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Carta de HENRI BARBUSSE
Epílogo de AMADEO LEGUA
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BARCELONA
CASA EDITORIAL MAUCCI
Gran Medalla de oro en las Exposiciones de Viena de 1903,
Madrid 1907, Budapest 1907 y Gran Premio en la de
Buenos Aires de 1910
MALLORCA, 166
Es PROPIEDAD DEL AüTOR
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Aumont par Sentís (Oise) le 24-8-1921.
Mon cher camarade et ami:
C’est un beau spectacle celui d’une jeu-
nesse qui s’enflamme comme la vótre pour
la justice et la raison supréme, et qui s'en-
gage sans hésiter, dans la voie rectiligne de
la vérité.
11 y a en ce moment dans le monde, et
dans les grands pays de VAmérique Latine,
cela esí peut-étre encore plus net qid ailleurs,
une fermentaüon magnifique des esprits, et
il s’éléve gá et la, des convictions sur les-
quelles peu á peu sJédifiéra le progrés des
idées eí par conséquent, le progrés des dio¬
ses. Si jamaís dans la lutte que nous avons
entreprise, et que V ignorance et V indiffé-
rance des masses rend encore si laborieu-
se et si tragique, nous avions des moments
de découragement, notre courage se trouve-
rait vite relevé au contad de cette apro-
bation ardente et loyale comme esí celle qui
vient de vous á moi.
Bien amicalement á vous,
Henri Barbusse.
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PRIMERA PARTE
EL CALVARIO DE AMERICA
PRIMERA PARTE
I
La vida romancesca sudamericana
En Sud-América, existe todavía mucho roman¬
ticismo y mucha credulidad. Aun se piensa en
que las golondrinas de Bécquer volverán y en
la carabina de Ambrosio.
Se cantan vidalitas a la puerta del rancho sen¬
timental, esperando la caída del sol; y, ya de
noche, a la luz de la magnífica luna, se va a
lo de la amada a ofrecerle su espada y su ilu¬
sión. Alguien dirá que esto es romancesco y ple¬
no de poesía; se agregará, con justicia, que el
escenario de la América se presta para darse
de besos y reír de cara al sol; pero nadie osará
replicar que todo esto es inútil y que tuvo su
tiempo en la buena época de capa y espada.
Lo que es hoy, toda esta vida española del
continente, es tan vacía como declamatoria y has¬
ta cierto punto peligrosa para su felicidad.
Al llegar los españoles a América, me imagi¬
no que dieron fuertes gritos de mando, alzaron
las espadas en alto, hicieron muchos proyectos,
y aun les cayó un poco de lágrimas al hacer
quemar vivo al Inca, así como se les debió Ir
un poco de corazón. ¡Vida española, señores, y
no hay por qué admirarse!
10 TRISTÁN MAROF
Pero al salir—y trabajo costó la salida—nos
dejaron no sólo sus provectos inconclusos, sus
lágrimas y sus romances, sino también sus vi¬
cios y su encantadora manera de vivir; ese con¬
cepto que es ya nuestro y que consiste en tener
odio a todo lo que signifique verdad; en llevar
una vida de grandeza de palabra, en medio de
una suciedad beatífica, llamando trabajo al arte
declamatorio de hacer castillos en prosa caste¬
llana y escribir poemas de valor, cuando en el
fondo no se ve sino una pobreza de talento y
una cobardía admirablemente descrita en toda su
historia.
Esta vida española aunque a medias, es preci¬
so confesarlo sin rubor, es la nuestra. Vivimos
en la misma forma que viven los peninsulares
agotados de deudas y contemplando nuestros enor¬
mes campos agrícolas sin cultivo, yendo a la
plaza pública o al café, para estar enterados—
eso sí—del último chisme y de la próxima men¬
tira. Nuestro país se va al diablo por falta de
humanidad y de verdadera democracia; y el se¬
ñor cura, tan ignorante como el último ciudada¬
no, sin f§, y con usura, nos habla de un Dios
de carne y hueso—¡el Dios de los españoles!—
como el único alivio inmediato para toda cala¬
midad. Es que él sabe con su vieja experiencia
que la tontería es lícita y comercial y que los
pueblos, mientras más pobres y esquilmados, son
más santos.
