Table Of ContentMaría Encarna Sanaluija
Cuerpos sexuados,
objetos y prehistoria
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María Encarna Sanahuja Yll
Cuerpos sexuados,
objetos y prehistoria
EDICIONES CÁTEDRA
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‘ / María Encarna Sanahuja Yil
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Polígono Igarsa. Paracuellos de Jarama (;.
Piinted in Spain
... Quiero que la vida de las mujeres
cambie para que cambie la mía...
A lessandra Bocchiítti
A Mercé i David, passat i present
A Joan i Julia, present i futur
Introducción
Hace ya tiempo que tenía en la cabeza la redacción de este
libro, tras varios años de impartir la asignatura Arqueología de
las Mujeres en el Departamento de Antropología Social y Pre
historia de la Universidad Autónoma de Barcelona. Pero nunca
me decidía; siempre había otras cosas más urgentes que hacer.
Sin embargo, a mediados del curso 1999-2000, decidí llevar a
la práctica mi propósito, sobre todo tras la compra de un nuevo
ordenador calabaza que me sedujo desde el primer momento.
Así pues, empecé a organizar lo ya hecho y posteriormente a
escribir acerca de algunas cuestiones que pienso y pocas veces
había ordenado.
Cuerpos sexuados, objetos y prehistoria no es más que un
intento para hacer notar a quienes deseen dedicarse a la Ar
queología prehistórica ciertas falsificaciones que acompañan el
pasado e impulsarlas/os a sexuarlo. También creo que un gran
número de mujeres y algún hombre interesados en estos temas
pueden encontrar respuesta a muchas de las preguntas que me
han formulado en repetidas ocasiones.
Quiero señalar que en el texto he utilizado el símbolo @
cuando me refiero a grupos prehistóricos en los que se desco
noce el sexo de quienes realizaban determinadas actividades
(mujeres, hombres o ambos sexos). En cambio, si se trata de
hombres y mujeres en conjunto, como, por ejemplo, investigado
res/as o niñas/os, emplearé alternativamente el femenino/mascu
lino, o viceversa, haciendo concordar el artículo o el adjetivo, si
lo hay, con el primer género empleado. Finalmente, en las refe
rencias bibliográficas mencionaré el nombre del autor/a única
mente cuando los trabajos sean efectuados por mujeres o por
alguna mujer, a fin de poner de relieve los numerosos estudios
femeninos. Sé que esta opción resulta un tanto farragosa para
unos/as y que algunas otras/os me acusarán de faltas sintácti
cas, pero para mí esta manera de hacer todavía constituye una
práctica política.
El libro se divide en cuatro capítulos. F.I capítulo I sinte
tiza las aportaciones de «los diversos feminismos» en lo que
se ha denominado Her-storv o Historia de las Mujeres, así
como las categorías empicadas y las diferentes líneas teóri
cas desarrolladas en este ámbito. Al fin y al cabo, las lectu
ras que se realizan desde la Arqueología prehistórica son
«históricas» y de ahí que se hallen influidas por las corrien
tes teóricas y metodológicas de la Her-story. Soy consciente
de que existe un cierto desequilibrio entre las corrientes teó
ricas tratadas. Sin embargo, el feminismo materialista y so
bre todo el pensamiento y la práctica de la diferencia sexual,
al que dedico más espacio por parecerme menos conocido en
nuestro país, han intervenido en mi visión sobre el pasado y
el presente.
El capítulo 2 versa sobre las repercusiones de la Historia de
las Mujeres en el campo de la Arqueología y el surgimiento y
evolución de la Gender Arehaeology o Arqueología del Géne
ro. Advierto, por tanto, que en este capítulo no se encontra
rán, más que de pasada, las corrientes teóricas y metodológi
cas de la Arqueología, ya que no es mi intención tratarlas en
profundidad.
