Table Of ContentLa comunicación del evangelio en el
mundo actual
CONTENIDO
CAPITULO I: LA COMUNICACIÓN DEL EVANGELIO HOY
a) Comunicación kerigmática
b) La comunicación por medio de la koinonía
c) La comunicación por la diaconía
CAPITULO II: EL HOMBRE COMO IMAGEN DE DIOS
1. Definición de la imagen de Dios
2. La imagen de Dios en el creyente
3. La imagen de Dios en los no creyentes
4. La imagen de Dios y la evangelización
5. La imagen de Dios y la vocación evangelizadora
6. La posibilidad de completar la imagen
CAPITULO III: ACTITUD, MÉTODO Y OBJETIVOS DE LA EVANGELIZACIÓN REALIZADA
POR JESÚS
I. La actitud de Jesús hacia el pecador y la nuestra
a) El amor en Jesús
b) La humildad en Jesús
c) El respeto de Jesús para con las personas a ser evangelizadas
d) Nuestra actitud como evangelistas
II. Nuestros métodos de evangelización y el de Jesús
a) Nuestros métodos de evangelización
b) La metodología evangelizadora de Jesús
1. Cómo Jesús evangeliza a sus discípulos
2. Evangelización tensora en San Juan
3. Evangelización tensora en los Evangelios Sinópticos
a. Jesús evangeliza a un ahogado
b. Jesús evangeliza a los fariseos
c. Otras entrevistas evangelizadoras
III. Los objetivos de la evangelización
1. El desafío a marchar hacia el completamiento de la condición humana en Jesucristo
2. La liberación del pecado y de la muerte
CAPÍTULO IV: BUENAS NUEVAS A LOS POBRES
1. Los pobres… ¿quiénes son?
2. Los pobres y los ricos en el Antiguo Testamento
3. Pobres y ricos en las enseñanzas de Jesús
4. Los ricos, los pobres y la evangelización
CAPÍTULO V: LA EVANGELIZACIÓN Y EL REINO DE DIOS
I. Jesús predica el Reino de Dios
1. La predicación expositiva de Jesús
2. Jesús comienza donde la gente está
3. La relación del reino con la Iglesia en la predicación de Jesús
II. La predicación del reino en la historia de la Iglesia
1. Una visión panorámica
III. Una interpretación de la historia de la predicación del reino
IV. ¿Predicamos el Reino o qué?
CAPÍTULO VI: TENDENCIAS EVANGELÍSTICAS ACTUALES
1. Los neo–fariseos
2. El neo-gnosticismo
3. La tendencia evangélica
4. La hora de la síntesis
CAPÍTULO VII: LA CRUZ EN LA EVANGELIZACIÓN
1. ¿Qué significa negarse a sí mismo?
2. ¿Qué significa tomar la cruz?
3. La cruz y la división en el siglo I
4. Un testimonio personal
CAPÍTULO VIII: El PROCESO EVOLUTIVO–INVOLUTIVO Y LA EVANGELIZACIÓN
1. La evangelización de los niños
2. La evangelización de adolescentes y jóvenes
A) Los adolescentes
B) Los jóvenes
1) Los problemas del joven
2) La subcultura hippie
3) La responsabilidad de los adultos
4) La religión hippie
5) ¿Cómo evangelizar a los jóvenes?
3. La evangelización de adultos y ancianos
A) Los adultos
B) Los ancianos
CAPÍTULO IX: LA EVANGELIZACIÓN TENSORA
l. Definición de la evangelización tensora
A) Como vivencia personal
B) Como metodología
II. Principios generales
A) Dos hipótesis fundamentales de trabajo
1. El hombre es imagen de Dios
2. El hombre es un ser pecador
B) Un conjunto de actitudes
C) Algunos principios generales
III. Objetivos
IV. Tipos de evangelización tensora
A) La evangelización de persona a persona
B) La evangelización de persona a grupo
C) La evangelización de grupo a persona
D) Evangelización por la predicación
V. Entrenamiento del laicado para la evangelización
VI. Conclusiones
INTRODUCCIÓN
En esta obra tratamos de clarificar algunos aspectos de la tarea fundamental de la iglesia, la
comunicación del Evangelio en toda su integridad. Somos conscientes de que vivimos en una
etapa de la historia de la Iglesia que se caracteriza por la confusión. Confiamos en que estas
reflexiones, realizadas en el ámbito de la Iglesia y a partir de mi experiencia pastoral, sean de
utilidad a cada lector a fin de mejor cumplir la misión de comunicar a todos el Evangelio.
