Table Of ContentAndre Louf
André Louf
Espriu(cid:146)t
El ora
en nosotros
NARCEA, S. A. DE EDICIONES
MADRID
Despues de varios anos agotado, volvemos a reeditar este
libro quc en su momento tuvo muy buena acogida por
parte de los lectores, quienes obligaron entonces a la Edi
torial a imprimir varias reediciones.
A pesar de los anos pasados, muchas son las personas que
echan de menos El Espíritu ora en nosotros de Dom
Andre Louf, monje cisterciense; nacido en Lovatna en
1929, ingreso a los veinte anos en la abadia cisterciense
de Mont-des-Cats de la que fue elegido abad en 1963.
Ordenado sacerdote en 1955, estudio en la Universidad
Gregoriana y en el Instituto Biblico de Roma. Es autor de
libros de espiritualidad en los que se deja ver su conoci-
miento practice de la oracion y su amplia experiencia en
tareas de acompanamiento espiritual.
En esta misma coleccion ha publicado el libro A merced
de su gracia.
Indice
Pags.
Queda rigurosamenle pmhibida sin uutorizacidn escrita de los tilu/ares
del Copyright, hajo las sanciones estahleeidas en las (eves, la reproduc
Presentacion............................................................. 7
tion total o parcial de esta ohra por cualquier medio o procedimienlo.
comprendidos la reprografia y el tratamiento informatico. y la distribu-
Introduction.............................................................. 9
cion de cjemplares de ella mediante ak/uiler o prestamo publico.
^Orar hoy?................................................................ 11
NARCEA, S. A. DE EDICIONES. 2000 ^.Con que orar?......................................................... 17
Dr. Kederico Rubio y Gali, 9. 28039 Madrid
narcea(tt}i nfomet.es www.narceaedictones.es La oracion de Jesus ................................. 27
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©' Uilgeverij Lannoo, Tielt en Utrecht Palabra viva................... 45
Titulo original: Heer, Leer ons Bidden
raducci(cid:151)n:T Monjes de San Isidro de Duenas (Palencia) El salmo como respuesta a la Palabra.................. 63
Cubierta: P. Boxy
El Verbo hecho came............................................... 75
I.S.B.N.: 84-277-0371-6
Deposito legal: M. 32.999-2000 Ofrenda de la oracidn............................................... 119
Impreso en Espafta. Printed in Spain
Imprime LAVEL, S. A. Pol. Ind. Los Llanos. 28970 Humanes (Madrid) El tanedor de laud.................................................... 141
Presentacl6n
Este libro quiere ser una respuesta al hambre de oracion
que se hace patente en nuestra epoca y una ayuda para
la vida diaria. Aunque no faltan estudios sobre la oracion,
los testimonies personales son mas raros. Sin embargo,
quien se interroga sobre el sentido de la vida inmediata-
mente se ve impulsado a escrutar la esencia de las cosas.
Pasa de la admiracion al re-conocimiento.
El autor, Andre Louf, nacio en Lovaina en 1929. En 1947
entro en la abadia cisterciense de Santa Maria del Monte
(Francia) y despues de su ordenacidn sacerdotal, cur so
estudios teologicos y biblicos en Roma. Su contacto coti-
diano con las Escrituras y los maestros espirituales de
Oriente y Occidente se transparenta en cada linea del libro,
donde la anecdota, la frase ad ecu ad a y la experiencia per
sonal se entremezclan en un lenguaje atrayente. Andre
Louf, sin embargo, no se contents con repetir, aunque sea
en un lenguaje moderno, lo que otros ya dijeron. Es un
contemplativo, un maestro cuya personalidad renueva lo
que toca, es un hombre silencioso que abre nuevos espa-
cios a la Palabra.
A mi padre y a ml madre,
a quiertes, con frecuencia, vi orar
y de quienes aprendi la oracidn.
A mis padres y a mis hermanos en Jesucristc
que me enseharon el camino had a mi corazon. lntroducci6n
En todas partes los hombres tienen hambre de oracidn.
