Table Of ContentEntrevista con Antoni DomŁnech
(cid:147)Hay dudas fundad(cid:237)simas sobre el verdadero papel de Juan Carlos de
Borb(cid:243)n y Borb(cid:243)n la noche del 23 de febrero(cid:148)
Carlos Abel SuÆrez
El Periodista - Chile
1) ¿QuØ motivos te llevaron a escribir un libro sobre la
(cid:147)fraternidad(cid:148), el tercer valor republicano olvidado, o, como tu
dices, (cid:147)eclipsado(cid:148), del mundo pol(cid:237)tico contemporÆneo?1
Respuesta.- Primero, el hecho mismo de que estuviera olvidado; me
intrigaban las causas de su olvido. Segundo, la sospecha de que esas
causas escond(cid:237)an algo importante, pol(cid:237)tica y cient(cid:237)ficamente hablando.
Recuerdo que, al empezar a consultar a comienzos de los 90 (cid:150)yo viv(cid:237)a
entonces en el Par(cid:237)s que acababa de celebrar el bicentenario de la
Revoluci(cid:243)n(cid:151) la escas(cid:237)sima literatura acadØmica dedicada a la fraternidad
republicana, se me apareci(cid:243) la vieja imagen del tipo buscando la llave
perdida de su casa bajo la luz de una farola. Pasa alguien y le pregunta:
(cid:147)¿estÆVd.seguro de quela ha perdidoaqu(cid:237)?(cid:148) (cid:147)No,pero aqu(cid:237)esdonde hay
luz.(cid:148) Luz (cid:150)luz glauca(cid:151) la hay en los t(cid:243)picos, en los eternos lugares
comunes de las vulgatas pol(cid:237)ticas, period(cid:237)sticas y acadØmicas al uso. Y la fraternidad
estaba en zona de penumbra; hab(cid:237)a que ir a buscarla con candil propio. Motivo de mÆs
para interesarse por ella.
2) Desde el concepto de fraternidad recorres un tiempo que explica mucho de lo
que nos pas(cid:243) a los que vivimos la segunda mitad del siglo XX y este violento
ingreso en el actual. ¿Estamos hablando de un eclipse algo prolongado en
tØrminos de la vida humana aunque relativamente breve desde una
perspectiva hist(cid:243)rico-filos(cid:243)fica?
1 Antoni DomŁnech, El eclipse de la fraternidad: una revisi(cid:243)n republicana de la tradici(cid:243)n socialista,
Barcelona, Cr(cid:237)tica, 2004.
1
Respuesta.- Fraternidad significaba en 1790 (cid:150)cuando Robespierre acuæa la divisa:
Libertad, Igualdad, Fraternidad(cid:151) universalizaci(cid:243)n de la libertad republicana y de la
reciprocidad en esa libertad que es la igualdad republicana. Es decir, que todos,
tambiØn los pobres, los humildes, todos los que necesitan depender de otro para vivir,
todos quienes, para existir socialmente y pervivir, han de pedir diariamente permiso a
otros, criados, trabajadores asalariados, artesanos modestos, campesinos acasillados,
mujeres, todas las categor(cid:237)as sociales, en fin, que entonces se inclu(cid:237)an entre las (cid:147)clases
domØsticas(cid:148), todos los miembros de la (cid:147)familia(cid:148) ((cid:147)familia(cid:148) viene de famuli: esclavos,
siervos), salieran del domus subcivil en que la sociedad seæorial viejoeuropea (y
colonial iberoamericana) les hab(cid:237)a inveteradamente confinado, para emerger como
ciudadanos de pleno derecho a una sociedad civil de libres e iguales. La idea era que
nadie necesitara tener que pedir permiso a otro particular para poder existir
socialmente, que todo el mundo tuviera su propia base material, sus propios medios de
existencia social. Esa idea, que unific(cid:243) pol(cid:237)ticamente al (cid:147)cuarto estado(cid:148)
desprendiØndolo del tercero (los burgueses), entr(cid:243) en fase de eclipse bÆsicamente por
dos motivos. Primero, porque la sociedad civil napole(cid:243)nica dio una apariencia de
libertad e igualdad civiles, de libertad e igualdad, esto es, independientes de las bases
materiales (la propiedad) en que el republicanismo (de Arist(cid:243)teles y Cicer(cid:243)n a
Jefferson, Kant o Robespierre) las hac(cid:237)a arraigar:de ah(cid:237) sali(cid:243) la libertad (cid:147)liberal(cid:148) en el
siglo XIX. (En rigor hist(cid:243)rico, no hay (cid:147)liberalismo(cid:148) antes del XIX: la propia palabra se
inventa en las Cortes de CÆdiz, en 1812.) Segundo porque, despuØs del fracaso de la II
Repœblica francesa de 1848 (cid:150)la llamada Repœblica (cid:147)fraternal(cid:148)(cid:151), los socialistas
pol(cid:237)ticos, leg(cid:237)timos herederos del legado del republicanismo democrÆtico tradicional,
consideraron con buenas razones que, en la era de la industrializaci(cid:243)n, no era ya viable
el viejo programa democrÆtico-fraternal revolucionario de una sociedad civil fundada
en la universalizaci(cid:243)n de la libertad republicanaporla v(cid:237)a de universalizarla propiedad
privada; para ellos no se trataba tanto de una inundaci(cid:243)n democrÆtica de la sociedad
civil republicana clÆsica, cuanto de la creaci(cid:243)n de una vida civil no fundada ya en la
apropiaci(cid:243)n privada de las bases de existencia, sino, como dijo Marx, basada en un
(cid:147)sistema republicano de asociaci(cid:243)n de productores libres e iguales(cid:148), es decir, en un
sistema de apropiaci(cid:243)n en comœn, libre e igualitaria, de las bases materiales de
existencia de los individuos. Marx y Engels (cid:150)y aun Bakunin(cid:151) nunca perdieron de vista
la conexi(cid:243)n de este ideal socialista con el viejo ideal republicano-democrÆtico
fraternal. El republicanismo se hizo definitivamente invisible, se eclips(cid:243), como
tradici(cid:243)n hist(cid:243)rica cuando los socialistas que vinieron despuØs fueron olvidando en sus
formulaciones doctrinales (cid:150)y en su agitaci(cid:243)n pol(cid:237)tica cotidiana(cid:151) esa conexi(cid:243)n, para
acabar confundiendo muchas veces ellos mismos la tradicional concepci(cid:243)n republicana
de la libertad (cid:150)enormemente exigente(cid:151) con la nueva (cid:150)y trivial(cid:151)concepci(cid:243)n liberal
postnapole(cid:243)nica.
