Table Of ContentLa Ética en
Aristóteles
o la Moral de la Virtud
Osvaldo Guariglia
Eudeba S.E.M.
Fundada por la Universidad de Buenos Aires en 1958
Primera edición: octubre, 1997
Diseño de tapa: Luis M. De Ritis
Diseño de interior: Ezequiel A. Bluvstein
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Eilhard Schlesinger, Konrad Gaiser,
Rodolfo Mondolfo, José Luis Romero,
magistris illustribus, in memoriam.
Prólogo
El presente libro es el resultado de un largo y casi siempre amis
toso trato entre el autor y los textos aristotélicos, tanto los específica
mente éticos como los concernientes a la física, la metafísica, ¡a filo
sofía de la dialéctica, de la retórica y de la lógica, la biología, la
historia, etc., que se inició hace treinta y cinco años, cuando, a ins
tancias de mi maestro, Eilhard Schlesinger, comencé mi investiga
ción sobre Anaximandro de Mileto, la que culminaría en mi tesis de
licenciatura de la Universidad de Buenos Aires. Posteriormente, mi
Dissertation para obtener el Dr. Phil., en la Universidad de Tübingen,
Alemania, versó ya sobre un problema de filosofía de la lógica en
Aristóteles, a saber: su concepción de la teoría de los contrarios, en
especial por contraste con la teoría platónica de los principios, tal
como ésta había sido reconstruida por esos años por mi director,
Konrad Gaiser. A la problemática ligada con este tema se remonta
uno de los planteos que se encontrará desarrollado especialmente en
los primeros capítulos del presente libro, a saber: la concepción
aristotélica de la acción y de su conocimiento, el método apropiado
para las cuestiones que se relacionan con la praxis, y el significado
del término bueno o bondad referido a las acciones. En efecto, al
comparar y contrastar los textos aristotélicos con la metafísica
platónica del período tardío, tal como ésta aparece esbozada en los
diálogos a partir de la República, especialmente en el Filebo, y sobre
todo en los Testimonia platónica, recopilados por Gaiser, que reco
gen la tradición doxográfica sobre la así llamada doctrina no escrita
del filósofo ateniense, se me iba haciendo más y más claro el profun
do sentido que la ruptura epistemológica con el punto de vista de su
maestro había tenido para la maduración del concepto de acción y,
en general, para la visión de los fenómenos morales y políticos en
Aristóteles. Faltaba, sin embargo, otro estímulo, más acuciante y per
turbador, para volcarme decididamente hacia la ética con preferen
cia a los otros temas, igualmente atrayentes, que se ofrecían dentro
de los estudios aristotélicos a principios de los años setenta. Éste
provino de dos acontecimientos político-ideológicos que dieron un
vuelco a mis intereses académicos, encaminándolos definitivamente
hacia la ética y la filosofía política: el golpe militar-sindical, que
había derrocado al gobierno democrático del Presidente Arturo Iliia
en la Argentina, poniendo fin a toda esperanza de consolidación de
la entonces incipiente democracia, reinstaurada en mil novecientos
cincuenta y ocho, y el movimiento intelectual que encabezaron los
estudiantes alemanes en la última mitad de la década de los sesenta y
que estaba en su apogeo cuando yo arribé allí en mil novecientos
sesenta y oche. Por su influjo descubrí la primera Escuela de Francfort,
la Dialéctica de la Ilustración, la obra de Emst Bloch, a cuyos semi
narios en la Universidad de Tübingen asistí, a decir verdad en medio
de una enorme concurrencia que los tomaba caóticos y escasamente
académicos, y toda la bibliografía en tomo al joven Hegel y al joven
Marx. Es muy difícil recrear el clima de la República Federal de
Alemania por aquellos años, sobre todo cuando, a los pocos meses
de estar yo y mi familia allí, cayó el gobierno de la gran coalición
entre democristianos y socialdemócratas y Willy Brandt surgió como
el triunfador en las nuevas elecciones, que, por primera vez después
de cuarenta años, ungían a un socialista como primer ministro. Como
quiera que sea, no es mi intención al escribir este prólogo hacer una
autobiografía de mis años de formación, sino más bien trazar un es
bozo de mis variables relaciones con el Estagirita, a veces más amis
tosas y otras más tirantes, pero siempre intensas y productivas. A
partir del conocimiento y la apropiación de la teoría crítica comien
