Table Of ContentALMA DE PLÁSTICO
Noel Aguilar
ISBN digital: 978-0-359-49141-4
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esta obra literaria, por cualquier medio, sin autorización expresa por escrito del autor. Se permite la
reproducción total o parcial de dicha obra, únicamente por medios digitales, solamente para su
lectura, o en los casos en que se necesite usar breves fragmentos para fines didácticos o de
investigación, siempre que indique de manera inconfundible la fuente, es decir, el nombre del autor y
de la obra conocidos, basándose en la Ley de Propiedad Intelectual, según el decreto 604 de la
Asamblea Legislativa de la Republica de El Salvador. La infracción de derechos puede constituir un
delito contra la propiedad intelectual.
Editado y actualizado por el autor en fecha 14/03/2019.
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Noel Aguilar nació en El Salvador en marzo de 1989, donde la mayor parte de sus años
los ha vivido en la capital de ese mismo país. Sus progenitores querían que fuera contador
público, pero él se inclinó más por los estudios en redes informáticas y electricidad, siendo
esto último lo que más le llamó la atención. Su pasión por la escritura inició cuando era
sólo un infante, época en la que gustaba de leer libros de todo tipo y de escribir
ocasionalmente pequeños poemas; pero sus escritos formales empezaron en su vida
adulta, donde dio “vida” a lo que había en su mente, lo cual fue posible gracias a su
imaginación e inspiración peculiares.
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Para toda persona que gusta de la literatura que marca una diferencia en nuestra perspectiva de
la realidad para siempre.
Noel Aguilar
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Sinopsis
La humanidad está en el preámbulo del crecimiento absoluto de la tecnología, propiciando
a la vez la evolución de la robótica, y es en este mismo escenario donde surge un
personaje que es consciente de esa realidad, pero que también dará inicio a la primera
relación sentimental entre un humano y una máquina, lo cual traerá efectos negativos para
todos. Lo anterior hará que el protagonista pase situaciones de diferente índole, vistas
desde su perspectiva personal y experimental, y que le harán reflexionar sobre las
consecuencias de sus acciones, y que además pondrá a prueba su destino de evitar que
el mundo pase a una nueva era en la que el ser humano esté en segundo lugar.
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Contenido/Página
Capítulo 1 El principio del fin ....................................................... 8
Capítulo 2 Jugando al investigador ........................................... 14
Capítulo 3 El nuevo día ............................................................. 17
Capítulo 4 Explorando nuevos horizontes ................................. 23
Capítulo 5 Sorpresa… y algo más ............................................. 29
Capítulo 6 Misterio ..................................................................... 41
Capítulo 7 La esperanza no muere ........................................... 46
Capítulo 8 La bienvenida ........................................................... 50
Capítulo 9 Conociendo a mi nueva vida… y a “ella” .................. 54
Capítulo 10 Cosas inesperadas y un poco de tensión .............. 65
Capítulo 11 Cambio de “casete” ................................................ 73
Capítulo 12 Todo cambia ........................................................... 77
Capítulo 13 Lo inesperado ......................................................... 83
Capítulo 14 Con la boca callada ................................................ 90
Capítulo 15 Inteligencia artificial ................................................ 95
Capítulo 16 Radical ................................................................. 104
Capítulo 17 La crudeza de la realidad ..................................... 109
Capítulo 18 La verdad duele .................................................... 120
Capítulo 19 Los giros de la vida .............................................. 134
Capítulo 20 Prisionero ............................................................. 142
Capítulo 21 Prófugo ................................................................. 147
Capítulo 22 Incertidumbre ....................................................... 155
Capítulo 23 El amor es ciego ................................................... 158
Capítulo 24 Las cosas viejas pasaron ..................................... 164
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Capítulo 25 Novedades perturbantes ...................................... 169
Capítulo 26 Acercándome a mi destino ................................... 177
Capítulo 27 Cuando la libertad te abandona ........................... 186
Capítulo 28 Milagro .................................................................. 192
Capítulo 29 El precio de la libertad .......................................... 195
Capítulo 30 El final de una vida ............................................... 200
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ALMA DE PLÁSTICO
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Capítulo 1 El principio del fin
La puerta de una casa se abría por el viento, dejando escapar un olor a luto. A lo lejos, se escuchaban
los lamentos tanto reales como hipócritas de una familia doliente; pero más allá (quizás en la casa vecina
de al lado), donde apenas llegaba el sentir del oído, se distinguía el sonido alegre de muchos niños
jugando tranquilamente y ajenos a lo que acontecía a aquellas personas dolientes que olvidaron que un
día fueron también infantes.
En aquella “cueva” urbana, unas personas velaban a su abuelo fallecido quien, a sus más de setenta
décadas de vida, había partido de este mundo el día anterior debido a un accidente y no por causas
naturales como algunos creerían. Entre la gente se encontraban sus familiares y amigos; unos a la
verdad lamentando sinceramente la irreparable pérdida del anciano, pero otros en cambio, sólo
aprovechaban el simple hecho de que hubiera pan y café (típicos en un velorio); y más aún, había otros
sujetos que ni siquiera yo puedo explicar qué estaban haciendo ahí.
