Table Of Content1.2. Algunos rasgos de la estructura económica
de Andalucía
1.2.1. Evolución de las macromagnitudes económicas
No vamos a entrar en este apartado en un análisis exahustivo
de la economía andaluza, pero sí trataremos de dibujar algunas
líneas significativas que ayuden a entender el lecho económico
en el que se insertan los agentes que intervienen en el MTA.
España y la Europa de los doce, han seguido desde 1985 a
1990 un período de expansión en las tasas de crecimiento
económico paralelo. El perfil coyuntural de la economía
española está íntimamente ligado al de la CEE, con la carac-
terística de que históricamente tanto las fases de recupera-
ción como las de recesión han sido más acusadas para nues-
tro país, en general, que para el promedio de las economías
europeas. En síntesis puede decirse que la economía españo-
la no puede diseñar su estrategia de crecimiento de forma
aislada. Los vínculos, vía exportaciones e importaciones y vía
flujos de inversión exterior en España, que progresivamente
se han ido incrementando, constituyen la justificación econó-
mica de esta regularidad empírica detectada (3).
Sin embargo, no todas las Comunidades Autónomas par-
ten de la misma base económica, por lo que esta tendencia
general se ve matizada por las peculiaridades de cada región.
Andalucía ocupa el lugar 153 de las 171 regiones de la CEE
en PIB per cápita y el tercer lugar según las tasas de desem-
pleo (siendo 100 la media Comunitaria de paro, que se
corresponde con un 9,1%, Andalucía tiene un índice de
300), según datos de la Comunidad (4).
(3) Raymond,J. L.: «El crecimiento del PIB por Comunidades
Autónomas: un análisis de la experiencia histórica», en Cuadernos de
Información Económica, n.° 49, abril, 1991, Fundación FIES.
(4) Comisión de las Comunidades Europeas (CEE), Las regiones de
los 90, Cuarto informe periódico de la situación económica y socialy el
desarrollo de las regiones de la Comunidad. Bruselas, 1991.
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Ante estas cifras, partiendo de un territorio extenso y
suficientemente poblado, habría que preguntarse qué razo-
nes provocan esta desafortunada posición periférica.de la
economía andaluza. La estructura económica de una región
no es algo que se improvise, hay condicionantes estructurales
históricos que pesan mucho en las posibilidad de obtener
una buena articulación socioeconómica en el contexto de la
economía europea. Hay que partir por lo tanto del conoci-
miento de la evolución histórica de las estructuras socioeco-
nómicas para entender la base del proceso de segmentación
de los trabajadores de un área dada y aplicar en consonancia
con ello las medidas políticas más oportunas para mejorar el
empleo de los habitantes de la misma (5).
Alfonso Ortí, desde la óptica sociológica, ha abundado en
el proceso de periferización seguido por la economía espa-
ñola desde el siglo XVIII. M. Delgado ha hecho lo propio
para la economía andaluza, señalando los ejes principales del
secular subdesarrollo andaluz (6), este autor apunta:
«Mientras que la estructura económica y social de
las regiones que más tarde serían desarrolladas facilitó
la descomposición del Antiguo Régimen e hizo posible
la industrialización, en Andalucía la agricultura con-
tenía elementos estabilizadores dominantes que contri-
buían a reproducir las condiciones existentes y obstacu-
lizaban el nacimiento de la nueva industria. La forma
de a^iro^iiación y distribución del excedente muy centra-
(5) No hay que olvidar que el empecinamiento por hacer coincidir
dinamismo y progreso con zonas urbano-industriales ha llevado a vivir
de espalda a la realidad rural de la región durante un período impor-
tante en Andalucía, cosa que carece de sentido puesto que en la
misma, lo rural y lo urbano no son más que dos aspectos íntimamente
ligados de una misma realidad.
(6) Delgado Cabeza, M.: Dependencia y marginación de la economía
andaluza. Publ. Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba. Cór-
doba, 1981.
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lizado, orientaba la capacidad de compra e inversión
hacia una clase muy minoritaria, desalentaba la emer-
gencia de un mercado estimulado por la demanda y a
su vez convertía la inversión en tierras en la vía más
rentable, de tal modo que la oligarquía agraria no
estaba interesada en desintegrar las formas de produc-
ción vigentes en el campo, condición exigida para el
tránsito hacia la industrialización, sino más bien en
asegurar los medios oportunos para perZietuar este siste-
ma agrario que le permitía fáciles, seguros y sustancio-
sos beneficios».
