Table Of ContentAMARO  DEL  ROSAL 
Ultimo  Secretario  Adjunto  de  la  Comisión  Ejecutiva 
HISTORIA 
DE  LA 
U.G.T. 
DE  ESPAÑA 
1901-1939 
vol.  2 
EDICIONES  GRIJALBO,  S.  A. 
BARCELONA-BUENOS AIRES - MEXICO, D. F. 
1977
©  1977,  AMARO  DEL ROSAL 
©  1977,  EDICIONES GRIJALBO, S. A. 
Deu y Mata, 98, Barcelona, 14 
Primera  edición 
Reservados  todos  los  derechos 
PRINTED IN SPAIN 
IMPRESO  EN  ESPAÑA 
ISBN:  84-253-0815-1  (tela) 
ISBN:  84-253-0816-X  (rústica) 
Depósito Legal:  B. 53.638-1976  (vol. II) 
Impreso  en  Márquez,  S.  A.,  Industrias  Gráficas.  Ignacio  Iglesias,  26  -  Badalona
INDICE  DE  ESTE  VOLUMEN  SEGUNDO 
97.  En  pleno  movimiento  (julio  de  1936)  493 
98.  1936:  Un  año  de  incógnitas  históricas  y  de  angustias  497 
99.  Del  gobierno  del Dr.  Giral  al  de Francisco  Largo  Caballero  500 
100.  La U.G.T. y el P.S.U.C. en Cataluña. Política de proselitismo e «in 
controlados»  506 
101.  Algunos  aspectos  del  problema  económico  en  Cataluña  511 
102.  Primer  Comité  de  enlace  de  la  U.G.T.  de  Cataluña  con  la  C.N.T., 
la F.A.I. y el P.S.U.C  516 
103.  Hacia el  fin  del gobierno Giral  519 
104.  El gobierno Largo  Caballero  523 
105.  Dificultades  a  que  tuvo  que  enfrentarse  el  gobierno  Caballero  (pe 
ríodos de Madrid y Valencia)  529 
106.  El oro  del Banco  de  España  535 
107.  Los  «economistas»  faístas  y  sus  pretensiones  sobre  el  oro  del  Ban 
co de España  545 
108.  El gobierno  Caballero se enfrenta a grandes problemas.  Surge el Co-
misariado  político  de Guerra  548 
109.  El mito de las Internacionales  550 
110.  Un  plan  para  el  Protectorado  español  de  Marruecos  555 
111.  Dos  conductas:  C.N.T.-F.A.L,  en  Cataluña;  U.G.T.  en  Madrid  ...  559 
112.  La  C.N.T.  y los anarquistas ante el gobierno  Caballero.  Evolucionan 
hacia la colaboración.  Se incorporan al  «Consejo»  de la Generalidad.  562 
113.  Primer  Comité  nacional  de  la  U.G.T.  posterior  a  la  formación  del 
gobierno  Caballero  (28  de setiembre de  1936)  567 
114.  El  primer  Pacto  de  las  organizaciones  sindicales  y  políticas  de  Ca 
taluña, condicionado por el  «faísmo»  574 
115.  La GN.T. en el gobierno de la Generalidad y en el Consejo de De 
fensa de  Aragón  579
116.  Pacto  entre  las  federaciones ugetistas  de las provincias  de  Zaragoza, 
Huesca  y  Teruel y  las  correspondientes  de  la  C.N.T  581 
117.  La «saca» del convento de San Antón y la matanza de Paracuellos del 
Jarama.  Posición  ugetista  contra  el  terror  585 
118.  La gran crisis de noviembre de  1936  591 
119.  El  anarquismo  internacional  en  la  Asociación  Internacional  de  los 
Trabajadores  598 
120.  El  gobierno  Caballero y  los  organismos  nacionales —políticos y sin 
dicales— en Valencia  603 
