Table Of ContentDEIDADES PANANDINAS DEL PERÚ ANTIGUO EN EL CALLEJÓN DE
HUAYLAS
DIOSES DE PUMACAYAN
Lic. Marcos Yauri Montero
RESUMEN.: Este trabajo trata de una ruina arqueológica que existe en la ciudad de Huaraz. Su nombre es
Pumacayan cuya construcción presumiblemente se debe a las etnias nativas de antes de los incas. Su objetivo
es contribuir con una reorientación de las inquietudes de los estudiosos por descubrir su origen, su estructura
y demás elementos que encierra como un misterio debido a que hasta la actualidad no ha habido una tarea
arqueológica seria, como tampoco otra histórica, sino intentos con resultados de diverso contenido y
contradictorios muchos de los cuales no concuerdan con otras fuentes, como por ejemplo con los múltiples
relatos míticos que analizados arrojan muchas luces históricas, toponimias, variaciones lingüísticas en cuanto
a su nombre, etc.. todo lo que induce a pensar que Pumacayan fue en un tiempo remoto el santuario central
de una dilatada región regida por un poder político-religioso muy fuerte, al que acudían en fechas sacras
multitud de peregrinos.
PALABRAS CLAVE: Pumacayan, arqueología, mito, pacarina, puma, Guari, Canchón, Sutoc, Yerupajá,
Callejón de Huaylas.
PANANDINE DEITIES OF ANCIENT PERU IN THE CALLEJÓN DE HUAYLAS (ANCASH) THE
GODS OF PUMACAYÁN
ABSTRACT: The present work goes around on archeological remain in the city of Huaraz. It´s name is
Pumacayan and was built by the native etnias before the incas. It´s principal objective is re-orientar the doubts
of the investigators who are interested in discover their origen, structures and other elements that stay like a
mistery until our days, because does not exist neither a serious arqueological investigation nor a historical
work. Only the intention with resuits thar make think that Pumacayan was in the past the central santuary of
an extended region, where many people ruled by a strong and political power went in special dates.
KEY WORDS: Pumacayan, arqueology, , myth, pacarina, puma, Guari, Canchón, Sutoc, Yerupajá, Callejón
de Huaylas.
INTRODUCCIÓN
En la ciudad de Huaraz, capital del departamento de Ancash, existe un monumento arqueológico
denominado Pumacayan, situado en el costado noreste de la citada ciudad. Lo rodean en la
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actualidad, según el Plano de 1988, por el este la Avenida de la Confraternidad, por el sur el jirón
Sucre, por el oeste por el jirón Enrique Palacios y por el norte por el jirón Ladislao Meza.
Científicamente se desconoce la época en que fue construido, así como de la utilidad que prestó a
las etnias nativas de la región de los tiempos preincas, debido a que hasta la actualidad no se le ha
dedicado un trabajo arqueológico paradigmático, es decir en profundidad, ni tampoco otro tipo de
estudio. La referencia más lejana de su existencia se debe al cronista español Pedro Cieza de
León que transitó por la zona en 1548. Él lo consideró como una antigualla preinca, debido a su
estado ruinoso. Más tarde darían otras referencias muchas personalidades que estuvieron de
paso por la mencionada zona huarasina, entre ellas el sabio Antonio Raimondi que lo calificó como
un “cerro” o montículo que era a la vez un excelente mirador para apreciar la grandiosidad de las
Cordilleras Negra y Blanca y la belleza del paisaje. En 1938 el arqueólogo norteamericano
Wendell Bennet que encabezaba una expedición, lo llegó a conocer al mismo tiempo de dar cuenta
de otros monumentos que existían en la región La primera tarea arqueológica la realizó el sabio
Julio C. Tello que en 1919 practicó la primera excavación científica pero de cortísima duración y
extensión y profundidad, por consiguiente con insuficientes resultados. Posterior a esta labor otros
arqueólogos han, también, realizado otras excavaciones que debido a diferentes factores, entre
ellos económicos tampoco han sido en profundidad.
