Table Of ContentCRONICA FLORENTINA
GIOVANNI VILLANI
tra d u c c ió n , p ró lo g o y n o t a s d e
IMILDA GUGLIELM I
Colección ~é
Historia Medieval
T E K N E
Villani, hombre de Florencia —y muy del siglo XIV—escribe la
historia de su ciudad y la convierte en centro de todo ún mundo.-
La protagonista de la Crónica es la casi mítica Florencia, apare
ce con su ámbito y sus gentes, con pacíficos vagares pero también con
sus rivalidades y sus luchas que la desangran y que, al fin, la llevarán al
gobierno, perdidos sus libertades y sus órganos de gobierno colectivo.
Villani pertenece a Florencia y la siente como ámbito propio:
lamenta como suyos los desastres de la ciudad, recorre minuciosamente
la larga historia de muertes, consorterías, venganzas implacables y terri
bles. Los hechos se animan con la dinámica de las épocas de cambio,
toda la turbulencia de los conflictos se encadenan con la oscura lógica
de lo trágico.
Nilda Guglielmi realizó sus estudios en la Facultad de Filosofía
y Letras de la Universidad Nacional de Buenos Aires. Es profesora, li
cenciada y doctora en Filosofía y Letras por la Universidad Nacional
de Buenos Aires y docteur de l'Université por la Universidad d'Aix-
Marseille (Francia). Se ha dedicado a la investigación de Historia Medie
val española y europea en general en sus aspectos institucional y social.
Se ha perfeccionado en el exterior, especialmente en Francia y ha obte
nido diversas becas, entre otras otorgadas por el Gobierno de Francia y
el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argen
tina.
Ha publicado numerosos artículos en revistas especializadas, ta
les como: Cuadernos de Historia de España, Anales de Historia Antigua
y Medieval, Hispania, Cahiers de Civilisation Médiévale (Poitiers), Ca-
hiers sur la Pauvreté (Paris-Sorbonne), The Journal of Medieval History
(Université de Hull, Inglaterra).
Entre los libros editados figuran: El Fisiólogo (primer bestiario
medieval! (Eudeba), Crónicas florentinas de Giovanni Villani (1a. ed.
Centro Editor de América Latina), El teatro medieval (Eudeba), Memo
rias medievales (Ediciones Culturales Argentinas. E.C.A.), La ciudad
medieval y sús gentes (FECIC Fundación para la Educación, la Ciencia
y la Cultura). En prensa: Odorico de Pordenone, Narración de viaje (edi
ción de U. del Salvador — editorial Guadalupe). Aparecerán próxima
mente: Historia de las cruzadas de Jacques de Vitry (Eudeba) y Guía
para viajeros medievales. En preparación: Familia y sociedad en Floren
cia en el siglo XV. Dirige desde el año 1976 la Colección de Historia Me
dieval de la Editorial Tekné.
Ha sido profesora de las Universidades del Sur y de La Plata, del
Instituto Nacional Superior del Profesorado, del Colegio Nacional de
Buenos Aires y de la Escuela "Carlos Pellegrini".
En la actualidad es profesor titular ordinario de Historia Me
dieval y directora de la Sección de Estudios medievales en la Facultad
de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires e investigador
principal en el CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Cientí
ficas y Técnicas).
COLECCION HISTORIA MEDIEVAL
Dirigida por la Dra. Nilda GugUelmi
Dibujo de Tapa:
La cronaca figúrala di Giovanni Viilani
(Richerche sulla miniatura florentina del 300),
Luigi Magnani. Cittá del Vaticano,
Biblioteca Apostólica Vaticana, 1936
Pluma: Nilda Guglielmi
Giovanni Villani
Crónica florentina
Traducción, prólogo y notas
de Nilda Guglielmi
ib
EDITORIAL TEKNE
Buenos Aires
Ia Edición en Castellano:
Centro Editor de América Latina - 1967.
2a Edición:
Editorial Tekné - 1984.
