Table Of ContentAMOR SABROSO
Relatos de mil sabores para
amores de todos los gustos
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Amor sabroso. Relatos de mil sabores para amores de todos los
gustos.
(cid:211) 2012 Lilian Piqueres Casanova por «Anónimo»
(cid:211) 2012 Pilar H. Fiol por «Compaña»
(cid:211) 2012 Carlos F. López Delgado por «¿Decisión acertada? Parece que sí»
(cid:211) 2012 Ascensión García Esclapez por «Haciendo camino»
(cid:211) 2012 María-Sol GarcíaRosco por «Ingratitud»
(cid:211) 2012 Yolanda Lázaro Romero por «La lágrima»
(cid:211) 2012 Gonzalo Correas por «Lentejas y violetas»
(cid:211) 2012 Eva Gallud Mira por « Los colores del Hutong»
(cid:211) 2012 Beatriz Jiménez Donate por «Mi historia por culpa de un Jueves»
(cid:211) 2012 Mª Victoria Llompart Ortí por «Mis cinco lunas»
(cid:211) 2012 Cora González Tato por « No usar sin consentimiento previo»
(cid:211) 2012 Frank Guerra por «Postapokaliptika: Encuentro»
(cid:211) 2012 Juani G Costa por « Regreso a sus orígenes»
(cid:211) 2012 Sonia Aracil Gisbert por «Sombras del pasado»
(cid:211) 2012 Mamen Llavador por «Una función, una actriz novata y un actor con tablas »
Reservados todos los derechos, queda prohibida la reproducción total o parcial de
esta obra sin el permiso expreso de los autores.
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Con nuestro reconocimiento al Patronato Municipal de Cultura del
Ayuntamiento de Alicante, organizador del taller de escritura
creativa «Amor Sabroso», inserto en el programa «Alicante Cultura»
y al personal del Aula Municipal de Cultura «Francisco Liberal», en
especial a José Manuel, nuestro amable conserje.
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ÍNDICE
Anónimo....................................................................................5
Compaña.................................................................................21
¿Decisión acertada? Parece que sí..................................33
Haciendo camino..................................................................47
Ingratitud.............................................................................58
La lágrima..............................................................................78
Lentejas y violetas..............................................................77
Los colores del Hutong......................................................87
Mi historia por culpa de un Jueves.................................98
Mis cinco lunas...................................................................108
No usar sin consentimiento previo.................................118
Postapokaliptika: Encuentro............................................131
Regreso a sus orígenes.....................................................141
Sombras del pasado..........................................................153
Una función, una actriz novata y
un actor con tablas ..........................................................163
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PRÓLOGO
Amor Sabroso... ¿Amor Sabroso?... ¿Habré acertado con el título?
Me gusta como suena pero... ¿no será demasiado explícito?... La lluvia
de palabras me puso en bandeja un título para el taller, un título
hermoso, inspirador, sugerente, pero también engañoso,
malintepretable, quizá un poco malandrín, pero un título es solo eso...
un título, una etiqueta, una idea lanzada al vacío, una flecha que no
importa de donde sale sino a donde llega, y esa es mi tarea. Soy como
el sargento gruñón de las películas de guerra, (ya sabéis de qué tipo
de personaje hablo, ¿verdad? Pues eso es un arquetipo, ¡no lo
olvidéis!), bueno, pues esa es mi misión: esto es el paracaídas, esta es
la anilla y se trata de tirar, lo demás solo lo podéis aprender
saltando. Leo vuestros textos, os ofrezco mi criterio, sabedor de lo
poco que vale, aterrado cuando veo que, en ocasiones, os aferráis a
esos consejos como el naufrago a la tabla, pero es que un buen lector
es tan valioso para el escritor como el agua para el sediento, ya lo sé,
a pesar de que no se necesitan grandes cualidades: un poco de
paciencia, algo de sentido común y... sinceridad, mucha sinceridad;
eso es lo más valioso que puedo ofreceros, porque los escritores
tenemos pocas oportunidades de escuchar opiniones sinceras sobre
nuestro trabajo: los que nos quieren intentan no herir nuestros
sentimientos y los otros disfrutan convirtiéndolos en morcillas, así
que es difícil saber si el relato se entiende o no hay por donde
cogerlo, si los actos de los personajes son coherentes con su
personalidad, si dicen lo que tienen que decir y como lo tiene que
decir, si la historia fluye con imperceptible levedad para que el lector
no vea detrás la mano del escritor pero con la firmeza y la seguridad
del que no duda ni vacila.
