Table Of ContentEL EstructuraLismo EN sus mÁrGENEs
Ensayos sobre críticos y disidentes
Althusser, Deleuze, Foucault, Lacan y Ricoeur
Rodríguez, Fernando Gabriel
El estructuralismo en sus márgenes / Fernando Gabriel Rodríguez
y Mauro Vallejo. - 1ª ed. - Buenos Aires : Del Signo, 2011.
234p. ; 22.5x15.5 cm.
ISBN 978-987-1074-92-1
50-1
1. Psicología. 2. Psicoanálisis. I. Vallejo, Mauro II.Título
CDD 150.195
Diseño de tapa e interior: Laura Restelli
© Ediciones del Signo 2011
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ISBN: 978-987-1074-92-1
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Impreso en la Argentina - Printed in Argentina
Fernando Gabriel Rodríguez
Mauro Vallejo
(Compiladores)
EL EstructuraLismo EN sus mÁrGENEs
Ensayos sobre críticos y disidentes
Althusser, Deleuze, Foucault, Lacan y Ricoeur
C o l e c c i ó n
Nombre(s) Propio(s)
ÍNdicE
Presentación
Fernando Gabriel Rodríguez y Mauro Vallejo. .................................. 9
Primera parte:
dificultades en el estructuralismo
Afanes incumplidos del sueño estructuralista. Lenguaje,
lógica y formalización en Lévi-Strauss y Lacan
Fernando Gabriel Rodríguez .......................................................... 15
segunda parte:
Los no-estructuralistas
Proximidades y distancias. Presencia del estructuralismo
en la obra de Gilles Deleuze
Marcelo Antonelli ........................................................................ 79
Michel Foucault y el estructuralismo: un sacerdocio apócrifo
Mauro Vallejo ............................................................................... 137
En el campo de batalla: Louis Althusser y el estructuralismo
Micaela Cuesta ............................................................................ 187
Paul Ricoeur: la mediación entre hermenéutica y estructuralismo
Esteban Lythgoe ........................................................................... 219
Le déjeuner sur l’herbe structuraliste.
Dibujo de Maurice Henry aparecido el 1 de Julio de 1967 en La Quinzaine littéraire.
PRESENTACIÓN
“El suceso que conoció el estructuralismo en Francia en el curso de los años
cincuenta y sesenta es sin precedente en la historia de la vida intelectual de
este país. El fenómeno consiguió la adhesión de la parte más grande de la
intelligentsia, hasta reducir a nada las pocas resistencias u objeciones que se
manifestaron durante lo que se podría llamar el momento estructuralista”
(Dosse, 1992: 9).
Se trata aquí de esas pequeñas resistencias, no menos que de las voces
que fluctuaron entre ser y no ser parte de un entusiasmo de época. El
trabajo que sigue aborda el estructuralismo desde sus márgenes, desde
los intelectuales que desestimaron sus premisas o las aceptaron y más
tarde revisaron este compromiso. Contra lo que podría entenderse, estos
autores jugaron un rol determinante en la definición y visibilidad del
estructuralismo, que recibió de críticos y disidentes aquel apuntalamiento
que siempre propicia la concentración del interés (en los neutrales) y la
táctica de estrechar filas (en el fuero interno). Es un lugar común que la
notoriedad aumenta con la controversia. El estructuralismo no es, no ha
sido (si se considera su apogeo y su desintegración), sin el refuerzo de los
que objetaron sus planteos fundamentales. Su retrato hubiera sido muy
distinto, y hubiera quizá pasado desapercibido, sin aquellas voces que
marcaron sus imperfecciones y miopías. En esa oleada que atravesó el
campo intelectual francés, algunos saludaron la renovación, otros la rece-
laron, unos cayeron seducidos y más tarde comprendieron que la simpatía
inicial había mudado en objeciones o en desinterés. Esta marginalidad
fue también parte de la historia recorrida por el estructuralismo.
No presentamos una obra exhaustiva. Falta el nombre de Sartre,
nada menos, pero él pertenece a la generación que precedió al fervor
por la muerte del hombre y su abordaje neutro, disectivo, formalista.
Falta Cornelius Castoriadis, que impugnó el falso cientificismo de los
estructuralistas, y cuyo rescate de lo imaginario colisiona frontalmente
con la prevalencia de una lógica sui generis. Falta Georges Gurvitch,
quien entabló con Lévi-Strauss una sonora controversia sobre cuál sería
en sociología el nivel fundamental: si el del fenómeno social o el de las
estructuras. De más está decir que para relevar todo el elenco de los que
en algún lugar marcaron las falencias estructuralistas sería necesario
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Presentación
dar a la labor una envergadura enciclopédica. Nuestro propósito es de
rango más modesto, provinciano, ilustrativo de por qué no el estructu-
ralismo. Hemos cartografiado el territorio desde las afueras, desde los
actores críticos que, sin volver la espalda al método, y sin permanecer
indiferentes a sus consecuencias, hablaron de la estructura desde la otra
orilla. Se trata de las objeciones de una ilustración que trabajaba en los
confines: críticos del primer momento o personalidades que se abrieron
respecto de la adhesión inaugural.
El texto evita aquella ingenuidad que es definir cualquier objeto con-
cibiéndolo a partir de lo que nunca fue, de lo que no era su programa, de
lo que jamás se interesó por abarcar. Si hay en algún lugar del libro un
juicio negativo sobre la aventura estructural, el veredicto es resultado de
medir los logros desde las promesas y los mecanismos (medios) desde su
aptitud y sus aspiraciones. Todo lo cual no debería desorientar en relación
con la finalidad de los capítulos que presentamos: tasar por qué a deter-
minados pensadores el estructuralismo pareció algo sospechable. De esta
manera, aquello que podría insinuarse como otra visita a un tópico exte-
nuado se transforma en una relectura de autores fundamentales, relectura
en la que caben tesis contra el mito compartido o la versión establecida.
¿Quién fue estructuralista entre los que la opinión pública, pero también
el ámbito académico, indicaban con el dedo? Cuando hoy se evoca el
estructuralismo, éste va asociado a los ilustres comensales del dibujo de
Maurice Henry: Lacan, Foucault, Barthes y Lévi-Strauss sentados a la
mesa de una comida tribal (una perfecta plasmación de esprit d’époque).
La discusión reviste actualidad en la medida en que es el nuestro un me-
dio atravesado por el psicoanálisis de cuño lacaniano y un espacio donde
los debates socioculturales continúan librándose entre las categorías de
libertad o determinación, historia o temporalidad, agencia o sujeción.
Aquel viento renovador del estructuralismo iba en pos de una empresa
cientifizadora. El precio: el hombre, ahora desalojado al ultramundo de las
falsas ilusiones junto con el alma y el flogisto, por fin abordable –al de-
venir objeto, al devengarle sus prerrogativas cartesianas– con el máximo
rigor pensante. Pero del núcleo de aquellos originariamente vinculados
con el estandarte de la ciencia estructural acaso sólo Lévi-Strauss perma-
neció firme en su convicción y pregonando este evangelio laico. Otros
distintos maestrescuelas marcaron sus diferencias con un principismo que
encontraron encasillador. Sobre los estructuralistas renegados o los no-es-
tructuralistas (donde el ‘no’ cumple función de desmentida en la acepción
freudiana) hemos querido practicar, de un modo u otro, un escrutinio
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