Table Of ContentJA C Q U E S L A C A N
HABLO A LAS
PAREDES
4
PAIDOS
Buenos Aires - Barcelona - México
Título original! /e ¡mrU iiiix miiri. EnttlHitu Jr ln Chupelle de Samte-Anne,
delacqiiM ljítim
Édltloni <lu Seull, Pulí
(lampo l;reudl*nu, Colección illilKlila |im jauiue* Alaln Mlller yJuditli
Miller
Traducción: Dora Saiokj
Revisión: Grádela Broduky
niitfto de etibleru: iiim.ivn M >■ *i
Locan, JaaqUM
Hablo a lat puimh’ t’ml llutnins Alte» (‘«Iilrtu, VOl!-'
i;'ií|)|>, im-11 i ni
Irotluoldop«r (lilisiHwlyit......Ins
ISBN uní utw> i y m r. t>
t. Pllcotogld I tlBtnkN lint» i ¡Intlyo. Imil II lltuln
CPP1M
O 2011,1 ilhiiins di) :.i.níl
Ü /I) I I lili t 'mili! > 11>|-I U II I.lii. . Mhl
O JIIIJ, il* Itnl.ia U< nlll In+iM Hl t*Hlp|lan*>
líiiiuuiui r,iiiin, sai* i
Public-iiUi Imjit *n -i II'* l'iiil***
Intltprmlpiuin li*li 7lMl<* llum**» Aii»** Alamina
I'. malí: illlii<lniiijii,iii ijiitltliM nim ai
www|mld‘iiiii(iidilu í *'¡r.i ,u
Queda lln lio rl d*|»'«IIO qtl* |M> * li>ni> l*i I ff II ’> 1
Impiemi en l.i A»j*< mina l'tiitin/ In . 1 * < - miHit
Impremí «II MI'S, S*mlii¡**i del I «mi Mil,
Gerll, Provincia de Huvnoi Alir«,
en agono de M)1 >
Tirada: 3.000 ejemplaren
ISBN 978-950-12.36».<!
índice
Nota sobre el texto..................................................... 9
Saber, ignorancia, verdad y goce............. 11
De la incom prensión y o tro s tem as........ 47
Hablo a las paredes.............................................. 85
Anexo...................................................................................121
Nota sobre el texto
Invitado a dictar una setie de seminarios mensuales en el
hospital Sainte-Anne destinados a los residentes de psiquia
tría, Lacan eligió como título “El saber del psicoanalista ”.
Algunos de sus alumnos, tal vez, inspirados en la lectura de
Balaille, enarbolaban en aquelUi época la bandera del “no
saber”.
Si bien las tres primeras de esas “charlas”, como las llamó
Lacan, respondieron más o menos a su idea inicial, las cua
tro siguientes, en cambio, giraron alrededor de las cuestiones
que se discutían en el gran seminario que impartía en la
plaza del Panteón, en las aulas de la Facultad de Derecho,
con el título de “...opeor”.
Respeté esa separación incluyendo esas cuatro “charlas”
en orden cronológico en el libro XIX del seminario, donde se
notaría su falla si no estuvieran. Las tres primeras, par el
contrario, desviarían la atención. Son las que reuní en este
pequeño volumen.
Fueron pronunciadas en la capilla del hospital el 4 de
noviembre de 1971, el 2 de diríembre del mismo año y el 6 de
enero de 1972.
Jacques-Alain Miller
Saber, ignorancia,
verdad y goce
Al volver a hablar en Sainte-Anne espe
raba que hubiera residentes; en mi
época se los llamaba “residentes de
los asilos”, que en la actualidad son los hospi
tales psiquiátricos, dejando de lado los demás.
Al volver a Sainte-Anne apuntaba a este
público. Tenía la esperanza de que alguno de
ellos se hubiera tomado la molestia de venir. Si
hay algunos aquí -me refiero a residentes en
actividad—, ¿me harían el favor de levantar la
mano? Es una aplastante minoría, pero en fin,
me basta ampliamente.
A partir de ahora y en la medida en que
pueda sostener el aliento, voy a intentar decir
les algunas palabras.
Estas palabras, como siempre, son impro
visadas, lo que no quiere decir que no tenga
algunas anotaciones. Son improvisadas desde
esta mañana porque trabajo mucho. No se
sientan obligados a hacer lo mismo.
