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1999.número21,53-lOS
El siglo americano
JUAN PABLOFusí AIZPURÚA
Departamento de Historia Contemporánea(UCM)
RESUMEN
El sigloxx ha terminado por seren buena medidaelsigloamericano. Porque, en
efecto,por supoderíoeconómicoy militar, porsu creatividadtecnológicaycultural, por
lasresponsabilidades mundiales delpaís,porlos valores últimosen quese fundamenta
lasociedad norteamericana,EstadosUnidosacabaríanhegemonizandoel siglo. Estear-
ticulosecentrasobre todoen laparadoja quesuponeque hegemonía mundial,afluencia
económicaehipermodernidadhayan generadoenla sociedadnorteamericana unclima
demalestar moral,deneurosis colectiva,conmanifestaciones extraordinarias: proble-
mas raciales, bolsas depobreza, criminalidad...
ABSTRACT
The XXth centuryhas been often describedas theAmerican Century. Economic
growth, military migbt, technological and scientific superiority, cultural creativity,
combinedto make the U.S.A. the firstworld superpower after 1945. This article ar-
guesthat te U.S.A. are somehow liteametaphorof contempora¡y world. Onthe one
haud, the U.S.A. becamethe idealtypeofan open, democratic society. Onthe other
haud, worldhegemony,economicafíluence andhyperniodemity seemtohavecreated
aclimate ofmoral malaise,ofcollectiveneurosis, as exemplifiedbyracial problems,
poverty,juvenil delincuencyaudthemanyproblemsthathunted Americathroughthe
century.
En un conocido ensayo escrito en 1941, Henry Luce, el fundador del se-
manario Time (fundado en 1923), definió el siglo xx como «el siglo ameri-
cano». Usó la expresión, no para definiruna situación de hecho —pues en
1941 el siglo xx no era todavía, en rigor, el sigloamericano—sino como una
forma de propaganda: para tratar de convencera la opinión pública nortea-
mericana, siempre reacia a todapolítica mundial que alterase el tradicional
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aislacionismo internacional del país, de la necesidad de entrar en la guerra
mundial y lucharpor lalibertad del mundo.La expresión hizopronto fortuna,
ycon razón: por supoderío económico y militar,por su creatividadtecnoló-
gica ycultural, por la responsabilidad «globalista» de sus dirigentes —Wo-
odrow Wilson, F. D. Roosevelt, Kennedy...—, porlos principios queinspi-
rarian la política norteamericana (libertad, individualismo, populismo,
igualitarismo, economía de mercado: lo queLipset definiría comoel excep-
cionalismo americano), los Estados Unidos hegemonizarian el siglo xx
comoGranBretañahabía hegemonizado el siglo xix y otrosimperios, siglos
anteriores
Pese al anti-americanismo quese extendióenciertos medios intelectuales
europeos y latinoamericanos en la década de 1960 como consecuenciasobre
todo de la intervenciónnorteamericana en Vietnam, muchos analistas (histo-
riadores, politólogos, sociólogos,comentaristas políticos) atribuiríanel progreso
norteamericano a lolargo del siglo a la fuerza de una sola idea: la ideade li-
bertad En otras palabras, dos causas esenciales explicarían (y definirían al
2
tiempo) la ascendencianorteamericanaenel siglo: 1)la capacidad desu siste-
ma político, de la democracia americana, para adaptarse a los formidables
cambios demográficos, económicos, sociales y morales que el paísiba aexpe-
rimentara lo largo del sigloxx; 2) el idealismo últimoque —pese alpoder im-
perial y alhegemonismo estratégico, militar y económico ejercidos—inspiraría
la política exterior norteamericana endicho tiempo. Desde luego, losEstados
Unidos serian en el xx el paradigmade «sociedad abierta»; en buenamedida
también, su ascendencia internacional, la influenciaglobal quesobre tododes-
de 1945 ejercerían, no respondió nia la voluntad deconquista y expansión te-
rritoriales (como los imperioseuropeos del xix) nia consideracionesdiplomá-
ticas convencionales (balanza de poder, zonas de influencia, etcétera), sino
que estuvo siempre acompañadade y fundamentada en una visión idealizada
del orden mundial, visión construida sinningunaduda sobre lapropia ideología
norteamericana yorientada a laexpansión delos valores esenciales de la mis-
ma: democraciapolítica y capitalismo económico, comofundamentos dela li-
bertad (de ahí, la obsesión por la contención del comunismo en la «guerra
fría») ydela prosperidad internacionalest
Fuese como fuese, los cambios que losEstados Unidos experimentarían a
lo largo del siglo iban a ser estupefacientes. La población pasaría de unos
La tesis de Lipset en: Lipset, SeymourMartin: American Exceprionalism. Nuew York,
Norton, 1996.