3) Te defines como un republicano radicalmente democrÆtico. ¿QuØ valor
pol(cid:237)tico tiene hoy esa tradici(cid:243)n?
Respuesta.- Bueno, si hay que definirse lac(cid:243)nicamente, yo me defino como un
socialista sin partido. Y sin partido, en alguna medida, porque los diversos partidos o
grupos socialistas existentes (socialdem(cid:243)cratas, comunistas de varias tendencias,
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laboristas, anarcosindicalistas) han ido perdiendo la autoconsciencia de ser los
herederos del republicanismo democrÆtico. El socialismo, incluso en el mÆs amplio
sentido de la palabra, que incluye a todas las tendencias antes mencionadas, o es la
continuaci(cid:243)n (cid:150)todo lo cauta y realista y sensata que se quiera(cid:151) de la inveterada
pretensi(cid:243)n democrÆtico-fraternal de civilizar radicalmente todos los Æmbitos de la vida
social, o no es nada, pol(cid:237)ticamente hablando. El capitalismo hered(cid:243) del viejo rØgimen
europeo la tripartici(cid:243)nde la vida social, segmentada en un Æmbito propiamente civil de
libreseiguales (regidopor loque Montesquieu llam(cid:243) laloicivil); unÆmbito (cid:147)pol(cid:237)tico(cid:148)
substra(cid:237)do al control fiduciario de la sociedad civil y supraordinado a ella, es decir, el
Estado burocrÆtico moderno que viene del despotismo (cid:147)pœblico(cid:148) de las monarqu(cid:237)as y
los principados absolutistas (regido por lo que Montesquieu llam(cid:243) la loi politique); y
por œltimo, un Æmbito (cid:147)familiar(cid:148) subcivil (regido por lo que Montesquieu llam(cid:243) la loi
de famille), en el que los padres y los patronos ejercen su particular despotismo
(cid:147)privado(cid:148). En mi libro, trato de mostrar quØ graves consecuencias pol(cid:237)ticas ha tenido
muchas veces en el pasado para la acci(cid:243)n socialista el olvido de que la suya es
continuadora de la tradici(cid:243)n de lucha pancivilizatoria de la democracia fraternal
revolucionaria, de que la suya es una lucha simultÆnea en cuatro frentes: contra el
despotismo del Estado, contra el despotismo de los patronos (la empresa capitalista
moderna hereda en condiciones modern(cid:237)simas el viejo despotismo de una ancestral loi
de famille), contra el despotismo domØstico dentro de lo que ahora entendemos
propiamentepor familia(la potestadarbitrariadel var(cid:243)nsobrela mujery aun los niæos)
y, por œltimo, contra la descivilización de la propia sociedad civil que se produce por
consecuencia de la aparici(cid:243)n, en el contexto de mercados ferozmente oligopolizados,
de grandespoderesecon(cid:243)micos privados,substra(cid:237)dosal orden civil comœn de los libres
e iguales, enfeudados en nuevos privilegios plutocrÆticos, y por lo mismo, mÆs y mÆs
capaces de desafiar a las repœblicas y de disputar a Østas con Øxito su derecho
inalienable a determinar el interØs pœblico.
4) ¿C(cid:243)mo juzga un republicano democrÆtico espaæol a la monarqu(cid:237)a
parlamentaria de su pa(cid:237)s, salida de la transici(cid:243)n democrÆtica?
Respuesta.- Por lo pronto as(cid:237): con toda seguridad, en ninguna publicaci(cid:243)n espaæola
(cid:147)respetable(cid:148) ser(cid:237)a posible reproducir mi opini(cid:243)n sincera...
5) Pero la transici(cid:243)n democrÆtica espaæola se presenta en todo el mundo, y
particularmente en Chile, como un Øxito. Y de todas formas, esto se va a
publicar en Chile...