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Pero me he desviado de la cuestión del título, «Amor sabroso»,
«Amor sabroso»... paladeo las palabras mientras se deshacen en mi
boca y dejo que su sabor me invada y evoque un bonito poema de
Teresa Rubira:
Hay
amor dormido y amor soñado
amor comprado y amor vendido
amor herido y amor curado
amor llegado y amor partido
amor llorado y amor reído
amor rozado y amor mordido
amor trenzado y amor cosido
amor pasado y amor venido
amor hallado y amor perdido
amor odiado y amor querido
amor robado y amor cogido
amor malvado y amor temido
amor sagrado y amor prohibido
amor rezado, amor pecado y amor... olvido
Por si alguien no lo sabe, Teresa es mi mujer, y la que escribe bien
en casa, y a su lado yo no soy más que un penoso emborronacuartillas,
así que me hizo mucha ilusión descubrir una clase más de amor que
agregar a esta singular lista.
De esta forma, superadas las vacilaciones iniciales, quedó
adjudicado el título del taller, y los días, que también tienen derecho
al amor, fueron padres de semanas y abuelos de meses, abandonamos
los abrigos, se llenó la ciudad de presentaciones fogueriles y al
sargento gruñón le llegó el tiempo de hacer recuento de bajas:
«Quince supervivientes, ¡señor!», «¿Otra vez se me ha dejado a la
mitad del pelotón por el camino, sargento?», preguntó el oficial al
mando. El sargento se encogió de hombros, compungido. Escribir es
un oficio arduo, que proporciona más quebrantos que alegrías, y estas
espaciadas. Se inscriben en el taller personas con expectativas
desmedidas, que se desengañan pronto, y no es malo que busquen
otros ámbitos en los que aplicar sus aptitudes, por el contrario, hay
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pérdidas que al sargento le duelen, gente con talento, imaginación y
elocuencia a la que no logró ilusionar lo suficiente y fueron engullidos
por el zafarrancho de la vida cotidiana. ¡Cuantas buenas historias se
habrán perdido por su ineptitud! «La próxima vez lo haré mejor», se
promete el sargento, antes de escuchar de nuevo a su oficial: «Y los
que han terminado ¿qué tal, sacaremos algo de ellos?» y al viejo
gruñón se le diluye la pena y se le ilumina el rostro: «¡Señor! ¡Sí,
señor!, quince autores bregados, quince relatos espléndidos, quince
historias de héroes de a pie, cotidianos y sencillos, y de héroes de los
otros, tipos mas grandes que la vida, capaces de cargarse el mundo a
las espaldas y sacarlo de las tinieblas; de asesinos de la puerta de al
lado; historias de ancianos, de SIDA, de madres coraje, tan llenas de
bondad... tan amargas, que tiembla el pulso al leerlas; quince historias
de niñas que no necesitan comer, ni respirar... tan solo pintar, de
acoso escolar y venganzas inútiles, de diosas anhelantes que
enloquecen a los humanos y de humanos despeñados en su abismo
interior... y de otros humanos, entrando y saliendo de los armarios,
que hubieran hecho las delicias de los Hermanos Marx; al final... el
teatro de la vida y la vida hecha teatro». «¿No le parece que
exagera?». «No, señor, y si no me cree, léalas usted mismo, léalas y
asómbrese, léalas y emociónese y avergüencese y maravíllese y al
final aplaudirá, igual que aplaudo yo».