Unaespléndida apologíade losEstados Unidos enEvans, Harold: TheAmericanCentury.
2
NewYork,AlfredA. Knopf, 1999. Setratacontododeun libro saturado deinformaciónimpres-
cindible.Además,LaFeber,Walter,y Polenberg.Richard:TheAmerican Centurv:AI-listoryof
the USSince rIte 1890s.NewYork,Wiley, 1979.
Unavisión general, ycrítica,delapolítica exteriornorteamericanaensuconjuntoenLaFe-
ber,Walter: TIteAmericanAge:USForeignPolicyat1-lomeaudAbroadsince1750. NewYork,
Norton, 1989.
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millones en 1890 a 248,7 millones de habitantes de 1990; lainmigración
62,9
anual, de 455.132 personas en 1890, a 1.536.000 en 1990; la esperanza de
vida, de unos 46años (1890) a cercade 71 años(1990); el porcentaje de po-
blaciónconderecho a voto,del 26,9 por 100 de la población total en 1890, al
por 100 en 1990; el PIE, de 13,1 billones de dólares en 1890 a 5.567,8 bi-
76
llones de dólares en 1990 (y la renta per capita, de 280 dólares en 1890 a
dólares en 1990, en dólares de 1990). Unos 23,5 millones de personas
22.276
emigraron a Estados Unidos entre 1880 y 1920 (en su mayoría de países de
centro y este de Europa e italianos), y otros 22 millones, entre 1950 y 1990
(estavez, con altos porcentajes de «hispanos» olatinoamericanos, y «asiáticos»,
esto es, chinos, coreanos, vietnamitas...). En 1998, lapoblación deorigen eu-
ropeo suponíael 74por 100dela población norteamericana,los negros (22mi-
llones)el 12 por 100 (porcentajecasi idénticoal de 1890), los «hispanos» el ¡0
por 100 ylos «asiáticos» el 3 por 100, yseestimabaque,dadas las tasasde cre-
cimiento delos distintos grupos étnicos, loshispanos llegarían al 25por 100 de
lapoblación en el año 2050, ylos asiáticos, al 8 por 100. En 1900, NuevaYork
tenía4,2 millonesdehabitantes, Chicago 1,7millones, LosAngeles 310.000;
en 1950, Nueva York alcanzaba los 12,3 millones, Chicago 4,9 millones y
LosAngeles 4millones;en 1985 NuevaYorktenía 20,8 millonesde habitantes
y Los Angeles 12,4 millones.
1. CRECIMIENTO, PROGRESO,DEMOCRACIA
Ese crecimiento no fue resultadode losnumerosos recursos naturales yde-
mográficos de los Estados Unidos: los recursosen 1900deRusia oChina, ode
los imperioseuropeos, no eran menores. Las razones del crecimiento nortea-
mericano radicarían, ante todo, en la misma forma de vida americana. Los
Estados Unidos iban a ser atodo lolargo del siglo xx un mercadounificado y
orientado al consumo demasas y, como se acaba dedecir, iban a ser también
—salvoen la década de 1930—un país deinmigrantes. La filosofíabásica del
país sería siempre contraria a todo dirigismo económicoy a todo intervencio-
nismo estatal en la economía: dehecho, sólo en la década de 1930, los años de
la Gran Depresión—lapeorenlahistoria norteamericana—,la administración
central asumiría amplias responsabilidades en materia de reconstrucción fi-
nanciera yreestructuración económica. Por lodemás, los Estados Unidos na-
cieron como y siguieron siendo un país basado en el principio de iniciativay
responsabilidad individual de los ciudadanos, no unasociedad dependienteode
la protección ode los subsidios del Estado.