En el primer capítulo nos referimos a tres facetas de la comunicación del Evangelio: la
kerigmática, la que se expresa por la koinonía. y la que se manifiesta en diaconía. Analizamos
las dificultades que se presentan en la actualidad para lograr una efectiva comunicación verbal.
Es necesario que reconozcamos que vivimos en un mundo diferente y si bien el mensaje sigue
siendo el mismo, la forma de comunicarlo debe adecuarse a las nuevas situaciones en que se
encuentra el hombre de nuestro tiempo. Señalamos también como el contexto de la Iglesia afecta
sus actividades fundamentales para el logro de una evangelización efectiva. Víctima inconsciente
de la creciente secularización la Iglesia sufre dos grandes deficiencias: La falta de lectura
devocional de la Biblia y la falta de oración. Esta realidad explica la crisis que experimentan
algunas iglesias en el campo de la evangelización.
Teniendo en cuenta la necesidad de analizar profundamente y reflexionar en torno a la
revelación bíblica sobre la evangelización, dedicamos los capítulos II, III, IV y V a la búsqueda
de los fundamentos bíblicos de la evangelización poniendo de lado –hasta donde esto es posible–
todos los presupuestos que uno ha acumulado a lo largo de su experiencia confesional. Hemos
tratado de ser objetivos en la exégesis y en la hermenéutica para dejar hablar a la Palabra de Dios.
Consideramos que la doctrina cristiana del hombre como imagen de Dios es el fundamento y
la finalidad de la evangelización. El primer Adán al caer en el pecado propicia el deterioro de la
1
imagen. El segundo Adán, que como el primero es imagen y semejanza de Dios, devuelve al
hombre la posibilidad de su completamiento por la restauración de la imagen según el paradigma
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que Dios nos ha dado en la persona de Jesucristo. Esta doctrina es el fundamento de la
evangelización porque toma como punto de partida la naturaleza humana, la realidad de que todo
ser humano siente el vacío existencial que produce la falta de completamiento creada por el
pecado. Esta doctrina es la finalidad de la evangelización porque el hombre no se ha de liberar
plenamente de ese vacío existencias hasta que Cristo sea formado en él (Gálatas 4:19). Luego
Jesús es el alfa y la omega de la evangelización, El es el que hace posible la liberación del pecado
1
II Cor. 4:4; Col. 1:15–19; 3:9–10; Hebr. 1:3.
2
Gálatas 4:19; Efesios 4:13–14.
y de la muerte que aprisiona la imagen y El es la meta –el punto omega como decía Teilhard de
Chardin– hacia el cual debemos todos dirigirnos. Debemos correr, en la arena de la existencia
humana, puestos los ojos en Jesús, autor y consumador de la fe (Hebreos 12:1–2).
En el segundo capítulo nos esforzamos por presentar los conceptos básicos de esta importante
doctrina. Tratamos de definir el concepto de imagen de Dios en el hombre y reflexionamos en
torno a su presencia en el creyente y también en los hombres que no creen. Posteriormente
resaltamos la relevancia de esta doctrina para la evangelización y, por último nos referimos a
elementos psicológicos que pueden inhibir la vocación evangelizadora, presente en todo aquel
que ha tenido una experiencia personal con Jesucristo. Es nuestra esperanza que estas reflexiones
despierten a algunos cristianos a la urgencia de comunicar el Evangelio teniendo en cuenta la
necesidad espiritual que hay en todo ser humano. En mi trabajo pastoral he encontrado personas
con una auténtica experiencia cristiana, pero bloqueadas por problemas emocionales e impedidas
de realizar la tarea evangelizadora que desearían cumplir. Presento un caso de liberación de esas
inhibiciones de la vocación a comunicar el Evangelio a otros.