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Respuesta.- Por no eludir la cuesti(cid:243)n, y por no extenderme mÆs allÆ de lo que el espacio
de esta entrevista permite, podemos reducirnos a dos cosas. Una es una cuesti(cid:243)n,
digamos, de (cid:147)principios(cid:148). Y otra, de oportunidad pol(cid:237)tica. En lo atinente a la cuesti(cid:243)n
de principios, todo el mundo sabe que en la transici(cid:243)n pol(cid:237)tica espaæola, que
indiscutiblemente permiti(cid:243) salir de un rØgimen de tipo fascista que feneci(cid:243) del mismo
modo que naci(cid:243) (cid:150)matando(cid:151), al pueblo espaæol se le hurt(cid:243) la posibilidad de elegir la
forma de Estado: uno de los aspectos clave de la transici(cid:243)n fue precisamente Øste, la
aceptaci(cid:243)n, por parte del grueso de las fuerzas de oposici(cid:243)n antifranquista (cid:150)amenaza
del ejØrcito y de los (cid:147)poderes fÆcticos(cid:148) mediante(cid:151), no s(cid:243)lo de la monarqu(cid:237)a
parlamentaria,sino del Rey que hab(cid:237)a designado el general Franco, que era Juan Carlos
de Borb(cid:243)n y Borb(cid:243)n, en vez de, por ejemplo, su padre(el conde de Barcelona),que era
quien ten(cid:237)a (cid:147)legitimidad dinÆstica(cid:148), si es que tal cosa existe mÆs allÆ del oximoron.
Todo eso, naturalmente, no tendr(cid:237)a ahora mucha importancia pol(cid:237)tica, si la monarqu(cid:237)a
parlamentaria en Espaæa fuera lo que sus apologetas, directos o indirectos, dicen que
es: una especie de repœblica coronada, con un pueblo que es a la vez republicano y
juancarlista, y con un Rey que es un ciudadano mÆs, sin ningœn tipo de poder, como
corresponder(cid:237)a te(cid:243)ricamente a una monarqu(cid:237)a totalmente parlamentarizada. Pero no es
el caso. Para empezar, las dos loas son inconsistentes entre s(cid:237): el pueblo espaæol
(cid:147)republicano(cid:148), en la medida en que es (cid:147)juancarlista(cid:148), lo es porque considera que Juan
Carlos de Borb(cid:243)n y Borb(cid:243)n ha intervenido decisivamente a favor de la democracia
(seæaladamente la noche del frustrado golpe de Estado del 23 de febrero de 1981), es
decir, porque cree que el Rey tiene algœn tipo de poder benØfico para la democracia,
independientemente de los partidos pol(cid:237)ticos y de los poderes constitucionales del
Estado (el Monarca, en la actual Constituci(cid:243)n espaæola, no es unpoder del Estado, sino
que estÆ definido meramente como un (cid:147)(cid:243)rgano(cid:148) del Estado). Ahora, la cuesti(cid:243)n es si es
verdad que ese indiscutible (cid:147)poder(cid:148) (no constitucional) del Rey ha sido y sigue siendo,
en tØrminos de oportunidad pol(cid:237)tica, beneficioso para la democracia. Muchos lo creen
as(cid:237).La noche v(cid:237)spera delas recienteseleccionesdel 14de marzodel corriente,corri(cid:243)el
falso rumor (cid:150)del que se hizo sonadamente eco el cineasta Pedro Almod(cid:243)var(cid:151), segœn el
cual el Partido Popular, que tem(cid:237)a perder las elecciones, hab(cid:237)a amagado con un nuevo
golpe de Estado, detenido providencialmente, ¡una vez mÆs!, por el Rey. Ese rumor
corri(cid:243)como la p(cid:243)lvora, como es natural, entre las filas de los votantes de izquierda, as(cid:237)
que tiene su verdad eso del (cid:147)pueblo republicano juancarlista(cid:148) que cree que el poder del
Rey ha sido y sigue siendo benØfico para la vida democrÆtica, independientemente de
sus oscuros or(cid:237)genes franquistas y del pecado original de la transici(cid:243)n pol(cid:237)tica, que
hurt(cid:243) al pueblo espaæol la posibilidad de restaurar la legalidad republicana destruida
por el golpe de Estado del General Franco y por su victoria en la Guerra Civil de
1936-39.