No es que carezcan de estudios teoldgicos sobre la
oracidn porque los hay excelentes. Pero, iddnde encontrar
testimonies? A nadie le gusta hablar de sf mismo. Ademds,
la oracidn procede de una zona interior de la que se habla
poco: la mayoria todavia no ha bajado a esa profundidad.
Sabemos tan poco de nosotros mismos, tan poco de
nuestro cuerpo, y menos todavia de la vida invisible en
nosotros. Vivimos en nuestras proplas fronteras, en Ja
superficie, a nivel de la propla epidermis. Mientras que
en nuestras profundidades todo un terreno insospechado
queda sin cultivar.
Del celibato Jesus dijo: «El que pueda entender, que
entienda.» De la oracidn tambidn habria que decir: nadie
puede comprenderla, si no le ha sido concedida. Nadie
puede conquistarla. No se la compra como una mercancia.
No se la comunica como un saber. Es como tratar de ex-
plicar el sabor del mango a quien jamds lo ha saboreado.
Hablar de la oracidn, supone que se testimonia de ella.
El testimonio no prueba nada, ni refuta nl convence. El
testimonio hace, o no, Impacto. No tiene alcance mds que
si halla eco en el otro, si hace brotar en dl algo asi como
un armdnico.
Este llbro quislera ser un testimonio. Durante mucho
tiempo, el autor ha escuchado a hombres de oracidn, de
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André Loul
antes y de ahora. Ha intentado reunir el cogollo de su ex
periencia y de traducirla a un lenguaje sencillo y actual.
¿Dirá algo nuevo, inédito? Quizá, pero en todo caso, sin
cesar se apoya en los datos de una larga tradición. Apenas
se encontrará el vocabulario usual de los últimos siglos,
pero los antiguos autores monásticos se citarán con abun
dancia porque el autor es un monje. En un contacto cotí
diano con la biblia, palabra de Dios, y con los Padres de la
Iglesia, el monje vive simplemente de oración. Trabaja,
duerme y come como todo el mundo. Pero todo cuanto hace
está orientado Hacia la plegaria. Si vive en la soledad y en
el silencio, es por la oración. Trata, con sobriedad, de pro ¿Orar hoy?
veer a su subsistencia y todo el tiempo libre que le queda
lo consagra a la oración, a buscar sin cesar la faz de Dios.
Aquí está su único descanso. También aquí radica su tarea
esencial. Unicamente en la oración el monje es perfecta ¿Qué sabemos de la oración? Muy poco. Es un misterio
mente él mismo: hombre-para-los-hombres y hombre-para- cuyo espacio debe estar escondido en algún lugar, pro
Dios. Hombre-en-nombre-de-los-hombres y hombre-ante-la* fundamente enterrado cerca de las fuentes de nuestro
faz-de-Dios. corazón.
Y de otros misterios de la vida humana, como el naci
Tú eres un hombre de buena voluntad. Escucha este miento de un nuevo ser, el amor que brota y florece, la
testimonio. En la tierra que tú eres, la Palabra puede ger prueba que culmina en la muerte, el más allá de la muerte,
minar. A no ser que los cardos la ahoguen, puede dar el ¿qué sabemos?
treinta, el sesenta, el ciento por uno. Es un fruto que per Todo esto suscita en el ser humano sentimientos entre
manece para siempre. mezclados, alternativas de deseo y de temor, de empuje
En torno nuestro, la oración vocal parece caer en desuso, y de respeto. Mientras que estos valores no sean integra
cuando no en descrédito. Sin embargo, se vuelve con apa dos, asimilados, como algo consustancial, el hombre per
sionamiento a la interioridad del hombre. Cada vez estamos manece dividido; es a la vez atraído y rechazado.
más interesados en todo tipo de técnicas de recogimiento Sobre todo hoy, ¿qué decir de la oración? En tanto que
y de contemplación. Al escribir tenemos constantemente el hombre no la haya captado como su centro misterioso y
ante los ojos este aspecto de la búsqueda actual de la más profundo, no podrá hablar de ella con exactitud. Si
está entusiasmado con ella, sus palabras sonarán a falso
oración y con toda sencillez queremos aportar la respuesta
de los antiguos maestros a nuestros modernos interrogan y vacío. SI la critica violentamente, esta misma violencia
tes. En aquéllos, técnicas de oración, oración vocal y ple traicionará la profundidad de la herida incurable que lleva
garia interior convergen en un todo armonioso: En nosotros, su corazón.