Los capítulos III, IV y V se refieren al ministerio evangelizador de Jesús. Si somos sus
discípulos debemos seguir su ejemplo. Aunque reconocemos la realidad de que los tiempos han
cambiado, hay ciertos principios en la metodología evangelizadora de nuestro Señor que tienen
validez permanente. El capítulo III se refiere a la actitud, método y objetivos de la evangelización
personal realizada por Jesús. Es precisamente en el campo de la evangelización de persona a
persona donde tenemos mayor información en los Evangelios, tanto sobre la actitud, como sobre
el método y los objetivos. La evangelización personal fue muy utilizada por la iglesia primitiva
bajo la presión de las circunstancias. Parecería que la situación del hombre contemporáneo
sugiere la conveniencia de utilizar ese método, sin descuidar, claro está, la proclamación cúltica.
Hay en Jesús ciertas cualidades humanas que le permiten asumir actitudes que siguen siendo
válidas en los tiempos que corren –no solo para la evangelización personal sino también para
cualquier otro tipo de proclamación–, son ellas: El amor, la humildad del evangelizador y el
respeto por la persona que se trata de evangelizar. Justo esas cualidades y actitudes escasean en
nuestro tiempo. Hay quienes más bien odian al pecador, viven llenos de orgullo, menosprecian a
los que “no son del Señor” y se llaman a sí mismos “siervos del Señor”. Creo que es fundamental
tomar conciencia de la actitud de Jesús hacia el pecador a fin de poder imitarle.
Después nos dedicamos a analizar la metodología evangelizadora de Jesús. Especialmente
nos ocupamos de la evangelización personal a sus discípulos, seguimos paso a paso el proceso
que descubrimos en los Evangelios Sinópticos. Los discípulos comenzaron por aceptar una
invitación de Jesús: “Sígueme” o “venid en pos de mí”. Después Jesús les dio elementos para el
análisis y la reflexión. Cuando les tenía maduros para hacer una decisión les pregunta: ¿Quién
soy yo? Después de la confesión de Pedro: “Tú eres el Cristo”, Jesús les habla sobre la cruz por
primera vez. No solo es necesario que le descubran como Maestro, Señor y Mesías, también
deben aceptarle como Salvador. Después les explica que tendrán que negarse a sí mismos e
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inmediatamente les lleva al Monte de la Transformación para mostrarles, por medio de un
audiovisual, que ellos necesitan un cambio radical. Creo descubrir en Jesús lo que denomino
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Nos referimos al Monte de la Transformación porque solo Lucas habla de transfiguración, Mateo y Marcos
usan el verbo metamorfoo. Es decir señalan una metamorfosis, una transformación.
“evangelización tensora” que aparece en las múltiples entrevistas evangelizadoras de Jesús en los
cuatro Evangelios.
Al analizar los objetivos de la evangelización en Jesús llego a la conclusión de que el Señor
nos hace un desafío similar al que posteriormente hará San Pablo a marchar hacia el
completamiento de nuestra condición humana según el arquetipo que El nos presenta en su
persona.
El capítulo IV se refiere a uno de los aspectos descuidados durante mucho tiempo por la
mayor parte de la iglesia, me refiero a la pobreza como contexto de las comunidades cristianas en
América Latina. Tenemos en la Biblia dos campeones de la justicia social: Amós y Santiago. Uno
es un precursor de Jesús, el otro es su discípulo. La iglesia de hoy está dividida en lo que se
refiere al alcance de la responsabilidad social de los cristianos. Se ha producido una polarización
entre los que solo se ocupan de la salvación del alma y los que entienden que deben procurar la
justicia social para todos a través del cambio de las presentes estructuras de la sociedad. En este
capítulo pretendemos clarificar el tema ricos y pobres a lo largo de toda la Biblia y especialmente
en la predicación de Jesús. Creo que es muy importante que tengamos claridad en cuanto a todo
lo que Jesús enseñó, así como la forma en que El vivió.
El capítulo V se refiere a Jesús como predicador del Reino. No tenemos un sermón completo
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de nuestro Señor para analizarlo, pero no cabe duda de que el tema central de su predicación fue
el reino de Dios. Luego, para descubrir el método homilético de Jesús tenemos dos importante
medios de investigación:
1.– Su forma de evangelizar a los individuos, que presentamos en el capítulo III y 2.– Su
forma de encarar las enseñanzas sobre el reino de Dios.