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Yo no lo creo, no creo que ese poder Real haya sido, y sobre todo, que sea ahora
benØfico para la vida democrÆtica espaæola. Aparte de que hay dudas fundad(cid:237)simas
sobre el verdadero papel de Juan Carlos de Borb(cid:243)n y Borb(cid:243)n la noche del 23 de
febrero de 1981 (tema prÆcticamente tabœ en Espaæa), la Casa Real se ha visto
involucrada en muchos de los mÆs lamentables episodios de la convulsa vida
pol(cid:237)tica, social y econ(cid:243)mica de la Espaæa de los aæos 90. PiØnsese en los grandes
escÆndalosde corrupci(cid:243)nde la Espaæa gobernadaporelPartido Socialista de Felipe
GonzÆlez (la Espaæa del (cid:147)pelotazo(cid:148), del dinero fÆcil, de los nuevos ricos
(cid:147)socialistas(cid:148) y del vergonzoso enrichissez-vous! con que varios ministros de
econom(cid:237)a socialistas hicieron excelentes amigos entrela jet set). Pues bien, hay que
acordarse, por ejemplo, de que cuatro de los grandes tiburones empresariales y
financieros con desmedidas ambiciones pol(cid:237)ticas de esa Øpoca, que han acabado en
la cÆrcel (como Mario Conde, Javier de la Rosa y Ruiz Mateos) o estÆn pendientes
de juicio (como Manuel Prado y Col(cid:243)n de Carvajal), son, o han sido, asiduos de la
Casa Real e (cid:237)ntimos amigos y partners del Rey en distintas joint ventures, a modo
de nueva Corte de los Milagros (econ(cid:243)micos) valleinclanesca. Y hay que ser muy
ingenuo para creer que todo eso no ha tenido y sigue teniendo repercusiones
pol(cid:237)ticas terribles. No es cosa de aburrir al lector chileno con detalles de la vida
pol(cid:237)tica espaæola reciente. Pero, sucintamente, mi opini(cid:243)n se puede resumir en este
especulativo juicio contrafÆctico: si en el fango de esa Øpoca econ(cid:243)mica y
pol(cid:237)ticamente escandalosa de la Espaæa de los aæos 90 (cid:150)autØntica nueva (cid:147)Era de la
codicia(cid:148)en todo el mundo(cid:151), queacab(cid:243) conun ministrosocialista (Barrionuevo,de
Interior) y con varios altos funcionarios socialistas en la cÆrcel, condenados por
terrorismo de Estado y uso indebido de fondos reservados, y, veros(cid:237)milmente, con
la forja de una sociedad de socorros pol(cid:237)ticos mutuos entre la acorralada ala
(cid:147)felipista(cid:148) del PSOE y la amedrentada Casa Real; si en ese fango, digo, hubiera
estado metido un gobierno conservador tradicional del PP, en vez de uno (cid:147)social-
liberal(cid:148) del PSOE; si, en suma, nuestra peculiar (cid:147)Era de la codicia(cid:148) hubiera estado
gobernada en Espaæa por el PP y no por el PSOE, entonces la ca(cid:237)da de ese
hipotØticamente enlodado gobierno conservador en 1996 a manos de una eventual
victoria electoral socialista (cid:150)que habr(cid:237)a tenido probablemente menos escrœpulos
ideol(cid:243)gicos en salvar los muebles de la Instituci(cid:243)n por Antonomasia, y que
dif(cid:237)cilmentehabr(cid:237)apodido resistir,ademÆs, trasinterminablesaæos deoposici(cid:243)n, la
tentaci(cid:243)nde tocaren la l(cid:237)neade flotaci(cid:243)na su competidorpol(cid:237)tico porladerecha(cid:151),
posiblemente habr(cid:237)a tra(cid:237)do consigo sin demasiados traumas la III Repœblica
espaæola, o habr(cid:237)a abierto al menos un proceso irreversible de desacralizaci(cid:243)n y
desmitificaci(cid:243)n de la Monarqu(cid:237)a borb(cid:243)nica y de la interesada leyenda de su
fabuloso papel en la transici(cid:243)n pol(cid:237)tica espaæola..
6) Hay modas intelectuales que se expanden en el mundo acadØmico, entre los
periodistas y entre los pol(cid:237)ticos como un derrame de petr(cid:243)leo en el mar. En un
tiempo nadie pod(cid:237)a hablar de Marx sin pasar por Althusser. DespuØs nos
asombramos cuando el fil(cid:243)sofo francØs confes(cid:243) que apenas lo hab(cid:237)a le(cid:237)do.
¿Ahora no estÆ pasando algo similar con el posmodernismo, o con aquellos
que tiran a la basura de la historia partidos y sindicatos, o se rinden a los pies
5
de la globalizaci(cid:243)n, como una totalidad, que sirve tanto para un fregado como
para un fruncido?
Respuesta.- Uno de mis mÆs admirados maestros fue el eminente fil(cid:243)sofo marxista
Wolfgang Harich, encarcelado durante 8 aæos por el rØgimen estalinista de Walter
Ulbricht en la llamada Repœblica DemocrÆtica Alemana. A Øl siempre le impresion(cid:243) el
dictum de su maestro Nicolai Hartmann (cid:150)en mi opini(cid:243)n, uno de los diez grandes
fil(cid:243)sofos del siglo XX(cid:151) sobre el marxismo: (cid:147)El marxismo no es tan necio(cid:148), dec(cid:237)a
Hartmann, a modo de supremo piropo, (cid:147)pero estÆ en su esencia el ser elaborado y
reelaborado por gentes poco instruidas, que llevan a la filosof(cid:237)a todo su diletantismo(cid:148).
Si descontamos el sesgo elitista de mandar(cid:237)n de la gran academia alemana tradicional
que tiene esa opini(cid:243)n, es imposible no reconocerle su nœcleo de verdad. El viejo Marx
lleg(cid:243) a darse perfectamente cuenta de eso. La famosa broma de que Øl no era marxista
apuntaba a dos tipos de intelectuales que le resultaban vitandos, pero que luego, en el
siglo XX, acabar(cid:237)an precisamente representando dos tipos de (cid:147)marxistas(cid:148) muy
comunes en las instituciones acadØmicas y public(cid:237)sticas, digamos: los falsarios y los
impacientes. Los falsarios son los que (cid:150)en palabras del propio Marx, criticando a los
acadØmicos del llamado (cid:147)socialismo de cÆtedra(cid:148)(cid:151) se (cid:147)construyen una ciencia
privada(cid:148). Son los que, pro domo sua (cid:150)para hacerse un tranquilo lugar bajo el sol en las
instituciones dominantes(cid:151), y violando todos los c(cid:243)digos deontol(cid:243)gicos de la probidad
intelectual, substituyen la bœsqueda honrada de la verdad objetiva, una bœsqueda que
necesariamente ha de hacerse a la luz de la raz(cid:243)n pública, y que es imprescindible para
fundar cualquier pol(cid:237)tica alternativa factible, por la impropiedad peregrina y el burdo
sectarismo epistemol(cid:243)gico ((cid:147)ciencia proletaria(cid:148), (cid:147)nuestra verdad no es la suya(cid:148), etc.).