OBJETIVOS
Este estado de coas en relación a este valioso monumento arqueológico acerca del cual hay
sinceros deseos de estudio, así como de un ferviente deseo de su rescate por cuanto este
monumento en la actualidad padece la ocupación de las invasiones de grupos de migrantes e
inclusive de grupos populares del mismo distrito de Huarás que han dado origen al nacimiento de
asentamientos humanos en su propio seno y sus alrededores, nos ha inducido a realizar un estudio
y análisis de la cuestión. Por eso el objetivo de este trabajo es contribuir con algunas ideas para
reorientar su conocimiento y estudio. Es decir, que en el futuro todo trabajo arqueológico que, sin
duda, ha de desplegar toda su parafernalia científica, metodológica y técnica, debe estar
acompañado de una voluntad interdisplinaria, multidisciplinaria y transdisciplinaria con el apoyo
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económico del Estado peruano a través de su Ministerio de Cultura. Entendemos como estudio
interdisciplinario, multidisciplinario y transdisciplinario, al concurso de muchas disciplinas tales
como la historia, la antropología, la etnología, así como de la lingüística, del psicoanálisis, de la
psicohistoria, de los estudios culturales y de otras ciencias. No deben excluirse de este intento de
estudio paradigmático, la literatura oral quechua en especial de los abundantes relatos míticos que
constituyen una textualidad que es un rico repositorio de la historia memorial, en cuya urdimbre se
ocultan o enmascaran los acontecimientos, la cultura, la cosmovisión, el espíritu religioso, la
sensibilidad andina en su contemplación del cosmos, de la vida, del devenir histórico, del existir y
de la muerte.
HUARÁS PREHISPÁNICO
¿Existió el Huarás prehispánico? ¿Si existió cuál fue su ubicación? Estas interrogantes aún
no han sido satisfechas. La información reunida por historiadores, arqueólogos y otros
estudiosos hasta hoy no nos brinda ningún dato de validez histórica..
La información más antigua relacionada con la región del Callejón de Huaylas corresponde
al cronista Miguel de Estete, quien describe el itinerario del viaje que Hernando Pizarro
realizó de Cajamarca a Pachacamac en 1533. Dice este cronista que el día 23 de enero de
dicho año el mencionado viajero fue a comer a un pueblo grande llamado Guarax cuyo jefe
Pumacaxinay fue el anfitrión. Que dicho pueblo Guarax estaba en un llano junto a un río,
con tierras con mucho maíz y ganado. El historiador Augusto Alba Herrera, hasta hoy el
mejor conocedor de este tema, presume que ese pueblo mencionado por Miguel de Estete
era Huarás situado a las orillas del actual río Quillcay. Más tarde –sigue diciendo Alba
Herrera- Francisco Pizarro, después de la muerte de Atahualpa, en su viaje al Cusco el 11
de setiembre de ese mismo año, arribó a Guaray 1, probablemente el otro nombre del
mismo pueblo, donde pernoctó. Esta afirmación no es definitiva, pues el documento de la
Visita de enero de 1558, informa que en la parcialidad de Allaucaguaras había tres pueblos
con el mismo nombre, todos presumiblemente junto a un río y situados en las tierras llanas
1 Esta variación escritural de nombres de lugares, personas y cosas se debe al desconocimiento del quechua
por el conquistador, cuyo oído no podía diferenciar los sonidos fonéticos. Es un tema que dificulta la
investigación relacionada con el proceso de la conquista y de la vida virreinal. ¿El aprendizaje del quechua
por los cronistas, religiosos, funcionarios, etc. sería real? ¿Cuánto de verdad y falsedad hay en este tema?
3
y fecundas. ¿A cuál de estos pueblos arribaron los conquistadores donde fueron
agasajados? ¿Cómo era ese pueblo Guarax o Guaray y dónde se encontraba?
Los primeros datos que hoy conocemos acerca de los pueblos y habitantes de la zona hoy
llamada Huarás se encuentran en el documento correspondiente a la Visita de los
Repartimientos de Huarás y Llaguarás, evento realizado 25 años después del paso de los
conquistadores en 1558. Este documento fue descubierto por Waldemar Espinoza Soriano y
su análisis dio como resultado la aparición de su libro: Huaraz, poder, sociedad y economía
en los siglos xvi y xvii.