za la evolución de mi propio pensamiento en cuestiones de ética y
filosofía práctica, que tendrá un largo período de maduración hasta
que diez años más tarde, en mil novecientos setenta y ocho, alcance
un primer escalón en un artículo sistemático sobre ideología, al que
seguirán otros que culminarán seis años después en el libro Ideolo
gía, verdad y legitimación. También con relación a la ética de Aris
tóteles este nuevo enfoque producirá un giro importante en la visión
de la problemática: a partir de entonces me resulta impensable des
vincular las cuestiones de interpretación de la ética aristotélica, en
especial de su teoría de las virtudes, del contexto social e histórico,
la sociedad tradicional, agraria y señorial, en la que fue concebida y
escrita. Luego de mi retorno al país en mil novecientos setenta y uno
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comencé a trabajar en la Ética y la Política desde esta nueva pers
pectiva, que se fortaleció y enriqueció tanto con la lectura de la obra
como con las conversaciones personales que tuve la fortuna y el ho
nor de mantener durante esos oscuros años con dos eminentes histo
riadores de la cultura antigua y medieval, que vivían en un exilio
interior: Rodolfo Mondolfo y José Luis Romero, hasta el fallecimiento
de ambos en mil novecientos setenta y seis y setenta y siete respecti
vamente. A esa etapa, de mil novecientos setenta y tres al ochenta y
tres, pertenecen todos los artículos publicados por mí sobre Aristó
teles así como el libro cuyo origen era mi tesis de doctorado a la que
ya me he referido. Sin embargo, el material acumulado y los capítu
los inéditos del libro que había comenzado a escribir sobre la filoso
fía ética y política de Aristóteles duplicaba, al menos, lo publicado
hasta entonces.
En los siguientes años mi labor de investigación relacionada con
la ética de Aristóteles fue postergada por el interés sistemático en la
fundamentación de una ética universalista, dentro de la gran renova
ción que tuvo la disciplina luego de la publicación de la obra capital
de John Rawls en mil novecientos setenta y uno y de los trabajos de
Jürgen Habermas sobre la teoría de la acción comunicativa a partir
de ese mismo año hasta culminar en su monumental Teoría una déca
da después. En realidad, no es Aristóteles el filósofo clásico que está
en el centro de mi preocupación durante este tiempo, sino Kant, ya
que de lo que se trataba, a mi juicio, era de una renovación del uni
versalismo kantiano con los medios apropiados a una época
postmetafísica que sólo puede apelar a la evidencia del lenguaje y de
las reglas pragmáticas de la comunicación. Esta intensa confronta
ción con la lógica, la semántica y la pragmática del discurso norma
tivo, así como con los problemas que plantea para un renovado uni
versalismo la multiplicidad cultural del mundo contemporáneo (los
que fueron fuertemente destacados por la corriente opuesta, los co
munitarios, que recurren a Aristóteles en su ataque a Kant), me die
ron una nueva perspectiva de lo que a mi juicio constituye el núcleo
central de la ética aristotélica, la moral de la virtud, que expuse por
primera vez en un artículo sobre Aristóteles y la ética contemporá
nea en mil novecientos noventa. Es, en realidad, desde este nuevo
punto de encuentro que he retomado la investigación de la etica
aristotélica, en paralelo con mi trabajo sistemático sobre una ética
universalista. Por esta razón decidí publicar en mil novecientos noven
ta y dos todos mis trabajos, éditos e inéditos, sobre la Ética y Política
aristotélicas, organizados y sistematizados de modo tal que se presen
taran, si no en una exposición continua, al menos en una articulación
coherente. Se trató, en realidad, de una especie de Preprint o docu
mento de trabajo tanto por la precariedad de la edición como por el
estilo de la editorial (Centro Editor de América Latina) y de la colec
ción (Los fundamentos de las ciencias del hombre) que lo albergaba.
A pesar de estas características, el libro tuvo su repercusión, como lo
muestran las dos reseñas debidas a distinguidas colegas, especialistas
en filosofía griega: Graciela Marcos y María Isabel Santa Cruz, y las
numerosas citas en los trabajos de colegas filósofos/as.