De ahí,una primeraconclusión; el desarrollonorteamericano del siglo xx
fue mucho másel resultado dela actividad de lapropia sociedad civil que de la
acción de los gobiernos, acción siempre vista con extraordinario recelo por la
sociedad. Elhecho deque laPresidencia de la República, elegidapor elección
populardentro deun sistema departidos,fuese laclave del sistemapolítico flor-
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teamericano—los Estados Unidos serían unaRepública plenamente presiden-
cialista— resultada siempre en buena medida engafioso: el liderazgo presi-
dencial norteamericanonació como (y así se mantuvo)un liderazgoexclusiva
opreferentemente político. Parael crecimientodelos Estados Unidos del siglo
xx fueron mucho más determinantes los Rockefeller, Carnegie, el magnate
del acero, Mellon, el hombre fuerte de la industriadel aluminio, Ford, la Ge-
neral Motors, Kodak,J. P. Morgan, el ChaseManhattanBank, Sears, Citybank,
AmericanExpress, A.T.T. (lagranempresa de comunicaciones), Hollywood y
lasindustrias del ocio, las compañías deaviación y de fabricación de aviones,
las grandesproductoras de petróleo,tabaco y alimentos, las industrias químicas,
IBM, y las empresas electrónicas de alta tecnologíadelos años ochentay no-
venta, quelos Presidentesdel país.Ciertamente, las presidencias de Theodore
Roosevelt, WoodrowWilson, F. D. RooseveltyJohn F. Kennedy, hombres de
extraordinariodinamismo político e innegable capacidad de liderazgo, fueron
presidenciasfuertes; los presidentes Harding, Coolidgey Hoover(1921-1933),
Eisenhower (1953-61) y Reagan (1981-89), todos ellos republicanos, enten-
dieron porel contrarioque elmejorgobierno posibleera el menor gobierno po-
sible.
En cualquiercaso,lo que hizo queel siglo xxfuese elsiglo americano fue
el papeldeterminantede losEstados Unidos enlaIIGuerra Mundial. Importa
decisivamenteentender, porello, quelosEstados Unidos de 1939-45 no habí-
an nacido ni de las colonias puritanas del siglo xvií ni del Sur esclavista yaris-
tocratizanteni de la expansión al Oeste del siglo xtx. Los Estados Unidos del
siglo xxnacieronentre1880 y 1920: 1) de la primera gran oleada deinmigra-
ción masivade Europa,que hizo delos Estados Unidos un melting pot,un cri-
sol depueblos yrazas, según laexpresión afortunada, título de una obradete-
atro de 1906 de Israel Zangwill; y 2) del formidable proceso de
industrialización que enaquellas décadas experimentóel país.
Paísmayoritariamente agrario todavía en 1880, los Estados Unidos eran
en 1914 el primer país industrialdel mundo. El éxitonorteamericano (la po-
blación se duplicó en ese tiempo; la producción agraria se triplicó, la pro-
ducción de aceropasó de70.000 toneladas en 1870 a 31 millonesdetoneladas
en 1913; la de carbón, de 29,9 millones a 517,1 millonesde toneladas en el
mismo tiempo) fue el éxito—lo acabo de decir—dela iniciativa privada. La
capacidad deinnovación tecnológica del país fue asídecisiva: larotativa, las
destiladoras, lamáquina de coser, el ascensor, el coche-cama, lamáquinade
escribir, el celuloide, la lavadora, laleche condensada, el tractor degasolina,
el teléfono, el fonógrafo, el micrófono, las bombillasincandescentes, el ven-
tilador eléctrico, lascajas registradores, la sacarina, el papel-película, la ba-
kelita y distintos tipos de armas, fueron algunas de las invenciones nortea-
mericanas de los años 1870-1914. Estados Unidos estuvo a la cabeza de la
segunda revolución industrial, larevolución de laelectricidad, el acero y la in-
dustria química y de los inicios del automóvil (Ford creó su compañía en
1903; en 1910 había ya, en Detroit, 60 empresas defabricación de automó-
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viles). En 1901, laU.S Steel Corporation (con sus 758 siderurgias)erayala
primera empresa mundial del sector; hacia 1890, la Standard Oil (petróleo,
barcos, oleoductos, grupos financieros...)eralaorganización industrial más
fuerte del mundo.