La visita no fue realizada in situ, sino en León de Huánuco adonde acudieron bajo citación
los curacas principales de ambos repartimientos. Cada uno informó del número de pachacas
que correspondían a su respectivo repartimiento, de los caciques principales, de los pueblos
con el número de casas y habitantes masculinos y femeninos, el número de niños, ancianos,
viudas, casadas, solteras, de la cantidad de tierras con sus características, la producción
agrícola y ganadera, su modo de comerciar y las habilidades artesanales, etc. El documento
es un verdadero informe a manera de un censo útil a la administración. En el repartimiento
de Huaras había en total 1890 personas y en el de Llaguaraz 1262. En el repartimiento de
Guaras había tres pueblos con el mismo nombre de Guaras, pero sin noticias de su
ubicación. ¿Cuál era la ubicación geográfica de ambos repartimientos? De los informes
conocidos hasta hoy, se deduce que ambos estaban en la banda oriental del Río Santa:
Guaraz o también Allaucaguaraz en el lado norte, tierra de llanuras, con clima templado;
Llaguaraz en el lado sur, en la altura, con clima frío. Se infiere que económica y
culturalmente los habitantes de Guaraz eran agricultores, mejor civilizados, en tanto que los
de Llaguaraz o también Ichojhuaras, eran un tanto inciviles, pastores, nómadas o sea en el
lenguaje nativo eran los Llacuash. Con el tiempo surgió una rivalidad entre ambos
espacios, los de Ichojhuarás se consideraban nativos, ancestralmente anclados en su tierra,
en tanto que los de Allaucaguaraz, fueron considerados como forasteros, ancestralmente no
pertenecientes al mundo huarasino, eran los reducidos, es decir los que fueron traídos a la
fuerza de otros lugares, fenómeno común durante el incanato y que más tarde el virrey
Francisco Toledo lo utilizó.
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Esta geografía difusa que caracteriza a los dos repartimientos nos muestra un mundo
conformado por archipiélagos de pueblos que según el documento indicado estaban
ubicados a seis leguas a la redonda distantes del Huarás actual. Ninguno de dichos pueblos
o asentamientos estaba dentro de su dilatada área. Inclusive después de creada la Parroquia
de Huarás en 1560, su edificio fue levantado con el nombre de San Sebastián en la
periferia, en el lado norte del edificio preinca Pumacayan. Alba Herrera, asevera que a
partir de estos hechos el Tambo de Huarás adquirió importancia estratégica por ser un
lugar equidistante por el camino de la sierra con las ciudades fundadas: Lima, Huánuco,
Trujillo. Preguntémonos ¿cuál fue ese Tambo? La respuesta fluye, fue Kanapun, edificio
inca que por su dimensión, solidez, estilo y prestancia arquitectónica ofrecía ventaja y
comodidad para la administración. Kanapun tampoco estaba en el interior del área
mencionada, sino a la salida hacia los pueblos del lado norte del Callejón de Huaylas.
FUNDACIÓN DE HUARÁS
La fundación de Huarás como obra de los conquistadores es otro tema no aclarado. Alba
Herrera culpa de esta situación al extravío de los documentos pertenecientes a Alonso de
Santoyo, quien fue el funcionario que ejecutó la reducción toledana en Huarás. Para
demostrar la fundación hace uso del documento de 1643 (ya citado) cuyo contenido alude a
la real cédula del 28 de diciembre de 1569 emitido por el virrey Francisco de Toledo
ordenando se lleve a cabo la reducción de las parcialidades de Allaucaguaraz y Llagaguaraz
en un solo pueblo. Esta reducción se realizó el 20 de enero de 1572, fecha que sería desde
su punto de vista como también el de otros la que corresponde a la fundación de Huarás.
Desde nuestro punto de vista este acto no es una fundación, sino un acto político que
respondía a los intereses administrativos del virreinato.2
Aparte de lo enunciado hasta aquí hay un detalle que no ha sido resaltado. Sucede que antes
y durante el contacto entre conquistadores y etnias de la región, todos los pueblos,
asentamientos, y demás grupos humanos no estuvieron en el interior del territorio que hoy
es el casco urbano de la ciudad de Huarás. Este territorio fue un inmenso espacio abierto,
libre, harto cenagoso, sin habitantes ni edificios. Entonces, ¿dónde estuvieron las viviendas
2 Yauri, M. :el señor de la soledad de Huarás. Discurso de la abundancia y carencia. Resistencia andina. 1993,
Lima, Editorial AVE, p. 17
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de los encomenderos Sebastián Torres y Hernando de Torres, y más tarde la de Ruy Barba
Cabeza de Vaca, Cristóbal de Torres? Asimismo, ¿dónde estuvieron las viviendas de los
españoles que se asentaron en Huarás?