el Espíritu Santo no cesa de obrar en el mismo sentido. La Iglesia de nuestra época se ve reflejada en esta
El tiempo libre que necesité para acabar este libro per dialéctica. Tanto más atacan unos la oración, cuanto más
tenecía a mis hermanos, que me lo cedieron de buena otros la reclaman. Tensión normal y sana, que prueba, al
gana. Por ello les debo una profunda gratitud. menos, dos cosas: en primer lugar que no sabemos rezar
todavía y, después, que por fin, somos conscientes de ello.
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El Espíritu ora en nosotros
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o menos en el posesivo, su meditación. Calificándola de
Antonio, un anciano monje de los primeros siglos, plan
«conseguida» o de «fallada», se hablaba de ella como de un
teaba un día a sus discípulos una pregunta difícil. Todos se
ejercicio en el que intervenía, al lado de la gracia, mucho
esforzaban por contestarla. Cuando le tocó el turno al últi
mo, dijo: «No sé». El anciano alabó a este discípulo; había de destreza y habilidad.
dado la respuesta verdadera. Hoy, repentinamente, todo ha cambiado. No sabemos ya
¡Cuántas veces tratamos de encontrar una respuesta si oramos, ni incluso si la oración es todavía posible. Antes
fácil a las preguntas que la vida nos plantea! Para salvar era, quizá, demasiado fácil, pero hoy nos parece increíble
las apariencias o para ahogar nuestra conciencia, decimos mente difícil. En consecuencia, la persona que le gusta
algo que no es la verdadera respuesta. Nos contentamos razonar todo se pregunta: la oración de antes ¿era en rea
demasiado aprisa. El discípulo de este anciano expresaba lidad oración? Y hoy, ¿cómo orar?, ¿dónde orar?
la verdad: no sabía y confesaba su ignorancia. La verdadera
respuesta consiste en el respeto humilde ante el misterio. ¿Era en realidad oración? Las fórmulas, los métodos, las
También para nosotros, la primera verdad, la más funda rúbricas que estaban en vigor hace treinta años o han caído
mental sobre la oración es saber que no sabemos orar. en desuso o han sido radicalmente modificadas e incluso
«Señor, enséñanos a orar.» sustituidas. Ya no se rezan oraciones, se desconfía de tex
tos totalmente hechos, «recitados exteriormente», «forma
listas». Pero también se sospecha de la llamada oración
Crisis interior. La mayoría de la gente no tiene absolutamente nada
de tiempo para dedicarle. Lo tendrían en cuanto llegasen
En otras épocas—no hace tanto tiempo—se sabía orar. a la paz del corazón. Cuando ven un temperamento silencio
Se vivía de certezas. En la iglesia, las estructuras eran muy so y aislado que se equilibra y se encuentra pacificado en
coherentes, las prescripciones, los mandatos, hablaban un esa quietud interior, se preguntan con desconfianza e iro
lenguaje claro, hasta el punto de que uno se podía sentir nía ¿qué conseguirá cuando cree que ora? ¿Los muros
dispensado a veces de pensar porque otro pensaba por helados de su propio aislamiento? ¿Las tempestades de un
nosotros. corazón frustrado? ¿El objeto, siempre huidizo, de necesi
Pero desde hace unos años, se va dibujando una evo dades y deseos proyectados hasta el infinito? ¿Una escasa
lución. La iglesia parece un lugar donde se trabaja febril consolación cuando no se tiene ya el valor de sufrir y asi
mente. El concilio ha sacudido los espíritus. Las palabras milar como los demás y con realismo la vida diaria? ¿Una
actualización, experiencias, renovación han repicado en resignación a bajo precio cuando las cosas y los hombres
nuestros oídos. El aspecto comunitario del cristianismo aplastan? ¿La oración será, pues, un refugio en lo irreal, el
tiende a eclipsar su dimensión personal. La ayuda al pró sueño, la ilusión o el romanticismo? A decir verdad, hoy no
jimo, la fraternidad humana, reclama toda la atención. lo sabemos. Hemos perdido todo rastro de oración, hemos
Entonces ¿para qué sirve la oración? ¿Se puede orar to fracasado en el punto muerto de una ilusión. Estamos en
davía? el punto cero.