Crecimiento económico y desarrollo social distaron mucho de ser homo-
géneos. Los desequilibrios económicos entre los distintos estados fueron in-
mensos, especialmenteen el viejoSur, anclado enel subdesarrollo ylapobre-
zahastaladécadade 1960: unos 2millones de negros abandonaron el Surentre
1880 y 1920, lamayoría alos nuevosghettoscreados enlas zonasy barriospo-
bresy marginales delas grandes ciudades delNorte.Las divisionesy tensiones
sociales provocadas por elpropio crecimientoeconómico e industrial ypor la
inmigraciónmasiva detrabajadoreseuropeos (recuérdese: 23,5 millones entre
1880 y 1920) fueron igualmente extraordinarios. La cuestión racial, por una
parte; ypor otra,la violenciaydurezade las numerosisimashuelgas que afec-
taronal paíshastaprácticamente la1 GuerraMundial (si sequiere: ladureza de
la luchapor la vida,las condiciones de miseria yexplotación con que los tra-
bajadoresinmigrantes y autóctonostuvieron queenfrentarse), pusierondema-
nifiestolas formidables contradiccionesdel país,dieronun caráctercasi épico
a aquel gigantesco esfuerzo colectivo que fue la expansión de los Estados
Unidos enlas décadas citadas.
ello —ni tampoco la corrupción electoral, endémicahastaladécadade
Ni
1930—pusieronen ningúnmomento en cuestión el sistemapolíticonorteame-
ricano.Pero diolugaraun amplio movimientodereforma moral de lasociedad
—una de las formas de actuación pública casi consustanciales a la historia
del país—, impulsado sobre todopor el periodismo (publicaciones comoMc-
Clure’s,Cosmopolitan yotras; periodistas como Lincoln Steffens oIdaM. Tar-
bel; incluso unanovelacomo Lajungla, 1906,de UptonSinclair, cuya denun-
cia delas industrias cárnicas deChicago dio lugaraqueel Congresoaprobase
legislación específica sobre control e inspección de alimentos y medicinas) y
por las actividades e iniciativas individuales delo que cabría llamarel huma-
nitarismo social.
Estados Unidosvivióenrealidadentre 1900 y 1920unaverdaderaerapro-
gresiva en la que, aimpulsos de aquel amplio movimiento social reformista,
se irían adoptandonumerosas medidas legislativas endefensade losderechos
de los trabajadores, mujeres y población negra, y de las libertades civiles y
constitucionales, a favordelalimitacióny control delpoderde lasgrandes em-
presas, en contra de lacorrupción política y de la ampliacióndel derecho de
voto (incluido el sufragio femenino, concedido finalmente, tras 52 años delu-
chas, en 1920, si bien algunosestados lo había aceptado mucho antes), yen be-
neficio de unaregulación ordenada dela vida urbana ysus problemas (higiene
colectiva, seguridad ciudadana,viviendas,criminalidad, educación,parques pó-
Elestudio clásicoest-lofstadter,Richard:TIteAgeofReforrn.New York,AlfredA.Knopf,
cd.t959.
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blicos, centroscomunitarios para inmigrantes, creación dejardinesde infancia,
distribución gratuita de lecheparalos niños en las escuelas públicas,escuelas
de artesy oficios, campamentos deverano, prohibición dela ventay consumo
debebidas alcohólicas —medida adoptadaen 1919—, controlde lacalidadde
alimentos, etcétera). Se introdujeron,así, en numerosos estadoslas elecciones
primarias directas, sistemas de referendum y voto secreto, medidas para el
procesamiento porfraude decargospúblicos yjueces; Wisconsin,Nueva York,
California, New Jersey, aprobaronimportantes medidas legislativas sobre con-
trolde empresas,espacios públicos,hospitales, contaminaciónindustrial ore-
servas naturales.
Ello no puso fin a losproblemas dela sociedad americana. El racismoor-
ganizado, el Ku Klux Klan, reapareció hacia 1915 y desplegó una gran (y si-
niestra) actividad en la décadade 1920; el crimenorganizado, el gansterismo,
prosperó mediantelaventaclandestinade alcohol traslaprohibición deéste a
partir de 1919. Como mostró la «literatura negra» de los años y 30 (Ham-
20
mett, Ellery Queen, Raymond Chandíer,...), criminalidady corrupciónpolicial
y municipal erancasi endémicas.
