Table Of ContentEL CIUDADANO
GLOBAL QUE
AMA LA PAZ
Reverendo Sun Myung Moon
ÍNDICE
ix Prefacio
Capítulo I
EL ALIMENTO ES AMOR
2 Lo que aprendí acerca de la paz cuando mi padre me cargaba en su espalda
8 La alegría de alimentar a otros
12 Ser amigo de todos
16 Una clara brújula en mi vida
23 Un niño testarudo que jamás se daba por vencido
29 Amar a la naturaleza y aprender de ella
37 Hablar sobre el universo con los insectos
40 “Japoneses, vuelvan a su país”
Capítulo II
EL RÍO DEL CORAZÓN FLUYE CON LÁGRIMAS
46 Entre el miedo y la inspiración
51 Cuanto más duele, tanto más deberías amar
56 Un cuchillo desafilado se vuelve opaco
60 Una llave para abrir un gran secreto
65 Como una bola de fuego ardiente
68 Haciendo amistad con los trabajadores al compartir su sufrimiento
74 El tranquilo mar del corazón
78 “No mueras, por favor”
84 Una orden que debe ser obedecida
93 Un grano de arroz es más grande que la Tierra
99 La cárcel de Heungnam en la nieve
104 Fuerzas de la ONU abren la puerta de la prisión
Capítulo III
EL HOMBRE CON EL ESTÓMAGO MÁS LLENO
110 “Tú eres mi maestro espiritual”
115 El loco apuesto que vive junto al pozo de agua
119 Una iglesia sin denominaciones, una iglesia que no es iglesia
124 Despidos y expulsiones en las universidades de Ewha y Yonsei
128 En ramas chamuscadas también crecen nuevos brotes
132 Las heridas nos entrenan
135 Lo más importante es tener un corazón sincero
Capítulo IV
POR QUÉ TRABAJAMOS GLOBALMENTE
142 Pagando el precio final para seguir el camino de Dios
145 El dinero ganado honradamente, usado preciosamente
148 El poder de la danza mueve al mundo
151 Los Ángeles abren un camino a través de un bosque oscuro
155 Nuestro futuro reside en el mar
162 Último avión a Estados Unidos
167 El Reverendo Moon, la semilla para una nueva Revolución Americana
171 Monumento a Washington, 1976
177 No llores por mí sino por el mundo
180 “¿Por qué mi padre va a prisión?”
Capítulo V
FAMILIAS VERDADERAS FORMAN GENTE VERDADERA
186 Mi esposa, Hak Ja Han Moon
191 Una belleza interior incomparable
196 Promesas que nunca deben romperse
201 Amar es dar y olvidar
205 La familia pacífica es la piedra angular del Cielo
208 Diez años de lágrimas derriten el corazón de un suegro
212 El verdadero significado del matrimonio
216 El verdadero amor reside en una verdadera familia
220 Dejando un legado de amor
Capítulo VI
EL AMOR TRAERÁ LA UNIFICACIÓN
228 El poder de la religión para cambiar a la gente hacia la bondad
233 El río no rechaza las aguas que fluyen hacia él
237 “Concedan libertad de cultos en la Unión Soviética”
244 La unificación de Corea traerá la unificación mundial
249 Mi encuentro con el Presidente Kim Ilsung
255 La tierra puede ser dividida, pero no su gente
262 Ni por pistolas ni espadas, sino por el amor verdadero
Capítulo VII
EL FUTURO DE COREA, EL FUTURO DEL MUNDO
268 La península coreana reescribe la historia de la humanidad
274 De tierra de sufrimiento y lágrimas, a tierra de paz y amor
278 El objetivo último de la religión del siglo XXI
283 La obra de la Creación se expresa mediante actividades culturales
289 El dueño de los mares controla el mundo
293 La era oceánica nos da una gran oportunidad
298 Un simple diente de león es más precioso que el oro
303 Una solución sabia a la pobreza y al hambre
308 Antes que dar pan, mejor es enseñar a hacerlo
Capítulo VIII
MENSAJE PARA JÓVENES
314 Descubrir sus metas cambiará sus vidas
318 Abracen al mundo
323 Todo lo que tenemos es prestado del Cielo
327 La felicidad está en vivir por los demás
331 Soñando con un mundo sin conflictos
Prefacio
Una lluvia de primavera que cayó durante la noche puso fin a la
prolongada sequía invernal. Me sentí tan complacido por ello
que me pasé la mañana caminando por el jardín. Del suelo su-
bía ese fragante olor a tierra húmeda que había extrañado durante todo el
invierno. En los sauces llorones y en los cerezos aparecían signos claros de
los próximos brotes primaverales. Parecía escuchar el sonido intenso de
esa nueva vida, que brotaba aquí y allá por todo el jardín. Mi esposa, que
había salido detrás de mí sin que yo lo notara, recogía retoños de artemisa
que habían logrado asomar sus cabezas por encima de la hierba seca. La
lluvia de la noche anterior había convertido al mundo entero en un balsá-
mico jardín de primavera.
