Table Of Contentdoi:10.5477/cis/reis.140.29
Empleadas y empleadoras, tensiones de una
relación atravesada por la ambigüedad
Domestics and their Employers, a Relationship Cut Through by Ambiguity
Débora Gorban
Palabras clave Resumen
Servicio doméstico Este artículo abordará las distintas formas en las que empleadas y
(cid:127) Mujeres trabajadoras empleadoras disputan los límites de una relación laboral y afectiva.
(cid:127) Características del Como señalaron otros estudios (Brites, 2001; Kofes, 2001; Rollins,
empleo (cid:127) Desigualdad 1985), esta relación se constituye en la ambigüedad afectiva del vínculo
(cid:127) Afecto (cid:127) Entrevistas entre estas mujeres, a partir de la desigualdad social entre unas y otras.
en profundidad Nos proponemos analizar la relación que se confi gura entre empleadas
y empleadoras, considerando la manera en la que se establecen los
límites de la relación laboral, centrándonos en lo que denominamos
repertorios de demarcación. El trabajo de campo consistió en un
estudio cualitativo donde realizamos entrevistas en profundidad con
empleadas y empleadores del servicio doméstico, observaciones y
discursos recabados a partir de situaciones que se desarrollan fuera del
trabajo de campo.
Key words Abstract
Domestics (cid:127) Working This paper analyzes the different ways in which domestics and their
women (cid:127) Job Charac- employers dispute the limits of a labour and affective relationship.
teristics (cid:127) Inequality Different studies (Brites, 2001; Kofes, 2001; Rollins, 1985) have pointed
(cid:127) Affection (cid:127) In-depth out that this labour relationship is constituted in the ambiguity of the
Interviews boundaries between these women, a relationship built on the social
inequality between them. Our aim is to analyze the relationship between
employers and employees, considering the different ways in which they
establish the limits of their labour relationship, and focusing on what we
call demarcation repertoires. The methodological techniques consisted of
in-depth interviews with both employers and employees, observations
and discourses gathered from situations that unfold outside the fi eldwork.
INTRODUCCIÓN1 lla en la privacidad de un hogar, en conviven-
cia con una familia que no es la propia,
La realidad del trabajo doméstico remunera- realizando tareas de limpieza, cuidado, coci-
do se presenta atravesada por las múltiples na, por una remuneración— supone una si-
tensiones provenientes de la ambigüedad tuación de aislamiento en el trabajo que
que el vínculo supone. Es decir, las caracte- puede favorecer situaciones de explotación,
rísticas propias de la actividad —se desarro- discriminación, violencia, que en la mayoría
1 Este trabajo ha sido realizado en el marco del Proyec- Agradezco a la Dra. Ania Tizziani sus comentarios y
to de Investigación Científi ca y Tecnológica (PICT) 00258, sugerencias a una primera versión de este artículo, y a
que dirijo, fi nanciado por la Agencia Nacional de Inves- los/as evaluadores/as, sus valiosas recomendaciones y
tigaciones Científi cas y Tecnológicas de Argentina. aportes.
Débora Gorban: Universidad Nacional de San Martín | [email protected]
Reis 140, octubre-diciembre 2012, pp. 29-48
30 Empleadas y empleadoras, tensiones de una relación atravesada por la ambigüedad
de los casos aparecen invisibilizadas. Al nizado donde las mujeres constituyen el 98,5
mismo tiempo, debido a esa misma convi- por ciento de la población ocupada. A su
vencia familiar y aislamiento respecto de otras vez, esta población cuenta con un nivel edu-
trabajadoras, se originan relaciones de tipo cativo menor del que se constata en el resto
afectivo y personal entre la trabajadora y de las asalariadas. La mayoría de las muje-
quien la emplea, que a su vez van moldean- res que trabajan en el TDR proviene de sec-
do el vínculo laboral y haciendo aun más tores categorizados como pobres o indigen-
compleja la regularización y regulación de tes y el 41,3 por ciento son migrantes3. En
esta actividad. En este artículo nos propo- términos de distribución geográfi ca, más de
nemos analizar la relación que se confi gura
la mitad de las trabajadoras del TDR a nivel
entre empleadas y empleadoras, a partir de
nacional (54 por ciento) residen en el Área
la manera en la que unas y otras establecen
Metropolitana4 y cerca del 50 por ciento de
los límites de una relación laboral atravesa-
este conjunto trabajan en la Ciudad Autóno-
da por lo afectivo.
ma de Buenos Aires (CABA) (Contartese,
Para ello comenzaremos por presentar al- 2010). En relación a la estructura etárea, las
gunas características generales del trabajo mujeres de 25 a 34 años se encuentran su-
doméstico remunerado en Argentina: compo- brepresentadas, agrupando el 19,7 por cien-
sición del mercado de trabajo, modalidades, to en comparación al 33 por ciento del resto
marcos regulatorios, perfi les de empleadas y
de las asalariadas. En cambio encontramos
empleadores. Después presentaremos algu-
que las de 55 años y más representan el 19,6
nos aspectos metodológicos y teóricos de
por ciento mientras que para el resto de las
este trabajo, y realizaremos la caracterización
ocupaciones el porcentaje se reduce al 10,8
de las disputas entre empleadas y empleado-
por ciento. En gran parte se trata de jefas de
ras donde mostraremos cómo la contratación
hogar y/o cónyuges (33 y 43,5 por ciento
se presenta como el momento revelador de
respectivamente), con una escolaridad pro-
temores y valoraciones morales, para poste-
medio menor a la del resto de las asalaria-
riormente adentrarnos en las prácticas que
das. El 80 por ciento alcanzó como máximo
dan cuenta de los repertorios de demarca-
«secundario incompleto», porcentaje que
ción. Finalizaremos con algunas notas fi nales
disminuye al 32 por ciento para el resto de
donde resumiremos los aspectos abordados.
las asalariadas (Contartese, 2010).