He insistido sobre la distancia que existe
entre el trabajo y el saber. No nos olvidemos
de que esta noche lo que les anuncio se refie
re al saber; por lo tanto, no hace falta que se
cansen. Verán por qué, algunos lo sospechan
ya por haber asistido a eso que se llama mi
seminario.
Para volver al saber, yo había señalado, en
un tiempo ya lejano, que la ignorancia, en el
budismo, puede ser considerada como una
pasión. Es un hecho que se justifica con un
poco de meditación. Pero como la meditación
no es nuestro fuerte, solo contamos con una
experiencia para hacerlo conocer.
Es una experiencia memorable que tuve
hace mucho tiempo, en la sala de guardia,
porque hace una pila de años que frecuento
estas murallas, aunque no eran especialmen
te estas en aquella época. Esto se remonta a
1925-1926. En aquella época, los residen
tes -no hablo de lo que son ahora-, en lo
que concierne a la ignorancia, 110 andaban
lejos. Se trataba sin duda de un efecto de
grupo. Podemos considerar que aquel era
un momento de la medicina al que tuvo que
seguir necesariamente la vacilación actual.
Acabo de decir que la ignorancia es una
pasión. No es para mí una minusvalía, ni tam
poco es un déficit. Es otra cosa. La ignorancia
está ligada al saber. Es una manera de estable
cer el saber, de hacer de él un saber estable
cido. Por ejemplo, cuando alguien quería ser
médico en aquel tiempo, que era con seguri
dad el final de una época, pues bien, era nor
mal que quisiera manifestar una ignorancia -si
me permiten— consolidada.
Después de lo que acabo de decirles sobre la
ignorancia, no se sorprenderán de que les haga
notar que cierto cardenal, en tiempos en que el
título no era un certificado de ignorancia, lla
maba “docta ignorancia” al saber más elevado.
Para recordarlo de paso, era Nicolás de Cusa.
De este modo, debemos partir de la correlación
entre la ignorancia y el saber. Si la ignorancia, a
partir de cierto momento, en cierta zona, lleva
el saber a su nivel más bajo, no es por culpa de
la ignorancia sino más bien lo contrario.
Desde hace cierto tiempo, la ignorancia
no es lo suficientemente docta en la medici
na como para que esta sobreviva por otra cosa
que no sea la superstición. Sobre el sentido de
este término, y precisamente, llegado el caso,
en lo que respecta a la medicina, volveré luego
si tengo tiempo. Pero, para señalar un hecho
que proviene de esta experiencia de la cual
me interesa mucho retomar el hilo después de
cerca de cuarenta y cinco años de frecuentar
estas murallas (no es para vanagloriarme, pero
después que entregué algunos de mis escri
tos a la poubellication1 todo el mundo conoce
mi edad, es uno de los inconvenientes del
asunto), debo decir que es mejor no evocar el
grado de ignorancia apasionada que reinaba
entonces en la sala de guardia de Sainte-Anne.
Es verdad que se trataba de gente que tenía
vocación y, en aquel momento, tener vocación
por el asilo era algo bastante particular.
A esta misma sala de guardia llegaron al
mismo tiempo cuatro personas cuyos nombres
no me parece desdeñable volver a recordar,
puesto que soy una de ellas. La otra, que me
1. Neologismo a partir de poubelle [tacho de basara] y
fmblication [publicación]. [N. de la T.]
complazco en hacer resurgir esta noche, era
Henri Ey.
Se puede decir, con el espacio de tiempo
transcurrido, que de esta ignorancia, Ey fue
el civilizador. Rindo homenaje a su trabajo.
Como lo hizo notar Freud, la civilización no
nos desembaraza de ningún malestar, sino
todo lo contrario -das Unbehagen, el no bien
estar- pero, en Fin, esto tiene un aspecto
valioso.
Si creen que hay una mínima ironía en lo
que acabo de decir, se equivocan seriamente,
pero no pueden más que equivocarse, por
que no pueden imaginar lo que era la igno
rancia en el ambiente asilar antes de que Ey
metiera las manos allí. Era algo absolutamen
te increíble.
Actualmente la historia avanzó, y acabo de
recibir una circular que señala la inquietud
que existe en cierta zona de dicho ambiente
en relación con ese movimiento que prome
te todo tipo de chispas, llamado antipsiquia
tría. Pretenden que yo tome partido en este
asunto.
¿Se puede tomar partido en algo que ya es
una oposición? Sin dudas sería conveniente