En el capítulo VI nos ocupamos de las principales tendencias que descubrimos en la iglesia de
hoy con relación al alcance de la responsabilidad del cristiano. Utilizamos tres categorías:
neofariseos, neo–gnósticos y evangélicos para designar tres actitudes diferentes. Parecería que
estas actitudes se dan también en el mundo secular, aunque en otro contexto, pero nos limitamos,
en este capítulo, al análisis de la situación de la iglesia.
Terminamos este capítulo señalando la necesidad de un ministerio de reconciliación, pues ha
llegado la hora de la síntesis.
En el capítulo VI reflexionamos sobre la cruz en la evangelización. Justo señalamos en el
capítulo tercero la escasez de humildad en la iglesia de hoy, en franco contraste con la actitud de
Jesús. Hoy como ayer el discípulo debe negarse a sí mismo, tomar su cruz y seguir a su Señor.
Este capítulo se refiere básicamente a esta necesidad.
El capitulo VII hace notar las diferencias en las distintas etapas del ser humano al cual
queremos comunicar el Evangelio. Un buen método para la evangelización de los niños no resulta
eficiente si se utiliza con adultos. Igualmente es necesario reconocer la necesidad de ubicarse
correctamente ante adolescentes y jóvenes a los cuales queremos comunicar el Evangelio. En este
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El sermón de la Montana, según Mateo es una recopilación de enseñanzas (Mateo 5, 6 y 7), sin embargo las
mismas ideas aparecen en Lucas ocupando poco espacio (Lucas 6:20–36). En Mateo se habla de una montaña
(5:1) mientras que en Lucas se trata de un lugar llano (6:17). Lo importante es que estas enseñanzas han
llegado hasta nosotros, aunque no en forma de sermón completo. Es evidente que Jesús predicó mucho más
que los quince minutos que necesitamos para leer el sermón según Mateo. Para tener una idea de la longitud
de los sermones de aquella época véase (Hechos 20:17–18).
capítulo nos referimos a las constantes transformaciones que se operan tanto en lo biológico
como en lo psicológico y lo espiritual. El evangelista debe tomar en cuenta los factores
evolutivos del ser humano para la correcta adecuación de su metodología.
El capítulo IX es un intento de adecuación, a nuestra situación concreta, de la técnica
evangelizadora que creemos descubrir en Jesús y que denominamos evangelización tensora.
Confío que, por la gracia de Dios, este libro será un instrumento de bendición para muchas
personas a través del ministerio pastoral de todos los cristianos.
Buenos Aires, 24 de Agosto de 1974
CAPÍTULO I
LA COMUNICACIÓN DEL EVANGELIO HOY
Para algunos la comunicación es una simple transmisión de información, una especie de
transferencia de símbolos. Pero sabemos que puede existir comunicación a través del silencio
porque nuestras actitudes hablan.
En la comunicación del Evangelio se pone de manifiesto la gran diferencia entre la
comunicación verbal y la no verbal. He escuchado sermones muy eruditos que constituyen
hermosas piezas oratorias. Sin embargo, a veces ¡Nos dejan tan fríos! Si el que habla no cree
realmente lo que dice, su inconsciente comunicará un mensaje negativo que anula todo lo
positivo que pueda decir. Sin embargo, una predicación sencilla, sin gritos ni aspavientos, puede
llegarnos al corazón si se predica con la totalidad del ser, si no hay una escisión existencias entre
lo que decimos ser y lo que somos. Cierto tono de la voz, o un movimiento de los músculos del
rostro pueden tornar negativa una frase positiva y viceversa. Una postura pomposa, un
fruncimiento de cejas, un gesto nervioso, puede hacer que la gente deje de escuchar lo que
decimos. Oyen, pero no escuchan.
El que comunica el Evangelio no puede hacer lo que algunos locutores de radio o de
televisión, hablar en términos laudatorios y convincentes de un producto que ellos mismos no
usan. Por razones morales el inconsciente lo traiciona. Podrá engañar a algunos por algún tiempo,
pero no a todo el mundo todo el tiempo. El que comunica el Evangelio debe hacerlo como un
profeta que presenta la verdad de Dios tal como él la ve y la vive.