Por otro lado, a los impacientes aludi(cid:243) tambiØn el propio Marx (cid:150)y refiriØndose a un
(cid:147)marxista(cid:148) de su tiempo, Hyndman(cid:151) como a (cid:147)frenØticos escritorzuelos middle class
incapaces de cumplir con el primer requisito necesario para aprender cualquier cosa,
que es la paciencia(cid:148): (cid:147)a partir de cualquier idea nueva tra(cid:237)da por un viento favorable(cid:148),
se (cid:147)dedican a sacar dinero, o nombre, o capital pol(cid:237)tico(cid:148). Yo creo que no es casual que
tantos nihilistas de cÆtedra postmodernos vengan del marxismo tartarinescoparisino de
los aæos sesenta y setenta; muchos juntan a satisfacci(cid:243)n los dos tipos de impostura, la
del sedicentemente sesudo falsario, muæidor de todo tipo de enredizos conceptuales y
de laber(cid:237)nticos y hermØticos pseudofilosofemas, y la del patentemente alocado
impaciente, ubicuo en los medios de comunicaci(cid:243)n, (cid:147)respetables(cid:148) y menos
(cid:147)respetables(cid:148).
.
7) Giddens, el de la tercera v(cid:237)a, nos advierte sobre un mundo desbocado, ¿quØ es
lo que se desboc(cid:243)? ¿Por quØ fuimos derrotados?
Respuesta.- Tengo una pØsima opini(cid:243)n profesional, cient(cid:237)fica, de Giddens. Me parece
un soci(cid:243)logo vulgar y superficial que ha vivido siempre, tambiØn cuando tocaba ser de
(cid:147)ultraizquierda(cid:148), de lugares comunes e improvisaciones, que nunca ha hecho
investigaci(cid:243)n emp(cid:237)rica original, y que cuando ha intentado incursiones en la (cid:147)teor(cid:237)a(cid:148),
ha confundido siempre la teorizaci(cid:243)n cient(cid:237)fica propiamente dicha con la (mala)
historia de las ideas. Pol(cid:237)ticamente, la (cid:147)tercera v(cid:237)a(cid:148), como invento public(cid:237)stico (cid:150)que
nunca fue otra cosa(cid:151), muri(cid:243) el 15 de febrero de 2003. En Blair y en el Nuevo
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Laborismo britÆnico hab(cid:237)a, en mi opini(cid:243)n, una sola idea interesante: la idea de que lo
que en el continente europeo se llam(cid:243) (cid:147)consenso antifascista(cid:148) se hab(cid:237)a acabado. Los
britÆnicos tuvieron por vez primera en Europa una s(cid:243)lida derecha postantifascista, que
no es lo mismo que una derecha fascista o fascistizante, ni que una derecha antifascista
al estilo de las democracias cristianas alemana, austr(cid:237)aca e italiana de la postguerra, o
del gaullismo en Francia. Las izquierdas tienen que saber que ese tipo de derecha
postantifascista (à la Berlusconi, en Italia, à la JosØ Mar(cid:237)a Aznar en Espaæa, à la
Neocon en los EEUU) va a ser cada vez mÆs el tipo de derecha a batir. Esa es una
derecha que, con medios ultramodernos y ultramediÆticos, propone en realidad una
especie deregresoplanetarioa la vidapol(cid:237)tica de la Europa medieval, si me permitesla
broma metaf(cid:243)rica: quieren revigorizar la fronda, una total (cid:147)libertad(cid:148) para que unos
enormes imperios privados, enfeudados en el dinero, dominen la vida civil, avasallen a
sus sœbditos (cid:150)y a los sœbditos de los barones feudales menores, y a esos mismos
barones feudales menores(cid:151) y disputen crecientemente con Øxito a los Estados
nacionales y a las organizaciones de derecho pœblico internacionales el derecho a
determinar el interØs pœblico. Las izquierdas tienen que enfrentarse a esa nueva
realidad:no ya a las derechas del consenso antifascista de 1945, que quer(cid:237)an tambiØn (cid:150)
o lo fing(cid:237)an: la hipocres(cid:237)a es el tributo que el vicio rinde a la virtud(cid:151) un (cid:147)Estado
social(cid:148), protecci(cid:243)n mÆs o menos generosa de los derechos de los trabajadores,
capacidad m(cid:237)nima de los gobiernos para intervenir en los mercados internos, mercados
financieros internacionales mÆs o menos regulados por el FMI y el Banco Mundial,
etc., etc. El Nuevo Laborismo de Blair y Mandelson comprendi(cid:243) eso antes, por
ejemplo, que la SPD alemana (cid:150)a la fuerza ahorcan(cid:151), pero s(cid:243)lo para pasarse Øl mismo
al campo del postantifascismo neocon, para dar un toque postmoderno al thatcherismo.
