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SECCIÓN DE OBRas DE HISTORIA
DEL PAGANISMO AL CRISTIANISMO
JACOB BURCKHARDT
DEL PAGANISMO
AL CRISTIANISMO
La época de Constantino el Grande
Versión en español
de
EUGENIO IMAZ
E
FONDO DE CULTURA ECONÓMICA
MÉXICO
Primera edición en alemán, 1938
Primera edición en español, 1945
Segunda reimpresión, 1996
Título original:
Die Zeil Constantins des Grossen,
Bern: Hallwag, 1938
D. R. O 1945, FONDO DE CULTURA ECONÓMICA
D. R. O 1996, FONDO DE CULTURA ECONÓMICA
Carretera Picacho-Ajusco 227; 14200 México, D. F.
ISBN 968-16-1148-9
Impreso en México
PROLOGO A LA PRIMERA EDICION
No FUÉ otro el propósito del autor de la presente obra que el de
describir el admirable medio siglo que va desde la aparición de Dio-
cleciano hasta la muerte de Constantino como una época de tran-
sición. No se trataba, por lo tanto, de una historia de la vida y del
gobierno de Constantino ni de una enciclopedia de todo lo digno
de saberse de esa época, sino, únicamente, de esbozar un cuadro vivo
con los rasgos característicos del mundo de entonces.
El libro no ha logrado tal propósito más que en un sentido li-
mitado, y acaso el lector no quiera reconocerle otro título que el de
“estudios sobre la época de Constantino”. Han sido omitidas aque-
llas circunstancias de la época que no era posible conocer de modo
suficiente y que, por lo tanto, no podían entretejerse de un modo vivo
en el conjunto; así, por ejemplo, las circunstancias referentes a la
propiedad, a la vida de trabajo, a la hacienda pública y tantas otras
cosas. No deseaba el autor, en modo alguno, prolongar las contro-
versias científicas aportando nuevos datos que seguían sin resolverlas
en lo esencial; no ha escrito pensando tanto en los académicos cuan-
to en toda clase de lectores inteligentes que se interesan por seguir
una exposición en la medida que es ella capaz de ofrecer un cuadro
de perfiles netos. De cualquier manera, mucho le agradará que los
nuevos resultados a que cree haber llegado en los aspectos tratados
en la presente obra encuentren aceptación entre los especialistas.
Prescindiendo de esta selección, no totalmente libre, del mate-
rial, también el principio que ha inspirado su elaboración y su expo-
sición deja, sin duda, mucho que desear, y tampoco cree el autor que
en esto haya logrado lo mejor ni lo más justo. Tratándose de tra-
bajos de historia universal se puede discrepar sobre los primeros prin-
vu
vu PROLOGO A LA PRIMERA EDICION
cipios y los propósitos de suerte que un mismo hecho puede parecer
a uno como esencial o muy importante y a otro como insignificante
del todo, mera bisutería. Pero eso acepta el autor que su modo de
tratar el asunto sea discutido como algo subjetivo. Hubiera sido, sin
duda, más seguro fabricar, por ejemplo, una nueva historia de Cons-
tantino a base de las ya existentes, mediante un nuevo examen críti-
co, proveyéndola con el número correspondiente de citas de las fuen-
tes; pero semejante empresa no hubiera tenido para el autor aquel
atractivo que es capaz de compensar todos los desvelos. Con esto
no queremos condenar los diversos modos de tratar esta materia; nos
contentamos con que también se conceda al nuestro su modesto lu-
gar al sol.
En cuanto a las citas el autor se ha impuesto cierta medida. Los
conocedores se darán cuenta fácilmente en qué grado es deudor a
Gibbon, Manso, Schlosser, Tzschirner, Clinton y otros predecesores,
pero también en qué medida se hallaba abocado a un estudio propí-
simo de las fuentes. Digamos de pasada que el autor ha creído tener
que desviarse por completo, en un aspecto, de la excelente obra de
Tzschirner: le parecía, en efecto, que estimaba demasiado la influen-
cia del cristianismo en el paganismo decadente y prefirió explicar los
fenómenos correspondientes mediante un desarrollo interno del pa-
ganismo, por razones cuyo examen no corresponde a este lugar.
Las secciones (V y vI) dedicadas a este tema carecen, como se
verá, de todo revestimiento sistemático. Estaba convencido el autor
de que, en este aspecto, más le convenía pecar por defecto que por
exceso. Pues en lo que se refiere al campo de las convicciones espi-
rituales, especialmente en los dominios de la historia de la religión,
prefiere ser motejado de prudente que de atrevido.