En el capítulo 3 planteo la problemática de «los orígenes»,
basándome principalmente en tres temas clave: los inicios de la
humanidad, la aparición de las primeras representaciones feme
ninas y la creación del patriarcado. En realidad, insisto en que
más que buscar «los orígenes de...», en general, resulta más
fructífero centrarse en un contexto arqueológico determinado
con evidencias empíricas que permitan contrastar positiva o ne
gativamente las diferentes hipótesis planteadas.
Finalmente, el capítulo 4 da cuenta de mi postura frente a
la Prehistoria, el Feminismo y la Vida, ese trío que tanto me
apasiona y, a veces, me distorsiona.
No voy a terminar sin dar mi agradecimiento a quienes me
han animado a escribir Cuerpos sexuados, objetos y prehisto
ria, han enriquecido el texto con sus comentarios y aportacio
nes o simplemente me han escuchado sin cansarse: mis compa
ñeras/os de trabajo cotidiano Pedro Castro, Trinidad Escoriza,
Silvia Gili, Vicente Lull, Rafael Micó, Cristina Rihuete y Ro
berto Risch, y los que están alejados debido al espacio, Bob
Chapman y Jane Buikstra. Mi entorno cercano: Ángeles Des
carga, Salvador Gisbert, Rosa Medina, Montserrat Menasanch,
Lluisa Navarro, Marisa Pérez, Maribel Quílez, Marisa Rodrí
guez, Eduardo Sanahuja y Montserrat Sanahuja. Joan Sanahu
ja Yll y Julia Lull San/ con sus ¿Cuándo lo terminarás? me
han forzado a no decepcionarlos. Tampoco olvido a muchas
alumnas y alumnos que, con sus discusiones, me han llevado al
reto de clarificar y exponer mi propio pensamiento e intentar
comprender de qué modo viven el presente las/os jóvenes.
A través de algunas mujeres del Centro Duoda de la Universi
dad de Barcelona conocí el pensamiento de la diferencia se
xual, y a pesar de que la práctica llevada a cabo por ellas no
coincide con mis expectativas, mi más profundo reconocimien
to. Tampoco puedo dejar de mencionar a las mujeres feminis
tas con las que he establecido vínculos políticos, sobre todo las
del Grupo Entredones —Mireia Bofill, Cristina Carrasco, Nu
ria Casals, Dolors Cruells, Montserrat Otero y Teresa Sanz—,
y la Xarxa Feminista de Catalunya. En realidad, ellas son las
que me han dado la fuerza, seguridad y potencia que tanto ne
cesitaba.
Finalmente, las relaciones con Teresa Sanz Coll y Montse
rrat Otero Vidal me han sido muy significativas, de manera que
Cuerpos sexuados, objetos y prehistoria es, en gran parte, tam
bién obra de ellas.
Capítulo 1
La historia de las mujeres
1.1. Hacia una historia no androcéntrica
Durante los últimos treinta años se ha ido desarrollando
una nueva producción de conocimiento denominada Her-story
o Historia de las Mujeres, en la que contribuyeron el contexto
político e intelectual de aquellos momentos, la evolución de
las Ciencias Sociales y el pensamiento feminista. Sin embar
go, sus raíces son mucho más antiguas, ya que, en Europa,
siempre que se ha producido un discurso teórico de emancipa
ción de las mujeres, se ha intentado averiguar el lugar social
ocupado por ellas en momentos anteriores y, por lo tanto, se ha
escrito Historia de las Mujeres. Tal es el caso, antes de la Re
volución francesa, de La Querelle des femmes (Cabré, Carbo-
nell y Rivera, 1990, 57).
A pesar de la diversidad de temas, métodos e interpretacio
nes de este enfoque sobre las mujeres, existe una dimensión co
mún en todas las obras: convertirlas en el centro de la investi
gación, en sujetos de la historia, en agentes de la narración. Al
mismo tiempo, no sólo se cuestiona la invisibilidad de las mu
jeres, sino también la supuesta objetividad de una historia con
cebida en neutro, un neutro que es en realidad masculino y an-
drocéntrico.