Craxi (cid:150)el primer valedor pol(cid:237)tico de Silvio Berlusconi(cid:151) ya hab(cid:237)a intentado algo as(cid:237) en
el Partido Socialista Italiano de los aæos ochenta, con el lamentable resultado de todos
conocido. Personalmente, deseo que Tony Blair acabe sus d(cid:237)as pol(cid:237)ticos de modo
parecido a Bettino Craxi: no, obviamente, exilado en Tœnez, para substraerse a los
tribunales de justicia de su propio pa(cid:237)s acusado de corrupci(cid:243)n, sino ante el Tribunal
Internacional de La Haya, acusado de cr(cid:237)menes de guerra.
8) ¿QuØ es ser de izquierda hoy?
Respuesta.- Se puede ser de izquierda de muchas maneras, como lo prueba el hecho de
que hay varios tipos y tradiciones de izquierda realmente existentes. Pero, para
simplificar, zascandiles, c(cid:237)nicos y arribistas aparte (esos de los que dec(cid:237)a don Manuel
Azaæaque, mÆsaœn que porfalta de moral,lo son porsobrade descreimiento),hay dos
tipos de izquierda. La que cree honradamente que el horizonte del capitalismo
planetario es sistØmicamente irrebasable, y que lo œnico que puede hacerse es buscar
modos mÆs o menos duraderos de hacerlomÆs humano, mÆs benØvolo con los pobresy
desheredados de la Tierra, y mÆs compatible con el respeto de los derechos humanos y
con la supervivencia del planeta. Y la que cree, tambiØn honradamente, que es posible
rebasar el sistema, que es posible organizar la producci(cid:243)n y el consumo mundiales de
un modo democrÆtico y cooperativo, no, como en el capitalismo, sobre la base de que
una pequeæa minor(cid:237)a de sedicentes caudillos empresarialesautoproclamados ec(cid:243)nomos
e intendentes generales de la sociedad monopolicen desp(cid:243)ticamente la organizaci(cid:243)n de
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la producci(cid:243)n, y dicten, encima, al resto de la ciudadan(cid:237)a normas y pautas de consumo
a travØs de una publicidad despilfarradora y manipulatoria. Para los radicales, la
resignada visi(cid:243)n del sistema como irrebasable es una peligrosa ilusi(cid:243)n fatalista, que
hace incluso inviables las reformas mÆs posibles y mÆs necesarias.
9) ¿Es compatible ser de izquierda con el realismo pol(cid:237)tico? Dicho de otro modo
¿la izquierda subsiste s(cid:243)lo como el testimonio de una minor(cid:237)a que sueæa con
un mundo mÆs fraterno y punto?
Respuesta.-Aunqueyo pertenezcoalsegundo tipo de izquierda,al(cid:147)radical(cid:148),no soy
todav(cid:237)a lo bastante iluso como para ignorar las dificultades del mismo. El primer tipo,
el (cid:147)moderado(cid:148), tiene dificultades de diagn(cid:243)stico: la evoluci(cid:243)n de la llamada
(cid:147)globalizaci(cid:243)n(cid:148) en los œltimos 25 aæos parececonfirmarel diagn(cid:243)stico (cid:147)radical(cid:148). Basta
ver la evoluci(cid:243)n de (cid:147)moderados(cid:148) lœcidos y competentes como Paul Krugman o Joseph
Stiglitz en los œltimos 5 aæos (cid:150)cuando se ha hecho evidente el fracaso del llamado
(cid:147)consenso de Washington(cid:151) para percatarse: el œltimo libro de Krugman (que fue
asesor econ(cid:243)mico de Clinton en la epis(cid:243)dica euforia (cid:147)fatalista-progresista(cid:148) de los aæos
90)sellama ni mÆs ni menos que El granengaæo: ¡si pareceunt(cid:237)tulo chomskyano!Es
como si el mundo hubiera vuelto sin remedio al capitalismo loco, desregulado,
belicista, insolentemente imperialista y altanero anterior a la I Guerra Mundial, que fue
un semillero de catÆstrofes. Si eso es un horizonte irrebasable, ¡vamos listos! Pero el
punto de vista (cid:147)radical(cid:148), que, en mi opini(cid:243)n, tiene una posici(cid:243)n mÆs realista en cuanto
al diagn(cid:243)stico, tiene una enorme debilidad: sus fuerzas carecen de organizaci(cid:243)n (y
muchas veces, tambiØn de ideas alternativas factibles o bien concebidas). Por volver a
la comparaci(cid:243)n hist(cid:243)rica anterior: no hay nada ni remotamente parecido hoy a la
Internacional socialista de partidos obreros anterior a la Gran Guerra. Y si pensamos
que esa potente Internacional fracas(cid:243) entonces en el momento decisivo, y no logr(cid:243)
impedir la catÆstrofe mundial de 1914, pues es para echarse a temblar... Creo que los
dos tipos de izquierda, si son honrados, estÆn obligados a reconocer sus respectivas
debilidades, y a colaborar del modo mÆs leal posible: los radicales debemos seguir el
viejo consejo de la gran Rosa Luxemburgo, no contraponer estØrilmente (cid:148)Reforma(cid:148) y
(cid:147)Revoluci(cid:243)n(cid:148), sino tratar de sumar la segunda a la primera, apoyar y servirnos de los
avances moderados, para hacer avanzar con firmeza y con inteligencia causas moral y
pol(cid:237)ticamente mÆs radicales; por su parte, los moderados tienen la obligaci(cid:243)n moral de
luchar contra la criminalizaci(cid:243)n indiscriminada de los radicales que intenta la derecha.