Según datos del censo de 2001 analiza-
ALGUNAS PARTICULARIDADES DEL dos por Courtis y Pacecca (2010), se puede
TRABAJO DOMÉSTICO REMUNERADO observar la enorme relevancia de las mujeres
(TDR) A
EN RGENTINA
En Argentina, el TDR ha representado histó-
gramación Técnica y Estudios Laborales del Ministerio
ricamente el principal lugar de inserción para
de Trabajo, Empleo y Seguridad Social (citado como
las mujeres de sectores populares. Según Contartese, 2010).
datos de 2009, el TDR reúne cerca del 14 por 3 Siguiendo el estudio de Contartese, un 28,7 por
ciento de las asalariadas a nivel nacional, lo ciento proviene de otra provincia, y el 12,6 por ciento,
de otro país. Así, se trata de migrantes internas pero
que representa más de un millón de trabaja-
no recientes, «personas con residencia de 5 años o
doras2. Se trata de un sector altamente femi- más en el área en el que se localizan actualmente»
(2010: 6).
4 Incluye la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y 24 mu-
nicipios próximos pertenecientes administrativamente a
2 Los datos estadísticos que aquí presentamos provie- la provincia de Buenos Aires, cuyas dinámicas laborales
nen del informe «Caracterización del servicio doméstico y cotidianas se desarrollan en estrecha articulación con
en la Argentina», elaborado por la Subsecretaría de Pro- la ciudad.
Reis 140, octubre-diciembre 2012, pp. 29-48
Débora Gorban 31
migrantes de países limítrofes5 en el TDR, pequeños, sino también por hombres o mu-
específi camente en la CABA. Así las autoras jeres solteras, parejas sin hijos, jóvenes o
sostienen que «del total de 700.000 mujeres adultos mayores. En el caso de las trabaja-
empleadas en trabajo doméstico, el 45 por doras, son mujeres de escasos ingresos y
ciento se concentraba en el AMBA, en tanto nivel educativo bajo, muchas con hijos a su
que el 55 por ciento restante se distribuía en cargo y en situaciones de vulnerabilidad res-
el resto del país. A su vez, el 20 por ciento de pecto de sus cónyuges, ya que muchas han
las que trabajaba en el AMBA provenía de un atravesado alguna situación de violencia do-
país latinoamericano, y este valor sube al 45 méstica y abusos. La mayor parte habita en
por ciento cuando se analiza únicamente la barrios pobres del Conurbano, en condicio-
ciudad de Buenos Aires» (2010: 163). Desta- nes precarias, teniendo que viajar un prome-
can particularmente las mujeres provenientes dio de cuatro horas diarias entre sus hogares
de Paraguay, Perú y Bolivia, de donde proce- y el trabajo, en tren y colectivo, extendiendo
de el 90 por ciento de las empleadas domés- su jornada laboral.
ticas latinoamericanas del AMBA (Courtis y
Pacecca, 2010). Marcos regulatorios
En lo que se refi ere a la situación laboral,
El TDR resulta uno de los grupos sociales
cerca del 72 por ciento de las ocupadas en
más extendidos e «invisibilizados» (OIT; Ma-
el TDR en 2009 trabaja para un solo emplea-
ther, 2005), en la mayoría de los casos debi-
dor y la mayoría lo hace dentro de la modali- do a su condición de migrantes pobres, a
dad con retiro6 (73,1 por ciento), residiendo veces indocumentados, muchos de los cua-
en su propio domicilio; solo el 6,1 por ciento les son mujeres. Las condiciones de contra-
trabaja «sin retiro» (Contartese, 2010). La tación y de trabajo dentro de este sector son
contratación de trabajadoras para realizar precarias e irregulares. En Argentina, si bien
tareas de limpieza, cuidado y arreglo general esta actividad se encuentra reglamentada
del hogar así como cuidado de niños está por el Estatuto del Servicio Doméstico (De-
ampliamente extendida entre los sectores creto Ley 326/56) desde 1956, pertenecen a
medios y altos de la CABA. Esta contratación un régimen distinto no comprendido por la
no solo es realizada por familias con hijos Ley de Contrato de Trabajo (LCT). Dicha ley
no incluye a las trabajadoras del TDR en sus
disposiciones debido a que cuando el em-
5 Nos referimos a Paraguay, Uruguay, Bolivia, Chile y pleador contrata a una trabajadora no lo hace
Brasil. En el caso de este sector la migración mas repre- con afán de lucro, elemento fundamental
sentativa es la de mujeres provenientes de Paraguay,
para defi nir una relación contractual/laboral,
seguido por Bolivia y Chile.
según la LCT (MTESS, Banco Mundial e IN-
6 En Argentina se denomina «con retiro» la modalidad
que en España se conoce como «externa», es decir que DEC, 2005). Así, quienes trabajan en el servi-
la trabajadora no duerme en el hogar de quien la con- cio doméstico no se encuentran protegidas
trata. «Sin retiro» equivale a la denominación «interna».