Hay dos pasajes en las Escrituras que muestran la comunicación inconsciente de la gracia de
Dios. En Marcos 5:24–34, una hemorroisa trata de tocar a Jesús con el propósito de alcanzar su
sanidad y lo logra. “Luego Jesús conociendo en sí mismo el poder que había salido de él,
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volviéndose a la multitud dijo: ¿quién ha tocado mis vestidos (Marcos 5:30). Este pasaje podría
colocarse aparte teniendo en cuenta las facultades extraordinarias de Jesús quien es la imagen de
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Dios y segundo Adán. Un pasaje similar encontramos en Hechos 5:15 donde Pedro es el
personaje principal: “… sacaban los enfermos a las calles y los ponían en camas y lechos, para
que al pasar Pedro, a lo menos su sombra cayese sobre algunos de ellos”. El pasaje no dice que
los enfermos fueron curados, pero… ¿por qué esperaban semejante cosa? ¿Tenía relación con la
experiencia vivida con Jesús? No tenemos una respuesta absoluta para estas interrogaciones, pero
hay un hecho cierto, la gente esperaba ser sanada de esa manera. ¿Qué tiene Pedro que hace
reaccionar así a la gente? No es por causa de su educación ya que no es egresado de una
5
Véase los pasajes paralelos Mateo 9:18–26; Lucas 8:40–56.
6
Romanos 5:12–21; I Corintios 15:21–22.
universidad, ni siquiera de un seminario teológico. No es a causa de su talento, pues los
Evangelios no lo señalan como a un hombre excepcional. No es tampoco a causa de una
moralidad acrisolada, el Nuevo Testamento deja constancia de sus flaquezas, antes y después de
Resurrección y Pentecostés. Ni siquiera es a causa de su prestigio personal, se trata de un hombre
sencillo del pueblo, un humilde pescador que acaba de salir de la cárcel. ¿Dónde está su secreto?
Su vida en Cristo produce canales por los cuales se comunica la energía espiritual. Es su contacto
con la Luz de Cristo lo que hace posible que su sombra haga bien a los demás.
Cuando realmente se comunica el Evangelio lo que se dice o se hace en el nombre de
Jesucristo trasciende tanto a las palabras como a los hechos. Lo que ocurre a veces es que se
predica el Evangelio, pero no se comunica, no llega al que escucha, o no lo escucha. También
ocurre que creyendo proclamar el Evangelio se está predicando otra cosa. Es muy común la
confusión entre cultura y Evangelio. Hay una imagen muy chavacana que suelo usar para mostrar
la realidad de esa confusión: “Hay quienes después de haber pelado una banana confunden la
cáscara con la banana; se comen la primera, tiran la segunda y luego se lamentan de padecer
indigestión”. Así hay sermones que en lugar de basarse en el amor de Dios, en el sacrificio de
Jesucristo, o en la obra del Espíritu Santo, se refieren a la longitud de las faldas de las mujeres o
del cabello de los hombres. El Evangelio no consiste en un sistema de doctrinas cuyo
conocimiento nos convierte en cristianos ya que es posible conocer la Biblia y no ser creyente. El
Evangelio tampoco se puede limitar a una serie de verdades éticas. Aunque hoy existe un
neolegalismo según el cual uno es cristiano si hace ciertas cosas y deja de hacer otras. Los judíos
en los tiempos de Jesús habían clasificado la ley en mandamientos positivos v negativos, para
señalar lo que había que hacer o no hacer. Muchos creyentes están nominalmente bajo la gracia y
realmente bajo una nueva ley. Eso no es el Evangelio. El Evangelio es la buena nueva jubilosa
que nos muestra que el reino de Dios se ha iniciado en la persona y ministerio de Jesucristo y que
marcha hacia la consumación final conducido por el Espíritu Santo.
El Nuevo Testamento sugiere tres formas de comunicar el Evangelio del Reino: La
comunicación verbal o proclamación kerigmática, la proclamación por medio de la comunión o
koinonía y la proclamación a través del servicio o diaconía.
a) Comunicación kerigmática
La palabra griega kerigma viene de kerix que significa heraldo. El heraldo no viene para
enseñar sobre su Señor, sino para hacer conocer su autoridad y también para anunciar su venida.