A esta situación habría que añadir el fracaso del comer-
cio colonial, en manos de especuladores y extranjeros, y,
por último, el afianzamiento durante el siglo xIx del siste-
ma neocolonial, en connivencia con el capital autóctono,
mediante la desamortización, que acentuó la polarización
en las estructuras de la propiedad de la tierra y la articula-
ción de una red ferroviaria que contribuiría a drenar los
recursos y a generar una gran acumulación de capital, per-
mitiendo desviar el excedente generado en la agricultura a
negocios lucrativos sin necesidad de modificar la forma de
producción en el campo, donde mantener los bajos salarios
era un objetivo básico. Así pues, las posibilidades de que se
desarrollaran las fuerzas productivas eran escasas. A1 capital
nacional y foráneo tampoco le interesaba que se desarrolla-
ra la industria en la región. Así es como en la economía
andaluza se afianzaban los mecanismos del subdesarrollo:
extraversión, desarticulación y dependencia del capital
exterior.
En 1955 la especialización en la producción primaria
agrícola, pesquera y minera es un hecho, como también
lo es la posición que ocupará desde ahora Andalucía en
la división nacional del trabajo: suministradora de mate-
rias primas y de fuerza de trabajo simple a las regiones
centrales.
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Andalucía era una región de escasa diversidad producti-
va. Existía una rígida especialización agrícola que constituía
el único núcleo importante de la economía de la región,
aunque existía también un raquítico sector industrial en el
que abundaban las formas tradicionales, incapaz de competir
con vascos y catalanes.
La capacidad de ahorro de la agricultura andaluza era
muy elevada en el período 1956/75. Se ha estimado que su
volumen resulta ser 20,3 puntos mayor que el total invertido
en la industria durante el período 1964/75. De haberse cana-
lizado este capital a la industrialización de Andalucía el pano-
rama habría sido bien distinto. Por lo tanto, no fue la falta de
capital lo que relegó a la región, sino la subordinación de la
economía de la misma a los centros industriales, para esta
fecha ya mucho más consolidados (7).
Durante el período 1955/70, la agricultura andaluza pier-
de 610,7 miles de activos. Esta pérdida se traduce en el enve-
jecimiento y deterioro de los recursos humanos. Así pues,
este éxodo rural no cumplió la función que tuvo para las
regiones desarrolladas, en las que contribuyó al auge econó-
mico de las mismas.
La apertura al capital internacional y el modelo urbano-
industrial adoptado, relegaron aún más a Andalucía. Este
modelo abundó en un tipo de industrialización regional arti-
culado más con las regiones centrales que con la economía
de la región. Así tiene lugar la implantación de una industria
moderna y concentrada en muy pocos sectores: bebidas, quí-
micas, papel, metalúrgicas. Junto a esta industria moderna
coexiste una actividad artesanal importante, que no llegó a
desaparecer, que viene caracterizada por el minifundismo
empresarial.
El sector servicios adquiere en estos años un desarrollo
muy por encima de lo que el sector industrial vigente requie-
(7) Delgado Cabeza, M.: op. cit.
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re. La actividad salta del sector agrícola al de servicios, sin
pasar por un desarrollo de la industria. Esta desarticulación
genera un sector terciarizado, poco especializado, con baja
productividad, caracterizado por el minifundio empresarial,
en el que existe un alto nivel de subempleo.
En este sentido, como señala M. Delgado (8), cabe decir
que la economía andaluza es una economía extrovertida, por
estar orientada hacia el exterior, por estar compuesta por
una serie de sectores orientados a las economías centrales
que complementan su estructura productiva, por ser en defi-
nitiva una economía deformada en función de un centro de
gravedad que se encuentra fuera de ella.
Como consecuencia del desarrollo desigual de Andalu-
cía, el empleo sigue una tendencia decreciente para el perío-
do 1955/75, perdiéndose una media de 10.430 empleos
anuales durante 25 años, en tanto que en las economías cen-
trales el empleo aumenta un 2,6% cada año.
En ese período la fuerte emigración proveniente de la
agricultura, que dio pie por parte de renombrados economis-
tas de la época a pronosticar la desaparición de los jornale-
ros (9), no consiguió, sin embargo, cambiar la estructura
social del empleo, aún cuando se diera un significativo des-
censo del número de asalariados. Este descenso se deja sentir
fundamentalmente en la industria, pues la penetración de
los productos industriales del centro trae consigo la desapari-
ción de muchos puestos de trabajo en la industria tradicio-
nal, en tanto que se produce un avance relativo de formas
tradicionales de producción en el sector terciario.
En la década de los 60 los empleos que más disminuyen
siguen siendo los agrarios, pero ahora con un cambio de
signo: disminuyen más los no asalariados que los asalariados.
Serán pues los pequeños campesinos los que más emigren,
(8) Delgado Cabeza, M.: op. cit.
(9) Destacan E. Baron con El final del campesinado, Edit. Zero/ZYX,
Madrid, 1971., R. Tamames y otros.
