtener la remision de
término de solemnes y complejas ceremonias. Por otra parte, no pu los pecados con menor pena)_ . , . .
diendo acceder a la penitencia más que una sola vez en la vida, el A pesar del carácter matenahsta de est_asp racticas ~a nue~a_d1s-
pecador quedaba sometido hasta su muerte a numerosos entredi ciplina penitencial tuvo como consecuencia eleva~ el mvel rehgi~so
chos, que le excluían en particular de la vida conyugal y social. En de los fieles. Los penitenciales difundieron en Occidente un~ clasifi
la nueva disciplina, en cambio, el sacramento era repetible tantas ve cación de los pecados que favoreció un afina~ent? ~e la vida ~o
ces cuantas los fieles lo juzgaran necesario. Para ello era suficiente ral: por primera vez, junto a los tres P:cad_os 1rremis~b!e~a los OJOS
dirigirse a un simple sacerdote e incluso, en caso de necesidad, a un de la Iglesia primitiva -4dolatría, formca~ió~ y hon:uc~~- ap~e
laico. El pecado era perdonado tras el cumplimiento de las penas im cieron los ocho pecado~apitales: gula, luJuna, av_anac1__a1, ra,t nste
puestas por el confesor según una tarifa indicada en los libros de za, acedia (pesimismo, disgusto), jactancia, soberbi~. Asistim~ ad~
nominados penitencialgs. Todo el procedimiento permanecía secreto más a la manifesta~ión d~n concepto bastp_nte--§impled e la pem
y puramente privado y a Iglesia intervenía sólamente mediante la tencia, basado en el>viej0'2receptq) médico: (c.ontraria contrariis sa-
persona del sacerdote Estos nuevos usos estaban particularmente
bien adaptados a unos espíritus familiarizados desde hacía tiempo 1 c. Vogel, Le pécheur et la pénitence au Mayen Age, París, 1966, particular
con la idea de una compensación: el wergeld o multa de composi- mente las págs. 15-27.
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