Antes se preguntaba, ¿qué es Ia oración? Actualmente ¡Gracias a Dios! Así se puede volver a empezar desde
se pregunta de golpe ¿oramos todavía? Antes no se dudaba cero, volver a partir de una hueva base. Esta es la gracia
de la oración en cuanto tal; orar era un ejercicio prescrito, del momento, en nuestra iglesia actual. Los andamiajes se
incluso descrito según todas las reglas del arte. Había mé han hundido. Se ve que queda poca cosa de la fachada.
todos de oración, muchos métodos y cada cual era fiel, con Ahora es cuando el Señor puede reconstruirlo todo y radi
auténtica generosidad, a lo que él llamaba insistiendo más calmente. Casiano, en sus Colaciones, nos ha conservado
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El Espíritu ora en nosotros
esta profunda sentencia de un anciano: «La oración no es
fundidades de su ser se acercan a las cosas y a los demás
perfecta todavía cuando el monje es consciente de ella y
sabe que ora.» alcanzando el fuego secreto, el «núcleo escondido», el cen
tro más profundo, en un amor y en una comprensión sin
Una cosa es cierta: es que pocas personas se arriesgan
aún a creer que saben orar. Lo cual ya es un fruto de la límites.
gracia. Alguien más que los solitarios comulgan en la plegaria.
En Rusia, en Rumania, los oficios nocturnos reúnen a jóve
nes y viejos en las iglesias repletas.
Hambre de plegaria
También, a veces, el hambre de oración envía a personas
que buscan hacia el Extremo Oriente. Centenares de jó
Como paradoja diremos que una crisis puede ser fe
venes occidentales viven temporalmente en los ashrams
cunda. Ahora se abandonan las prácticas de oración, pero
hindúes o japoneses, para ser iniciados, bajo la dirección
el hambre de orar jamás fue tan grande, especialmente en
de un gurú, en la técnica de la contemplación. En nuestro
ios jóvenes.
hemisferio occidental, técnicas como el zen y el yoga des
La mutación cultural que vivimos ha despertado algo
piertan un gran interés. No se ahorran ni esfuerzos ni
—no sabría decir qué—que suscita una aspiración, un ham
dinero por llegar a ser dueño del propio cuerpo y del pro
bre de experiencia interior. No podemos seguir sentados
pio espíritu. Se desea una liberación para recibir la expe
pasivamente; es necesario encontrar algo, una respuesta.
riencia espiritual. Estas técnicas son una forma de ascesis
¿Será la droga quien la dé? ¿Producirá liberación una amplia
que trata de desviar la atención de lo superficial y de lo
concepción de la sexualidad? La monotonía de los días
inútil para concentrarla en el núcleo de las cosas. Primero
pronto ha puesto al descubierto el carácter efímero de estas
y antes que nada, en el núcleo más profundo del mismo
experiencias. Pasan como una mosca nacida a la salida del
hombre. El fin es llegar a una armonía con este yo más
sol y muerta al atardecer. Pero el hambre permanece, un
íntimo y, al mismo tiempo, con los demás hombres, con el
hambre que cada vez roe con más fuerza.
mundo entero y, finalmente, con Dios. En esta experiencia
Los jóvenes experimentan esta tensión de un modo muy
se llega verdaderamente a ser uno mismo. Pero es más
especial. Tensión que con frecuencia se traduce en una
bien rara. Se la puede comparar a un nuevo nacimiento.
búsqueda de lo exótico. En lo nuestro, por lo menos a su
En el zen se la llama iluminación y confiere una cierta
parecer, no encuentran ya respuesta. Entonces se ponen en
mirada interior, contemplativa, que se clava en la realidad
camino y fácilmente se les puede reconocer en las carre
partiendo de un nuevo punto de vista.
teras. Van a Taizé, donde plantan su tienda y oran espon
Sin ningún género de duda, esta ascesis natural tiene
táneamente con los hermanos y donde se cuentan sus
una gran utilidad; demuestra cuánto se influyen mutua
experiencias. Progresan de experiencia en experiencia; ol
mente el cuerpo y el espíritu. Pero, ¿esto es ya oración?
vidando lo que queda detrás, van siempre adelante.
