Table Of ContentCopyright ОАО «ЦКБ «БИБКОМ» & ООО «Aгентство Kнига-Cервис»
МИНИСТЕРСТВО ОБРАЗОВАНИЯ И НАУКИ РФ
ФЕДЕРАЛЬНОЕ ГОСУДАРСТВЕННОЕ БЮДЖЕТНОЕ ОБРАЗОВАТЕЛЬНОЕ
УЧРЕЖДЕНИЕ
ВЫСШЕГО ПРОФЕССИОНАЛЬНОГО ОБРАЗОВАНИЯ
«ВОРОНЕЖСКИЙ ГОСУДАРСТВЕННЫЙ
УНИВЕРСИТЕТ»
COMPRENDER Y COMENTAR UN TEXTO.
УЧЕБНОЕ ПОСОБИЕ ПО АНАЛИТИЧЕСКОМУ
ЧТЕНИЮ НА ИСПАНСКОМ ЯЗЫКЕ
Учебное пособие для ВУЗов
Составители:
Филиппова Т.Н.
Лопатина К.В.
2015
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Утверждено научно-методическим советом факультета романо-германской
филологии ВГУ 26 мая 2015 г., протокол № 9
Пособие по курсу «Comprender y comentar un texto. Учебное пособие по
аналитическому чтению на испанском языке» подготовлено на кафедре
романской филологии факультета романо-германской филологии Воронежского
государственного университета.
Рекомендуется для студентов IV курса дневного отделения факультета романо-
германской филологии, обучающихся по направлению «Теория и методика
преподавания иностранных языков и культур».
Данное пособие ставит своей целью сформировать навыки учащихся в
аналитическом чтении текстов на испанском языке различных жанров и
тематики. Рекомендуется в качестве дополнительного материала на
практических занятиях.
Для специальности: 035700_62 Теория и методика преподавания иностранных
языков и культур
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1.1 ¿Qué es un texto?
El texto es la unidad lingüística más amplia con sentido completo.
Se considera un texto a cualquier acto comunicativo lingüístico, tanto oral como
escrito, sin importar la cantidad de palabras o frases que contenga, siempre que su
sentido sea completo y unitario. Para que se cumpla este requisito, el conjunto ha de
tener un tema, una intención por parte del que comunica y una estructura que lo
cohesione.
1.2 Las partes y la cohesión de un texto
La mayoría de los textos escritos se organizan en párrafos. Los párrafos están
construidos generalmente a partir de una idea principal, alrededor de la cual hay unos
márgenes: desarrollo, contraste, comparación, ejemplos, etc., y unos elementos de
unión llamados conectores que relacionan unas frases con otras y unos párrafos con
otros.
1.3. Texto oral y texto escrito
Las principales diferencias entre el texto oral y el escrito derivan de la distinta
materialidad transmisora y de la situación. En la comunicación oral el transmisor es
el aparato fonador del hablante, que transforma lo que éste quiere decir en ondas
sonoras, que el receptor percibe por el oído. La escritura requiere un medio
transmisor sólido, generalmente papel, y es percibida por la vista. El tono, grave o
agudo, la entonación (la curva melódica) y el timbre, que nos permite identificar las
distintas voces, no están presentes en la escritura. Por escrito, en cambio, podemos
resolver con claridad ciertas ambigüedades de la secuencia fónica; por ejemplo, la
que hay entre las alas y las salas.
En cuanto a la situación, en el lenguaje oral la comunicación es casi inmediata,
espacial y temporalmente, salvo en los medios a distancia como el teléfono y las
grabaciones. En el escrito, pueden transcurrir siglos entre emisor y receptor y ambos
carecen de la información que se deduce del compartir lo que se ve y se oye en
común, es decir, la situación.
Comunicarse es mucho más que cifrar y descifrar las secuencias lingüísticas. Hemos
de deducir y relacionar constantemente las palabras y frases, no sólo con su contexto,
sino con la situación, entendida como circunstancia de espacio y tiempo y como
conocimiento mutuo y del mundo. En el diálogo más simple hay muchos aspectos del
mensaje que se deducen del contexto, que se señalan con un gesto o que se suponen.
En la comunicación oral, el grado de inferencia es mucho más alto que en la escrita.
