Table Of ContentCholificación, república y democracia
El destino negado del Perú
Nicolás lyNch
Cholificación,
república y
democracia
El destino negado del Perú
Cholificación, república y democracia
El destino negado del Perú
© Nicolás Lynch Gamero
© Otra Mirada
José Pardo 741, 4to piso, Miraflores, Lima
Teléfono: 445-6834
Correo: [email protected]
ISBN: xxx-xxxx-xxx-xx-x
Hecho el Depósito Legal en la
Biblioteca Nacional del Perú Nº 2014-xxxxx
Impreso en el Perú
Lima, mayo del 2014
Primera edición
Tiraje: 1,000 ejemplares
Impreso en Tarea Asociación Gráfica Educativa
Pasaje María Auxiliadora 156, Lima 5, Perú
Contenido
Introducción 9
I. Razones propias y ajenas
1. Las formas de hacer y pensar la política en el Perú 25
2. La necesidad de un cambio profundo 37
3. El espejismo de progreso 41
4. ¿Por qué refundación? 53
5. Nuestro lugar en el mundo: la Patria Grande
Latinoamericana 61
II. Fallas geológicas
6. Una república vacía 69
7. La herencia colonial 79
8. El Estado ajeno 87
9. La disputa por la nación 97
10. La desigualdad: el problema fundamental
a resolver 111
11. La farsa de la clase media 121
12. La cholificación: el proceso bloqueado 131
III. Incursiones democratizadoras
13. Democratización casi sin democracia 143
14. La derrota de la democracia y el triunfo
de la guerra 163
15. La dictadura mafiosa que termina con la
democratización 187
16. Democracia sin democratización 195
17. La capacidad de cooptación del neoliberalismo 201
18. El desafío de los nuevos movimientos sociales 207
IV. El ejercicio de la voluntad
19. ¿Continuidad o ruptura? 217
20. El Estado Nacional y la República Democrática 221
21. El sujeto político de la República Democrática 227
22. La política como la reforma más importante 233
23. La necesidad de una Nueva Constitución 239
24. La lógica política de la refundación 247
Epílogo 251
El programa de la refundación democrática 253
Referencias bibliográficas 263
Introducción
La historia del Perú es una historia de decepciones. El último
capítulo de esta saga es el de la frustración democrática. La
vuelta del Estado de Derecho hace una década y media no ha
significado un cambio sustantivo en la vida de los peruanos.
Una vez más las formalidades le han ganado al fondo de las
cosas. Las elecciones y la vigencia de las leyes no han traído
bienestar.
Algo similar ha sucedido con la economía. Vivimos una
prosperidad falaz, como ya dijo Jorge Basadre (1968) para refe-
rirse al período del guano y el salitre en la segunda mitad del
siglo xix. El enorme crecimiento de la riqueza de los últimos
diez años se reparte entre pocas, poquísimas manos, y deja
vacíos o con escasos ingresos de futuro incierto, los bolsillos
de la inmensa mayoría de los peruanos. Hoy, como ayer, la ex-
plotación de los recursos naturales para la exportación, ahora
mineros y gasíferos, favorece a unos cuantos y a sus allegados
y vuelve a dejar a los peruanos, al cumplir su ciclo de auge, no
generando valor agregado ni puestos de trabajo, en la incerti-
dumbre sobre el futuro. Necesitamos preguntarnos entonces
por qué repetimos la misma experiencia sin corregirla, por qué
continuamos insistiendo en un modelo para crear riqueza cuyo
auge cíclico, ligado a los precios del mercado mundial, solo fa-
vorece a una minoría y funciona, cuando lo hace, de espaldas
al resto del Perú.