A su vez, la trabajadora «con retiro» puede trabajar para por las leyes de trabajo7, lo cual implica que
un mismo empleador todos los días de la semana, o para
varios, cobrando por hora trabajada. Para muchas de las
trabajadoras entrevisadas esta resulta la modalidad más
conveniente en términos económicos, pero también por- 7 Durante el año 2006, la Agencia Federal de Ingresos
que pueden preservar mayor independencia de sus em- Públicos (AFIP) realizó una extensa campaña publicitaria
pleadores. Lo que hemos registrado a partir de las tra- alentando a que los empleadores paguen mensualmen-
yectorias de las entrevistadas es que muchas veces te un aporte previamente estipulado como contribución
cuando se trata tanto de inmigrantes internas o de países para la seguridad social de las trabajadoras, que pueden
limítrofes, los primeros empleos son bajo la modalidad deducir en un 85 por ciento de sus impuestos. De las
de «internas», pero posteriormente cambian hacia em- 900.000 trabajadoras que hay en el país según las esti-
pleos bajo la modalidad de «externas». maciones a junio de 2006, 100.000 fueron registradas y
Reis 140, octubre-diciembre 2012, pp. 29-48
32 Empleadas y empleadoras, tensiones de una relación atravesada por la ambigüedad
no gozan de los benefi cios de otros trabaja- ron pocas las personas que fi nalmente acce-
dores, entre ellos la licencia por maternidad, dieron a ser entrevistadas, mostrando cierta
ni tampoco existe una reglamentación que reticencia a recibirnos10. Se realizaron doce
estipule los horarios, remuneraciones8, ta- entrevistas en profundidad con personas que
reas y demás elementos que hacen al tipo de contrataban trabajadoras domésticas, todos
actividad que desarrollan. Este marco regu- residentes en la CABA, cuatro hombres y
latorio precario condiciona la relación laboral ocho mujeres, entre los 35 y los 69 años.
de manera tal que en los casos analizados la Ocho de ellos casados, dos divorciados, tres
evaluación de la calidad de la misma para la solteros. Nueve tenían entre uno y tres hijos,
trabajadora queda supeditada al «buen» o todos vivían con ellos en el mismo domicilio.
«mal» trato recibido por la familia empleado- Excepto cuatro de los entrevistados, todos
ra. La negociación de las condiciones de tra- contrataban trabajadoras bajo la modalidad
bajo se circunscribe a lo pautado en cada con retiro. Los entrevistados (incluidos aque-
situación laboral específi ca, defi nida entre la llos testimonios que caracterizamos como
empleadora y la empleada. Debido a ello espontáneos) pertenecen a las clases me-
la capacidad de negociación de la trabajado- dias y medias altas de la CABA; la mayoría
ra se ve condicionada por el margen de urgen- son profesionales, algunos con cargos direc-
cia que moviliza su búsqueda laboral, deli- tivos en empresas o dueños de emprendi-
neando así uno de los rasgos de la desigualdad mientos (docentes, abogados, psicólogos,
característica de este tipo de empleo. economistas), otros son funcionarios pú-
blicos.
A su vez se realizaron cuatro entrevistas en
A
BORDAJE METODOLÓGICO profundidad con trabajadoras que desarrollan
sus tareas en la CABA, pero que residen en
El presente artículo se basa en una investiga-
municipios del AMBA. Las cuatro pertenecen
ción en curso9. Las entrevistas utilizadas fue-
a las clases populares, son jefas de hogar, con
ron realizadas en dos períodos, entre mayo y
hijos menores a cargo, tienen entre 34 y 50
agosto de 2010 y entre mayo y septiembre
años, dos son de origen paraguayo, y otras
de 2011, durante los que entrevistamos a
dos de provincias del norte de la Argentina.
empleadas del servicio doméstico y a em-
Tres de ellas viven en barrios marginales de las
pleadores. La extensión del trabajo de cam-
zonas oeste y sur del AMBA, de calles de tie-
po se debió principalmente a la difi cultad
rra, que deben caminar para llegar a las para-
encontrada para poder concretar entrevistas
das del transporte público. Una vive en la
tanto con unas como con otros. Efectiva-
CABA. Todas tienen una trayectoria de más de
mente, en el caso de los empleadores, si bien
15 años en el TDR, durante la que han traba-
se exploraron diversas vías de contacto, fue-
jado bajo la modalidad «sin retiro» (sobre todo
cubiertas por la seguridad social a partir de esta política
10 Creemos que los rechazos, numerosos, que encon-
de estímulo.
tramos durante el trabajo de campo, en gran parte se
8 El Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social vinculan con los modos de regulación de la actividad,
(MTESS) de la nación fi ja una vez al año las remunera- que dada su laxitud dejan en manos de los empleadores
ciones mensuales mínimas para los trabajadores del la inscripción de la persona contratada y la realización
sector. Sin embargo, esto no resulta de ningún tipo de de los aportes correspondientes. A su vez, el hecho de
negociación con los sindicatos del sector, sino que es que la actividad de la trabajadora se desarrolle en el
establecido de manera unilateral por decreto del MTESS. interior del hogar, hace suponer que el empleador pueda
9 «Entre el afecto y el trabajo. Un estudio sobre las ex- vincular el hecho de hablar sobre esta relación laboral,
periencias y condiciones de trabajo de las empleadas con la idea de develar la intimidad de su familia y la
domésticas en la Ciudad de Buenos Aires», PICT 07- forma en que establece las condiciones de trabajo para
00258, ANCPYT, 2009-2011. su empleada, a una extraña.