Otra particularidad de la oralidad es la menor cantidad de conectores, muchos de
ellos tonales. Un texto escrito, en cambio, suele hacer explícitos estos conectores. En
resumen, podemos decir que el lenguaje escrito es más formal, tiene estructuras más
rígidas y ha dado lugar a varios modelos más o menos estandarizados; mientras que
el oral tiende a romper las barreras con el oyente y a crear una mayor complicidad,
mediante el uso de coloquialismos, muletillas, interpelaciones, etc.
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Los conectores o enlaces más importantes son:
Formas conjuntivas y adverbiales: no obstante, así, de este modo, en cambio,
■
por último, etc.
Fraseológicos: teniendo en cuenta lo dicho, volviendo a lo de antes, etc.
■
Léxicos. Una frase enlaza con la anterior por repetición de una palabra o por la
■
aparición de un sinónimo:
Por la calle va un muchacho. El muchacho está distraído.
Por referencia a un mismo campo semántico:
■
Esta mañana he ido a una zapatería. Había muchos clientes. Me he probado
quince pares de zapatos. Me he decidido por unas botas. La dependienta ha
respirado aliviada cuando me ha visto ir hacia la caja.
Anáfora y catáfora. Los pronombres y algunos determinantes y adverbios tienen
■
la propiedad, llamada anáfora, de reproducir el significado de algo que ha sido
dicho anteriormente:
Buscamos bien por toda la habitación. El pendiente no estaba allí.
También tienen la propiedad, llamada catáfora, de anticiparse a algo que luego va a
nombrarse:
No lo quiero ni pensar: mañana se acaban las vacaciones.
Tonales. El hecho de repetir el mismo tipo de entonación marca un ritmo, sobre
■
todo si las frases tienen más o menos la misma fongitud, lo que tiene mucha
importancia en textos literarios; pero puede darse incluso en los coloquiales:
En casa no había nadie. La habitación estaba desordenada. Pensé en una
desgracia.
1.4 Funciones del lenguaje
La mayoría de los textos presentan más de una función. Pensemos en la exclamación
¡Fuego!. Pretende informar del incendio, función referencial, pedir ayuda, función
apelativa, y manifestar terror, función expresiva. En general, es probable que todas
las funciones sean secundarias frente a la primaria de comunicar por comunicar, que
responde a una necesidad básica de todo ser social.
FUNCIONES TIENE LA CENTRA SU SE MANIFIESTA
INTENCIÓN INTERÉS EN EN
DE
Referencial informar el referente oraciones
enunciativas, por
ejemplo el mar está
en calma
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Expresiva expresar los el emisor Oraciones
propios exclamativas e
interjecciones,
por ejemplo,
¡Ay! ¡Qué dolor
de muela!
Apelativa influir en el el receptor oraciones
receptor exhortativas,
imperativas,
como en las
ordenes que
recibe un militar
de su superior, o
en las
incitaciones de
un texto
publicitario
Fática abrir, cerrar o el canal oraciones
mantener abierto interrogativas,
el canal fórmulas de saludo,
expresiones propias
de una
conversación
telefónica. ya ..ya;
bueno. .; sí , sí...
¿de verdad?
Poética jugar o crear un la forma del en las figuras
texto con mensaje retóricas, los
finalidad estética refranes, las
expresiones rituales
de los juegos, etc.
Metalingüistica aclarar cuestiones el código o en definiciones o
referentes al código lenguaje aclaraciones, por
ejemplo. hilar se
escribe con h
1.5 Clasificación de los textos
Los criterios por los que se clasifican los textos son muy variados. En los siguientes
apartados veremos los más usuales.
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■ Por la forma
Los textos presentan disposiciones muy distintas, según intervengan dos o más
interlocutores, diálogo, o bien se trate de un monólogo, es decir, se represente o esté
implícita una sola voz. El diálogo puede darse de manera más o menos formalizada
en formas como la entrevista y el debate. Pero el más corriente es el diálogo informal,
como el coloquio familiar, el amistoso, o el que se da, por ejemplo, entre un vendedor
y su cliente. Un diálogo informal o conversación puede tener lugar tanto en la vida
real como en la ficción, generalmente formando parte de un texto más amplio,
cuento, relato o novela. El género dialogado por excelencia es el dramático, propio
del teatro.
Por la intención
■
En cuanto a los monólogos, se clasifican dependiendo de si la intención del hablante
o del escribiente es relatar acontecimientos, narración, dar cuenta de un estado de
cosas, exposición, o dialogar con uno mismo.