E independientemente de las obligaciones morales, deber(cid:237)a interesarles hacerlo: a estas
alturas, todos deber(cid:237)an saber que no hay reforma m(cid:237)nimamente seria que pueda
prescindir de la creciente capacidad de movilizaci(cid:243)n y de presi(cid:243)n del movimiento
antiimperialista y antiglobalizaci(cid:243)n.
10) A medida que pasan los aæos y se observa el ascenso y la declinaci(cid:243)n de
muchos l(cid:237)deres pol(cid:237)ticos, creo que Salvador Allende fue un ejemplo en mÆs de un
sentido. Era un pol(cid:237)tico realista y al mismo tiempo cre(cid:237)a profundamente en la
posibilidad de una sociedad mÆs justa y fraterna. Su muerte misma confirma ese
compromiso ¿Vivi(cid:243) en una Øpoca y en un lugar donde esas ideas no ten(cid:237)an
posibilidad de concretarse? ¿No ves en el drama de Chile un parecido, matizado
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ciertamente por la distancia y las circunstancias, con la derrota de la Espaæa
republicana y la repœblica de Weimar?
Respuesta.- Hay, sin duda, un parecido entre la derrota de la Espaæa republicana del
Frente Popular y el fracaso de la Unidad Popular de Allende. La Constituci(cid:243)n chilena
de 1925 era una Constituci(cid:243)n, si se puede decir as(cid:237), de la generaci(cid:243)n de las
Constituciones de Weimar y de la II Repœblica espaæola, formaba parte de un paquete
(cid:147)generacional(cid:148) en el que cabr(cid:237)a incluir tambiØn a la Constituci(cid:243)n mexicana de 1917 o a
la Constituci(cid:243)n de la Repœblica austriaca de 1919. Todas esas Constituciones, de gran
radicalidad democrÆtica, ten(cid:237)an, entre otras muchas, la siguiente aspiraci(cid:243)n en comœn:
todas pon(cid:237)an la regulaci(cid:243)n legal de los fines sociales de la propiedad bajo la sola
voluntad del legislador. Eso abr(cid:237)a la posibilidad (cid:150)constitucionalmente indeterminada(cid:151)
de que mayor(cid:237)as parlamentarias de izquierda pudieran llegar a reformas muy radicales
de la vida econ(cid:243)mica, y en el l(cid:237)mite, a regular en direcciones netamente anticapitalistas
lapropiedadprivada:porejemplo, expropiando(cid:150)nacionalizando(cid:151); oporotroejemplo,
democratizando de abajo arriba la gran y la mediana empresa (cid:151)introduciendo la
libertad republicana en el puesto mismo de trabajo(cid:151); o por otro ejemplo aœn,
fomentando e incentivando la producci(cid:243)n asociada y cooperativa (cid:150)es decir,
socializando(cid:151). Ese tipo de Constituciones favorec(cid:237)an, obvio es decirlo, la formaci(cid:243)n
de Frentes Populares con voluntad de actuar en este sentido, digamos, radicalmente
democratizador de la vida econ(cid:243)mica. Ahora, en 1970, si comparamos, Chile segu(cid:237)a
con su Constituci(cid:243)n de 1925, mientras que Alemania y Austria ten(cid:237)an ya
Constituciones muy distintas, fruto del (cid:147)nuevo consenso(cid:148) europeo de la segunda
postguerra. Y el (cid:147)nuevo consenso(cid:148) era muy distinto del de la primera postguerra. En las
nuevas Constituciones fruto de ese consenso post-1945 (cid:150)como en la espaæola de
1978(cid:151) hab(cid:237)a prÆcticamente desaparecido la libertad del legislador para regular a su
antojo la propiedad. A trueque de esa limitaci(cid:243)n, las nuevas Constituciones blindaban
un conjunto de derechos sociales que ninguna mayor(cid:237)a parlamentaria (cid:150)conservadora(cid:151)
pod(cid:237)a tampoco tocar: en la Constituci(cid:243)n espaæola, por ejemplo, incluso el derecho de
los trabajadores a tener vacaciones pagadas estÆ constitucionalmente blindado (otra
cosa es que se cumpla...). Esa nueva generaci(cid:243)n de Constituciones se adaptaba bastante
bien al tipo de capitalismo fordista que se impuso en la postguerra: as(cid:237) como en el
famoso (cid:147)tratado de Detroit(cid:148) (1946) el seæor Ford reconoci(cid:243) expresamente el papel de
los sindicatos en la negociaci(cid:243)n salarial (enmendando de ra(cid:237)z su virulenta campaæa
antisindical de tono expresamente nazifascista de los aæos treinta), a cambio de que el
sindicalismo de la AFL-CIO (enmendando de ra(cid:237)z su activismo democratizador de la
empresa y de las relaciones industriales en los aæos treinta) renunciara definitivamente
a poner en cuesti(cid:243)n las prerrogativas de poder y control de los propietarios y de los
ejecutivos de las empresas;2 as(cid:237) tambiØn las nuevas Constituciones europeas de
postguerra blindaban un conjunto de derechos sociales que equival(cid:237)an a
constitucionalizar la empresa capitalista (cid:150)a limitar normativamente el poder absoluto
2EnelcongresocelebradoenDetroitenenerode1946delaSocietyofAutomotiveEngineers,HenryFordII
anunci(cid:243)el findelalucha declasesenlosEEUU:(cid:147)Nosotros,losdelaFordMotorCompany,notenemos ya
el menor deseo de (cid:145)destrozar las uniones sindicales(cid:146), o de invertir el reloj de la historia (...) tenemos que
asegurarunliderazgomejoradoycadavezmÆsresponsableparaayudararesolverla ecuaci(cid:243)nhumanaenla
producci(cid:243)nenmasa(...)lasrelacionesindustrialesdeber(cid:237)angobernarseconlamismapericiatØcnicayconla
misma determinaci(cid:243)n con que los ingenieros se enfrentan a los problemas mecÆnicos(cid:148).
