Table Of ContentAndr s Maximiliano Tello
Anarchivismo
Tecnolog as pol ticas del archivo
Tello, Andr s Maximiliano
Anarchivismo: Tecnolog as pol ticas del archivo
- 1a ed . - Adrogu : La Cebra, 2018.
320 p. ; 22 x 14 cm.
ISBN 978-987-3621-53-x
1. Filosof a Contempor nea. I. T tulo.
CDD 190
Andr s Maximiliano Tello, 2018
Ediciones La Cebra, 2018
[email protected]
www.edicioneslacebra.com.ar
Editorxs
AnaAsprea y Crist bal Thayer
Esta obra est licenciada bajo la Licencia Creative Commons
Atribuci n No Comercial Sin Obra Derivada 4.0 Internacional
(CC BY-NC-ND 4.0). Para ver una copia de esta licencia, visita:
Esta primera edici n de Anarchivismo. Tecnolog as pol ticas del archivo, se
termin de imprimir en Buenos Aires y Madrid en noviembre de 2018
Queda hecho el dep sito que dispone la ley 11.723
NDICE
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13
1.El horror subalterno del anarchivismo 13
2.Obliterar el objeto archiv stico 18
3. F siles del archivo. Acabar con el organismo 25
4. La anarqueolog a de un archivista maldito 29
5. Reg menes sensoriales del archivo 40
51
1. El doble principio del archivo-Estado
(comienzo y mandato) 51
2. Archivo, bio-colonialidad y m quina imperial 66
3. El museo como sin cdoque del archivo 78
95
2.Archi-huella, escritura sin origen 99
3.La t cnica como suplemento 110
4.La cisura del registro
Violencia arc ntica y m quinas n madas 121
135
1.La presunta ambivalencia de Foucault 135
2.Del s cubo, el subyectil demon aco y el vampiro 141
3.Esto no es un hardware 149
4. Aliens sub-medi ticos 153
160
169
1.La memoria como ejercicio anarchivista 169
2.Impresiones del inconsciente 178
3.La fotocopiadora de Derrida 191
4. Destruirelarchivo!
Pulsi n archivoltica y anarchivismo 197
5.Delapol ticadelosespectrosala
pol ticadelossoportes 202
219
1.El poder arc ntico penetra
los corpus y los cuerpos 219
2.Acumular corpus para la acumulaci n capitalista 228
4.La axiom tica de la propiedad intelectual 241
5.Capitalismo arc ntico:
modulaci n,huella digital y tecnolog as algor tmicas 250
257
1.Allende a 49 USD: El acceso a las im genes 257
2.El acceso como virus:
la amenaza del cuerpo inform tico 262
3. Orden policial y revueltas del anarchivismo 267
4.Ensamblajestecnol gicosenla
producci n maqu nica de subjetividad 274
5. Qu es un medio de producci n? 281
6. De la pol tica de lo com n
al ensamblaje anarchivista 287
BIBLIOGRAF A 293
AGRADECIMIENTOS 317
INTRODUCCI N.
EL TRASTORNO DEL SUE O
El anarchivismo es la pesadilla del orden actual. Los apara-
tos gubernamentales y la banca internacional, los servicios
de inteligencia y las agencias de seguridad, las empresas
de software y las compa as transnacionales, los grandes
inversores ylaciudadan a d cil,todasellas,todosellos,yo
mismo,parecemostrazadosporelpinceldeGoyaso ando
conlaorganizaci npol tico-econ micadelosregistros.Una
de las expresiones m s recientes de dicho sue o es expuesta
en el a o 2013 por Ira Hunt, director de tecnologade la CIA.
big data, no solo
para controlar a la poblaci nsino incluso para predecir sus
amenazas, Hunt se ala: nuestra misi n es recolectar todo
y quedarnos con ello para siempre . Pero este sue o archi-
v stico se hab a convertido ya en pesadilla con la Operation
Payback ysus m ltiplesataquesdeDoS ( DenialofService )
contrasitioswebsdeEstadosUnidos yEuropa,pararemecer
as lavoluntaddelosarcontesquebuscancoartarlalibertad
deinformaci nylaindependenciadeInternet.Entodocaso,
noesposiblecircunscribireltrastornodesatadoporelanar-
digitales. Lo cierto es que esta pesadilla recorre la historia
occidental desde mucho antes que las tecnologas de archivo
buscasen organizar la red inform tica mundial. Por lo tanto,
habr a que precisar: el anarchivismo es la pesadilla de todo
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Anarchivismo. Tecnologas polticas del archivo
orden social que se pretenda vigente, en una poca y en un
lugar determinado.
Sin ir m s lejos, la amenaza que este trastorno encarna
recorre las rebeliones ind genas y las luchas latinoamerica-
-
cripciones de Jos Mart , sobre la historia de Am rica, de
los incas ac , [que] ha de ense arse al dedillo, aunque no se
ense e la de los arcontes de Grecia , o bien, en los albores
-
mando que el archivo de conocimientos de las nacientes
Rep blicas ha de ser propiedad p blica . Habr a entonces
que entender al anarchivismo como un movimiento que
atraviesa mutaciones sociales de cu o heterog neo; rebelio-
nes campesinas y obreras, luchas estudiantiles y feministas,
revueltas ind genas y populares, pues en todas aquellas
experienciasdeagitaci ncolectivaoperanensamblajesde
cuerpos,afectosytecnolog asquealteranlosregistrosde
identidades,posicionesyfuncionesrotuladasenla m quina
socialquedistribuyelaproducci ngeneraldelcuerpo(y
los corpus
realidad. Dicho de otro modo, lo que comparten todos estos
movimientos heterog neos es la alteraci n de los reg me-
nes discursivos y sensoriales del archivo dispuestos en un
espacio-tiempo particular, pues el anarchivismo entra a
la amenaza de toda organizaci n del presente ambicio-
nada por cualquier m quina de gobierno. Por lo tanto, el
anarchivismonosoloperturbaelsue odequienesocupan
posicionesjer rquicas yacomodadasenunmomentohist -
ricoconcreto,sinoquealteralosprincipiosdelegitimidad
institucionales y mediante tecnolog as de registro cotidianas
de los cuerpos, sus rutinas y sus afectos.