En el texto narrativo el factor temporal es decisivo: la voz narradora puede ordenar
los acontecimientos cronológicamente, dando grandes saltos temporales, iniciando el
relato por los acontecimientos finales, dilatando el ritmo temporal o comprimiéndolo,
por poner algunos ejemplos. En el texto expositivo, sin embargo, casi se prescinde del
factor temporal porque lo que importa ya no son los acontecimientos sino el dar a
conocer un fenómeno, del tipo que sea. Si se recurre al pasado es para informar de
ideas, teorías, experimentos, etc., de otro tiempo, pero no de sucesos.
Por la presencia de iconos
■
Se llaman textos icónico-lingüisticos aquellos que combinan la imagen y la palabra
impresas. Cuando la combinación de imagen y palabra se basa en sistemas de
transmisión oral hablamos de textos audiovisuales; por ejemplo el teatro y la
televisión.
Por el contenido
■
También puede atenderse a su contenido para dividir los textos en los periodísticos,
publicitarios, científico-tecnológicos, humanísticos, jurídico-administrativos y
literarios.
La argumentación y la descripción
La argumentación responde a la intención de demostrar algo, defender unas ideas
determinadas, rebatir otras... Hacer patentes las relaciones de causa-efecto es
especialmente importante en estos textos. La descripción consiste en dar cuenta de
algo prescindiendo del factor temporal, pero se limita a aislar un objeto, un paisaje o
una persona y a mostrar sus rasgos físicos o psíquicos. Se llama descripción
topográfica si es sobre un lugar, objetual si es sobre objetos, retrato cuando es sobre
personas y etopeya sobre caracteres psíquicos y morales.
2. El método y sus fases
Distinción entre análisis y comentario
Hay que decir que aunque son términos utilizados en algunas ocasiones como
sinónimos, no designan exactamente la misma operación. El análisis debe consistir en
un trabajo de disección previo al comentario. Una vez examinados y entendidos los
diferentes elementos textuales de manera metódica, podremos abordar el comentario,
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no antes. El comentario, finalmente, es otro texto, resultado de un esfuerzo de
comprensión minuciosa, en el que se expone de manera ordenada lo más relevante de
nuestras investigaciones anteriores.
2.1 Recomendaciones iniciales
Antes de empezar a comentar un texto es necesario haberlo entendido por comleto.
No podremos explicar nunca de manera satisfactoria aquello que no hayamos
comprendido previamente. Esto, en la práctica, puede obligarnos a tener que leerlo
con detenimiento varias veces, hasta asimilarlo bien.
No debemos pasar por alto palabras, conceptos o referencias culturales - el nombre de
un personaje histórico, una alusión a una obra artística o a un descubrimiento
científico, etc. En esta primera aproximación al texto hemos de trabajar con material
auxiliar como diccionarios, enciclopedias, apuntes de clase o manuales.
Después de leerlo atentamente, de subrayar las ideas principales y resolver todas las
dudas, estaremos en condiciones de aplicar el método de análisis y comentario.
2.2 Localización del texto
Localizar un texto consiste en situarlo adecuadamente en su momento histórico, en su
entorno cultural y en el lugar que ocupa dentro de la obra de su autor. Aunque antes
de poner en relación el texto con su época deberemos aclarar primero si se trata de un
fragmento o de una obra completa. Sea como fuere -texto completo o fragmentario-,
la información que podamos reunir para conocer su marco histórico y cultural se
convertirá en una ayuda muy valiosa.
A menudo, las pistas necesarias para su localización vienen facilitadas al pie del
propio escrito; pero no siempre, por lo que se habrá de recurrir a veces al examen de
elementos textuales como indicios de época: algún rasgo de estilo, las formas
lingüísticas, por ejemplo, en un documento medieval, o cualquier alusión histórica o
cultural.
¿Cuáles son los datos mínimos pertinentes?
Alguna referencia biográfica determinante para la comprensión del texto
comentado.
Una mínima caracterización de la corriente artística o ideológica en que se
inscribe el autor.
Un brevísimo marco histórico y social de la época.
2.3 Clasificación del texto y determinación de las funciones que presenta
Géneros básicos
■
La enorme abundancia y variedad de los escritos llevó a los preceptistas de la
antigüedad grecolatina a buscar un método que facilitara su estudio. Clasificaron las
obras por grupos con arreglo a determinadas características comunes relativas a su
forma, a su contenido y a su finalidad. Surgieron así los seis géneros literarios
básicos:épica, lírica, dramática, oratoria, historia y didáctica. Con el tiempo, estos
géneros han ido diversificándose y dando origen a numerosos subgéneros: la novela y
el cuento, por ejemplo, serían derivaciones de la antigua épica.