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poniéndose de manifiesto la crisis del sector. En este mismo
período los puestos de trabajo asalariados creados en la
industria, no fueron suficientes para absober la reproducción
de la fuerza de trabajo del sector secundario. En cuanto al
empleo no asalariado, no sólo no se crea, sino que se destru-
yen 21,2 miles de empleos. El excedente generado de fuerza
de trabajo pasa así a engrosar las cifras del paro, la emigra-
ción o a ocupar un empleo marginal. Puede decirse, para
este período, que la economía andaluza tiene una capacidad
muy débil o nula para crear empleo.
A lo largo de los años 75/85 tiene lugar un incremento
de las dificultades económicas de la región. Durante este
período de crisis la economía andaluza sufre, más que las
regiones centrales, la consecuencias de su subordinación. Al
cierre de los canales de emigración hay que añadir la debili-
dad productiva de la región, lo que se traducirá en las tasas
de paro más elevadas del país, junto a un florecimiento de la
economía sumergida que es lo que permite la subsistencia de
muchas familias.
En definitiva, las consecuencias para la economía andalu-
za, a lo largo de este período, podrían resumirse en los
siguientes puntos, siguiendo una vez más el análisis realizado
por M. Delgado (10) :
- Se profundiza en la especialización productiva agra-
ria, pasando la agricultura andaluza a aportar del
20,5% a la producción españolá en 1973, a un 26,8%
en 1985.
- Este auge del sector agrario se corresponde con el
declive del sector agroalimentario, que continúa su
regresión a un mayor ritmo. Se pierde no sólo en par-
ticipación en las industrias agroalimentarias españolas
(del 19,5% en el 1973 al 15,9% en el 85), sino que
(10) Delgado Cabeza, M.: «Condicionantes del futuro económico
de Andalucía», Revista Estudios Regionales, n.° 28, Sevilla, 1990.
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también se pierde casi la mitad del empleo existente
en 1973.
- La crisis trae como consecuencia un freno de las activi-
dades industriales, al que se une el deterioro de las
condiciones de inversión en determinados sectores a
los que el empresariado andaluz venía orientándose
por tener un acceso más favorable.
- E1 sector servicios ha conocido una penetración
importante de las formas productivas modernas, junto
a la pervivencia e incluso expansión de actividades
marginales de baja productividad, continuando las dis-
tancias respecto a otras áreas, en cuanto a la producti-
vidad media del sector.
Puede decirse, como afirma Delgado Cabeza, que hasta
1985 existen unas tendencias estructurales en la dinámica
económica andaluza que han llevado a la polarización des-
vertebrada de las dos partes de que consta ese cuerpo econó-
mico: una moderna, articulada con el exterior, y otra autóc-
tona, débil y en regresión cualitativa para la que se van ale-
jando las posibilidades de integración en el sistema en condi-
ciones de igualdad. Romper esta dinámica supondría poner
en marcha transformaciones capaces de modificar de mane-
ra esencial los procesos de generación, apropiación y utiliza-
ción del excedente económico.
Ahora bien, en los últimos años, de 1986 a 1990, ha tenido
lugar un proceso de crecimiento del PIB de Andalucía por
encima de la media nacional y europea, que ha llevado a una
euforia político-administrativa desmesurada. Pero habría que
preguntarse ^qué hay detrás de los indicadores macroeconó-
micos?, ^qué está sucediendo en realidad, si paralelamente se
dan tasas de paro elevadas, condiciones de empleo precarias,
polarización en la distribución de la renta...?. Tendremos,
pues, que analizar la dinámica seguida en estos años en los
distintos sectores económicos y tratar de analizar qué estamos
midiendo realmente, para saber si se justifica esa euforia.
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Una vez más recurriremos al análisis realizado por
M. Delgado (11) . Este autor da las siguientes cifras sectoria-
les para referirse al crecimiento económico de Andalucía:
TABLA 1.1.
EVOLUCION DEL CRECIMIENTO EN LOS DISTINTOS
SECTORES ECONOMICOS
Sectores ' 1955/64 64j73 73/85 85/89
Agricultura ........ 1,9 5,4 3,2 0,4
Industria ............ 6,1 8,4 0,1 8,3
Construcción ... 2,9 6,1 0,6 10,4
Servicios ............ 3,5 6,2 3,2 4,7
Total .................. 3,6 6,7 2,1 5,5
Fuente:Para 1955/85, Banco de Bilbao: Renta Nacional de Esfiaña y su distribu-
ción provincial. Para 1985/89, Consejería de Hacienda: Coyuntura Económica de
Andalucía.
