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DICCIONARIO
DE
REFRANES, ADAGIOS, PROVERB
MODISMOS, LOCUCIONES Y FRASES PROVERBIALES
DE LA LENGUA ESPAÑOLA
RECOGIDOS Y GLOSADOS POR EL
ILMO. SR. D. JOSÉ MARÍA SBARBI
PRESBÍTERO, ACADÉMICO DE LA REAL DE BELLAS ARTES DE SAN' FERNANDO
OBRA POSTUMA
ORDENADA, CORREGIDA Y PUBLICADA BAJO LA DIRECCIÓN DE
D. MANUEL JOSÉ GARCÍA
PROFESOR DE LENGUA Y LITERATURA CASTELLANA, LICENCIADO EN FILOSOFÍA Y LETRAS
Los refranes soncomopiedraspreciosas
salteadas por ropas de gran precio que
arrebatan los ojos con sus lumbres.
(Juan de Mal-lara.)
^
l?fras'i.
TOMO
I
£4
9. |.
A-LL
MADRID
LIBRERÍA DE LOS SUCESORES DE HERNANDO
CALLE DEL ARENAL, NUM. II
1922
Es propiedad de los herederos del autor.
Todo ejemplarque nolleve el sello delor-
denador y corrector será considerado como
clandestino.
Madrid.—Imprentadelos Sucesores deHernando, calle de Quintana, núm. 33.
DON JOSÉ MARÍA SBARBI
El retrato que va al frente de esta obra nos presenta a su autor
en la plenitud de su vida, dándonos idea exacta de lo que era
desde el punto de vista físico, cuando había llegado al máximum
del desenvolvimiento de su actividad intelectual, y su incansable
afán por el estudio había producido multitud de libros que prue-
ban su claro talento, su gran erudición, exquisito ingenio y exce-
lente manejo del habla castellana, que conocía tan a fondo que
pocos maestros del bien decir podrán igualarle, y cuando, merced
a sus grandes dotes de artista, había compuesto más de cien obras
musicales, pertenecientes en su mayoría al género religioso.
De la importancia de la labor literaria de D. José María Sbarbi
se puede formar idea sólo con la enumeración de sus libros y sus
trabajos como periodista en diarios y revistas de diferente índole;
pero con ser muy grande el valor de este bagaje literario y artís-
tico, más estimado en el extranjero que en España, porque jamás
se cuidó de hacerse el reclamo ni quiso figurar en las agrupaciones
de bombos mutuos encargadas de fabricar reputaciones científicas
a gusto de sus asociados, es mayor aún el mérito y el trabajo que
suponen la recopilación y glosa de los materiales que forman la
obra que ahora se publica, titulada Diccionario de refranes, ada-
gios, PROVERBIOS, MODISMOS, LOCUCIONES Y FRASES PROVERBIALES DE
la lengua española, a la que dedicó todos sus afanes, y que la
muerte no le dejó ver impresa por su constante deseo de aumen-
tarla y completarla cada día con nuevos datos, a cual más intere-
santes y amenos, antes de decidirse a darla a la imprenta.
El examen de este trabajo monumental bastaría para crear una
reputación de escritor de primer orden a quien no tuviera, como
Sbarbi, por derecho propio un lugar preeminente entre los culti-
vadores de las letras patrias. Para los que le conocieron y saben
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apreciar en lo que valen las obras que dejó publicadas, la apari-
ción de la presente constituye un motivo de júbilo, porque en ella
concentró con entusiasmo todo cuanto pudo hallar relacionado
con el folklore nacional.
Antes de seguir tratando de las producciones literarias y artís-
ticas del Sr. Sbarbi, indicaremos algunos de sus datos biográficos,
para que se conserven aquí las notas más salientes relacionadas
con su existencia.
Don José María Sbarbi nació en Cádiz el 10 de julio del
año 1834, y desde niño demostró tal afición a los libros, que el
tiempo que otros de su edad dedicaban a los juegos y diversiones
propios de los pocos años, lo empleaba en estudiar y buscar por
los puestos de libros usados obras que, apenas llegaba a su casa,
leía con gran afán; siendo tan grande su aplicación, que los profe-
sores del Colegio de San Agustín, donde hizo sus primeros estu-
dios, no tardaron en observar sus excepcionales aptitudes, y muy
pronto pasó de discípulo a ser maestro, figurando a los quince
años de edad como encargado de explicar Francés y Música en el
mismo centro en que aprendió las primeras letras, y de enseñar
aquel idioma en el Colegio de San Felipe de su ciudad natal.