121.  Del  gobierno  Caballero  al  del  Dr.  Negrín  (setiembre  de  1936-
mayo de  1937)  608 
122.  Contradicciones  de  Caballero  y  de  sus  asesores  políticos  621 
123-  Un  Primero  de  Mayo  significativo  (1937)  632 
124.  En  torno a la  crisis  del gobierno  Caballero  (15  de mayo  de  1937).  635 
125.  La  crisis  del  gobierno  Largo  Caballero  y  la  U.G.T.  de  España  ...  638 
126.  La crisis de la U.G.T  645 
127.  Algunos  antecedentes  de  la  lucha  entre  la  Ejecutiva  y  el  Comité 
nacional  de  la U.G.T.  (mayo-setiembre  de  1937)  653 
128.  Hacia  la  constitución  de  una  nueva  Comisión  ejecutiva  655 
129.  Reunión  del  Comité  nacional  y  designación  de  la  nueva  Comisión 
ejecutiva de la U.G.T., llamada «la Ejecutiva de la  escalera»  (1.° de 
octubre de 1937)  666 
130.  Características  de  la  nueva  Comisión  ejecutiva  679 
131-  Las posiciones unitarias  de Claridad  681 
132.  Gestiones ante la F.S.I. para restablecer  la  unidad  de la U.G.T.  (oc 
tubre de  1937)  688 
133.  Pleno extraordinario del Comité nacional (27-30 de octubre de 1937).  694 
134.  El  gobierno  se traslada  de  Valencia  a  Barcelona  (31  de  octubre  de 
1937)  709 
135.  La Ejecutiva ilegal celebra una reunión de  «Comité  nacional»  y pre 
tende  convocar  un  Congreso  (8  de  noviembre  de  1937)  712 
136.  III Congreso Regional de la U.G.T. de Cataluña (noviembre de 1937).  717 
137.  Actuación  de  «la  Ejecutiva  de  la  escalera»  de  octubre  a  finales  de 
diciembre de  1937  720 
138.  Acción  sindical  internacional  del  anarquismo  en  relación  con  Es 
paña  723 
139.  Intervención  de  la F.S.I.  en  la  solución  del  problema  interno  de  la 
U.G.T.  (diciembre de  1937-enero  de  1938)  726
140.  Reunión del Pleno nacional ampliado. Nueva Comisión ejecutiva  (1-2 
de enero de  1938)  729 
141.  Incidentes  y  problemas  al  iniciarse  el  año  1938  733 
142.  Paradojas de la C.N.T. y del anarquismo. Sus concepciones económicas.  736 
143.  Hacia  la  unidad  de  acción  de  la  U.G.T.  con  la  C.N.T.  sobre  bases 
de alcance político  y  económico  739 
144.  Programa  de  unidad  de  acción  U.G.T.-C.N.T.  (marzo  de  1938)  ...  754 
145-  Normas  para  la  constitución  de  Comités  de  enlace  U.G.T.-C.N.T.  763 
146.  El Pacto de  «no-agresión»  de julio de  1937  766 
147.  Reunión del Comité nacional de  la U.G.T.  (6-7 de marzo de  1938).  770 
148.  Del derrumbe del frente de Aragón a la «déblacle». Reorganización del 
gobierno  (6 de abril de 1938)  775 
149.  Reunión  del Comité nacional  de la U.G.T.  (7  de abril de  1938)  ...  780 
150.  Un  documento  histórico:  Los  Trece  Puntos  del  gobierno  de  Unión 
Nacional  del Dr.  Negrín  (1.°  de  mayo  de  1938)  788 
151.  Ultimo Consejo general de la F.S.I.  (Oslo, mayo de  1938)  800 