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de la patronal(cid:151), a cambio de renunciar definitivamente, entre otras cosas, a su
parlamentarizaci(cid:243)n y democratizaci(cid:243)n (consejos de fÆbrica, etc.). El consenso fordista,
con el que se reconstruy(cid:243) el capitalismo en EEUU y, sobre todo, en Europa occidental
a partir de 1945, signific(cid:243), en una palabra, cambiar libertad republicana y democracia
en la vida econ(cid:243)mica productiva por aumento de (cid:147)bienestar(cid:148) material y capacidad de
consumo (publicitariamente manipulado): este es el significado filos(cid:243)ficamente mÆs
profundo de lo que en el continente europeo se llam(cid:243) •(cid:148)Estado social(cid:148), o en Gran
Bretaæa, (cid:147)Estado de bienestar(cid:148).
En este sentido, el experimento de la Unidad Popular de Allende estaba, como
bien dices, (cid:147)fuera de Øpoca(cid:148): era todav(cid:237)a un intento pol(cid:237)tico de someter la vida
econ(cid:243)mica a la voluntad popular encarnada en el Parlamento, un intento fuera del
(cid:147)consenso fordista(cid:148) entonces imperante, y s(cid:243)lo facilitado por una Constituci(cid:243)n pol(cid:237)tica
democrÆtica (cid:147)prefordista(cid:148). Eso no quiere decir que no fuera muy interesante, ni que
Allende no fuera un pol(cid:237)tico realista. Al contrario: pues en otro sentido, el experimento
de Allende (cuyo destino, al igual que el de la (cid:147)Repœblica de trabajadores(cid:148) en la
Espaæa de los aæos treinta, conmovi(cid:243) superlativamente a la opini(cid:243)n pœblica
democrÆtica internacional) pod(cid:237)a entenderse como la primera reacci(cid:243)n seria de
izquierda al clamoroso fracaso de la pol(cid:237)tica consistente en extender el capitalismo
(cid:147)democrÆtico(cid:148) fordista a buena parte de IberoamØrica, pol(cid:237)tica que fue la respuesta
norteamericana al triunfo de la Revoluci(cid:243)n cubana de 1959 (la pol(cid:237)tica de Alianza para
el Progreso del Presidente Kennedy, una especie de t(cid:237)mido e irresoluto Plan Marshall
para el cono sur y el Caribe). Un equivalente a esa rebeli(cid:243)n antifordista chilena se hab(cid:237)a
dado en Europa con las grandes luchas obreras de finales de los sesenta, sobre todo en
la primavera francesa de 1968 y en el Otoæo caliente italiano de 1969, o aun en el
(cid:147)cordobazo(cid:148) obrero argentino de ese mismo aæo. Pero la iniciativa chilena de
comienzos de los 70, como todos sabemos, fue considerada intolerable desde el Norte,
que se aprest(cid:243) a dar el tiro de gracia al experimento. Y a m(cid:237) me parece que nunca se
subraya lo bastante que ese tiro de gracia a la democracia chilena tuvo tambiØn un
tremendo culatazo: pues, en cierto modo, el final de Allende fue tambiØn, no s(cid:243)lo el
final de toda pretensi(cid:243)n norteamericana de extender las bendiciones del (cid:147)progreso(cid:148)
econ(cid:243)mico socialmente (cid:147)consensuado(cid:148) a IberoamØrica (y el comienzo de una Øpoca de
sangrientas dictaduras militares ultraneoliberales), sino, asimismo, el principio del fin
del capitalismo (cid:147)civilizado(cid:148) fordista en los propios EEUU y el principio del fin de las
ilusiones neofordistas del grueso de la izquierda europea (el (cid:147)eurocomunismo(cid:148) fue tal
vez el canto de cisne latino de esas ilusiones).
11)¿Es compatible la profundizaci(cid:243)n de la democracia en un contexto de
fenomenal concentraci(cid:243)n del ingreso, exclusi(cid:243)n y aumento de prÆcticas pol(cid:237)ticas
clientelares y corruptas? ¿QuØ papel podr(cid:237)a jugar para la izquierda en el actual
contexto de una nueva derecha postfordista o postantifascista la lucha por una
Renta BÆsica Universal de Ciudadan(cid:237)a?
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Description:Entrevista con Antoni Domènech. “Hay dudas fundadísimas sobre el verdadero papel de Juan Carlos de. Borbón y Borbón la noche del 23 de febrero