Esta clasificación, por un lado, puede parecer demasiado imprecisa y, por otro, resulta
que no todos los textos se dejan clasificar con facilidad. Por eso, lo mejor para
delimitarlo será atender a varios criterios para su clasificación, no sólo al genérico.
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Forma, intención y contenido
■
El propósito con que ha sido escrito un texto, el modo de expresión empleado y su
contenido nos ofrecen tres puntos de vista posibles para su clasificación. Estos tres
elementos son, de hecho, los mismos que fundamentan la clasificación por géneros,
pero desglosados uno a uno.
Nuestra tarea delimitadora puede continuar con la aplicación de otro criterio que
brinda la teoría de las funciones de la comunicación.
■ Determinación de funciones
La función primaria de la lengua es, como se sabe, la de comunicar: transmitir
información por medio de mensajes. Pero en todo acto comunicativo se prioriza
alguno de los diferentes elementos participantes. Según el elemento destacado,
tendremos una u otra de las diferentes funciones secundarias de la lengua: referencial,
expresiva, apelativa, fática, poética y metalingüística. Cada una de estas funciones
alcanza su máxima expresión en un determinado tipo de textos, aunque lo más común
es que aparezcan usadas varias a la vez y que no siempre sea posible separarlas con
rotundidad.
La función referencial
Domina en los textos informativos, en los que el autor quiere comunicar algo
objetivamente (la noticia periodística, el tratado de divulgación científica, etc.), pero
también en los narrativos o descriptivos, en que se presentan hechos y circunstancias
imaginarios con fidelidad documental.
La función expresiva o emotiva
Destaca en las obras de tipo lírico, en las que el autor descarga sus sentimientos (un
poema, un diario íntimo, una autobiografía, una carta a un ser querido, son sólo
algunos ejemplos), pero también puede aparecer en una crónica periodística, un
ensayo, una instancia administrativa...
La función apelativa o conativa
Aparece en los textos publicitarios, en las proclamas políticas que apelan a la
conciencia del ciudadano pidiéndole su participación en algún acto, en los prólogos
de aquellas obras en que se reclama la atención del que lee, etc.
La función fática o de contacto
La encontramos, a veces, en los diálogos teatrales y novelísticos, en las secciones
fijas de los periódicos, de rápida localización para el lector habitual, y en todos
aquellos mensajes orales o escritos en que se hace hincapié en la necesidad de seguir
manteniendo contacto con el destinatario.
La función poética o estética
No es exclusiva de la poesía ni de la literatura; la podemos encontrar también en la
publicidad, en los textos jurídicos que emplean estructuras anafóricas, en los ensayos
científicos que presentan un cierto nivel de exigencia estilística, y en general en todos
los escritos en que aparezcan repeticiones o recurrencias fonéticas, morfológicas,
sintácticas y semánticas.
La función metalingüística
Es propia de los diccionarios, las gramáticas, los libros de formulación química, los
diálogos en que se aclara el significado de una palabra usada por alguno de los
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interlocutores, etc.
2.4 Propósito, punto de vista y tema central
Todo autor que elabora un texto persigue una finalidad, escribe siguiendo un
propósito: el de dar cuenta de su actitud frente al mundo, los seres y las cosas, desde
unas determinadas circunstancias materiales o anímicas. La variedad de propósitos es
inmensa; su expresión, infinita. Unas veces el autor proclama abiertamente sus
intenciones; otras, las disimula. Pero, de alguna manera, siempre están presentes.
Determinación del propósito
En general se supone que todo autor aspira a que su obra sea tenida en cuenta, a que
conmueva al lector y le obligue a modificar su visión de las cosas. Pero ese es un
objetivo demasiado genérico que tenemos que dar por implícito en todo lo publicado.
A nosotros nos interesa averiguar el propósito específico. Lo descubriremos
preguntándonos para qué se escribe, concretamente, el texto que tenemos delante.
La fórmula de la respuesta puede construirse tomando como núcleo un infinitivo: «...
para deshacer la autoridad de...»; «... para censurar los vicios de las clases
dominantes...»; «... para rebatir con base experimental la idea de...». Esta fórmula
tiene que expresarse con sencillez y claridad.
El punto de vista
Representa el ángulo desde el cual se cuenta la historia (en el caso de la narrativa), se
transmite la información (en el caso de los textos expositivos) o se experimenta la
realidad (en el caso de la poesía).