152.  Ofensiva  sobre  Levante  (junio  de  1938).  Marroquíes  a  la conquista 
de la  ciudad  del  Cid.  Batalla  del Ebro  805 
153.  Pleno nacional de información de la U.G.T.  (26  de julio  de  1938).  807 
154.  Un nuevo Pleno de la C.N.T.  (agosto de  1938)  809 
155.  Cincuentenario  del P.S.O.E. y de  la U.G.T.  (agosto de  1938)  811 
156.  Los  decretos  del  11  de  agosto  y la  crisis  del  día  17  821 
157.  Ultimo Pleno extraordinario del Comité nacional  de la U.G.T.  (Bar 
celona,  28 de  setiembre-2  de octubre de  1938)  824 
158.  Un Pleno  más  del Movimiento  Libertario  C.N.T.-F.A.I.-F.IJ.L.  (Bar 
celona,  16-30 de octubre de 1938)  835 
159-  Noviembre-diciembre  de  1938  839 
160.  La 2k)na Centro-Sur. Una República o II República bis  843 
161.  Los tres  últimos  meses  de  República  (enero-marzo  de  1939)  855 
162.  La salida de Barcelona  862 
163.  Hacia Gerona  866 
164.  La Ejecutiva  de la U.G.T.  en  Figueras  868 
165.  La  última  capital  de  la  Segunda  República  española  877 
166.  Una reunión del B.P. del Partido Comunista de España  879 
167.  Ultimas  actividades  en  Figueras.  Camino  de  Francia  881
168.  Perpignan,  Toulouse,  Valencia,  Madrid  888 
169-  Últimos  capítulos  de  nuestra  guerra.  El  «faísmo»  y  los  disidentes 
del grupo  socialista-ugetista  en  torno  al golpe  de Casado  893 
170.  Antes  y  después  de la caída  de  Cataluña.  La U.G.T.  y  el  golpe  de 
Casado-Mera-Besteiro  905 
171.  Rendición de cuentas. La Unión General de Trabajadores de España y 
sus problemas económicos  914 
APÉNDICES  917 
BIBLIOGRAFÍA  929 
ÍNDICE  GENERAL  DE  ILUSTRACIONES  935 
ÍNDICE ONOMÁSTICO  939 
ÍNDICE GENERAL  957
97 
EN  PLENO  MOVIMIENTO 
El  14  de julio, en Fuencarral 93,  la Comisión  ejecutiva de  la U.G.T. 
de España  se  constituyó  en  sesión  permanente.  Inmediatamente,  el  Sindi 
cato Nacional de radiotelegrafistas,  bajo la dirección  de JJM., su secretario, 
y de J.S.,  instaló en  el domicilio  de la Unión  una emisora de radio  «Ra 
dio  U.G.T.», para  estar  en  relación  con  las  organizaciones  y  emitir  nues 
tros mensajes.  Utilizando  su  servicio, se cursó  la orden  de huelga  general 
allí  donde las  circunstancias  lo  exigieran y permitieran,  e  inmediatamente 
se hizo un llamamiento para la organización de  «Milicias  de defensa de la 
República»,  sugiriendo  que  con  carácter  urgente  se  solicitara  del  Gobier 
no  y  de  los  gobernadores  civiles  la  entrega  de  armas,  demanda  que,  en 
general,  tropezó  con  toda clase  de obstáculos.  En  Madrid,  sólo  el coronel 
Rodrigo, del cuartel de Artillería del Pacífico, tuvo la valentía de entregar 
los  mosquetones  de  que  disponía,  armas  que  fueron distribuidas  entre los 
trabajadores  del  Círculo socialista  del  Sur  y  las  Juventudes  socialistas,  en 
la calle Valencia. 