La obra que hoy ofrezco difiere, pues, de todo lo anterior, ya que
se trata de una presentación continua y consistente de los temas cen
trales de la moral aristotélica de la virtud, de sus supuestos y puntos
de partida en la concepción de la acción, del método de la filosofía
práctica, y del tipo de razón apropiada a ella. Mi concepción actual
de la ética aristotélica se distingue notablemente en muchos aspectos
de la que tenía al comenzar a escribir hace casi veinticinco años
sobre ella: he revalorizado el papel que Aristóteles asigna a la razón
en la ética, y he descubierto que, dentro de la economía de su obra,
existe al menos una concepción de la buena vida, la del magnánimoó
centrada en la vida de la virtud, que aún hoy, a través de numerosas
mediaciones a partir de la ética estoica en adelante, nos habla de un
ideal que nos es familiar, aunque distante. Para llegar a estas impor
tantes rectificaciones así como para ofrecer la interpretación más fun
dada tanto de cada una de las virtudes como de su conjunto, me dedi
qué intensamente al estudio de la impresionante bibliografía en len
gua inglesa, de orientación analítica, aparecida en la última década,
que ha dado un impulso decisivo a las investigaciones sobre la filo
sofía práctica aristotélica, a pesar de las frecuentes reiteraciones, la
excesiva prolijidad y las abundantes trivialidades que se encuentra
en ella, al menos para alguien que, como yo, ha sido formado en la
rigurosa austeridad de la filología germánica.
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El plan general del libro es el siguiente: luego de un primer capí
tulo introductorio sobre la vida de Aristóteles y las obras dedicadas a
la ética que nos han sido transmitidas en el Corpus aristotelicum,
siguen dos capítulos, el 2 y el 3, dedicados a las cuestiones del méto
do en la filosofía práctica aristotélica. Los capítulos 4 y 5 están tam
bién dedicados a tres conceptos básicos, que por su importancia de
ben ser estudiados aparte: las acciones, su racionalidad (silogismo
práctico) y el tema del bien. La exposición de los temas básicos de la
moral aristotélica de la virtud es desarrollada del capítulo sexto al
undécimo. El capítulo 12 cierra el libro con una visión de la ética
aristotélica desde la perspectiva de la ética contemporánea, y más
especialmente, desde la peculiar visión que hoy nos procura la con
troversia entre universalismo y comunitarismo. Por último, salvo
marginalmente, no me ocupo en este libro de los temas de la Política
de Aristóteles, que están reservados para un estudio posterior - si la
vida me alcanza.
Para concluir, este libro, surgido como dije dé un cuarto de siglo
de investigación, no hubiera sido posible sin el apoyo de cuatro ins
tituciones a las que les debo agradecimiento: la Fundación
Alexander von Humboldt, de Alemania, el Consejo Nacional de In
vestigaciones Científicas y Técnicas, de la Argentina, y a las Univer
sidades de La Plata y Buenos Aires, que durante casi tres lustros
desde 1984 han sido testigos de mi obsesión con el Estagirita.
Hurlingham, invierno de 1997.
Nota preliminar
En el texto del libro se utilizan dos maneras distintas de citar:
A) los textos clásicos son citados entre paréntesis en el cuerpo
principal por medio de las abreviaturas usualmente utilizadas, que se
encontrarán explicadas en la cita completa en la Bibliografía con la
que se cierra el libro, por ejemplo: (EN 11,1094 a I - 5) remite a la
Ethica Nicomachea, libro I, cap. l.pág. 1094, columnas, líneas I a
5 de la edición de I. Bekker, que se encuentra reproducida al margen
de todas las ediciones críticas y de las mejores traducciones.
B) la bibliografía secundaria se cita en las notas de acuerdo al si
guiente esquema: 1) autor, fecha de publicación y páginas, si se trata
de libros o artículos, y 2) autor, sigla del título, tomo y páginas, si se
trata de historias de la filosofía, de diccionarios o de gramáticas. Como
en A), las citas completas se encontrarán en \nBibliografia final, orde
nada en seis grandes secciones: 1. Historia de la filosofía griega; 2.
Monografías y artículos sobre filosofía griega, especialmente sobre la
ética de Aristóteles; 3. Historia de la literatura, de la cultura y de la
religión; 4. Diccionarios y gramáticas; 5. Historia política, social y
económica; y 6. Filosofía en general, especialmente ética.
Todas las traducciones de los textos citados son mías, a menos
que se indique lo contrario. En las traducciones de los textos se utili
zan los siguientes signos diacríticos:
[ ] indican una interpolación hecha por mí al texto original, sea
para completar el sentido implícito, sea para comentarlo.
A
< > indican una interpolación de una o más palabras en el texto
griego, introducida por medio de una conjetura por el editor, uno de
los comentaristas, o en casos excepcionales por mí.
{} indican que se debe suprimir una o más palabras del texto
griego, debidas a una interpolación ocurrida en la transmisión del
texto de los manuscritos, de acuerdo con alguno de los editores o
comentaristas.
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