Soy Ebrahn, y a continuación les contaré una parte importante de la historia de mi vida. Yo siempre creí
en el destino, pero jamás pensé que un día sería su protagonista.
Corría el sexto mes de un celebre año en el que todo lo que se había pensado en épocas anteriores que
existiría en cuanto a tecnología (especialmente en el ámbito de la robótica), se estaba cumpliendo de
manera satisfactoria, aunque a un ritmo lento. Pero lamentablemente, algunos de esos avances
tecnológicos no estaban presentes en mi círculo familiar y personal, y no por voluntad propia, sino por las
limitaciones de la vida que ocurren en quienes menos lo merecen. Sin embargo, no puedo afirmar que
ese progreso fuera del todo bueno (en el sentido moral), porque la verdad es que había convertido a la
mayoría de la humanidad en seres muy superficiales, haciendo que estuvieran más atentos a la última
moda de un teléfono celular que en ir a decir “Te quiero” a un ser querido. Yo tenía veinte años de edad,
y la gente comúnmente me decía que había alcanzado madurez mental a muy temprana edad debido a
mi manera “tranquila” de comportarme; pero yo siempre he dicho que el reflejo del interior de una
persona no se ve en sus acciones, sino en sus intenciones. Vivía con mis padres en una zona urbana
cercana a la ciudad capital, en un país pequeño de Centroamérica (un país querido, odiado, olvidado y
recordado por muchos), donde las personas tenían culturas, religiones, costumbres y tradiciones
distintas, pero que lastimosamente las tenían sólo para poner una barrera social entre ellas, haciéndoles
olvidar la hermandad y el respeto mutuo. Mis estudios académicos estaban relacionados a la robótica
(estudio menospreciado por algunos y que apenas pude pagar en una universidad privada), y cuando los
terminé, me esmeré en trabajar pronto en lo que tanto había deseado, y anhelaba ganar muchísimo
dinero y cosechar grandes éxitos laborales; pero debo decir que las cosas no siempre son como uno
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espera, y poco a poco la vida me fue enseñando que a veces nuestros sueños, objetivos o metas no se
cumplen de la noche a la mañana. Tenía todo lo básico a mi favor como un buen estudio, las
bendiciones de mis padres, la iniciativa y la honradez características en mí; pero ignoré que allá afuera
existían factores que impedían tener rápido un empleo, y me refiero a la falta de creación de puestos
laborales y a reclutadores que pedían experiencia de trabajo a alguien que apenas empezaba su vida
adulta.
Sucedió que un día me encontraba comprando algunas cosas en una tienda que estaba cerca de una
calle muy transitada, cuando de repente presencié un accidente automovilístico entre dos autos y en el
que se vio afectada una persona que pretendía cruzarse la calle. Cuando llegué al lugar de los hechos,
ya había personas alrededor del peatón lesionado (pero nadie quería ayudarlo), quien resultó ser un
hombre de la tercera edad, el cual yacía en el suelo con un daño en su cadera izquierda mientras pedía
auxilio a todos:
—¡Me han lastimado… ayúdenme! —Esto evidentemente me hizo sentir empatía por él, pero no así a
otras personas que estaban cerca de mí, que sólo veían al pobre hombre tirado como si fuera parte de
un espectáculo callejero. “¡Ellos me atropellaron a propósito!”, gritaba con dolor el señor mientras
señalaba con su frágil dedo a los tipos que él creía que lo habían golpeado intencionalmente con sus
autos. En realidad, nadie era culpable, sino que simplemente se estaba en el lugar y hora incorrectos.
Los que habían chocado sus carros sólo resultaron con lesiones leves; era verdaderamente lamentable
que el anciano se llevara la peor parte. Pero a pesar del dramático momento, lo más relevante para mí
no sería el accidente en sí, sino lo que iba a venir después.
Inmediatamente llamé a una ambulancia; y en mi afán por querer ayudar al anciano, me acerqué a él
para al menos darle palabras de ánimo:
—Todo estará bien, la ayuda ya viene en camino, pues ya llamé a la ambulancia.
Pero él reaccionó muy sorprendido, y comenzó a hacer gestos que lo hacían parecer asustado, y luego
con una voz muy esforzada me dijo:
—No es eso lo que te debe de preocupar jovencito… no es eso.
Las palabras del anciano me resultaron inmediatamente curiosas —aunque pensé que quizás no se
encontraba en sus “cabales”—, por lo que quise averiguar de qué hablaba:
—Señor, ¿de qué está hablando? Espero se sienta bien.
—Te parecerá extraño lo que te diré, pero no vayas a pensar que estoy loco.
—Claro que no, puede decir lo que usted guste —le aseguré.
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