Desde  la  sede  de  la  Comisión  ejecutiva,  Caballero  había  hablado  con 
el  coronel  Rodrigo,  enviando  como  mensajeros  a  Margarita  Nelken  y  al 
autor de este trabajo para que se  entrevistaran  con él y ultimaran el pro 
cedimiento  de  entrega  de  los  primeros  fusiles.  Allí  contamos  con  la 
cooperación de su ayudante, el teniente Vidal.  Estando con el coronel Ro 
drigo,  el general  Cardenal  le  llama,  desde  Carabanchel  o  Cuatro Vientos, 
para preguntarle si  es cierto que está entregando armas al pueblo, al con 
testarle afirmativamente, el general le replica que queda destituido y arres 
tado.  Con la calma que le  caracterizaba,  el  coronel  nos  iba transmitiendo 
la conversación  telefónica.  Rodrigo no  le  hizo caso,  y  los  fusiles  salieron 
para  el  Círculo  socialista  del  Sur.  Con  ellos  organizó  el  teniente  coronel 
Mangada las primeras fuerzas  populares de choque y las Juventudes,  aque 
llas  primeras-  compañías  que,  con  los  guardias  de  Asalto,  tomaron  los 
cuarteles  de Carabanchel y marcharon después  a la Sierra a contener  a los
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que  trataban de descolgarse sobre Madrid.  ¡Qué gran tipo, el coronel Ro 
drigo!  Descansa  en  paz  en  la  tierra  londinense.  Nos  vimos  por  última 
vez en Londres, en febrero de 1945-
A  un  requerimiento  urgente  del  Ministerio  de  la  Guerra  solicitando 
hombres  para  los  trabajos  de  fortificación,  la  Comisión  ejecutiva  convocó 
a  los  dirigentes  de  la  Casa  del  Pueblo.  Edmundo  Domínguez  Aragonés, 
como  directivo  y  secretario  de  la  Federación  de  la  Construcción,  quedó 
encargado,  con  otros  compañeros,  de  ese  trabajo.  A  las  pocas  horas,  la 
Casa del  Pueblo ofrecía varios batallones de trabajadores  que eran puestos 
a disposición del ministro de la Guerra y de los jefes de  ingenieros  encar 
gados de esa misión.  Con entusiasmo y pasión revolucionaria, miles de tra 
bajadores  iniciaron  los  trabajos  de  fortificación  de  Madrid.  Esas  trinche 
ras  de  los primeros  momentos  salvaron  la  que  fuera llamada  «Capital  de 
la gloria». El único problema  existente  era que sobraban hombres y falta 
ban picos y palas. Tal fue el entusiasmo con que se emprendieron y lleva 
ron  a  cabo  los  trabajos  de  reclutamiento.  Y  los  trabajadores  madrileños 
fortificaron y  defendieron Madrid en un derroche de heroísmo. 
En Fuencarral 93, la Ejecutiva de la Unión estaba de guardia, día y no 
che,  coordinando  la  acción  de  las  federaciones  nacionales,  recibiendo  a 
comisiones de provincias, manteniendo contacto directo con los frentes. Ca 
ballero, con otros compañeros, visitaba casi a diario los frentes de Madrid. 
Los  teléfonos  estaban  en  comunicación  constante  con  las  provincias.  La 
Ejecutiva  y  la  junta  directiva  de  la  Casa  del  Pueblo  manteníanse  en  re 
lación permanente.  En  una labor de  colaboración  directa  con  los  diferen 
tes ministerios y organismos oficiales, la  U.G.T. participaba en la solución 
de múltiples problemas de abastecimiento, de transporte, de comercio y de 
industria.  Los  organismos  del  Estado  habían  quedado  rotos;  se  trataba 
de  restablecerlos  y  fortalecerlos,  de  ayudar  a  que  resultaran  operantes  y 
eficaces  sin  pretender  sustituirlos.  Desde  el  «primerísimo»  momento,  la 
U.G.T.  estuvo  al  servicio  de  la  política  de  guerra  por  considerar  que  el 
problema fundamental era  defender la República,  las  libertades  del pueblo 
español,  su régimen democrático.  La  tarea fundamental consistía  en  poner 
todos los recursos, todos los  medios  al servicio de la victoria.  De ahí  que 
el  aparato  de  la  U.G.T.,  sus  hombres,  sus  organizaciones,  sus  Casas  del 
Pueblo,  su prensa  se mantuvieran  en  una línea  responsable,  nacional,  pa 
triótica  y  consecuente  durante  toda  la  contienda.  La  Unión  General  no 
sólo no creó problemas,  sino que  colaboró  activamente para solucionarlos. 
