Table Of ContentTesis Doctoral
Españoles, apaches
y comanches
Mariano Alonso Baquer
Madrid, 2016
Tesis Doctoral
Españoles, apaches
y comanches
Mariano Alonso Baquer
Esta obra está basada en la tesis doctoral del mismo autor titulada <Defensa
y estrategia militar en las Provincias Internas de Nueva España (1760-1805)>
Presentada en la Universidad de Valladolid el 22 de octubre de 2014, obte-
niendo la calificación de Sobresaliente <Cum Laude>
Madrid, 2016
CATÁLOGO GENERAL DE PUBLICACIONES OFICIALES
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Edita:
MINISTERIO
SECRETARÍA
DE DEFENSA GENERAL
TÉCNICA
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© Autor y editor, 2016
NIPO: 083-16-311-1 (edición libro-e)
NIPO: 083-16-310-6 (impresión bajo demanda)
ISBN: 978-84-9091-181-5 (edición libro-e)
Fecha de edición: noviembre 2016
Maquetación: Imprenta Centro Geográfico del Ejército
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INTRODUCCIÓN
REFERENCIA PERSONAL
En los meses de septiembre y octubre de 1990, un grupo de 8 jefes, ofi-
ciales y suboficiales del Regimiento de Infantería de Montaña América n.º 66,
de guarnición en Pamplona, realizó una expedición a las antiguas provincias
españolas del sur de Norteamérica, los actuales estados de Nuevo México y
Texas, con ocasión de los actos del centenario del descubrimiento de América.
La expedición tomó el nombre de Urrutia, uno de los primeros coroneles del
Regimiento creado en 1762 para servir de modelo a las unidades españolas
que habían de formarse en el virreinato de Nueva España. Urrutia era capitán
con título de ingeniero militar, había llegado a Nueva España con la expedición
Villalba y participado en la inspección de los presidios fronterizos, dirigida
por el marqués de Rubí, y en la confección de los planos de todos los presidios
además de un mapa de toda la frontera septentrional del virreinato. Siendo ya
general del Ejército, relevó a Ricardos en la campaña de los Pirineos contra
Francia y más tarde creó el Arma de Ingenieros militares en España.
Como coronel del Regimiento y jefe de la expedición, me comprometí a dar
algunas conferencias en El Paso, Alburquerque y Santa Fe, de Nuevo México, y
en San Antonio de Texas, sobre la presencia española en esos territorios, para lo
que tuve que investigar en los archivos de los Servicios Histórico y Geográfico
del Ejército. Aunque la investigación no había sido muy profunda, al exponer
los temas, me sorprendió la ignorancia que los habitantes de los Estados, aun-
que fueran de origen hispano, tenían sobre los detalles de su propia historia,
aunque conservaban tradiciones como los viejos romances de desposados y
el baile paloteado de San Lorenzo en Bernalillo en Nuevo México.
En El Paso asistimos a varias reuniones oficiales, en una de las cuales, en
la Cámara de Comercio de la ciudad, recibimos el título de «Ciudadanos ho-
norarios». También fuimos invitados a una reunión con el departamento de
Historia de la Universidad mexicana de Ciudad Juarez, donde tuvimos unas
largas charlas con los profesores y nos entregaron unos libros del historiador
Alessio Robles sobre el periodo de la colonización española en la frontera
septentrional.
El 26 de septiembre, acompañados por un destacamento de la Guardia
Nacional de Nuevo México, iniciamos en automóvil la marcha hasta
Alburquerque, (ahora llamado Albuquerque), y desde allí, a pie recorrimos
el Camino Real español de Nuevo México, hasta Santa Fe. En todos los lugares
recibimos el cariño y el afecto de las poblaciones hispanas y de los pueblos
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indios, como el de Santo Domingo, donde todo el pueblo de la tribu quere
fue entrando a la casa donde estábamos comiendo, y pasando sus amuletos y
besando al guion del Regimiento, que llevaba el escudo del rey Carlos III. Al
investigar las razones de tales reverencias, el alcalde del pueblo nos enseñó
los documentos de propiedad de sus tierras, que provenían de la colonización
española y que tenían el mismo escudo que nuestro guion. Seguimos por el
Camino Real español, tal como figuraba en los mapas que llevábamos, pero
que no había sido conservado, por lo que tuvimos que saltar tapias y andar
por terrenos ariscos, hasta el pueblecito de la Bajada y desde allí a Santa Fe,
capital del Estado, la más antigua de los Estados Unidos, a donde llegamos el
día 1 de octubre.