No importa cuánta conmoción haya en el mundo: con marzo comien-
za a llegar la primavera. Cuanto más envejezco, más valoro su llegada al
término del invierno y más aprecio a la propia naturaleza, que trae con esa
estación la plenitud de toda su gama de flores. Pero… ¿quién soy yo para
que Dios, en cada estación del año, me obsequie esta vívida alegría, la de
ver que todo florece o la de ver caer la nieve?
Ante ese solo pensamiento brota en mí un desbordante amor. Nace en
lo más profundo de mí ser y forma un nudo en mi garganta. Me conmuevo
vii
PREFACIO
hasta las lágrimas al pensar que he recibido lo verdaderamente valioso de
mi vida sin pagar nada por ello. He dado varias veces la vuelta al planeta en
mis esfuerzos por lograr un mundo de paz, pero es aquí, en este jardín pri-
maveral, donde puedo saborear la verdadera paz. Ésta también nos fue dada
gratuitamente por Dios, pero la hemos perdido en alguna parte y ahora -no
sé por qué- pasamos la vida buscándola en los lugares equivocados.
Para lograr un mundo de paz he pasado mi vida yendo a los lugares más
humildes y apartados de los grandes centros urbanos. Conocí a esas ma-
dres africanas que no pueden sino miran con impotencia cómo sus hijos
mueren de hambre. También me encontré con padres sudamericanos que
viven junto a ríos de pesca abundante pero no pueden alimentar a sus hijos
porque no la saben aprovechar. Todo lo que hice fue compartir con ellos un
poco de comida, y a cambio ellos me brindaron su amor. Embriagado por
la fuerza del amor he cultivado selva virgen, he plantado, he cortado árboles
para construir escuelas y he pescado para alimentar a niños hambrientos.
He sido feliz pescando toda la noche mientras los mosquitos no cesaban de
picarme, e incluso cuando me hundía hasta las rodillas en el lodo, porque
veía desaparecer la tristeza de los rostros de mis solitarios vecinos.
En búsqueda del atajo que nos lleve a un mundo pacífico me dediqué
a inspirar cambios en el pensamiento político y en el modo de discurrir
de la gente. Me encontré con el entonces Presidente Gorbachov, de la ex
Unión Soviética, como parte de mis esfuerzos para lograr la reconciliación
entre el comunismo y la democracia. También me reuní con el entonces
Presidente Kim Ilsung, de Corea del Norte, para debatir seriamente sobre
la manera de traer la paz a la península de Corea. También cumplí el rol
de un bombero para un Estados Unidos que se derrumba moralmente,
con la intención de revivir el espíritu puritano. Me concentré en la solu-
ción de diversos conflictos en el mundo. No dudé en entrar en Palestina
viii
PREFACIO
en momentos en que el terrorismo era rampante, en aras de la reconcilia-
ción entre musulmanes y judíos. He reunido a miles de judíos, musulma-
nes y cristianos en un mismo lugar -proporcionándoles un campo para la
reconciliación- y he organizado con ellos marchas por la paz, si bien los
conflictos continúan.