La  U.G.T.  estimaba que  no  había  acción  de  mayor  contenido  revolu 
cionario que  aquella  que  se realizara de  acuerdo con  normas  de  seriedad, 
de disciplina, de orden. Por eso se enfrentó a todas las especulaciones extre 
mistas  y  pseudorrevolucionarias  del  anarquismo;  por  eso  estuvo  frente 
a toda posición demagógica.  La organización  ugetista fue  un  soporte  serio
HISTORIA  DE  LA  U.G.T.  495 
y responsable de las disposiciones de los organismos de gobierno —sin rom 
per  por  ello la línea de  unidal de  acción—,  acatando la  autoridad  revolu 
cionaria y republicana  y  procurando que sus hombres  y organizaciones  se 
mantuvieran  a la altura que las circunstancias históricas  que  vivía  el  pue 
blo  español  y la causa  en  que  estábamos  empeñados  exigían.  Sus  federa 
ciones  nacionales  de  industria,  con  ponderación  y  sentido  de  la  responsa 
bilidad,  cumplieron  con  la  mayor  eficacia  su  misión,  sin  perturbar  un 
solo momento  la  marcha  de  los  acontecimientos,  tanto  en  el  frente  como 
en la retaguardia;  lo mismo  en los  frentes de la lucha bélica,  que en los 
de  la  producción,  el  transporte  o  la  distribución. 
La  Unión  General  de  Trabajadores  de  España  se  mantuvo  con  toda 
dignidad  en  los  organismos  del  Frente  Popular,  defendiendo los  intereses 
generales  del pueblo y  los principios  de unidad.  Se enfrentó  a la conduc 
ta y  las  irresponsabilidades  de  los  «incontrolados»,  luchando  por  el  resta 
blecimiento y respeto del orden republicano y  contra los desmanes y desa 
fueros  que  quebrantaran  o  intentasen  quebrantar  ese  orden.  Se  mantuvo 
en la línea  del respeto a la persona humana y  del  reconocimiento de una 
legalidad  democrática  y  republicana.  Repudió  ciertos  procedimientos  y 
actos  de  violencia  que  repugnaban  a  toda  conciencia  honesta.  Consideró, 
desde el primer momento, que solos los Tribunales de justicia eran los lla 
mados  a  juzgar  y  a  imponer  justicia  a  aquellos  que hubieran  delinquido 
o fuesen  acusados de delitos contra la legalidad republicana. Trató de man 
tenerse en el marco de la justicia,  de los principios,  del  derecho  y la ley. 
Como  ejemplo  de  su  conducta,  durante  todo  el período  de  la  guerra,  en 
Madrid,  la  Comisión  ejecutiva  permaneció  en  su  propio  y  modesto  do 
micilio de Fuencarral 93- Allí estaba domiciliada cuando estalló la guerra; 
allí  continuaba  cuando  ésta  terminó.  En  Valencia  y  en  Barcelona  ocupó 
después  los  modestos  locales  que  le  fueron  facilitados  por  el  organismo 
correspondiente. La  U.G.T. no organizó guardias particulares,  independien 
tes, ni  retuvo miles  de  fusiles  en la retaguardia. 