Reis 140, octubre-diciembre 2012, pp. 29-48
Débora Gorban 33
cuando recién llegaban a la CABA), pero ac- Estos discursos serán considerados en-
tualmente todas trabajan como externas, dos tonces como aquello que Becker denomina
con más de un empleador. representaciones sustantivas o profanas12,
También recurriremos a aquellas referen- que según el autor entran en juego en el pro-
cias al servicio doméstico que nos sorprenden ceso de investigación. Las mismas estarían
con frecuencia fuera de las actividades del tra- «conformadas por el estereotipo que nace de
bajo de campo, en conversaciones con cono- la inmersión del investigador en la sociedad
cidos, amigos o familiares, discursos «espon- y su conocimiento “sensible” y directo de los
táneos» que forman parte de nuestra fenómenos que estudia. Son estas represen-
experiencia social en tanto compartimos una taciones a las que nos remitimos para poder
pertenencia social con quienes emplean traba- completar las difi cultades encontradas du-
jadoras domésticas. Estas referencias han sido rante nuestro trabajo de campo» (Gorbán y
recabadas durante conversaciones informales Tizziani, 2010: 5).
con mujeres de clase media y alta de la ciudad
de Buenos Aires, con quienes mantenemos
A
vínculos familiares, profesionales o de amistad. LGUNAS PRECISIONES
Dichos discursos han sido registrados y siste- CONCEPTUALES
matizados como notas de campo, para su aná-
Son pocos los estudios que priorizan el aná-
lisis se han considerado los contextos en los
lisis de lo que sucede al interior de los hoga-
cuales han sido recogidos y el lugar de la inves-
res en donde se contrata trabajadoras del
tigadora en dichas situaciones.
servicio doméstico, centrándose en las rela-
Estos discursos, en los que el TDR emerge
ciones de subordinación en las que el servi-
como tema de discusión de manera espontá-
cio doméstico se sostiene: de clase, de raza,
nea, se convierten en una fuente de información
de género, de migración, entre otras (Gogna,
excepcional por lo que permiten apreciar de
1981, 1993; Canevaro, 2009; Tizziani, 2011a;
dicha relación. Lo que proponemos entonces
Tizziani, 2011b).
es tomar los datos surgidos de esas interaccio-
Diversos trabajos han señalado cómo en-
nes como datos para el análisis, completando
tre empleadas y empleadoras13 se estable-
aquello que en las entrevistas con los emplea-
cen vínculos ambiguos, donde a veces lo
dores muchas veces permanece oculto, debido
afectivo se superpone con la relación laboral,
a que durante las mismas sus discursos son
infl uyendo fundamentalmente en las condi-
cautelosos, dejando en las sombras aspectos
ciones de trabajo de las empleadas (Gogna,
confl ictivos de esa relación laboral (Gorbán y
1993; Filet-Abreu de Souza, 1980; Brites,
Tizziani, 2010). Por otra parte, tampoco pode-
2001, 2007). Goldstein (2003) afi rma al res-
mos dejar de considerar las situaciones en que
pecto que: «A pesar de las relaciones de po-
nos encontramos como empleadoras en nues-
tros propios hogares, esta proximidad puede en
muchos casos generar cierta incomodidad en
el proceso de investigación. No solo en la situa- sobre un mundo social propio y ajeno a la vez (Gorbán
y Tizziani, 2010).
ción de entrevista con las empleadas, sino para
12 Para un mayor desarrollo sobre las representaciones
establecer la distanciación (Elias, 1990) inheren-
profanas en el sentido aquí atribuido véase Gorbán y
te al análisis sociológico11. Tizziani (2010).
13 Utilizamos la denominación femenina en ambos tér-
minos eligiendo así dar cuenta de la composición prin-
cipalmente femenina tanto del conjunto de trabajadoras
11 La pertenencia de clase compartida con los emplea- como de empleadoras, si bien entre estas últimas tam-
dores nos ofrece la posibilidad de presenciar «tras bas- bién se encuentran varones, las relaciones en este sec-
tidores» (Brites, 2000, 2007), revelando así comentarios tor se producen fundamentalmente entre mujeres.
Reis 140, octubre-diciembre 2012, pp. 29-48
34 Empleadas y empleadoras, tensiones de una relación atravesada por la ambigüedad
der evidentemente desiguales que, sin duda, La idea de ambigüedad que movilizamos
caracterizan esta forma de relacionamiento en el análisis estaría señalando el tipo de re-
[entre empleada y empleadora], es la ambi- lación que se establece entre empleadas y
güedad afectiva de la relación la que exige empleadoras, atravesada por la distancia so-
más análisis. Es en el intercambio afectivo cial y la proximidad física y afectiva. Ya que
entre aquellas que pueden pagar por la ayu- por un lado el tipo de tareas que realizan las
da doméstica y las [mujeres] pobres que trabajadoras están vinculadas estrechamen-
ofrecen sus servicios que las relaciones de te al cuidado y atención de la familia y el ho-
clase son practicadas y reproducidas»14 (ci- gar. Pero, a su vez, la contratación de esta
tado por Brites, 2007, cursivas mías). Domi- supone el ingreso de alguien no pertenecien-
nique Vidal (2007) también señala que las te a ese núcleo familiar, en la intimidad de ese
empleadas realizan tareas muchas veces juz- hogar. Y especialmente el ingreso de alguien
gadas degradantes y caracterizadas por la que pertenece a los sectores más infravalo-
ausencia de autonomía, donde priman rela- rados de la sociedad, y a la vez, como vere-
ciones afectivas ambivalentes. En efecto, las mos, más temidos por las clases más altas.