Al año siguiente, por no tener la edad reglamentaria, se pre-
sentó ad honorem a las oposiciones para proveer la cátedra de Len-
gua francesa vacante en el Consulado (Academia Mercantil), e hizo
ejercicios tan brillantes, que se le adjudicó el primer lugar después
de la terna. También se encargó dos años después de las cátedras
de Francés y de Canto llano en el Seminario Conciliar gaditano,
satisfaciéndose así una de sus aspiraciones favoritas, la del cultivo
de la Música, a la que tuvo tan gran afición, que cuando sólo con-
taba doce años de edad tocó el órgano en público, revelándose
como consumado artista.
En 1853 hizo oposición, también ad honorem, a la cátedra de
Francés vacante en el Colegio Naval Militar (Isla de San Fernan-
do), y el Tribunal calificador, al ver que la brillantez de sus ejer-
cicios le hacía acreedor al primer lugar de la propuesta, le invitó
a retirar la cláusula citada de ad Jio7iorc7n, para que pudiera ser
elegido; pero su propósito de abrazar el estado eclesiástico, al que
tenía gran vocación, le hizo renunciar el cargo que le ofrecían.
Ordenado en Badajoz el año 1857, tomó inmediatamente pose-
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sión de su prebenda en la Catedral de aquella ciudad, como orga-
nista primero maestro de capilla, plaza que ganó por oposición,
haciendo brillantísimos ejercicios. En 1861 publicó un cuaderno
de 26 páginas, titulado Prontuario de definiciones musicales, escrito con
sencillezfilosófica, para que los jóvenes estudiantes aprendieran fácil-
mente los principios fundamentales del Arte de conmover por medio
de los sonidos.
Motivos de salud le obligaron el año 1863 a renunciar el bene-
ficio que disfrutaba en Badajoz, y para buscar alivio a su dolen-
cia se trasladó a Sevilla, donde se dedicó a la enseñanza particular
y a la oratoria sagrada, siendo tanto el trabajo que una y otra le
proporcionaban, que por falta material de tiempo abandonó en
parte el cultivo de la Música; sin embargo, hizo tres oposiciones
diferentes en la Metropolitana Hispalense, logrando ser siempre
aprobados todos sus ejercicios con las mejores calificaciones.
En uno de los viajes que hizo a Madrid durante el tiempo que
residió en Sevilla, publicó, el año 1867, un libro en 8.", titulado
Teóñlo o Pruebas de laspruebas del estado eclesiástico.
En su constante afán de hacer oposiciones, a fines de 1867
actuó como opositor a uno de los curatos pertenecientes a las
Ordenes Militares, y sin aguardar a saber su resultado, al ente-
rarse que estaba vacante una prebenda música de la Catedral de
Toledo, la solicitó, y a principios de 1868 hizo los ejercicios con-
siguientes, logrando que se le adjudicase la plaza por unanimidad,
sobre los otros tres que se la disputaban; pero la Revolución de
septiembre trajo consigo que se atrasasen los pagos de cuanto
dependía del Estado, y pasaron dos años sin que se percibieran
las dotaciones de la Catedral Primada, y viendo el Sr. Sbarbi que
no se cobraban, ni se sabía cuándo se cobrarían regularmente, se
trasladó a la Corte en 1871 para proporcionarse medios de subsis-
tencia, y poco después abandonó aquel destino por completo.
Desengañado de ciertos cargos públicos por el descalabro
sufrido, se dedicó de nuevo con gran ahinco al cultivo de las
Letras, escribiendo por aquel entonces su Monografía sobre los
refranes, adagios y proverbios castellanos y las obras o fragmentos que
expresamente tratan de ellos en nuestra lengua, obra que fué premiada
por la Biblioteca Nacional en el Concurso público de 1871, y que,
no obstante su gran importancia, por tratarse del primer libro de
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bibliografía paremiológica escrito en España, no se publicó hasta
el año 1891 (1).