La reducción toledana significó la destrucción de las viejas viviendas circulares donde
vivían los aborígenes para dar paso a la instalación de la nueva ciudad que albergaría en
cuadrícula y con manzanas y calles rectas a los reducidos: habitantes de Allauca e Ichoj. En
el centro tendría la plaza con la iglesia parroquial y el Cabildo y al rededor estarían las
casas de nobles y plebeyos que recibieron lotes de terreno. Este discurso oficial oculta otro
en el que se podría leer que el espacio donde fueron instalados los reducidos antes de la
orden toledana estuvo vacío en casi toda su extensión. Pues, inclusive las tumbas y
adoratorios religiosos nativos estuvieron fuera, en la periferia: las tumbas de Waullac y
Oshcosh, los santuarios de Willcawain, Keka, Pongor, Pumacayan y Cushuruyok, todos,
exceptuando las tumbas y los santuarios de Pumacayan y Cushuruyoc, estuvieron alejados
por muchos kilómetros
HUARÁS UN CÍRCULO SACRO
El espacio físico, vale decir el territorio que cubre u ocupa la actual ciudad de Huarás es un
círculo inmenso. Las Cordilleras Negra y Blanca al ingresar en el Callejón de Huaylas por
Cátac configuran un valle estrecho que concluye en Tacllán, la entrada a Huarás. Luego, a
la altura de este lugar, las dos cordilleras se distancian por kilómetros y configuran un
círculo gigantesco; círculo que es el territorio huarasino que se extiende desde Tacllán
hasta Vichay en dirección de sur a norte, y desde las orillas del Santa hasta las estribaciones
de la Cordillera Blanca, en dirección de oeste a este. Allí, en una parte de esta llanura
extensa, interrumpida de trecho en trecho por numerosas colinas, concretamente en la parte
sur, junto al rio Santa y Quillcay, a los pies de las estribaciones de la Cordillera Blanca
nombrados como Rataquenua, Puka Ventana y Shaurama nació la nueva ciudad producto
de la reducción con el nombre de San Sebastián de Pampa Guaraz. ¿Cómo habría sido
físicamente este territorio antes del año de 1572? La imaginación al ponerse a caminar y la
historia al abrir un diálogo con la memoria, vencen a las tinieblas del tiempo y logran la
reconstrucción del pasado tal como nos han enseñado los nuevos maestros de la historia.
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La denominación de Pampa es la palabra llave para ingresar al pasado. Nos pone frente a
una pradera verde y vacía, pero no solitaria. Hay mucha agua en su interior y por eso en su
superficie abundan manantiales cuyas aguas al correr forman marismas en la estación
lluviosa. ¿Cómo podemos estar seguros de esta característica del suelo huarasino de hace
siglos como del tiempo actual? La memoria colectiva de los muertos y de los ancianos que
aún viven la recuerdan. Todos inequívocamente cuentan que había manantiales públicos y
privados. La ciudad de Huarás que conocimos al nacer al final del primer cuarto del siglo
XX era rica en manantiales de los que se servía la gente al no existir el servicio de agua
potable cuyo tendido se realizó a partir de l940. Ciertamente, había manantiales públicos y
privados. Los públicos, es decir los que existían fuera de las casas, ubicados en las calles y
avenidas eran muchos y cada uno tenía un nombre. El caño de la Casa Santa en el jirón 28
de Julio, Bendito Puquio en la avenida Alfonso Ugarte, el caño de Okopampa en el jirón
Puno, el caño del jirón Loreto, el manantial de la avenida Bolognesi, frente al actual estadio
de Rosas Pampa, todos para el uso común, pues la gente iba a surtirse de ese elemento a
diario y había gente dedicada a ese oficio, los aguateros o acarreadores de agua y cada casa
almacenaba el líquido en ollas grandes si eran familias de poco poder económico y en
barriles las casas de gente rica. La tarea de surtirse de agua era desde las 5 de la madrugada
hasta el anochecer. Los manantiales privados estaban ubicados en el interior de las casas, en
los patios o corrales, de las zonas acuíferas más ricas, tales como el jirón Los Alpes, el
jirón La Mar, el jirón Cajamarca, el jirón Paraguay, el jirón Sucre, el jirón 6 de Agosto, las
inmediaciones de Pumakayan, la avenida Bolognesi. En estas arterias numerosas casas
tenían en su patio principal o en el huerto pozos profundos colmados de agua.3 Algunas
calles eran tan húmedas que inclusive sus nombres nativos aludían al agua, como el jirón
Los Alpes, cuyo nombre quechua era Puquio Calli, igual el barrio donde estaba el caño de
Okopampa, el barrio tenía como nombre quechua: Okopampa. (Pampa húmeda) 4
3 Una característica de estos manantiales era que al amanecer sus aguas echaban un vapor y eran tibias
4 Después del sismo de 1970 las comisiones científicas que hicieron estudios del suelo del casco urbano de
Huarás, llegaron a recomendar que debido a la densa masa freática que posee el subsuelo, los edificios de
la nueva ciudad no debían sobrepasar los 3 pisos.