El predicador es un heraldo que habla en nombre de su Señor al cual en cierta manera representa
y a quien es absolutamente fiel. Los problemas que señalamos anteriormente sobre una
comunicación inconsciente que neutraliza lo que se dice, no podía darse en los heraldos de los
reyes de tiempos de Jesús. En primer lugar porque estos monarcas no concedían ese privilegio a
cualquiera que se ofreciera, sino a aquellos cuya lealtad estuviera probada. No ocurre así con el
Señor de nuestro Reino, pues encontramos heraldos con lealtades divididas. El heraldo de
tiempos de Jesús hablaba con autoridad y con la totalidad de su ser, con pleno convencimiento.
Hoy existen otras posibilidades. Uno de los grandes problemas de la Iglesia de hoy es la carencia
de un liderato calificado. Uno de los grandes problemas del mundo de hoy es que cree que ha
dejado de creer en Dios y lo que ocurre es que ha dejado de creer en la Iglesia. La mayor
necesidad para el mundo y la Iglesia de hoy es un liderato calificado y comprometido con la
totalidad del Evangelio redentor.
El predicador de hoy está sometido a grandes tensiones que frecuentemente conducen a un
estado de perplejidad y confusión mental. Nuestro siglo es muy diferente al mundo en el cual San
Pablo comunicó el Evangelio. Evangelizar en el Nuevo Testamento, es proclamar una noticia a
personas que nunca antes la habían escuchado. En nuestro contexto, todos conocen algo del
Evangelio, aunque diluido, adulterado y confundido. Hoy todos creen en Jesús por lo menos en el
plano intelectual. Afirman que El fue un Maestro, un filósofo, un moralista, etc. El problema es
que la mayoría de las personas no tienen al Cristo de la experiencia personal. ¿Qué tiene la
mayoría? La respuesta es sencilla: llene ídolos, ya no tanto de madera o de yeso, ahora los
construyen con ideas y con personas.
Por otro lado, vivimos en una cultura que tiende cada vez más hacia otras formas de
comunicación. Medio siglo atrás la gente, en Buenos Aires, procuraba conseguir entradas para
escuchar ciertos conferencistas. Hoy la entrada a las conferencias son gratuitas y sin trámite
alguno. Sin embargo, no hay buena asistencia, a pesar de la promoción que se hace en los diarios.
Para mejorarla, muchas instituciones ilustran las conferencias con diapositivas y esto ha dado
buenos resultados. Luego, la comunicación por audiovisuales, encuadra en nuestra cultura mejor
que la mera comunicación verbal. Esta nueva situación cultural, presenta sus dificultades, por
ejemplo: Familias silenciosas frente a un deshumanizante televisor, que divide a la familia
cerrando las puertas a la comunicación interpersonal. Difícilmente la familia moderna, que ha
caído en las garras de la “teveadicción”, podrá liberarse de esa tiranía. Una vez que la televisión
capta nuestro interés, nos sentimos inclinados a desinteresamos por los que están a nuestro lado,
que son los seres más queridos.
Creo firmemente en el ministerio de la palabra escrita, creo que la literatura es un medio muy
útil para comunicar el Evangelio en el mundo actual. Conozco varios casos de personas que se
han convertido leyendo libros cristianos, pero no dejo de reconocer las dificultades de nuestro
tiempo en tal sentido. La gente de hoy parece que busca imágene y acción. Las revistas que
tienen muchos grabados y pocos textos, se venden con mucha facilidad. Tal parece que nuestros
coetáneos no saben leer. Se quiere ver, no se desea leer. Se busca lo fácil, como las imágenes
visuales.
No podemos cerrar los ojos a la realidad de que vivimos en un mundo diferente. Es evidente
que la Iglesia no puede escaparse a su contexto que influye sobre ella permanentemente. Uno de
los fenómenos de nuestro tiempo es que muchos cristianos han perdido el hábito de leer la Biblia
devocionalmente. Aceptando esa realidad, la Sociedad Bíblica Argentina ha comenzado la tarea
de hacer grabaciones bíblicas. Actualmente se hacen grabaciones en cassettes con la voz de un
locutor profesional –creyente que lee la Palabra. Yo mismo he aceptado la invitación de
C.A.V.E.A. para grabar un cassette con dos lecciones de Psicología Pastoral.