trabajadoras contratadas cargan no solo con Este trabajo se propone navegar en esa
el estigma de una tarea socialmente infrava- ambigüedad, indagando en las tensiones,
lorada como el trabajo doméstico, que no es encuentros, confl ictos y silencios que atra-
reconocida en su valor económico de pro- viesan la relación entre empleadas y emplea-
ducción, sino que, a su vez, son llamadas a doras.
realizar esas actividades en hogares de otros. El estudio del TDR ha sido muchas veces
Allí están bajo las órdenes de otra mujer15, analizado como una tensión permanente en-
generalmente, perteneciente a una clase de tre «lo público» y «lo privado». Sin embargo,
mayor poder adquisitivo, realizando tareas si lo doméstico aparece como el escenario
que pivotean entre lo servil y lo laboral. La por excelencia en el que se desarrollan estas
contratación de una empleada permite a la interacciones, es necesario plantear la cen-
mujer dueña de casa dedicarse a actividades tralidad de lo doméstico como categoría, tal
remuneradas delegando en la trabajadora las como lo hace Kofes (2001) en su estudio so-
tareas de limpieza, lavado de ropa, cocina, bre relaciones entre patronas y empleadas en
cuidado de niños y, a veces, de las masco- Brasil. Para evitar la dicotomía público/priva-
tas. Es aquella quien se encarga de la contra- do, la autora propone el uso de la categoría
tación y estipulación de las tareas que reali- de doméstico, la cual, sostiene, le permite
zará la empleada, quedando el hombre, en evitar analizar dichas relaciones en términos
caso de que se trate de una pareja, a cargo «estrictamente familiares, íntimas y afecti-
de la provisión del hogar. vas» o como si se tratara del mundo del tra-
bajo, como una interacción entre clases des-
iguales donde sus reglas constituyen la
14 «Apesar das relações de poder evidentemente de- realidad objetiva de esta relación. Lo domés-
siguais que, sem dúvida, caracterizam este relacionamen- tico sintetiza, para Kofes, las relaciones fami-
to [entre empregada e patroa], é a ambigü idade afetiva
liares y las relaciones de otro orden, relacio-
da relação que exige mais análise. É na troca afetiva en-
tre aquelas que podem pagar pela ajuda doméstica e as nes que comparten un tiempo y espacio
[mulheres] pobres que oferecem seus serviços que as cotidiano (2001). Defi niendo al mismo tiempo
relações de classe são praticadas e reproduzidas».
el espacio y las relaciones que allí se suce-
15 En este trabajo nos centraremos específi camente en
den.
la relación entre empleadas y empleadoras dejando de
lado a los varones que muchas veces contratan trabajo Una de las nociones centrales que utiliza-
doméstico remunerado en sus hogares, o incluso la re-
remos en este artículo es la de repertorios de
lación que se establece entre las empleadas y los miem-
bros masculinos del hogar donde trabajan. demarcación. Con ella nos referiremos al
Reis 140, octubre-diciembre 2012, pp. 29-48
Débora Gorban 35
conjunto de prácticas que las empleadoras tensión entre la defi nición de límites y la con-
ponen en acto en su relación con las trabaja- vivencia?
doras que contratan, en función de estable- La hipótesis que sostendré es que los lí-
cer límites y distinciones entre estas últimas mites que se negocian constantemente entre
y ellas y sus familias. Estos repertorios son empleadoras y empleadas refi eren a los re-
los que permiten sostener la diferencia y la pertorios de demarcación movilizados por
distancia social en un contexto en el que lo ambas, dando cuenta de la manera en la que
íntimo es objeto de trabajo. se identifi can y distancian unas con otras en
Para poder completar esta noción resulta un juego de interacciones en el que las rela-
central delinear otras dos que permitirán ciones entre mujeres se confi guran desde la
comprender el entramado complejo de las desigualdad social.
relaciones que serán objeto de nuestro aná-
lisis: intimidad y familiaridad. Estas nociones
D ,
refi eren a la proximidad que se produce entre ISPUTAS COTIDIANAS CUIDANDO
personas que se conocen estrechamente, UN VÍNCULO DELICADO
que comparten tiempo y espacios cotidiana-
En los relatos recabados en conversaciones
mente, y también objetos. Se trata de relacio-
con familiares, amigas y conocidas estas se
nes que están atravesadas por la confi anza
referían a las mujeres que trabajan en sus ho-
de uno en el otro y por vínculos afectivos16.
gares realizando tareas de cuidado y/o lim-
La intimidad supone al mismo tiempo el res-
pieza en términos que remiten a la idea de
guardo de miradas ajenas a ese grupo de
una competencia entre ambas, empleadas y
próximos, por ello la intrusión de alguien ex-
empleadoras, sobre todo por la cercanía con
terno al grupo puede amenazar la continui-
los hijos de estas. En uno de estos discursos
dad de dicha intimidad.