Pero,con todo, lapolítica y la vidacolectivacambiaron sustancialmente en
unos pocos años. Theodore Roosevelt (presidente en funciones entre 1901 y
1904, y presidente electo entre 1904 y 1908) y Woodrow Wilson (presidente
entre 1913 y 1920) devolvieron a laPresidenciala dimensiónverdaderamente
nacional que no habíatenido desde Lincoln. TheodoreRoosevelt—neoyorki-
no, vitalista, granamante dela naturaleza (creóa partirde 1908 los grandespar-
quesnacionales del país), culto, militarista, nacionalista apasionado (pero tam-
bién, anticolonialista y muy pragmático en política internacional)—, aún
detestando a los reformistas y al periodismo radical, entendióqueel país ne-
cesitaba ante todo un liderazgo fuerte que ordenara, precisamente, el creci-
miento desordenado que venía experimentándose desde finales del siglo xix.
Wilson—presbiteriano del Sur, profesordehistoriaycienciapolíticaen Prin-
ceton—, un político impregnado deun fuerte sentido mesiánicosobre eldesti-
no delos Estados Unidos yque concebía laPresidenciacomounliderazgomo-
ml e idealizante, desanolló unaamplia laborlegislativaorientadaareforzarlos
fundamentos democráticos dela tradición políticanorteamericana: eleccióndi-
rectade lossenadores, derecho dehuelga ynegociacióncolectiva, sufragio fe-
menino...
Lapolítica norteamericanacambió también enotro sentido: los Estados
Unidos entraron enel sigloxx como unpoder mundial. En 1898,derrotaron
de forma fulminantea un podereuropeo, España, en la guerradesencadenada
porelconflicto colonialdeCuba, Puerto Rico y Filipinas. En 1917,soldados
norteamericanos luchaban porprimera vez en la historiaen Europa;en 1919,
ParaTh.Roosevelt, véaseMowry.George E. :TIteEraofTIteodoreRoosevelt1900-1912.
NewYork,HarperTorchbooks,1958; sobreWilson,Link, Arthur: WoodrowWilson md TItePro—
gressiveEra 1910-1917. New York,HarperTorchbooks, 1954.
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el presidente Wilson decidía, tras la1 GuerraMundial, el nuevo orden inter-
nacional, ylo haciasegún lavisión idealistanorteamericanadel mundo: sobre
la base de la creación de una Sociedad de Naciones entendida como una
asambleademocrática denaciones soberanas, donde la cooperación interna-
cional, el arbitrajey la democracia abierta deberíangarantizar lapaz interna-
cional.
Aunque el anexionismoterritorialnorteamericano fuera comparativamente
insignificante, el formidablecrecimiento industrial, económico yfinancierodel
país hizoque losEstados Unidosno pudieranpermanecer aislados delapolítica
mundial: 1) ni en las áreas deinfluencia determinadaspor lapropiageografía
del país (por un lado, el Caribe, México y Centroamérica, donde los Estados
Unidos intervendrían reiteradamente, no al serviciode políticas neo-colonia-
listas, sino comogarantíadeorden yestabilidad; porotro,Asia, donde, frente a
las ambiciones europeas yjaponesas sobre China y el Pacifico, EEUU man-
tendríaunapolítica decontenciónyequilibrio); 2) ni enel ámbito internacional
global, en parte comoresultado de su papel cada vez más hegemónico enla
economía mundial, en partearrastrados por el juego internacional de las po-
tencias.