Juan Carlos Pereletegui
Alicante, junio de 2012
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Lilian Piqueres Casanova. Nació en Alicante un primero de abril
de hace algunos años. Su gusto por la literatura y la filosofía ha
estado, desde que recuerda, presente en su vida y en su formación
académica. Se licenció en Derecho, pero en esa disciplina, confiesa,
hay poca cabida para la imaginación. Escribe porque sigue sintiendo la
necesidad de conocer a las personas, lo que les mueve, sus deseos y
metas e inventar personajes, le ayuda a satisfacer esa necesidad. En
su biblioteca encontrarás a sus maestros, aunque extraña ver en ella
adosados y en estrecha comunión a Galdós y a Platón, a Gala y a
Dostoyevski junto a Aristóteles y Santa Teresa de Jesús. No
recuerda cuándo sintió la necesidad de escribir relatos, aunque sí
cuándo escribió los primeros folios de una novela: con el impulso del
nuevo siglo y «frente a la playa de El Campello», como a ella le gusta
puntualizar. Si alguna vez leéis sus relatos, marcharéis a recónditos
lugares, viajaréis en la historia y os sumergiréis en la profundidad de
lo que sois, pero solo al abrigo de una hoguera compartida en una
playa, os contará lo que siente.
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Anónimo
1691
El silencio de la noche delataba la presencia de Lena en las
callejuelas. El eco, que multiplicaba el rechinar de sus pasos sobre el
empedrado, aceleraba el pulso de la muchacha, que reaccionaba
estrujando contra su pecho las tablillas que portaba. Como si fuera lo
único que hubiera deseado salvar, en el supuesto incierto de que las
sombras de la noche, siempre al acecho, decidieran abalanzarse
sobre ella. Pero en realidad, estaba sola. Apenas era perceptible su
silueta menuda entre los mugrientos muros de las fachadas de las
casas, que aún permanecían en silencio esperando el romper del día.
La luna llena le proporcionó en aquélla ocasión, un luminiscente aliado
que no precisaba para recorrer la que era, desde hacía meses, su ruta
clandestina hacia la iglesia. Lena, agradecía aquél halo de luz que la
luna irradiaba sobre el caserío, confiriéndole un aspecto atemporal y
estático que la tranquilizaba. Pronto divisó la iglesia y acelerando el
paso, bordeó en pocos minutos su fachada hasta alcanzar la
desvencijada puerta por la que accedió al atrio del edificio. En él
convergía la entrada a la sacristía y desde allí acceder al interior de
la iglesia, le resultó fácil.
La costumbre de los religiosos de dejar cirios encendidos por la
noche, tanto en la capilla de La Inmaculada como en el altar mayor,
proporcionaba a Lena la luz que precisaba para cumplir su profundo
deseo. Tomó una de las velas y acercándola a la imagen de la Virgen,
la aseguró junto al pedestal, con unas gotas de cera. Tomó aire y
empezó a esbozar en sus tablillas, los trazos que le hacían sentirse
viva, más allá del tiempo y lejos de la pobreza y soledad en la que
transcurría su vida.
—¡Así que era esto! —exclamó el Reverendo Pablo, sorprendiendo
por la espalda a la muchacha—. Ya me parecía a mí, que tanta
devoción no podía ser. ¿Creías que no iba a descubrirte? Te vi salir
por la sacristía hace cinco noches. Pero al comprobar que no habías
robado nada, decidí vigilarte y para mi sorpresa, vi como volvías a
salir por la sacristía cada noche, a la misma hora. Aquí y a estas
Description:Los perros saben sentir las buenas vibraciones en los efluvios del cuerpo. —Perdóname papá. He estado muy ciega para no querer verte más. Perdóname oficial podría entenderse como una intención de espionaje, de intrusismo internacional —Vamos, por Dios, Liu Chan, déjese de bobadas.