Aunque al hablar de los textos literarios nos detendremos más ampliamente en la
cuestión del punto de vista, digamos de momento que un autor puede identificarse
plenamente con el narrador, con el yo del hablante, o adoptar, por el contrario, una
actitud más o menos distanciada del narrador o expositor. como si éste fuese alguien
distinto a él, al autor. Frecuentemente, sobre todo en literatura moderna, los relatos se
construyen desde varios puntos de vista diferentes, como si la historia fuese contada
desde diversas perspectivas (multiplicidad de voces). Ante los hechos contados o
expuestos, el autor puede tratar de implicarse en mayor o menor medida y, por
consiguiente, mostrar menor o mayor objetividad.
El punto de vista del autor no puede delimitarse con exactitud sin tener en cuenta al
destinatario potencial para quien escribe ni el propósito que le guía. Así, si un
científico se dirige a un público de científicos adoptará probablemente un lenguaje y
un punto de vista más técnico y riguroso que si se dirige a un público más amplio; de
la misma manera, un periodista, si quiere sensibilizar al lector sobre unos
acontecimientos dramáticos, puede optar por presentarlos de una forma que resulte
mucho más emotiva o subjetiva que si refiriera hechos corrientes.
Determinación del tema
El tema se define como la idea central, el eje en torno al cual se construye el texto.
Viene a ser como una síntesis conceptual o abstracta de lo que el autor ha dicho; no
de lo que ha pretendido decir (de averiguar eso se encarga la determinación del
propósito).
Reconocemos como tema de un texto la idea principal que lo impregna y le da unidad
y coherencia. Aunque no esté mencionado explícitamente, no por ello hay que pensar
que falta. Una vez determinado se ha de expresar con un nombre abstracto como
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núcleo y de manera breve.
Puede servirnos de orientación pensar en las fórmulas que se utilizan para aludir a los
llamados tópicos literarios, o temas universales, como: la vanidad del mundo, la
brevedad de la vida, el desprecio de los bienes materiales, la nostalgia del pasado,
etc.
Si trabajamos sobre textos no literarios, podríamos hablar de, por ejemplo, los
derechos de los indígenas brasileños, los valores individuales frente a la
uniformización social... Todas estas fórmulas podrían fusionarse perfectamente con
las que recogen el propósito y el punto de vista, y así tendríamos frases como:
defender [propósito] apasionadamente [punto de vista] los derechos [núcleo del tema]
de los indígenas brasileños; ensalzar [propósito] de manera arbitraria [punto de vista]
los valores individuales [tema] frente a la uniformización social, por poner algún
ejemplo.
Tema y argumento
Hay que tener cuidado en no confundir tema con
argumento. El concepto de argumento conlleva el
desarrollo temporal o espacial de un asunto. Y en
este desarrollo encontraremos un acontecimiento o
una situaciуn con un principio, un nudo y un
desenlace. El argumento contiene siempre alusiones
a personajes y a elementos circunstanciales que no
pueden entrar en la formulaciуn del tema.
2.5 Estructura interna
Llamamos estructura a un conjunto de elementos relacionados entre sí,
interdependientes. En el análisis de un texto reconocemos dos tipos de estructura: la
interna y la externa. La interna se refiere a la distribución de los elementos del
contenido, los significados, a lo largo del texto; la externa, a la cohesión que
establecen entre sí los elementos formales, los significantes. Una y otra estructura se
entrelazan y superponen como la urdimbre y la trama de un tejido.
Si el texto es coherente, en mayor o menor medida, y de una cierta extensión, su
estructura interna será susceptible de ser dividida en dos o más segmentos, los
bloques temáticos, divisibles a su vez en partes de menos entidad, los apartados.
Las divisiones de la estructura interna no siempre están marcadas de manera visible,
formal o tipográficamente, pero eso no quiere decir que no puedan distinguirse. Ni el
párrafo en la prosa ni la estrofa en el verso pueden identificarse sin más con bloques
temáticos. Un bloque puede ocupar tanto una parte de un párrafo completo como
varios consecutivos, depende del texto.
El bloque temбtico
Para poder considerar una parte como bloque temбtico es necesario que
cumpla dos requisitos:
Que contenga una referencia directa o indirecta al tema central.
Que sea relevante para el conjunto, es decir, que sea significativa hasta el
punto de que su amputaciуn represente una pйrdida decisiva para el sentido