Sin embargo, ahora veo la esperanza de que en Corea se abran de par
en par las puertas hacia un mundo pacífico. Puedo sentir en cada célula
de mi cuerpo que en esta península coreana, forjada en interminables su-
frimientos y en la tragedia de la división, existe, almacenada y a punto de
estallar, una energía lo suficientemente poderosa como para conducir al
mundo en lo cultural y en lo económico. Así como nadie puede impedir
que vuelva la primavera, ningún poder humano puede evitar que la for-
tuna celestial venga a la península de Corea. Es tiempo de que el pueblo
coreano se prepare en cuerpo y mente para elevarse junto con la ola de la
fortuna celestial.
La sola mención de mi nombre genera revuelo en el mundo. Soy una
persona controversial. Nunca busqué dinero ni fama. He pasado la vida
hablando únicamente de la paz, pero el mundo agregó diferentes calificati-
vos a mi nombre, me rechazó y me apedreó. Muchos de ellos no están in-
teresados en saber lo que digo ni lo que hago. Simplemente se me oponen.
He sido encarcelado, acusado de cargos falsos, seis veces en mi vida,
por diferentes gobiernos y dentro de distintas fronteras: bajo el colonia-
lismo del imperio japonés, por el régimen comunista de Corea del Norte,
durante el gobierno de Sungman Rhee en Corea del Sur e incluso en los
Estados Unidos. Pasé por el dolor de ser abandonado con laceraciones en
carne viva y derramando sangre.
Hoy, sin embargo, no guardo ni la más pequeña herida en mi corazón.
Ante el verdadero amor, las heridas no son nada; si uno siente amor verda-
ix
PREFACIO
dero, hasta los enemigos se derriten sin dejar rastro. El verdadero amor es el
impulso del corazón de dar, dar y querer seguir dando. El verdadero amor es
un amor que incluso se olvida del amor que ya dio, y vuelve a dar. He vivido
toda mi vida embriagado por ese amor. No deseé nada que no fuese amor y
di todo de mí para compartirlo con mis vecinos pobres. El camino del amor
es muy difícil, pero aunque estallase en lágrimas y se me doblasen las rodi-
llas, fui feliz en dedicar mi corazón a amar a la humanidad.
Todavía hoy me siento lleno de un amor que no he podido entregar to-
talmente. Al compartir este libro con el mundo, oro para que dicho amor
se convierta en un río de paz que riegue la árida tierra. Recientemente,
un número creciente de personas ha estado tratando de saber más sobre
mí; para que les sirva de ayuda. Vuelco entonces, en este libro, un relato
sincero de recuerdos vívidos, pero debido a obvios e inevitables límites de
espacio, anhelo poder brindarles en otra oportunidad todo lo que me haya
quedado por decir aquí.
Quiero enviar infinito amor a quien creyó en mí, se quedó a mi lado y
compartió su vida conmigo, superando tantos momentos difíciles: mi es-
posa, Hak Ja Han Moon, a quien le estoy profundamente agradecido. Por
último quisiera expresar mi más sincero agradecimiento a la Señora Eunju
Park, presidente de la Editorial Gimm-Young, que ha volcado toda su
sinceridad y dedicación para llevar este libro a su publicación, así como a
todo su equipo, que derramó mucho sudor para hacer más comprensibles
al lector algunas complejidades de mi relato.
Sun Myung Moon
Cheongpyeong, Corea del Sur
1º de marzo de 2009
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Description:Presidente Kim Ilsung, de Corea del Norte, para debatir seriamente sobre la manera de traer la paz a la península .. Kyung-yu Moon, del clan de Nampyung y de Kyung-gye Kim, del clan Kim de Yeon-an. Vi la luz en “El mar me marea”, les escuchamos decir. “Sólo de subirme a un barco empiezo