La Unión General y  sus organizaciones, con ayuda de los  partidos  So 
cialistas  y  Comunistas,  fueron  el  puntal  fundamental  en  que  descansaría 
el  mantenimiento  de  un  orden  económico  puesto  al  servicio  de  las  exi 
gencias y  necesidades de la lucha y la resistencia.  No organizó  exportacio 
nes  clandestinas  de  nada por su cuenta, privando  al  gobierno  de divisas; 
no creó ni mantuvo su  «tesoro»  en  el  exterior...  Todo lo  que  demagógi 
camente  se oponía  a una línea  de conducta  de lealtad  y  consecuencia  con 
las exigencias de la lucha encontraba enfrente a los hombres y las organi 
zaciones ugetistas.  Las infantiles elucubraciones de las extremistas y dema 
gógicas  corrientes  radicales  del  anarquismo  encontraron  un  freno  en  las 
posiciones de la U.G.T. El proceso de transformación de las industrias civi-
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les en industrias de guerra tuvo en los hombres y organizaciones de nues 
tra  central  sindical  sus  más  valiosos  e  incondicionales  promotores. 
A este respecto, en Cataluña, y gracias en gran  parte a la unidad polí 
tica  que representaba el P.S.U.C., la  acción  de la  Unión  General  de  Tra 
bajadores  desempeñó  un  papel  extraordinario,  no  obstante  la  labor  de 
obstrucción,  las  incomprensiones  y  actitudes  demagógicas  e  irresponsa 
bles  de los  elementos  anarquistas,  que  tanto  daño  hicieron  a toda  la  po 
lítica de guerra  en  el  frente  de  la producción.  Gracias  a la  acción  silen 
ciosa, responsable y sin alharacas, plena de iniciativa, dinámica de la U.G.T. 
pudieron  mantenerse  ritmos  de  producción  óptimos  en  las  industrias  de 
guerra.  Para la Unión  General  el  problema  no sólo  estaba  en  «no  perder 
el tiempo», sino  en ganarlo. 
La  solvencia  y  seriedad  de  las  federaciones  de  servicios  de  la  Unión 
—como  las  de  la  Enseñanza,  Funcionarios  Públicos,  Banca,  Transporte, 
etcétera— garantizaron, en las  anormales  circunstancias  que atravesábamos, 
el  desarrollo  de  las  actividades que  caían  bajo  su  responsabilidad,  en  los 
límites  de  normalidad  y  eficacia  que  aquellas  realidades  permitían.  La 
U.G.T.  fue  en  todo  momento  motor  positivo,  constructivo,  y  no  de per 
turbación y  desquiciamiento. 
La  Unión  General  de  Trabajadores  no  declaró  nunca  el  socialismo  en 
parte  alguna  de  nuestro  territorio.  No  era  ése  el  imperativo  de  aquella 
etapa  dramática  que  la España  republicana  y  democrática  vivía. 
Dentro  de  las  dificultades  de  aquellas  horas,  la  Federación  de  Traba 
jadores  de la  Tierra  desempeñó  un  papel  importante  en  relación  con  los 
problemas del agro, aunque para ello hubo de luchar, en ciertas zonas, con 
influencias  inspiradas  en  el  conocido  simplismo  del  comunismo libertario, 
del  anarquismo.  No  desarrolló  procedimientos  de  «incautación»  —llame 
mos  así  a  esta  práctica—,  sino  de  producción  y  distribución.  En  ningún 
momento cayeron los ugetistas, como plaga de langosta,  sobre los pueblos 
campesinos  para  cometer  toda  clase  de  tropelías  en  nombre  de  la  revo 
lución social;  no.  Los ugetistas del  campo y de  la ciudad  estuvieron her 
manados  en  la  lucha.  Esa  conducta  estaba  y  seguirá  estando  viva  en  la 
memoria  de  los  campesinos. 
La  Federación  de  Banca  contribuyó  a  mantener  un  orden  bancario  y 
económico  frente  a  los  fusiles  de  los  «incontrolados».  Más  de  un  banca-
rio entregó su vida por  defender  ese orden,  esa disciplina,  frente a la vio 
lencia  y  las  actitudes  arbitrarias,  ante la  fraseología  de los  que,  en  nom 
bre de una etiqueta sindical y de la «Revolución Social», se jactaban de ser 
«incontrolados» y de resolver los problemas con ayuda de una pistola y  el 
truco  de  un  Vale.