Vivimos, en resumen, cándidos y contritos, es¬
perando la mano de nieve del poeta y el boca¬
do de nieve también... con la convicción que da
la ignorancia enemiga de toda luz, de toda re¬
forma; con la fuerza que da la audacia grosera
y desfigurada, listos a precipitarnos al Mar Rojo
11
EL INGENUO CONTINENTE AMERICANO
en espera de los filisteos. ¡ Gracias a Dios que
todos ellos se ahogaron...!
Dentro de este ambiente, es lógico que exista
un sentido anárquico en todas las cosas. En po¬
lítica, la desorientación y el tanteo. Monumen¬
tales discursos que discuten con el mejor narcó¬
tico sobre su influencia y mil veces hablando
el lenguaje vacío y cansador de Gastelar, min¬
tiendo sobre democracia. O a veces oradores de
verbo dantoniano que son igualmente falsos y
sin criterio. En sociedad, huecos conceptos de
supuestas aristocracias de antaño, aunque el mu¬
lato asome la cabeza luciendo su ancestral ser¬
vilismo, o al español de antes, cruel y atrabiliario
se le vea aún. La verdadera democracia republi¬
cana la creen estos señoritos, una mentira de bi¬
blioteca que atravesó hace cien años sólo por la
cabeza loca de Bolívar.
En comercio, la vida se halla aún en el año
de la independencia, ni un palmo más. Siempre
se la hace a la rutina y teniendo un concepto
negro de la honorabilidad del cliente—por que
es moda también que el cliente se' burle de las
leyes y las viole a su antojo, si es que dispone
de talento y de influencias.
El «tipo» común y que ha sentado escuela en
América, es el «listo», el píllete endiosado por la
leyenda popular y admirado desde primera
jsu
picardía, teniéndose al mismo tiempo, repulsión
no solo por lo que signifique esfuerzo, sino un
odio declarado hacia la virtud y la bondad. Del
arte, no se debe hablar como no se habla en
España, por vergüenza. Lo bueno que existió allí
y en España, parece que perteneciera a otro
continente, porque el recuerdo es tan lejano co¬
mo doloroso.
12
TRISTÁN MAROF
Esto no quiere decir que toda la América sea
así y la España también. En todo tiempo sus
sociedades han estado repletas de reformadores
que siempre han ido por un camino o por el
otro: la prisión o la nada, porque es justo de¬
cir asimismo, ninguna raza de hombres tiene tan¬
ta fecundidad para producir espíritus nerviosos
como la raza latina, según cuentan los clásicos...
Pero felizmente y para gloria de la tierra, en
todo sitio de Sud-América comienza a formar¬
se una nueva creencia, una nueva vida. Los pro¬
fesores de idealismo y de trabajo ven que su
obra no es inútil y que la juventud cada día es
más humana. El Buenos Aires de hoy a pesar
de su mercantilismo y de su monotonía, encie¬
rra miles de hombres que darían su sangre por
la justicia de la humanidad y la claridad del
continente.
Nuestro deber no nos llama aquí a señalar
virtudes por otra parte, sino a delatar sin co¬
bardía la injusticia que existe en el continente
maravilloso, a la luz de todos los hombres. El
resto no sirve sino para formar leyendas de pro¬
paganda patriótica y para repetir discursos en
Ateneos delante de señores reumáticos y de da¬
mas con pieles de a diez mil francos.
Para el escritor sincero lo interesante verda¬
deramente no es un pueblo, sino todos los pue¬
blos: porque ellos son el mundo, siempre gran¬
de y sagrado.