espontáneos, Ana, profesional, de clase me-
Como otros trabajos que han indagado dia alta, de 32 años, casada, se preocupaba
acerca de la negociación de la distancia so- porque no podía evitar sentir celos de Elena,
cial entre empleadoras y trabajadoras (Ro- su empleada. Sus hijas querían mucho a Ele-
llins, 1985), en este artículo nos proponemos na y la seguían por todas partes cuando es-
aportar a dicha discusión, a través de las si- taba con ellas. En algunas ocasiones, cuan-
guientes preguntas: ¿cómo se confi guran las do Ana llegaba de trabajar, la mayor lloraba
relaciones laborales al interior de ese espacio porque no quería que Elena se fuera.
doméstico? ¿A través de qué prácticas, dis-
Esta anécdota me hizo pensar en las dis-
cursos y disposiciones se resuelve, o no, la
tintas maneras en las que se establecen y se
negocian límites en la relación cotidiana en-
tre empleadoras y empleadas, contratadas
16 Entendemos, para este caso, que la intimidad supone para realizar tareas que, desde una concep-
la familiaridad, por eso defi nimos ambos conceptos de
manera conjunta. Se trata de aquello que se comparte ción tradicional del rol de la mujer, son defi -
dentro de los límites de un espacio propio, al abrigo de nidas como «tareas de mujeres». No preten-
miradas extrañas al círculo que conforman los sujetos
do afi rmar una tradicional división de tareas
unidos por vínculos afectivos familiares que allí habitan.
Cabe señalar que en las entrevistas realizadas estas entre géneros, ni sostener que el rol de la
dos estrategias de búsqueda de personal para el traba- mujer se limite al ámbito doméstico, o que
jo doméstico no son las más utilizadas por las personas
sea lo que las/nos identifi ca en tanto tales.
que entrevistamos. Muchos alegaban haber tenido ex-
periencias malas con la contratación por agencia debido Simplemente señalar que, en ese ingreso de
a la rotación de personal que las mismas imponen. Y otra «extraña» al espacio de lo íntimo y fami-
porque en defi nitiva los empleadores preferían a quienes
liar, se establece una relación que pivotea
traían referencias laborales de alguien que ellos cono-
cieran. entre lo confl ictivo, lo afectivo, la competen-
Reis 140, octubre-diciembre 2012, pp. 29-48
36 Empleadas y empleadoras, tensiones de una relación atravesada por la ambigüedad
cia y la necesidad. Se trata fundamental- una empleada actual son privilegiadas ya que
mente de un vínculo que se origina y se nutre son estrategias que suponen para las futuras
de una permanente tensión. Para las muje- empleadoras una garantía de que la persona
res empleadoras esa presencia supone mu- que se va a contratar es alguien en quien se
chas veces una amenaza, esa mujer ajena a puede confi ar19.
su espacio familiar y social signifi ca el ingre-
La contratación de una empleada repre-
so de alguien extraño al hogar. Quien va a
senta para las futuras empleadoras una si-
trabajar diariamente en la casa de esa fami-
tuación particularmente estresante, en donde
lia, vive en el lugar que suscita el miedo de
aguzan sus sentidos en busca del más míni-
la clase media y alta argentinas: los barrios
mo detalle que pudiera delatar a la futura tra-
pobres, villas y asentamientos de la provin-
bajadora como alguien en quien «no se pue-
cia y la ciudad17.
de confi ar». Es durante el momento de las
Es habitual que las familias de clase me- entrevistas en donde las mujeres que se pre-
dia y alta que contratan personal para el ser- sentan para trabajar son minuciosamente
vicio doméstico recurran a mujeres de secto- observadas y evaluadas por las potenciales
res socioeconómicos bajos, a quienes empleadoras, prestando atención a distintos
contactan a través de recomendaciones de aspectos que van desde la presencia perso-
amigos, conocidos o familiares, y en menor nal y las referencias de trabajos anteriores
cantidad por agencias intermediarias de em- hasta la experiencia en distintos tipos de ta-
pleo o anuncios ofrecidos en los periódi- reas domésticas. En los discursos espontá-
cos18. Las referencias sobre antiguas em- neos recabados, varias mujeres coincidían
pleadas de otras familias conocidas o de en las características que observaban a la
hermanas, primas o parientes en general de hora de contratar a alguien: la vestimenta, en
la que valoraban el aseo y la corrección de la
ropa, también se sumaba el cuidado y limpie-
17 En su reciente libro El sentimiento de inseguridad. za de manos y pies20.
Sociología del temor al delito, Kessler desarrolla un aná-
En defi nitiva, las referencias y observacio-
lisis para intentar comprender y explicar el sentimiento
de inseguridad en relación al delito en la Argentina actual. nes mencionadas muestran que para quienes
En el capítulo 3, donde se centra en los relatos sobre la contratan empleadas domésticas la presen-
inseguridad construidos por los entrevistados, uno de
estos relatos se constituye alrededor del temor que le cia de estas en sus hogares es experi-
ocasiona un mundo que se ha tornado extremamente
inseguro. Es interesante en dicho relato observar cómo
la entrevistada sitúa como causa de la inseguridad la
transformación de los pobres en una clase peligrosa: «… 19 La confi anza en el caso puntual de esta relación entre
antes el pobre tenía su trabajo, su dignidad y no tenía el mujeres socialmente distantes, se refi ere a la seguridad
resentimiento que tiene ahora. Los que están sufriendo que la empleada pueda transmitir a la empleadora de
ahora la falta de dinero, de educación y de todo se la que no va a robarle, ni mentirle, o tratar mal a sus hijos.