A pesar de todas las dificultades, la comunicación del Evangelio sigue teniendo pertinencia,
pero debemos recordar que el hombre de hoy tiende a un pragmatismo generalizado. Está
cansado de palabras y quiere hechos. Es por eso que resulta tan importante tener en cuenta la
necesidad de que junto con la comunicación verbal consciente, vaya la correspondiente
comunicación no verbal inconsciente. La verdadera evangelización no se agota en la transmisión
de ideas y conceptos. Consiste esencialmente en colocar a los hombres en una relación viviente
con el Espíritu Santo. La comunicación kerigmática verbal por medios tradicionales o por
nuevos: audiovisuales, dramatizaciones, etc., tienen un importante lugar en la Iglesia de hoy, pero
es necesario reconocer las limitaciones y hacer todo lo posible para obviar las dificultades.
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b) La comunicación por medio de la koinonía
En todos los tiempos, la vida de cristianos ejemplares ha sido un impacto en personas no
creyentes. La comunión con este tipo de cristianos les ha llevado a Jesucristo. Así Ignacio Lepp,
un marxista, ateísta militante, que en Francia dictaba conferencias sobre la inexistencia de Dios,
se convierte a la fe cristiana no por medio de un sermón sino por el impacto de una vida cristiana.
El contacto con un sacerdote obrero que vivía en comunión con Jesucristo le llevó a la
conversión. He aquí su propio testimonio: “Quizás parezca sorprendente que un hombre cuya
vida ha transcurrido principalmente en los distintos países del oeste europeo, no haya encontrado
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hasta la edad de veintiséis años, un solo cristiano que fuera testimonio de su fe”.
En mi iglesia local recibimos la visita de una joven enfermera que había dejado todas las
comodidades de Buenos Aires para irse a trabajar entre los indios matacos, cerca de la frontera
con Bolivia. Habla venido a visitar a sus familiares y le pedimos que dijera unas palabras a la
congregación. Con palabras muy sencillas, en voz tan baja que movió a un feligrés a
interrumpirla para decirle: “hable en voz más alta, por favor”, esta joven compartió algunas de
sus experiencias entre los indios con sencillez y hasta candidez. Su fe, su comunión con Dios y
con los seres humanos que sufren, fue captada por la congregación. La comunicación verbal casi
no se escuchaba, pero su vida hablaba muy alto.
En la Revista, EL EVANGELISTA CUBANO (Vínculo de Unión entre cristianos
evangélicos cubanos dispersos por el mundo), publicamos durante mucho tiempo la sección
“Vidas Ejemplares”, donde resaltábamos las vidas de los líderes consagrados de la Iglesia en
América Latina. Muchos han sido los testimonios que hemos recibido sobre el impacto de esta
sección. Un profesor de la Universidad de Buenos Aires al hojear la revista que le mostró un
alumno, se interesó en esa sección, donde se hacia referencia al ministerio de la literatura que
realiza la Sra. Angela M. de Fernández al frente de los Talleres Gráficos Argen–Press S.R.L., en
esta ciudad. Le pidió al alumno que se la prestara para leerla. Al día siguiente la devolvió e
informó que había sacado varias fotocopias de ese artículo maravilloso que tanto le había
impresionado. Este profesor llegó a hacer a su alumno la siguiente confesión: “Después de leer
ese artículo me he dado cuenta de cuán egoísta soy. He vivido solo para mí, trataré de encontrar
la dirección divina para reorientar mi vida”. Es de señalar que en la misma publicación había
otros artículos interesantes. El contacto con una vida consagrada al Señor –aún cuando solo sea a
través de la lectura– es un mensaje con una fuerza extraordinaria.
Estas vidas iluminadas que alumbran el camino de muchos desorientados no tienen luz
propia. Como la luna no puede alumbrar por sí misma, pero puede proyectar los rayos del sol, así
el cristiano que vive en profunda comunión con Dios, al entrar en comunión con otras personas
proyectan la luz de Cristo, aún cuando a veces no se dan cuenta. Lo que es la vida normal y
natural para un cristiano sincero, puede ser un mensaje conmovedor para alguien que no es
cristiano. Nadie puede dar lo que no tiene. “De lo que tengo te doy” (Hechos 3:6); dijo Pedro al
paralítico que pedía limosnas frente al templo en Jerusalén, y lo hizo caminar. No estaba
haciendo algo por sí mismo, estaba compartiendo la gracia que Dios le había concedido.