Sin embargo, apreciar la radicalidad con que el anarchi-
vismo puede trastornar el sue o de la organizaci n jer rqui-
ca de los registros en el cuerpo colectivo, se ha vuelto posible
para nosotros solo cuando, parad jicamente, la enso aci n
arc ntica comienza a naturalizarse. Hace casi una d cada, el
presidente ejecutivo de Google, Eric Schmidt, formulaba un
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Introducci n. El trastorno del sue o
c lculo inusual: toda la informaci n producida y conservada
en el decurso de la civilizaci n occidental hasta el a o 2003,
alcanzaba aproximadamente un tama o de cinco exabytes,
es decir, cinco millones de terabytes. Esta cantidad, no obs-
tante, es mucho menor que la generada ahora cada semana
en Internet. En otras palabras, cada a o producimos m s
informaci n que la producida durante toda la historia de la
especie humana, un incremento exponencial que nos llevar
pronto a registrar tan solo en unos d as la misma cantidad
de datos almacenados desde la inscripci n de las pintu-
ras rupestres hasta la invenci n del UNIVAC 1, el primer
mismas unidades de medida como referencia, estimaciones
m s recientes se alan que la cantidad de informaci nalma-
cenada en el mundo se aproxima ya a los 1200 exabytes, de
loscuales m sdelnoventaporcientoloconstituyendatos
digitales,mientrasqueelrestocorrespondealoregistrado
enlostradicionalessoportesanal gicos.
Detodasmaneras,semejanteincrementodelaproduc-
ci nde informaci n y de las capacidades tecnol gicas de al-
macenamiento y procesamiento de datos masivos, es tal vez
no hay ning nmomento hist rico previo donde la multipli-
caci n de los dispositivos de registro y almacenaje haya sido
tan vertiginosa. Esta cuesti n en ning n caso es accesoria
para sus usuarios , pues transforma el car cter de nuestras
relacionescolectivas ylatexturadelaexperienciacotidiana
de manerahastahacepocoinsospechada.
Ysinembargo,elsue odegestionarpol tica yecon -
micamenteestainmensa m quinasocialdearchivoque
habitamosnoparecesorprendernos,talcualloplasmala
publicidaddeunodelosprincipalesagentesdelmercado
tecnol gicodenuestrotiempo: Normal.Est biensernor-
mal.Esnormalnoquererperdersedenada.Querervivir
lavidaal m ximoesnormal.Poresoesnormalquerer
estarsiempreconectado Quererguardartusrecuerdos
esnormal.Ynotenerqueborrarlos,tambi n Esnormal
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Anarchivismo. Tecnologas polticas del archivo
que tu celular no te ponga l mites. C mbiate a Samsung .
Cualquier atisbo de inconveniencias entre las formas de ex-
periencia colectiva y los nuevos equipamientos tecnol gicos
tiende aqu a erradicarse. A contrapelo de esta enso aci n
publicitaria, el anarchivismo opera justamente en el trastor-
no de ese estado de normalidad que parece determinar hoy
nuestra experiencia del mundo.
Este libro se propone profundizar en los movimientos
que desestabilizan el sue o del ordenamiento org nico de
los registros y de los reg menes sensoriales que delimitan
los modos de vida en un espacio-tiempo determinado. Para
adentrarnos en la pesadilla de dicha enso aci n, resulta
inevitable volver a preguntarnos qu entendemos por ar-
chivo hoy, cuando ir nicamente son las apps de Android y
los dispositivos como Fitbit Blaze o Apple Watch los que se
encargan de almacenar, monitorizar y medir los registros
sobre las horas que dormimos. As, la pregunta por la noci n
de archivo y su funcionamiento nos obliga entonces a com-
prender este t rmino de una manera distinta a la acu ada
que describir y analizar el conjunto de dimensiones pol ti-
cas, econ micas, culturales, hist ricas y tecnol gicas que
sin mayores cuestionamientos, bajo el nombre de archivo .
La complejidad de esta ltima tarea es evidente, pues res-
ponde, en buena parte, al amplio espectro de pr cticas que
este t rminoparecealudircotidianamente;enelfunciona-
mientodelastelecomunicacionesylasredesinform ticas;
enlosusosdenuestrosdispositivos m viles;enlasextensio-
nesdelaparatojur dico-legal; enlosnuevos mecanismosde
vigilancia yseguridad;enlagesti ndeinstitucionesguber-
namentalesyprivadas;enelfuncionamientodelabancayel
de investigaci ny producci nde conocimiento; e incluso, en
la misma composici n gen tica de la especie, mediante los
bancos de ADN y los avances de la biotecnologa. Quiz s esa
misma amplitud de las operaciones vinculadas al archivo en
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