I.S.B.N.: 950-595-0314
© Editorial Tekné 1984
Impreso en Argentina - Printed in Argentina
Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723
Prohibida la reproducción parcial o total
EDITORIAL TEKNE
Gral. Urquiza 772 Buenos Aires
Prólogo
Florencia y el imperio
La Crónica de Giovanni Villani gira constantemen
te alrededor de Florencia, de sus gentes, de sus, des
dichas y triunfos. Para poder comprender una selec
ción de esa crónica hemos de conocer la peripecia
histórica de la ciudad. Los orígenes están envueltos en
testimonios legendarios. Destruida por los bárbaros,
reconstruida por Carlomagno, Florencia cayó, a partir
de este momento, bajo el poder imperial. Los empe
radores otónidas envían sus delegados para el gobierno
de la ciudad. Aparecen ya otras fuerzas locales, los
marqueses de Toscana, que se enfrentarán con el poder
imperial, pagando a veces con duros castigos la hos
tilidad al Imperio. Toscana alberga al Papa Grego
rio VII en el castillo de Canossa de la condesa Matilde,
uno de los más destacados miembros de ese linaje
condal. Esta lucha de las investiduras, este enfrenta
miento de los poderes laico y religioso pqr el dominio
de una ya utópica oikumene, favorece la vida inde
pendiente de las comunas italianas. Florencia se man
tiene fiel a-la condesa Matilde y a la Iglesia. Se perfila
ya la oposición, futura y reiterada, con la gibelina
Pisa. Estas alianzas con poderes mayores no serán
sino caminos para autonomías plenas, que ya se esbo
zan pero que no se logran sino muy lentamente. En
1115, cuando muere la condesa Matilde, existe ya
virtiudmente la comuna, con autoridades elegidas de
entre sus ciudadanos. Pero a esta realidad se opone
el legado de la condesa: Toscana pasará a formar
parte del patrimonio de la Iglesia. Pero esta voluntad
no excluía las pretensiones del Imperio. En efecto,
Matilde sólo podía donar a la Iglesia sus bienes alo
diales, los que le pertenecían, y no aquellos que el
Imperio había entregado a su linaje en calidad de
feudatarios.
¡ Toscana pues, se convertía en campo contendido por
dos potencias, pero albergaba ya una fuerza —la de
las comunas— que, conscientemente, optaría por una
u otra. Opción qu-e implicaba, para Florencia, sólo el
logro de la propia fuerza, una, fuerza que la conver
tiría en señora de un extenso ámbito, disputado a los
poderes feudales. Los nombres de los condes Guidi y
Alberti resuenan constantemente en las crónicas que
recuerdan la prepotencia de la comuna .contra sus
vecinos nobles, quienes, vencidos, pasarán a habitar
por lo menos parte del arlo dentro de los muros de la
ciudad. En la segunda mitad del siglo XII la situación
cambia. Florencia, como las demás ciudades italianas,
debe defender sus libertades; su afán de dominio y
expansión queda, por un tiempo, preterido. Federico
l Barbar roja trata de imponerse sobre las comunas
italianas, que luchan hasta llegar a la derrota de
Legnano (1176) que obliga al emperador a ia paz
de Lombardía (1183). Florencia no tiene todavía la
fuerza de Milán, la adalid de la liga lombarda. Sin
embargo, sale fortalecida del enfrentamiento. El hijo
y sucesor de Harbarroja, Enrique VII, otorga en 1187
el diploma que acepta su autonomía ciudadana.
Autonomía política. El podestá
Esa autonomía pone a Florencia en situación de
organizar su- gobierno de manera más concorde con
sus necesidades. Los cónsules desaparecen, substituidos
por una magistratura singular, el podestá (1193). Los
cónsules habían sido elegidos, primero por la condesa
Matilde, luego por el pueblo. 0 mejor, por todos los
ciudadanos de Florencia. La elección del podestá se
realizará de manera análoga. Pero sólo teóricamente.
En la realidad, la nueva magistratura tendrá un ca
rácter netamente aristocrático. Los nobles urbanizar
dos —Guidi, Alberti, Ubaldini, Figiovanni, Pata,
JJbertini., determinan la elección. La elección de
quien no es un simple juez, sino el verdadero jefe
de la comuna.
Pero los nobles no constituyen la única fuerza den
tro de ella. Hay que tener en cuenta también —aunque
ésta no sea la hora de su predominio— lo que pode
mos llamar popólo o artes (gremios). Los populares
encontrarán su fuerza en la coherencia que les pro
porciona la agrupación artesanal. Pero los fiables— ya
desde el siglo XII, al parecer mucho antes del año
1165— se han ligado en la que se llamará Sociedad
de las torres. La torre —ofensa y defensa— era poseí
da por los socios o consortes, que sólo podían dejar
su, parte a otro consorte o a quien fuera admitido por
el voto de todos los miembros, menos uno. Ya la so
ciedad de las torres presenta a los nobles unidos en
pequeños haces que podían enfrentarse entre sí. Pero
la gran división y enfrentamiento de grupos nobles
aparece a mediados del siglo XIII .• güelfos y gibelinos.