Puede observarse como de 1964 a 1973 la economía
andaluza creció un 6,7%, en tanto que de 1985 a 1989 ha cre-
cido un 5,5%. Así pues, el elevado crecimiento del PIB no es
un hecho insólito, antes bien en los años de 1964 a 1973, la
tasa de crecimiento fue aún más alta, sin que ello significara,
a nivel de comportamiento dinámico de las distintas estruc-
turas productivas, un cambio importante ya que los sectores
más productivos han sido bastante autárquicos, siguiendo la
tendencia histórica de estar más conectados con el exterior
que con la propia economía de la región.
La agricultura es el sector que ha tenido la tasa de creci-
miento menor de todos estos años, debido a factores coyun-
turales que han hecho que el año 1985 fuera excepcional-
(11) Delgado Cabeza, M.: «Condicionantes del futuro económico
de Andalucía», op. cit.
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mente bueno y el 1989 excepcionalmente malo. Las condi-
ciones climáticas favorables de 1987 y 1988 han llevado a la
agricultura a aportar aproximadamente un •20% del creci-
miento de estos años, con un extraordinario incremento de
los cultivos industriales (remolacha, algodón, girasol) y sobre
todo una cosecha récord de aceitunas de almazara.
La industria mantiene altas tasas de crecimiento, pero no
mayores que en los años 64/73. No hay que olvidar que este
sector aporta apenas algo más del 8% del Valor Añadido por
la industria española y que sigue la misma tendencia de los
años anteriores. Los sectores que conservan cierto dinamis-
mo son el naval, inmerso en una profunda crisis hasta el año
1986, la industria de papel, la construcción de automoviles,
la extracción de materiales de construcción y la fabricación
de máquinas de oficinas y ordenadores. Siendo las industrias
con cierto peso significativo: producción de minerales metá-
licos (un 42% del total español), minerales no metálicos (un
18%), alimentación, bebidas y tabaco (un 16%) y la industria
química (un 11%).
Junto a este crecimiento polarizado del sector industrial
andaluz, éste vuelve a poner de manifiesto su incapacidad
para crear empleo: sólo un incremento del 2,6% anual acu-
mulativo es lo que supone para el total de la ocupación del
período.
El único sector que crece a un ritmo significativamente
superior a años anteriores es la construcción. Este sector es
también importante por el volumen de empleo que arrastra,
aunque tiene una escasa vinculación con la economía anda-
luza (sólo con la producción y primera transformación de
metales, materiales de construcción, madera y corcho). Las
empresas de producción y primera transformación cubren
sólo el 29% de las necesidades del sector en la región, el
resto debe importarse; también los demás sectores relaciona-
dos con ella tienen fuertes necesidades de importación.
La construcción, a pesar de ser el principal responsable
del fuerte crecimiento de Andalucía, no puede decirse que
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sea el motor de la economía andaluza, pues, según diversos
estudios (12), se revela incapaz de inducir empleo mediante
su actividad en'los demás sectores de la economía. Aunque es
cierto que ha contribuido a crear empleo a nivel del sector,
éste desaparecerá una vez terminadas las obras, ya que no
hay que olvidar, que ha predominado la construcción de
obras públicas, mientras ha habido una desaceleración en la
construcción de viviendas privadas. De cara al futuro es
importante tener en cuenta que e137,3% del empleo genera-
do en el período ha sido en la construcción.
El sector servicios es el responsable, en un 53,7%, del
fuerte crecimiento de los años 85/89. Si se sigue la trayecto-
ria del mismo, se observa que la tasa de crecimiento acumu-
lativo del sector (4,7%)'está por debajo de la correspondien-
te al empleo (6,4%). Ello significa una disminución de la
productividad del sector, ya con niveles bastante bajos, y una
proliferación de formas de actividad marginales, cuyo creci-
miento se refleja en indicadores como la contratación relati-
va de asalariados frente al crecimiento de empresarios o el
incremento de licencias de venta ambulante.
El PIB por habitante es un indicador más, que sirve para
situar a Andalucía respecto al resto de las regiones españo-
las, según la evolución seguida por esta magnitud de 1979 a
1990 (13) . En plena crisis económica, en 1979, el PIB por
habitante andaluz, considerando la media española 100 era
de 73,0. En 1990 el PIB era de 70,9, así, aunque se sigue
conservando el penúltimo lugar, sólo Extremadura está
detrás, se ha perdido parte del volumen relativo alcanzado
en la crisis. ^
(12) Morillas Raya, A.: «Multiplicadores y modelo de empleo en el
análisis input-uotput. El caso de Andalucía», en Tablas input-output y
cuentas regionales,IDR, Sevilla, 1982.
(13) Fuente: Banco de Bilbao, La renta nacional y su distribución 1iro-
vincial. 1990, Cuadernos de Información Económica. n.° 49. Fundación
FIES, 1991.
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Description:Algunos rasgos de la estructura económica de Andalucía. 1.2.1. Evolución de las macromagnitudes económicas. No vamos a entrar en este apartado