Así, cuandoestalló la1 GuerraMundial, losEstados Unidos proclamaron su
neutralidad; enseguida, sinembargo, las fuertesvinculaciones entrelaeconomía
norteamericanay laeuropea,el pesode laherenciacultural anglosajonayla ló-
gicade laguerra (sobretodo, unavezque la guerra submarinaalemanadirigi-
da contra GranBretaña golpease también, directamente, a barcos norteamen-
canos) decidieron al presidente Wilson a entrar en la guerra. La posición
norteamericanafue, en cualquiercaso, inequívoca: los Estados Unidosaspira-
ban acrear, tras la guerra, un nuevo orden internacional basadoen unaorgani-
zación internacional colectivay democrática como garantía de la paz, y enel
derecho al autogobiernode pueblosynacionalidades. Contodas las contradic-
ciones y limitaciones que se quiera, eso fueron, en 1919, la Sociedad de Na-
ciones —en laque losEstados Unidos, irónicamente, no participaron alimpo-
nerseel voto aislacionista del Senado sobre losdeseos del Presidente—y desde
1945, las Naciones Unidas.
6
2. F.D. ROOSEVELT
No resultaría, pues, sorprendente, que, desde que en 1939 empezó la II
Guerra Mundial, Churchill, elpremierbritánico, estuviese convencido deque,
La bibliografía sobre F. D. Rooseveltes inundatoria. Una amplísima biografía esDavis,
6
Kenneth S.: FDR:TIte Reckoning ofDestiny 1882—1928. New York,RandomHouse, 1979;del
mismo: FDR: TIte NewYork Years 1928-1933. New York, RandomHouse, 1983; del mismo,
FOR: TIteNewDeal Years 1933-1937. New York, Random House, 1986. Además,Leuchten-
burgh, William D.:FranklinD. Roosevelt aná tIte New Deal. New York, Harper Torchbooks,
1963.
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anteso después, el nuevomundo, los EstadosUnidos, iríanal rescate y libera-
ción del viejo mundo, como dijo en losComunes el 4 dejunio de 1940. Chur-
chilí acertó. Laentradade losEstados Unidos enlaguerra (diciembre de 1941)
decidió la contienda. Ello se debió en buena medida al liderazgo de su presi-
dente, Franklin D. Roosevelt, encarnacióncasi perfecta de las cualidades dedi-
namismo, energía, optimismo, idealismo y sentidodel destino que elestereoti-
po atribuye(o atribuía) al pueblo norteamericano.
Roosevelt, un patricio neoyorkino, pariente del anteriorpresidente Roose-
velt,Theodore (y casado con una sobrinade éste, Eleanor), licenciado en leyes
por Harvard, subsecretario de Marina entre 1913 y 1920, ex-gobernador de
NuevaYork (1928-32) yPresidentede supaísdesde fue, pese atodo, un
1933,
hombre contradictorio. Ciertamente, irradiaba optimismo y confianza, tenía
ungran encanto personal (que noperdió pesea quedarparalizado de las piernas
porlapoliomelitisdesde 1921) y eraexcepcionalmente intuitivoe inteligente.
Pero eraunhombre deideas superficiales ysimples (Dios, lademocracia ame-
ricana, la lealtad, el honor,el servicio alanación),un hábil yhasta cínico ma-
nipulador de amigos y colaboradores políticos, carecía de preocupaciones in-
telectuales y conocía mal lahistoria yel mundo.
Cuando llegó a la presidenciaen 1933, carecíade programa. ElNew Deal,
su respuesta a lagravísima crisis económicay social que los EE.UU. atravesa-
ban desde 1929 (colapso de la bolsa de Nueva York, cierre de unos 5.000
bancos en tres años, paralización de laconstrucción y de la industria, hundi-
miento del sector agrícola, 12-15 millones de desempleados, violencia social,
huelgas,...), fue unagran improvisación. Pero su liderazgoy optimismo fueron
providenciales. Devolvieronalpaís la confianza en su capacidad y ensu futu-
ro. Ello fue importantísimo yno sólo paraNorteamérica:la recuperaciónhizo
posible que losEstados Unidosfueran el«arsenal de lademocracia» durante la
IIGuerra Mundial.