J. B.
PROLOGO A LA SEGUNDA EDICION
CUANDO HACE cerca de treinta años se juntó el material de este
libro y se comenzó su elaboración, el propósito que albergaba el autor
no era tanto el de un relato histórico completo como de una descrip-
ción histórico-cultural completa de la importante época de transición
abarcada por el título. Tenía la conciencia de que en esa tarea se vería
obligado a hacer una selección muy subjetiva de todo aquello que
pertenece a la imagen del mundo de aquellos días, pero el eco que ha
tenido el libro después le permite creer que ha dado con lo desea-
ble para muchos lectores. Desde entonces, esa época ha sido muy
estudiada y ha sido descrita, especialmente en sus aspectos políticos
e histórico-eclesiásticos, de un modo nuevo; también esta segunda edi-
ción ofrecerá testimonio de cuánto debemos a tantos nuevos inves-
tigadores de valía como Vogel, Hunziker, von Gorres y otros muchos,
y más que nada a la excelente obra de Preuss sobre Diocleciano. Pero
el presente libro no podía crecer demasiado y sus proporciones y la
tendencia esencialmente histórico-cultural no debían ser perturbadas
insistiendo en el detalle político y biográfico; bastaba con rectificar
numerosos errores de hecho y completar en lo esencial la conexión
histórica allí donde su conocimiento ha sido mejorado. De este modo
encomendamos nuestro trabajo, en su nueva forma, a una generación
de lectores en su mayor parte nueva.*
J. B.
* En la tercera edición (publicada en 1898, ya fallecido Burckhardt) la
Editorial E. U. Seeman advierte que, dada la peculiaridad del libro, juzgó
conveniente no introducir cambio alguno debido a manos extrañas.
*x
PROLOGO A LA EDICION MEXICANA
HEMOS UTILIZADO esta tercera edición, publicada un año después
del fallecimiento de Burckhardt. La primera es de 1853 y la segunda,
retocada por el autor, aparece unos treinta años después. La “pecu-
liaridad del libro” es también la que nos ha movido, no ya, sobra
decir, a respetarlo íntegramente, sino a publicarlo ahora en español,
porque consideramos que el cuadro que en él se ofrece, cuadro de
conjunto de una época de transición —del paganismo al cristianis-
mo— tan decisiva en la historia del Occidente, no ha sido superado
todavía, y tardará mucho, como obra de rigurosa historia y, por lo
tanto, de resurrección de un pasado que nos incumbe como pocos y
que se actualiza también como pocos al borde de nuestros días.
Esta historia rigurosa está erizada, sin embargo, de un desfile
de reticentes “acaso” y “probablemente” como sería difícil encontrar
tan abundantes en cualquier ensayo de escéptica filosofía. Es una pa-
radoja que invita a la reflexión, como también la afirmación que hace
Burckhardt de no haber querido complicar con ningún dato nuevo
las innumerables controversias científicas de detalle y de haberse ate-
nido a una revisión personal de las fuentes conocidas para ofrecernos
un resultado, sin duda, subjetivo, pero que reclama también, modes-
tamente, su lugar al sol.
Con esta timidez aparente se expresa el gran Burckhardt, tan
seguro de sí mismo, para no escandalizar demasiado los medios aca-
démicos, buscando el irónico rodeo del “lector inteligente” y pordio-
seando casi su rinconcito al sol. El se sabía muy bien por qué, pues
todavía su famosa Historia de la cultura griega (1898-1902) tardó
bastante tiempo en ser tomada en consideración. Pero nosotros, que
tradujimos los dos primeros volúmenes de esa obra, quisiéramos aho-
Xx
PROLOGO A LA EDICION MEXICANA XI
ra que con ésta, y con la que no hace mucho salió de esta misma
editorial —Reflexiones sobre la historia universal— y con la que hace
un poco más publicó la editorial Losada —La cultura del Renaci-
miento en lItalia— su fama, ya que no él, cobre entre la gente de ha-
bla castellana todo el calor glorioso que reclama.
Fué escrita la obra que presentamos cuando Burckhardt estaba
en plena posesión de sus fuerzas, a los 35 años. Es su primera grande
obra y en ella está ya todo él, con su preferencia por las épocas de
transición —Renacimiento— y por los cuadros culturales —Renaci-
miento y Grecia—, con todas sus excelencias y también con sus limi-
taciones. Se diría que la gran pintura al fresco de un Ranke se ha
hecho, por voluntad de ahondamiento, casi impresionista y su trazo
seguro un poco deliberadamente vacilante, como si con los diversos
toques imprecisos se lograra aquella justa “luz” interior, esa atmós-
fera espiritual de una época que llega a ser asimilada por nosotros
como el aire que respiramos.
Por la concentración del cuadro —medio siglo— y por la juven-
tud del pintor, parece que en esta obra se nos da la mejor medida
del vigor minucioso, casi puntillista, de su paleta. Cuando trate de
hacernos revivir el Renacimiento italiano y, más todavía, la cultura
griega, acaso perderá en profundidad lo que gane en extensión, cosa
que, por otra parte, es bien natural y no hay que achacarla al estra-
go de los años.
No sería oportuno insistir en las limitaciones que aparecen teó-
ricamente confesadas en sus Reflexiones. Si a algunos, como Croce,
les parece floja la mano de Ranke porque se contenta con destacar
cada época nada más que en su relación directa con Dios y así su
historia universal no registra con suficiente energía el camino dolo-
roso del hombre, a otros, que pueden ser los mismos, les parecerá
que Burckhardt lleva al extremo esa dirección contemplativa, estética
del historiador, que se afana por revivir eludiendo el tiro enérgico de
la República en marcha de los hombres. Pero de todo tiene que ha-
ber en la viña del Señor: crítica histórica depuradora de fuentes,
XII PROLOGO A LA EDICION MEXICANA
contemplación revividora y, finalmente, grandes relatos patéticos que
pongan a nuestra conciencia en comunicación con sus verdaderas
raíces en el tiempo. Unos, que son los más, como tiene que ser, se
quedan en lo primero, y otros, que son ya menos, se quedan, como
Huizinga, en lo segundo, o se atreven, como Croce, con lo tercero.
E. 1.