El historiador Reina Loli en su artículo “Historia del distrito de Huarás” asevera que los fundadores de la
ciudad ignoraban que Huarás no tiene un suelo firme debido a las aguas subterráneas que afloran en forma
de “ojos” de agua o manantiales. (Gonzáles, Francisco, compilador. 1992, Huarás. Visión integral, Lima, p.
19)
7
La geografía acabada de describir no es fortuita. Mientras la arqueología y la historia, y
otras ciencias humanas, entre las que no debe estar ausente el Psicoanálisis, no demuestren
lo contrario, es factible formular como hipótesis de trabajo que Pampa Guaraz fue un
espacio sagrado y que obviamente no debía estar ocupado por el hombre. Espacio sacro
situado en el centro de las parcialidades de Guaraz y Llaguaraz, la primera con 25 llactas
esparcidas en un espacio de 6 a 7 leguas y la segunda con 20 igualmente esparcidas en un
espacio de 4 leguas. Este centro sagrado de forma circular estuvo dedicado a las deidades
de la zona: Guari, Macovilca, Cotovilca, Matarao y otras cuyos nombres se han perdido. De
estas el de más alta jerarquía fue Guari a cuyo culto estuvo dedicado el santuario de
Pumakayan del que hasta hoy contamos solamente con datos de carácter mítico y no
científico por no haberse realizado excavaciones arqueológicas. R. T. Zuidema nos brinda
en: “La cuadratura del círculo en el antiguo Perú” un pensamiento importante referente a la
relación entre el tema central y la oposición círculo / cuadrado que ha servido para que
muchas culturas formulen sus sistemas cosmológicos. El círculo representa el centro del
poder político central y el cuadrado el espacio conquistado y sometido. El círculo se
insertaba con el espacio mediante el sistema de ceques.5 Dentro de este sistema las esposas
de Tupa Yupanqui, Mama Ocllo se identifican con el templo redondo del sol en el centro
del imperio; y Mama Huayrur expresa el concepto del cuadrado.
El espacio sagrado huarasino de forma circular, era un lugar ideal para el culto a los dioses.
De allí podían contemplar un vasto panorama y estar en contacto con los Apus más altos y
distantes, asimismo observar el diáfano espacio celeste donde los astros, entre ellos Huarac
o sea Venus, se ven en todo su esplendor. El P. Manuel Sobrevilla que levantó el plano de
Huarás en 1782 reconoció como su verdadero nombre el de Lucllahuarac con el que –
según él- le conocían los nativos, nombre quechua que traducido es Estrella mentirosa del
amanecer. Para comprender esta denominación es menester conocer la diafanidad del cielo
huarasino inclusive en la temporada lluviosa, cuando aparece Venus (Cuchipishtac, en
quechua reciente)6 su fulgor que envuelve al valle da la impresión de que ya ha amanecido
aun cuando falta mucho para el advenimiento del nuevo día.. El nativo prehispánico
5 Zuidema, R. T. 1989, Reyes y guerreros, Lima, FOMCIENCIAS. Manuel Burga comp. pp. 273-305
6 Los campesinos llamaron Cuchipishtac a Venus, porque su aparición es en la madrugada, hora ideal según
creencia general, para sacrificar cerdos.
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consideró a esta llanura con abundante agua y de donde es posible contemplar a las
deidades astrales, como un mundo sagrado donde cielo (Hanan Pacha), tierra (Kay pacha)
y subsuelo (Ukju pacha) se vinculan de manera estrecha.