ElNewDealpasóde serunafrase aun programaarticulado de reformaseco-
nómicas ysociales. LaLeyde EmergenciaBancaria ylaLey Económica, ambas
de marzo de ¡933, crearonun servicio de garantía estatal de depósitos que per-
mitió sanear muchosbancos. En esemismomes, se creólaDirección Federalde
Ayudas Urgentes que concediópréstamos alosestados más afectadosporel de-
sempleo. La Dirección de Regulación Agrícola, creada en mayo, proporcionó
subsidios ycréditos a los agricultores; el Servicio de Crédito a losAgricultores
refinanciólas hipotecas sobre lasgranjas. Enjuniode 1933, seestableció laDi-
rección para la Recuperación Nacional, pararegularel mercadodel trabajo y la
competencia empresarial. La Ley deValores, de mayo,regularizó el funciona-
miento delaBolsa. LaDirección de Obras Sociales(febrero de emprendió
1934)
numerosas obras públicasque dieron empleo a unos 2 millonesde personas; la
Dirección del Vallede Tennessee, unaobragigantescacuya realizaciónllevó va-
riosaños, transformó deraíz lacuencade aquel río mediantela construcción de
pantanos, lapotenciación delregadío y de laelectrificación y el fomentodel tu-
rismo; el CuerpoCivil deConservación, creado en noviembre de dio em-
1933,
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pleo a unos dos millones de jóvenes en trabajos de reforestación, vigilancia y
conservacióndeespacios naturales ylucha contraepidemias yplagas. Dentrodel
segundo New Deal (1935-38), se crearon una Dirección para la Recoloniza-
ción, que ayudó al asentamiento de campesinos en tierras nuevas, y una Direc-
ción de Obras Públicas, que construyó autopistas, puentes y aeropuertos y dio
empleoaunos 8 millonesde personas; laLey Wagnerdejulio de reforzóel
1935
poderde lossindicatos en las estructuras de las empresas;en agosto de 1935, se
aprobó laLey de Seguridad Social, que estableciópensiones de vejez yde viu-
dedad y subsidios dedesempleo; laLey de PrácticasLaborales (1938) instituyó
el salario mínimo y fijo lajornadalaboral en 40 horas semanales.
El NewDeal, aunque no consiguió todos susobjetivos, fue una verdadera
revolución institucional.Palió lamiseria rural, dio empleo temporal amillones
de personas, electrificó laNorteaméricarural, sentó las bases del Estado del
bienestar ydesplazó el poder enbeneficio delos sindicatosy trajoconsidera-
bIes beneficios a las minoríasétnicas de laszonas depauperadas delas grandes
ciudades. Roosevelt —ése fue su gran acierto—hizo de la presidencia la en-
carnación delas aspiraciones socialesde lanación.
Apartir de 1941, el liderazgode Rooseveltinspiró y sostuvo el extraordi-
nario esfuerzo norteamericano en la guerra. En ésta, dejó todas lasdecisiones
estratégicasen manos de los militares: el generalMarshall,el almirante King
—
sus dos hombresdeconfianza—, Eisenhower,Nimitz, Bradley, MacArthur,Le-
ahy. Pero le correspondieron, lógicamente, las grandes decisiones políticas
(en las que le ayudó, sobre todo, su asesor Harry Hopkins): darprioridad a la
guerra contraAlemania (y no contraJapón), unadecisiónpoco lógicadesde la
óptica norteamericana; llevarlaguerra en 1942 al Mediterráneo, antesque al
norte de Francia,opción discutibledesde muchospuntos de vista; optaren 1944
por el desembarco en Norinandia, frentea latesis deChurchill deactuarcontra
Alemania desde el Mediterráneo (Italia, los Balcanes).
Roosevelt forjó unagran amistad conChurchill, base dela alianzabritáni-
co-norteamericana enla guerra. De hecho, dió particular importanciaal man-
tenimiento, acualquier precio, dela unidad políticade los aliados —-—laURSS
incluida——-, incluso si ellosupuso enocasiones concesiones a Stalin, el legado
más controvertido de su gestión. En laconferencia de Teherán (diciembrede
1943), pareció admitir, a cambio de laofensiva del Ejército Rojo sobre Ale-
mania, que la región bálticay el este de Europapudieran serzonas deinfluen-
cia soviética; en Yalta (febrerode 1945), Stalin impuso sus tesis sobrelaocu-
pación deAlemaniaysobre las fronteras entrelaURSSy Polonia yentre ésta
Alemania, logró, como contrapartida a su aceptación del nuevo organismo in-
y
ternacional, que Ucrania y Mongolia tuvieran voto propio en las futuras Na-
ciones Unidas, yconsiguió que se le entregaranlas islas Kuriles y unazonade
ocupaciónenCorea(cuando la URSSno habíaentrado aúnenguerra contraJa-
pón, aunque prometió hacerlo precisamente en aquellaconferencia).