está agarrando contra la clase media, y después ni hablar En el caso de la empleada supone la seguridad de que
contra las otras clases». En su relato la entrevistada des- quien la emplea le pague lo que corresponde, respete
taca como un punto de esa transformación la erosión de sus horarios de trabajo, realice los aportes jubilatorios y
la confi anza en las empleadas domésticas «no tanto por no la maltrate física o psicológicamente.
ellas, pero puede haber un novio o algún cómplice en 20 Particularmente estos criterios que refi eren a la lim-
su entorno» (2009: 112). pieza y corrección del cuerpo y la ropa, pueden ser aso-
18 Cabe señalar que en las entrevistas realizadas estas ciados a las exigencias de algunos padres hacia sus
dos estrategias de búsqueda de personal para el traba- hijos. Así este tipo de observaciones aproximan a las
jo doméstico no son las más utilizadas por las personas mujeres que trabajan en el servicio doméstico al lugar
que entrevistamos. Muchos alegaban haber tenido ex- que ocupan los niños. Es muy común encontrar relacio-
periencias malas con la contratación por agencia debido nes entre empleadoras y empleadas donde aquellas
a la rotación de personal que las mismas imponen. Y infantilizan a las primeras a través de señalamientos que
porque en defi nitiva los empleadores preferían a quienes simulan retos «afectuosos» respecto de la ropa, la ma-
traían referencias laborales de alguien que ellos cono- nera en que llevan el pelo o a la forma de hacer alguna
cieran tarea.
Reis 140, octubre-diciembre 2012, pp. 29-48
Débora Gorban 37
mentada en última instancia como algo incó- esa caracterización se asienta principalmen-
modo. Una frase que escuché en entrevistas te en su pertenencia a las clases populares,
y conversaciones con empleadoras ilustra a los «pobres», grupo social que suscita los
esta situación: «son un mal necesario». De más variados prejuicios entre los empleado-
esta manera se refería a su empleada Alicia, res entrevistados. Esta referencia revela de
una mujer de 50 años, profesional, madre de manera extrema cuáles son las representa-
dos niños casi adolescentes, «una vez que ciones ligadas a la fi gura de las trabajadoras
tenés hijos y retomás tu trabajo te das cuen- domésticas. El lugar de trabajo es el espacio
ta que las necesitás y que tu vida depende de lo familiar, de aquello que se resguarda de
de que ellas estén». Este testimonio refl eja el miradas ajenas, en este sentido podría decir-
tipo de relación de poder y dependencia que se que la contratación de una mujer extraña
se construye entre ambas; poder porque se para que realice las tareas de cuidado resulta
origina en la desigualdad socioeconómica una contradicción inherente al origen de la
existente entre una mujer que para buscar su mencionada necesidad. Es por ello que las
subsistencia ofrece servicios de cuidado y empleadoras y sus familias aluden a la con-
limpieza en los hogares de otras mujeres fi anza22 como un elemento fundamental a la
que, para trabajar, requieren de la presencia hora de elegir, defi nir y sostener la relación
de ellas, para delegarles tareas y responsa- laboral con quien se emplea. En los testimo-
bilidades concernientes a la reproducción de nios recogidos, esta forma de caracterizar el
sus hogares. De acuerdo a lo que se des- vínculo con las trabajadoras aparece cons-
prende de este y otros testimonios, su pre- tantemente como requisito de continuidad
sencia en ese espacio íntimo se debe a una de la relación laboral.
«necesidad»21, lo cual hace suponer que no
... O sea, la experiencia última nuestra, en realidad,
debería estar allí. Aquí se condensa una idea
es alguien que está incorporado totalmente a la...
de «necesidad», creada, subjetiva junto con
familia, digamos... Es una parte de la familia. Cla-
una representación socialmente construida
ro... ¿no?, con la confi anza y...
de las empleadas como un «mal». La palabra
E: Vive con ustedes, o sea, tiene cama adentro.
elegida no deja de ser fuerte y contundente,
la frase «un mal necesario» da cuenta de la M: Sí, sí... vive con nosotros hace doce años, qué
manera en la que es considerada en última sé yo... Tenemos una relación de muchísima con-
instancia esa persona de la que se requiere fi anza, ¿no? La verdad... si llegara a pasar algo,
su trabajo. Esa mujer representa lo ajeno, lo una desilusión de lo que pudiera pasar (Miriam,
distante, lo distinto, lo peligroso y amenazan- profesional, casada, dos hijos).