De los santuarios mencionados no sabemos con certeza nada. Nada relacionado con el
tiempo, sus características, sus usos, utilidad, etc. Contamos apenas con un dato rescatado
por Reina Loli de las páginas de una revista, El Perú Ilustrado en su edición del 28 de
marzo de 1891 y que literalmente transcribe Alba Herrera en: Huarás. Historia de un
pueblo en transformación. Está relacionado con el santuario de Kushuruyoc7. Según esta
información consignada en la página: “Antigüedades” de la revista mencionada, dicho
santuario fue descubierto en Kushuruyoc. En este santuario se encontró un altar de piedra
sobre cuya superficie había una taza, también de piedra, debajo de la cual había un sótano
supuestamente para recibir la sangre de los animales sacrificados: cuy o llama. Además de
la taza había una “sabanita de oro, tan suave como hilo”, unas hojas de oro semejantes a las
del laurel, dos grandes conchas marinas unidas por una cadena de oro y cordoncillos
secundarios de plata, oro y cobre; estos caracoles, además, estaban soldados con oro, plata
y estaño.8 Fuera del altar había dos animales, probablemente tarucas, de oro. No hay
seguridad si los descubridores o el redactor de la revista le impusieron al santuario el
nombre de Templo del Sacrificio. La crónica finaliza indicando que los objetos
mencionados quedaron en poder de tres personas, el señor Estremadoyro y Manuel
Gonzales, ambos comerciantes, y del mecánico Fabián Maguiña. Este descubrimiento no
responde a un interés o curiosidad cultural, sino a una característica de la época en que
había ambición por encontrar oro y riquezas en los monumentos arqueológicos que en
Huarás se practicó (como en todo el país) informalmente desde 1847 por habitantes
urbanos. ¿Qué pasó ulteriormente con este importante santuario? No se sabe absolutamente
nada. Cuando en la década de 1940 conocimos in situ y personalmente el resto
arqueológico de Cushuruyoc este era un montículo de tierras erosionadas cubierto de
malezas, por su base occidental que era visible se percibía dos muros de piedra labrada,
cubiertos de agua; su costado norte era como ahora una ladera con matorrales por donde
7 Kushuruyoc deriva de kushuru: alga andina comestible. Se deduce, entonces, que el lugar que ocupa el
santuario estaba en una zona cuyas aguas eran ricas en dicha alga.
8 La redacción de la información es harto confusa y no ayuda a una reconstrucción.
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corría una acequia, por su lado sur sobre el montículo había tierras de cultivo. Sobre este
santuario, en la misma década, un alcalde de Huarás, Américo Matellini (comerciante que
le cambió el nombre al lugar llamándolo “Los pinos”), que no era huarasino edificó su
residencia, que muchos años después ocupó el seminario.
PUMACAYAN
De este santuario que era el mayor en el Huarás prehispánico del tiempo en que fue
construido y del lapso en que estuvo al servicio de los habitantes de la región no sabemos,
igualmente, nada. Pedro Cieza de León, el más importante cronista, en 1540, es decir 17
años después del contacto del Callejón de Huaylas con los conquistadores, se refiere a él
diciendo que era una antigualla y no era construcción inca. En ese tiempo había dejado de
ser utilizada porque el dios al que estaba dedicado, Guari, después de la conquista inca
descendió jerárquicamente a un plano inferior al del Lucero, deidad del panteón imperial
Dice:
Otros cuentan, y lo tienen por más cierto, que no es esto sino que antiguamente,
muchos tiempos antes de que los incas reinasen hubo en aquellas partes hom-
bres a manera de gigantes, tan crecidos como las figuras que estaban esculpi-
das en las piedras; y con el tiempo y con la guerra grande que tuvieron con los
que agora son señores de aquellos campos se disminuyeron y perdieron, sin ha-
ber quedado dellos otra memoria que las piedras y cimientos que he contado. (En
Espinoza, W. 1978, 53. Subrayado nuestro)
Esos gigantes a los que alude, históricamente fueron los huaris que míticamente eran
descomunales, hijos del Sol, altos, blancos y barbudos que vivían en las ciudades de las
llanuras. Ellos fueron por ser civilizados lo opuesto a los llacuash, habitantes de las punas
dedicados al pastoreo y eran poco civilizados. Pierre Duviols al asegurar que Guari fue la
deidad de Chavin de Huantar implícitamente indica que fue también de las etnias
huarasinas, tesis refrendada por Waldemar Espinoza en el sentido de que Guari fue el dios
de la zona de Ancash y que los santuarios de Pumacayan, Willcawain y Pongor le
estuvieron dedicados.
¿EXCAVACIONES?
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Description:Only the intention with resuits thar make think that Pumacayan was in the past the central santuary of an extended region quinua, papa y demás tubérculos y de la coca (cucatopac), a lo que se sumó el pastoreo de camélidos y la