Roosevelt aceptó todo ello (Churchill, en cambio, veíacon alarma el ex-
pansionismo soviético) porque su idealismo le hizo creerque el mundo de la
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JuanPabloFusiAizpuráa Elsigloamericano
posguerra—quepensaba seríaun mundo democrático ylibre—podría viviren
paz sobrela base delas Naciones Unidas. Fue elúnico presidente norteameri-
canoen lahistoria elegido paracuatromandatos. Nopudo completarel último,
ni verel triunfo delos aliados: murió deun derrame cerebral (enbrazos de una
amante secreta) dosmeses antesdeterminar la guerra.
LAHEGEMONÍA MUNDIAL
3.
El esfuerzo y contribución de los Estados Unidos a la II Guerra Mundial
fueron sencillamente colosales: movilización de 12 millones de hombres y
mujeres, construcción de 300.000 aparatos aéreos, 8.200 buques de guerra y
tanques, gasto deunos 350billonesdedólares, muerte deunos
86.300 274.000
soldados. Los norteamericanosinteriorizaron aquellaguerra como una «guerra
justa», como laguerra probablemente másjusta detoda suhistoria. El mundo
de laposguerra no iba aser, sin embargo, elideal de paz y democraciaantici-
pado porRoosevelt y sobre elque la propagandaoficial había sostenido el es-
fuerzo del pueblo norteamericano.
Los EstadosUnidos serían sindudaa partirde 1945 elprimerpaís del mun-
do, laprimera superpotencia, incluso, en muchos sentidos, la «utopia realiza-
da~, comodiríael filósofofrancés Jean Baudrillarden su ensayoAmérica, pu-
blicado en 1986. La historiadelpaís en la segunda mitad del siglo estaría,con
todo,jalonada—como veremos a continuación—porprofundas contradiccio-
nes, graves crisis yrealidades negativas, que desacreditarían amenudo la ima-
gen y lavaloración de su sistema político ysocial, y que suscitaríanun amplio
a veces apasionadodebate sobre lanaturaleza misma dela sociedad nortea-
y
mericana. Cuatrocircunstancias, encualquiercaso, definirían esahistoria: a) un
espectacular crecimiento económico (aún con periodos de crisise inestabili-
dad), tecnológico, demográfico y cultural; b) la alternancia de ciclos de go-
bierno conservadoresy liberales; c)la confrontacióncon la Unión Soviética y
el mundo comunista,esto es,la «guerra fría» (1946-1989);d) la crisisde la pro-
pia conciencianorteamericana,provocada sobre todopor laguerra deVietnam
perotambién por importantes sucesos internoscomolos asesinatos
(1964-75),
del presidente Kennedy en 1963, del lídernegro Martin LutherKing y del se-
nadorRobert Kennedy en 1968, y el «escándaloWatergate» y la dimisióndel
presidente Nixon en
l974~.
Sobre losciclos enlapolíticaamericana, véase Schlesinger, ArthurM. ir.: TIte Cyclesof
AmericanHistory. Boston,Houghton Miffiin Company, 1986.ParaSchlesinger,losaños50ylos
años 80fueronciclosde«restauraciónconservadora»; losaños60, losañosdeKennedyylaNue-
vaFronteraydeLyndonB.Johnson yla GranSociedad,un ciclodinámico yprogresivo.Parala
segundamitaddel siglosonútileslos siguientes trabajos: Leuchtenburg,WilliamE.:SntIteSIta-
dow ofFDR: FroníHarry Truman loBilíClinton.Itaca, New York,Comelí University Press,
1993; l-lochman, Stanley y Eleanor: TItePenguin Dictionary ofAmerican History. 1945 o tIte
Presení. PenguinReference Books,37ed. 1997.
CuadernosdeHistoriaContemporánea
1999,número2l, 83-105 92
Description:Surgida básicamente por dos razones —superioridad nuclear norteamencana puesta . man, Hamby, Alonzo.:Beyond tite New Deal Egipto firmaran la paz (acuerdos de Camp David, 26 de marzo de 1979) y puso en marcha el