te, en ese sentido se nombra como «mal». Y Como vemos en este testimonio, la con-
fi anza, cuando existe, es valorada positiva-
mente y preservada, lo cual lleva a que la
21 Esta necesidad se encuentra directamente relaciona- relación entre empleadoras y empleadas sea
da con el estilo de vida, con cierta imagen de sí que se
intenta proyectar en el espacio social al que la emplea-
dora pertenece. En realidad se puede decir que se cons-
truye como necesidad una elección respecto de cómo 22 Se trata de confi ar en una persona que las emplea-
organizar la cotidianeidad: elegir no limpiar la casa y doras consideran diferentes: «yo siempre hablo con mis
descansar, elegir una niñera en lugar de un jardín de amigas de este tema… Mil veces, siempre, siempre les
infantes o guardería, siempre entendiendo estas eleccio- digo… cuando hay temas… que se van, que te roban,
nes como legítimas y valederas en el contexto personal que te sacan, o que…, que para mí es como una situa-
y familiar de quienes están involucrados. No se trata aquí ción… cómo te explico… eh… muy paradójica la situación
de un juicio de valor sino de problematizar la contrata- de la relación entre la familia y la empleada doméstica.
ción de trabajadoras para realizar tareas domésticas y Es muy paradójica, porque es una mujer que… tiene
de cuidados más allá de los términos en los que común- muchas necesidades, que ve en tu casa…» (Lorena, pro-
mente se plantea. fesional, casada, dos hijos).
Reis 140, octubre-diciembre 2012, pp. 29-48
38 Empleadas y empleadoras, tensiones de una relación atravesada por la ambigüedad
de un estado de vigilancia permanente por misma me dijo «ya me olvidé lo que es tener
parte de ambas mujeres. Frente a esa pre- problemas con una empleada».
sencia extraña, la confi anza en esa persona,
Lorena también se refi ere de esa forma a
muchas veces transmitida de empleadora a
Sandra, su actual empleada. Paraguaya, de
empleadora en forma de recomendación, es
24 años, trabaja en su casa desde hace diez
la manera de gestionar la convivencia entre
años. Para ella Sandra es «como una hija»:
ambas mujeres, y el mutuo temor.
L: Sí, la verdad que tenemos un vínculo muy de…
Es interesante observar que para muchas
de familiar, de mucho cariño con ella.
empleadas también resulta central poder lle-
E: Pero con ella, no con el resto.
gar a un nuevo trabajo que haya sido reco-
mendado por una antigua empleadora o al- L: No, con Petrona24 sí, con la hija de Petrona tam-
guna amiga o pariente. Se trata de tener bién… Eh… no, mucho vínculo, mucho cariño a
mínimas referencias sobre los futuros posi- Petrona, la hija de Petrona, Elba…, Paula tam-
bles patrones. Para ellas también existe el bién… Bueno, Sandra y Nora, sí. Así de estar pre-
miedo al otro, recordemos que ingresan a sente en los momentos… importantes de la vida
trabajar a un espacio familiar alejado de cual- mía y de ellas también, ¿no? Este… Sí, aparte de
quier forma de visibilidad pública, es decir hablar yo… Sandra no porque es más chica…,
que lo que allí sucede allí permanece. Por pero con…
eso, tener información de alguna conocida E: ¿Cuántos años tiene?
sobre, por ejemplo, cómo serán en el trato
L: Sandra tiene veinticinco… Eh… tenía veinte
personal los miembros de esta nueva familia,
cuando vino, pero con Nora y eso, hablar de cosas
garantiza un mínimo de seguridad respecto
de hombres, de cómo cuidarnos, de… O sea, un
del nuevo lugar de trabajo.
vínculo más de amigas, digamos. De compinches,
Para muchos empleadores, la confi anza sí. Sandra no porque es como mi hija Sandra en
que pueden tener en las trabajadoras que realidad. Ella está en otro… en otro momento de
contratan los lleva a caracterizarlas como su vida.
«parte de la familia», sobre todo si se trata de
A partir de estos ejemplos se puede ob-
una relación de cierta antigüedad. En ese sen-
servar que, así como sucede en muchas
tido, Miriam, una mujer de 52 años, profesio-
otras relaciones entre empleadoras y em-
nal universitaria, sostenía, al hablar de Federi-
pleadas, los vínculos se homologan a relacio-
ca, la joven que trabaja en su casa, que:
nes familiares: «es como una hija», o «como
Soy consciente que la relación que tengo con Fe- una madre», y también «como una amiga».
derica es muy rara, no pasa seguido y sé que tengo Pero ¿cuándo son como una hija y cuándo
suerte. Federica es distinta, tenemos una relación dejan de serlo? ¿Qué es lo que marca el lími-
de mucha confi anza, nunca tuve problemas con te de esa forma de vínculo?
ella, como te dije es parte de la familia, realmente
Al describir la relación en términos afecti-
es parte de la familia, y eso no pasa siempre.
vos y familiares, lo que se hace es disfrazar,
Federica tiene 34 años, es de Corrien- desconocer la relación laboral. Sin negar el
tes23, y desde hace quince años trabaja en la afecto que puede existir entre ambas, lo que
casa de la familia de Miriam, adonde siempre se busca señalar es de qué manera esa for-
trabajó «sin retiro» de domingo por la noche
ma de caracterizar el vínculo opera en la in-
al viernes a la tarde. Desde que está Federica
teracción y en la invisibilización del trabajo
Miriam no se preocupa por nada, como ella
24 Petrona, Elba, Paula, Sandra y Nora son empleadas
23 Provincia argentina, limítrofe con Paraguay. que habían trabajado para la entrevistada.
Reis 140, octubre-diciembre 2012, pp. 29-48
Description:Resumen. Este artículo abordará las distintas formas en las que empleadas y empleadoras disputan los límites de una relación laboral y afectiva.