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CholifiCaCión, repúbliCa y demoCraCia
Frente a esta realidad, los discursos, y en el mejor de los
casos, los programas que han levantado los políticos, han ser-
vido, a lo sumo, para encantar audiencias y ganar elecciones,
pero no para gobernar. Los liderazgos personales han tenido el
mismo, si no peor, fin. El personalismo en el que han devenido
no ha servido para producir cambios que vayan más allá de
la historia individual y familiar de los caudillos de turno. Lo
que ha sucedido en la última década es una evidencia contun-
dente de que debemos trascender discursos y/o personas con
vocación de coyuntura y hacer propuestas que se hundan en
nuestras raíces históricas para que puedan tener algún efecto
en el futuro.
La relación entre propuesta e historia, más allá de que para
algunos parezca obsesión latinoamericana, tiene en el debate
peruano razones poderosas tanto para los que apuestan por la
continuidad como para los que deseamos el cambio. Carlos Iván
Degregori (1989) nos lo recuerda cuando se refiere a algunos
neoliberales de la década de 1980 que pretendían hacer tábula
rasa y empezar de cero con sus planteamientos. Desde la de-
recha tenemos a José de la Riva Agüero que gustaba cimentar
la tradición oligárquica remontándose a la colonia y desde la
izquierda a José Carlos Mariátegui que se empeñaba en el mis-
mo ejercicio pero recurriendo a nuestra más antigua tradición,
indígena y andina. Para los primeros, porque el orden presente
de cosas pretende hacerse creíble y natural, no solo a partir de
la ideología neoliberal que lo sustenta en el individuo y en el
mercado, sino también a partir de, supuestamente, tener sus
raíces en la historia peruana. El orden presente en este discur-
so conservador no es sino un resultado necesario del orden pa-
sado a través del cual se habrían puesto, uno a uno, los ladrillos
que conforman su laberinto. A lo sumo habría que superar al-
gunos traumas —así es como leen los conflictos— por la vía de
mirar tranquilos el bienestar de otros y tener la esperanza de
alcanzarlos algún día. Para los segundos, porque en esa misma
historia se sentaron las bases del expolio y la dominación que
vivimos hoy, así como la acción de los movimientos sociales
10
introduCCión
y políticos por un país mejor y distinto. Necesitamos conocer
lo sucedido para entender el presente y poder establecer una
ruptura con el conjunto.
Esto no debe significar tomar la historia como una pesadi-
lla; es decir, como una sombra inevitable que se cierne sobre
nuestro destino. Este ha sido el caso de muchos analistas, prin-
cipalmente extranjeros, en el análisis de Sendero Luminoso,
entendiéndolo como una excrecencia, necesariamente vio-
lenta de nuestro proceso histórico. A ello se refiere también
Degregori (1989) cuando critica a Alberto Flores Galindo por
su libro Buscando un Inca, una de cuyas posibles lecturas se-
ría este cordón umbilical que Flores habría encontrado entre
nuestro milenarismo y mesianismo andinos y la violencia sen-
derista. La relación de la propuesta con la historia es entonces
la de una experiencia y una guía no la del establecimiento de
esencias que condenan a una fatalidad.
El objetivo de este texto es hacer una propuesta que bus-
que cambiar el orden que heredamos de la colonia y nos per-
mita desarrollar el país como una nación independiente, con
democracia y justicia social, ajena a la satisfacción de los in-
tereses de corto plazo de las élites que usufructúan junto con
sucesivas dominaciones coloniales e imperiales —española,
inglesa y finalmente estadounidense— los recursos naciona-
les. Este objetivo, sin embargo, busca tomar en cuenta la re-
comendación de Antonio Gramsci (1974) que señala la impor-
tancia de entender la política y finalmente el gobierno también
como dirección intelectual y moral de la sociedad. Esto signifi-
ca, además de competir para ganar, persuadir a la gente de un
nuevo horizonte cultural y político. Para ello hay que construir
una nueva hegemonía en la sociedad peruana; es decir, una
mayoría ciudadana organizada como un bloque de fuerzas que
apunte a la creación de una comunidad política para realizarnos
como nación.
Esto implica una hegemonía distinta a la neoliberal, que
considere importante remontar la cultura individualista tanto
en la vida cotidiana como en la lucha por el poder, para reem-
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