GüoHos y gibelinos
La leyenda explica el origen. Un miembro del linaje
de los Buondelmonti, el joven Buondelmonto, da pala
bra de esposo —en 1215— a una joven de la casa de
los Amidei. Esta boda suprimiría rencores y limaría
las asperezas que se habían producido entre los grupos
nobles. La alianza implicaría la pacificación de los
Buondelmonti con los poderosos Uberti y Fifandi,
consortes de los Amidei. Pero Buondelmonto, incitado
por la esposa de Fórese Donti, casó con una hija de
éste, dejando de lado las bodas prometidas. La sangre
de Buondelmonto Buondelmonti, que cayó a los pies
de la estatua de Marte, en la Pascua de 1215, ante el
golpe de Schiatta degli Uberti, no borró la ofensa. La
guerra civil comenzó... Hasta aquí la leyenda. En
verdad, las escisiones entre grupos nobles se habían
producido ya-, databan desde fines del siglo anterior.
Dice Villani al incorporar la leyenda a su crónica
(I, V, cap. XXXVIII) : “A pesar de que ya antes
existían sectas y partidos entre los nobles, en razón
de las luchas y problemas que separaban a la Iglesia
y al imperio”.
Pero en. el siglo Xin, en época de Federico 11, nielo
y sucesor de Barbarroja, los grupos toman una nueva
conciencia de sí mismos y se autodefinen, adoptando
los nombres —recién ahora frecuentes— de güelfos y
gibelinos. Se va diluyendo ahora la defirúción tradi
cional: güelfos, partidarios de la Iglesia, grupo popu
lar; gibelinos, nobles, sostenedores del Imperio en el
enfrentamiento de los dos poderes universales. Como
dice Barloldo de Sassoferrato en su De Guelphis et
Gebellinis (editado en Lyon en 1550) 1: sunt divitiones
et parfialilates, divisiones y parcialidades pues, que se
aliarán o enfrentarán sin que en ese juego encontre
mos siempre los presupuestos de la definición dada.
Orvieio, Pisto ia, Piacenza, Siena, Vercelli, Arezzo,
Roma, Florencia, conocen —en los siglos XIII y XIV—
nobles güelfos y popolo gibelino.
Según el elenco que proporciona Villani (1. V, cap.
A A A ¡X), los güelfos son ahora los linajes de antigua
nobleza, mientras los gibelinos se reclutan entre los
miembros de la nobleza menor o de los mercaderes
a quienes la riqueza ensalza. Los güelfos son vencidos
y se exilian, en 1248.
Eí primo popolo
En 1250, muere Federico II. Con su desaparición,
se debilita el poder gibelino en la península. En Flo
rencia es el triunfo de la burguesía, de los “uomini di
mezzo”. Durante diez años —de 1250 a 1260— su
instauración en el poder constituirá el primo popolo.
1 Salvemini, Gaetano, Magnati e popolani in Firenze dal
1280 al 1295. Turín, Einaudi, 1960, p. 7.
Los nobles no sólo se ven privados de una participa
ción en el poder, además, las magistraturas pronun
cian leyes contra ellos, contra sit poder en la ciudad,
contra la posibilidad de que su ímpetu bélico se expre
se en batallas ciudadanas. ,
El gobierno noble ha creado el cargo de podestá; el
poder popular se expresa también en una magistratura,
el capitano del popolo, que coexiste con el podestá
pero que goza de una mayor importancia. Era capitán,
es decir, el popolo adquiría con él una nueva dimen
sión, la militar. Las veinte compañías populares en que
se dividió la población de la ciudad se unían a las
noventa y seis del contado (la campaña circundante)
cada vez que así lo hacía necesario un ataque exte
rior o las pretensiones nobiliarias.
La batalla de Montaperti de 1260 en que el gobierno
güelfo de Florencia se ha enfrentado con Siena, sos
tenida por las fuerzas de Manfredo, hijo de Federico
II, señala el fin de este período de predominio popu
lar que había creado una comuna —el popolo— dentro
de la comuna.
Retomo de los gibelinos al poder
Triunfan en la escena política quienes han triunfado
en la batalla: Manfredo, los gibelinos. Los güelfos
florentinos abandonan la ciudad el 9 de setiembre
de 1260. Con ellos se exilian muchos de los populares
que temían la venganza de los victoriosos gibelinos. La
situación se trastrueca: las comunas hasta ayer aliadas
al gobierno güelfg^ahora vencido, le cierran sus puer
tas; sólo Luca les ofreció asilo.
Pocos días después, el 12 de setiembre entraban en
Florencia los jefes de los gibelinos exiliados: el conde
Guido Novello y Farínata degli Ubertir De inmediato,
los gibelinos tomaron las riendas de la ciudad. El ca
pitán del partido se convirtió en jefe supremo del
2 Dante, Divina Comedia, “Infierno", canto 6, v. 77-90.