¿No nos es otorgada la oración por Dios mismo en Jesu
En este mundo existen lugares donde la oración lo es
cristo? La oración del Cristiano penetra, sin duda, mucho
todo. Todavía hay hombres que oran igual que respiran.
más hondo: con el Hijo invoca a! Padre, con Jesús da
Quien ha sudado bajo el sol ardiente del monte Athos,
gracias a Dios Padre, le canta, le alaba. Liberados por la
nunca olvidará a los monjes que encontró allí, hombres
ascesis, cuerpo y espíritu se expresan con espontaneidad.
de oración de rostro como una llama y mirada de fuego,
Repentinamente, el hombre experimenta, desde dentro, ha
penetrante hasta lo más hondo y, sin embargo, tan infinita
cia quién está vuelto con todo su ser. Como por sí mismas,
mente dulce y tierna; hombres que de las más hondas pro
las palabras le suben a los labios. No sabe de dónde vienen.
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pero las reconoce como sus propias palabras. También
puede quedarse, sin más, en silencio, en un silencio que
no es carencia de palabras, pero que se extiende por enci
ma de las palabras, que es una nueva forma de diálogo, en
el que solamente se sabe que toda la persona está allí
presente. Con una presencia en el sentido más fuerte del
término, presencia en el amor que proporciona el conoci
miento real del otro. De este silencio puede, finalmente,
brotar el grito que el Espíritu nos inspira. Nuestro corazón
estalla y grita. jAbba, Padre!
¿Con qué orar?
Orar, e incluso hablar de la oración, parece difícil. ¿Por
qué?
El hecho es que no sabemos muy bien con qué debemos
orar. Con los labios recitamos fórmulas; con la inteligencia
reflexionamos y meditamos; nuestro espíritu y nuestra
alma se elevan hasta Dios. Pero ¿qué significan, qué encie
rran esas fórmulas? Exactamente, ¿con qué oramos?
El lugar de la oración: nuestro corazón
Todo hombre recibió del Creador un órgano que es ef
lugar de la oración. El relato de la creación cuenta cómo
Dios creó al hombre infundiendo en él su espíritu vital
y—añade san Pablo—el hombre fue hecho alma viviente.
Adán prefiguraba al que debía venir, Jesús, segundo Adán,
a imagen del cual el primer hombre había sido hecho. Se
sigue de aquí que la relación con la Santísima Trinidad,
Padre, Hijo y Espíritu Santo, es algo que pertenece funda
mentalmente a nuestro ser. El espíritu vital de Dios es en
nosotros el manantial de la oración.
A lo largo de los siglos, según la variedad de las cul
turas y de las lenguas, este lugar de la oración recibió
nombres muy distintos, aunque, de hecho, todos apuntan
a la misma realidad. Convengamos en llamarla aquí con el
apelativo más antiguo, que ocupa en la Biblia un lugar cen-
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André Louf El Espíritu ora en nosotros
tral: corazón. En el Antiguo Testamento, el corazón designa pueblo judío se encuentra en la más profunda aflicción,
el interior del ser humano. El Nuevo Testamento desarrolla en la época de la cautividad de Babilonia, el profeta Eze-
rá y perfeccionará esta misma noción. quiel anuncia una nueva alianza: «Os rociaré con agua pura
El Señor escudriña el corazón y los riñones (Jr 11.20). y os purificaré de todas vuestras impurezas, de todas
nada hay escondido para El. -Señor, tú me sondeas y me vuestras idolatrías. Os daré un corazón nuevo y pondré en
vosotros un espíritu nuevo; os arrancaré ese corazón de
conoces; tú conoces cuándo me siento y cuándo me le
vanto... Escudríñame, Dios mío. examina mi corazón; son piedra y os daré un corazón de carne. Pondré dentro de
déame y conoce mis pensamientos» (Sal 138,2.23). vosotros mi Espíritu» (Ez 36,25-27).