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Palabra griega que significa comunión, compañerismo, relación, asociación, comunidad, participación
conjunta.
8
Ignacio Lepp, Psicoanálisis del Ateísmo Moderno, Buenos Aires. Ediciones Carlos Lohlé, Pág. 27.
Uno de los serios problemas de comunicación del cristiano de hoy es su insuficiente
comunicación con Dios, la falta de oración. Si no hay vida de oración difícilmente se logrará una
evangelización eficaz. La oración debe ser lo primero en todo esfuerzo evangelizador. Sin
embargo suele ser la actividad más difícil y costosa para muchos cristianos. Es más fácil planear
una campaña, organizar la promoción, visitar hogares, invitar a los cultos, etc…, que orar con
intensidad. En todo esfuerzo por comunicar el Evangelio hay algunas preguntas que debemos
plantearnos siempre: ¿Hemos orado en la preparación de todo esto? ¿Qué vamos a comunicar?
¿Esperamos transmitir información o vida? ¡Cómo racionalizamos para no orar lo suficiente! ¿Es
que queremos hacer las cosas por nosotros mismos y no que las haga Dios a través de nosotros?
¿Es que estamos siendo víctimas inconscientes de la creciente secularización? La batalla de la
evangelización se libra en la vida privada de cada cristiano. Si no hay un genuino amor por la
gente, producto de la vida de oración, de nada valen los planes. Más que nuevos métodos
necesitamos motivos. Las técnicas no aseguran el éxito. Todos los planes fracasan cuando
carecemos de pasión evangelizadora envuelta en oración.
Como ya se ha señalado, la gente de hoy busca hechos y no palabras. La comunicación del
Evangelio por la koinonía (la relación, el contacto, el compañerismo, la asociación con personas)
con nuestros compañeros de trabajo o de estudio, con nuestros amigos no creyentes, es quizás la
forma más eficaz de comunicar el Evangelio. Siempre que se entienda que no vamos solo a
transmitir conceptos religiosos sino que con la totalidad de nuestro ser vamos a comunicar vida.
Debo confesar que en mi trabajo de evangelización por koinonía en la Asociación Cristiana de
Jóvenes de Buenos Aires no siempre he podido situarme en la posición que corresponde a uno
que es un soldado de Jesucristo que nunca está franco, que siempre está de servicio. Me ha
ocurrido a mí, y pienso que le ocurre a otros evangelistas, que la rutina del trabajo administrativo
nos hace perder la perspectiva de nuestra misión última que debe ser realizada permanentemente.
Un día que tomé conciencia de que estaba actuando en forma que no correspondía a un
evangelista, escribí con letras grandes en un cartón: “RECUERDA QUIEN ERES” y lo coloqué
en la gaveta principal de mi escritorio, de manera que tenga que verlo todos los días.
Lamentablemente a veces olvidamos quienes somos y solo nos “vestimos” de evangelistas
cuando vamos al púlpito. Mi experiencia personal es que los mejores sermones los he predicado
fuera del púlpito.
Antes de concluir estas reflexiones debo señalar que la comunicación por la presencia
cristiana en compañerismo con los no cristianos no es un sustituto para la comunicación verbal.
Realmente deben ir juntas aunque en determinados momentos una debe prevalecer sobre la otra.
No son necesariamente caminos alternativos o excluyentes, son más bien complementarios.
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c) La comunicación por la diaconía
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Hay una realidad subjetiva que no siempre se encuentra en el plano consciente, que en todo
ser humano están presentes la imagen de Dios y el pecado. Hay una realidad objetiva que no
siempre es aceptada conscientemente por el hombre, que Jesucristo dio su vida en la cruz para
hacer posible la salvación de todo aquel que se arrepiente y se convierte en su discípulo. La
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Palabra griega que significa servicio. Viene del verbo diaconéo del cual procede diáconos, sirviente, uno que
ministra u ofrece un servicio, ministro.
10
Subjetiva porque está en cada sujeto, pero objetiva porque es una realidad que no se agota en la conciencia
individual.