En 1872 imprimió en Madrid (Simón y Urosa) El libro de los
refranes, colección alfabética de refranes castellanos, explicados
con la mayor concisión y claridad, que contiene unos 1.800 ada-
gios y refranes glosados que no figuran en las obras de este género
publicadas hasta aquella fecha, y al año siguiente publicó, en casa
de A. Gómez Fuentenebro, el Florilegio o ramillete alfabético de refra-
nes y 7nodismos comparativos y ponderativos de la lengua castellana
y
definidos razo?iadamente y en estilo a??ie?w, que forma un volumen
en 8.° de 501 páginas y una hoja de nota.
La nostalgia de las oposiciones le indujo a hacer las de la
cátedra de Francés que estaba vacante en el Instituto de San
Isidro, v, no obstante sus grandes conocimientos en esa materia y
sus brillantes ejercicios, sólo obtuvo un voto para ser incluido en
la terna propuesta: el voto del catedrático de Latín del Instituto
del Cardenal Cisneros en aquella época; los demás vocales del
Tribunal votaron al que de público se decía entre los opositores
que se le adjudicaría la cátedra para satisfacer compromisos polí-
ticos; y Sbarbi, asqueado al ver aquello, no volvió a presentarse
a más oposiciones.
Desde 1874 a 1878 publicó, en la imprenta de Gómez Fuente-
nebro, los diez tomos, en 8.° mayor, de El refranero general español^
parte recopilado y parte compuesto por Sbarbi, del que dice Mel-
chor García Moreno en el interesantísimo Catálogo parcmiológico,
impreso en Madrid el año 1918, que es «obra de verdadero mérito,
a la que consagró su autor gran parte de su vida y de la que sólo
pudo terminar esta primera serie. Sbarbi escogió lo mejor de lo
mejor con exquisito gusto y copiosa erudición, por lo que su
Refranero constituye hasta el presente el más apreciado y útil de
los repertorios paremiológicos. Supo su autor reunir, a la ciencia
de interpretar el refrán, la gracia del escritor ameno».
En 1879 empezó a publicar una revista titulada ElAveriguador
Universal, que logró sostener durante cuatro años a fuerza de
(1) En Madrid, un volumen en 4. mayorde 412 páginas. Precedeaestaobra una inte-
resante Disertación, en la que el Sr. Sbarbi da a conocer los proverbios sacados de El
Génesis, Ellibro de los Proverbios, los Padres de la Iglesia y los de nuestros clásicos anti-
guos y modernos.
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sacrificios, teniendo que abandonarla por falta de apoyo; tampoco
correspondió el público a los esfuerzos que hizo en 1882 para la
impresión del Álbum Teresiano, no obstante su esmerada compo-
sición y aparecer con música y profusión de grabados las diversas
ediciones que editó de diferentes clases y tamaños. El mismo
año 1882, deseando contribuir a que se depurara el habla caste-
llana, creó una Asociación titulada Academia Nacional de Letras
Populares, cuyo principal objeto era recoger, estudiar y publicar
todos los elementos constitutivos del saber peculiar del pueblo;
pero ante la apatía con que acogieron la idea los que más debie-
ran favorecerla, se entibió el entusiasmo de los que le secundaban
en este propósito, y no logró que la naciente Asociación tuviera
larga vida.
La publicación de la duodécima edición del Diccionario de la
Real Academia Española, en 1884, sugirió a Sbarbi la idea de su
«novela histórica o historia novelesca» titulada Doña Lucía, en la
que, con su peculiar sal ática, censuró y desmenuzó todo el trabajo
de la docta Corporación, que jamás perdonó a Sbarbi la crítica ace-
rada y fina que empleó en esta obra, leída con singular regocijo
por cuantos saben cómo se confecciona el léxico nacional; y la
prueba de que no olvidó el mal rato que la hizo pasar el «Padre de
los refranes» con la publicación de Doña Lucía, es que, a pesar de
haber sido presentada, en 1875, su candidatura a la vacante de una
plaza de académico de número, por los Sres. Hartzenbusch, Olivan
y Fernández-Guerra, transcurrieron treinta y cinco años, desde
aquella fecha hasta el fallecimiento de Sbarbi, sin que la Acade-
mia Española le abriera sus puertas.
En 1897 publicó, en casa de la Viuda e Hija de Fuentenebro,
el Ambigú literario, interesante colección de cuarenta y nueve tra-
bajos, algunos inéditos y otros que ya habían visto la luz pública,
precedidos de un sabroso prólogo y de una semblanza de Sbarbi,
hábilmente trazada por D. Manuel García Osuna, de la que nos
hemos valido en gran parte para redactar estas líneas.