Se desea con el corazón. Dios colma los deseos del Solamente un corazón de carne puede latir de veras,
corazón. También según la Biblia, eí carácter propio de cada puede dar vida a todo el cuerpo. Unicamente a un corazón
individuo está localizado en ese centro: del corazón salen así puede bajar el Espíritu; el corazón antes cerrado a la
los pensamientos, los pecados, las tendencias buenas y abundancia de la gracia se abre de nuevo a su designio de
malas, envidia y celos, alegría, paz y misericordia. También amor, a su voluntad, a su palabra, a su espíritu.
puede el corazón expresar a toda la persona. Josué, cuando Aquel de quien Moisés escribió en la Ley, así como los
tomó posesión de la tierra prometida, ordenó a los israeli profetas, Jesús, el hijo de José de Nazareth, nos ha traído
tas: «Tened gran cuidado de poner por obra los manda esta nueva alianza. Dios mismo intervino para romper los
mientos y las leyes que Moisés, siervo del Señor, os ha sellos del corazón del hombre y abrirlo a la acogida de su
prescrito: que améis al Señor vuestro Dios, marchando por palabra. Ascendido al cielo, El nos envió otro paráclito que
todos sus caminos, guardando sus mandamientos, apegán consuela, fortalece y anima, la unción que nos lo enseña
doos a El y sirviéndole con todo vuestro corazón y con toda todo, el Espíritu Santo que nos recuerda todo lo que Jesús
vuestra alma» (Jos 22,5). nos dijo. «Si confesares con tu boca que Jesús es el
Sin embargo, una parte del pueblo elegido no escuchó Señor y creyeres en tu corazón que Dios le resucitó de
la llamada y apartó su corazón del Señor: «Este pueblo se entre los muertos, serás salvo» (Rm 10,9). Corazón y labios,
me acerca sólo de palabra y me honra sólo con los labios, sumisión interior y confesión exterior se unen ya aquí en
mientras que su corazón está lejos de mí» (Is 29,13). «A los idéntico ritmo. Pronto en este lugar va a nacer la oración.
israelitas se les ha endurecido el corazón» (Ez 2,3). Sin Las bienaventuranzas resumen en pocos versículos la
descanso Dios suscita profetas que no cesarán de denun ley espiritual de la nueva alianza: «Bienaventurados ios
ciar esta apostasía: «Ahora todavía resuena la Palabra del pobres de espíritu..., bienaventurados los que lloran..., bien
Señor: convertios a mí de todo corazón en ayuno, en llanto aventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a
y en gemidos. Rasgad vuestros corazones, no vuestras Dios» (Mt 5,3-12). Cuando nada oscurece ya nuestro cora
vestiduras» (Jl 2,12), pues el Señor no puede sufrir esta zón, puede abrirse totalmente a la luz, porque Dios es amor
infidelidad. El, que ama a Israel con un amor eterno, es un y Dios es luz.
Dios celoso. Oseas nos hace ver cómo también el corazón Ahora está más claro que el corazón, en la antigua acep
de Dios se vuelve y cómo su misericordia (piedad-del-cora- ción del término, no se identifica con la inteligencia dis
zón) se despierta. Su amor jamás se apartará de su pueblo: cursiva con la cual razonamos, ni tampoco con la sensi
«Por un breve momento te abandoné, pero con gran miseri bilidad con la cual nos volvemos hacia el otro, ni con la
cordia te tomaré para mí. En un rapto de cólera oculté de afectividad superficial que llamamos sentimentalismo. El
ti un instante mi rostro, pero con amor eterno me apiadé corazón se halla en nosotros a un nivel mucho más pro
de ti. dice el Señor, tu Redentor» (Is 54,7-8). Cuando el fundo, es el núcleo más íntimo de nuestro ser, la raíz de
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