Si definimos el androcentrismo como un enfoque de análi
sis realizado exclusivamente desde un punto de mira masculino
para después considerar los resultados válidos para todos los
individuos (mujeres y hombres), podemos afirmar que cual
quier rama de la ciencia ha sido y es distorsionada sistemáti
camente.
Amparo Moreno (1986), basándose en Victoria Sau (1981,
32-33), define el sexismo como las formas de vida social en el
patriarcado (práctica de la vida social) y el androcentrismo
como la forma de conocimiento propia del sexismo patriarcal
(elaboraciones teóricas sobre el funcionamiento de la socie
dad). Establecidos los términos, agrupa los rasgos característi
cos de la ideología sexista y androcéntrica:
• Marcada jerarquización entre los sexos, en la que los
hombres imponen su supremacía sobre las mujeres a ni
vel de práctica social y de las elaboraciones conscientes
sobre la realdad.
• Visión distorsionada de las mujeres, vinculada a la dife
renciación jerarquizadora de los sexos.
• Exclusión o marginación de las mujeres no sólo como
sujetos productores de las elaboraciones lógico-científi
cas, sino también como objeto de análisis de las mismas.
• Producciones lógico-científicas incompletas, ya que se
considera universal y generalizable una visión parcial.
Sin embargo, Amparo Moreno añade que el concepto an
drocentrismo contiene un punto de vista central. El «hombre
hecho», al que nos remite el término griego, no se refiere a un
hombre de cualquier condición o edad, sino a aquellos que han
asimilado los criterios propios de la virilidad y que imponen su
hegemonía, de manera que esta perspectiva permite, según la
autora, clarificar varios puntos:
• Posibilita la investigación del sujeto histórico hegemóni-
co en las diferentes sociedades.
• Sitúa el problema en un marco más amplio en cuanto a
las relaciones de poder.
• Permite criticar los supuestos biologistas que intentan le
gitimar el orden social.
• Autoriza la investigación sobre el proceso de asimilación
del modelo de comportamiento viril hegemónico.
Tomando en consideración los planteamientos de Foucault
entre saber y poder, Moreno propone que la alternativa al an-
drocentrismo debe partir de una perspectiva que empiece a va
lorar positivamente lo negado y recobre el significado de todo
lo que ha sido marginado desde el punto de vista hegemónico
central.
Por su parte, Margrit Eichler (1987) señala que el andro-
centrismo constituye una de las principales formas del sexis-
mo, bajo la cual las mujeres son vistas como objetos pasivos de
la historia, insistiendo en dos tipos extremos de androcentris-
mo, la «gynopia» o invisibilidad de las mujeres y la «misogi
nia» u odio a las mismas. Al mismo tiempo, la citada investiga
dora alega que el androcentrismo se manifiesta de una manera
patente en el lenguaje y da como resultado lo que se ha deno
minado «la construcción del actor como macho». En el discur
so intelectual o en las diversas disciplinas científicas existen un
gran número de ejemplos de este tipo de sexismo y Eichler
apunta que si una teoría no fuese aplicada a los hombres nunca
adquiriría el rango de teoría general, aun admitiendo que pue
den existir teorías o leyes no universales, como las estadísti-
cas/probabilísticas.
Así pues, la Historia de las Mujeres pretende valorar una
experiencia femenina ignorada e insiste en la participación de
las mujeres en la construcción de la Historia. Para ello emplea
diferentes y variadas estrategias. Una de las estrategias más uti
lizadas es la clasificación de las mujeres dentro de las catego
rías históricas ya establecidas, con la finalidad de demostrar la
semejanza social entre hombres y mujeres como sujetos histó
ricos. Precisamente es en este marco en el que empieza a desa
rrollarse la Historia de las Mujeres en nuestro país, a mediados
de los años setenta y de la mano de un movimiento feminis
ta más ligado a la oposición franquista que al Mayo francés
de 1968. Al contrario que en Francia e Italia, donde preocupa