La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, recono-
ciendo las excelentes condiciones artísticas de D. José María
Sbarbi, le eligió académico de número el 4 de diciembre de 1899,
tomando posesión del cargo el 21 de enero de 1900. Substituyó
en la Academia al conde de Morphi, que había muerto en Badén-
Argovia (Suiza) el 28 de agosto de 1899, y su discurso de ingre-
so versó sobre ¿Qué es Música}, contestándole en nombre de la
Corporación el limo. Sr. D. Ildefonso Jimeno de Lerma. Desde
entonces asistió Sbarbi a todas las sesiones de la Academia de
San Fernando, y cuando el 2 de marzo de 1902 ingresó en ella
D. Manuel Fernández Caballero y leyó su discurso acerca de Los
cantospopulares españoles co?isidcrados como elemento indispensablepara
laformación de nuestra ?iacionalidad musical, fué Sbarbi el encargado
de contestarle, como lo hizo con su habitual galanura de dicción.
Incansable en su labor literaria, en 1903 publicó un volumen
en 8.° de 383 páginas, con el título de In illo tcmpore y otras frio-
leras. Bosquejo cervantino o pasatiempo quijotescopor todos cuatro costa-
dos, obra que le acarreó algunos disgustos y sinsabores, propor-
cionados por los que se creyeron aludidos en los capítulos más
intencionados y sabrosos de este trabajo, en el que, entre otras
cosas, hace un detenido estudio acerca del personaje real y verda-
dero que influyó en la mente de Cervantes para crear su inmortal
obra, y reproduce Cervantes teólogo (1), con varias cartas de con-
troversia acerca de este particular.
Además tradujo del francés las Meditacio?ies religiosas, por
D'Exauvillez, El año eucaristico y cuatro devocionarios religiosos
publicados en Alemania por la casa Riffarth. Entre las obras que
Sbarbi dejó manuscritas figuran en primer término los materiales
para el presente Diccionario de refranes, adagios, proverbios,
MODISMOS, LOCUCIONES Y FRASES PROVERBIALES DE LA LENGUA ESPA-
ÑOLA, la más grande de todas sus producciones literarias; el Ensayo
bibliográfico acerca de las obras de consultapa?'a el estudio de la lengua
castella7ia; un Diccio?iario de andalucismos; un Texto del «Quijote»
reducido a su prísti?ia pureza, con notas filológicas; una Gramática de
la lc7igua española; un Diccionario de la Música; la Filosofía de la
Música; La fábula y los fabulistas españoles; un Tratado de castella-
no; Estudios tec?iicos críticos acerca de los cantos populares de algunas
provincias españolas; un Tratado de Retóricay Poética, y algunas más,
producto de una labor no interrumpida durante muchos años y
de una experiencia y observación a toda prueba.
(1) Se imprimió en Toledo el año 1870, haciendo una tirada de cien ejemplares. Los
cuales—según dice su autor—, a diferenciademuchas personas ycosasqueexisten bajo
el sol, no sevenden.
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Aunque parece increíble, aun tuvo tiempo para redactar innu-
merables definiciones, en particular las referentes al arte músico,
que se hallan incluidas en el gran Diccionario enciclopédico hispano-
americano, editado por la Casa Montaner, de Barcelona, y para
colaborar, entre otras revistas y publicaciones literarias, científicas
y artísticas, en La Ilustración Españolay Americana, la Revista Con-
temporánea, La Ilustración Artística, La España Moderna, La Corres-
pondencia Musical y los diarios El Imparcial, ElSiglo Futuro y otros.
Tal es, ligeramente enumerado, el caudal literario y artístico
que Sbarbi legó a la posteridad, el cual, después de una larga vida
dedicada al estudio sin descanso, entregó su alma a Dios el día
24 de abril de 191o, en Madrid, en la calle de Moratín (antes de
San Juan), en el piso tercero de la casa número 46, donde había
residido muchos años, siendo sepultado en el cementerio de la
Sacramental de San Lorenzo.
Description:Nabu Press, 2011. - 528 p.Language: SpanishThis is a reproduction of a book published before 1923. This book may have occasional imperfections such as missing or blurred pages, poor pictures, errant marks, etc. that were either part of the original artifact, or were introduced by the scanning proces