Allí tuvimos un caluroso recibimiento, en cuya plaza mayor nos esperaba el
jefe de la Guardia Nacional con una compañía de milicias, pues, bien exhibido
en pancartas de la ciudad, se había declarado ese día como el del Ejército es-
pañol. Recibí la Medalla al Mérito de Nuevo México y tuve que dar un discurso
de salutación y agradecimiento. También se formó una manifestación civil con
pancartas en inglés y español pidiendo se recuperara el antiguo Camino Real
español que subía desde El Paso hasta Santa Fe, y que se había perdido en gran
parte de su recorrido.
Tras varias visitas, reuniones y con-
ferencias, fuimos en avión a San Antonio
de Texas, donde nos alojaron en la base
militar del Ejército. Allí visitamos las
cinco misiones españolas de San José,
San Juan de Capistrano, San Antonio de
Valero, La Concepción y San Francisco de
la Espada, así como los restos españoles
de la ciudad. A continuación nos traslada-
mos a los presidios españoles del Estado,
comenzando por el de San Sabá, donde
solo quedaban algunos restos hispanos
de la misión adyacente. Fuimos recibi-
dos en el gobierno de Texas de Austin
con gran afecto, donde además había
una oficina dedicada exclusivamente al
mantenimiento de los Caminos Reales
españoles del norte y del sur del Estado.
De allí marchamos al presidio de
Nuestra Señora de Loreto de la Bahía
Imagen de la Conquistadora,
del Espíritu Santo, en la actual ciudad de Patrona de Santa Fe
Goliad, pasando por lo que fue el destaca-
mento español de Texas de El Cíbolo, ahora ocupado por inmigrantes polacos
en una aldea llamada Chestohova. El de Loreto está totalmente reconstruido por
una descendiente del que fue comandante general de las Provincias Internas,
O’Conor, y en cuya puerta, además de las banderas de Estados Unidos, del
Estado de Texas y de México, ondeaba la española de Carlos III. Finalmente vi-
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sitamos las ruinas arqueológicas del presidio de Orcoquizac, y de allí a Houston,
donde vimos el museo espacial de la NASA.
Tras esta extraordinaria experiencia, me convencí de la importancia de pro-
fundizar en la historia de la presencia española en la frontera septentrional del
virreinato de Nueva España, ahora sur de los Estados Unidos, por lo que, cuando
pasé a la situación de reserva con el empleo de teniente general, me decidí a
hacer el doctorado de Historia en la Universidad de Valladolid para investigar
en profundidad sobre este importante periodo de la historia militar de España.
CONSIDERACIONES PREVIAS
Se pretende en este libro un objetivo histórico de carácter esencialmente
militar, por lo que en su conjunto deberé dar respuesta a las preguntas que toda
historia militar hace respecto a los temas tratados, referidas a organización,
misiones, estructura jerárquica, despliegue, medios y armamento, códigos de
comportamiento, procedencia y formación de los militares, etc., como partes de
un esquema general referido a un tiempo histórico, a un espacio geográfico y
a unas circunstancias de hechos, directa o indirectamente relacionadas con los
hechos militares. En consecuencia, se ha partido de un conocimiento inicial de
la zona a estudiar en su contexto histórico y geográfico, es decir, de la geografía,
la población y las situaciones políticas y orgánicas de la frontera septentrional
del virreinato de Nueva España, necesarias para entender el problema militar
de su seguridad, sus objetivos y sus amenazas, factores todos que obligaron a
la creación y presencia de un ejército.
El análisis tradicional de los temas militares se basaba en 4 conceptos, a
los que últimamente se añadió otro. Los primeros eran la misión, el terreno, el
enemigo y los medios propios, a los que se sumó el de las circunstancias exter-
nas, que pueden comprender desde las condiciones políticas, con sus alianzas
y enemistades, a la climatología y a realidades humanas como la educación,
la estructura social y, en la época que nos ocupa, las creencias y actividades
religiosas.
A lo largo de todo el periodo estudiado, es decir, los reinados de Carlos III
y Carlos IV, la misión principal de las tropas fronterizas fue el mantenimiento
de la paz y la defensa contra las agresiones de los indios bárbaros, tanto los
situados en el interior como los provenientes de los espacios más allá de los
terrenos colonizados. La larga y amplia frontera llevaba desde la Luisiana has-
ta el océano Pacífico en la península de California y en la mitad del periodo,
hasta la costa de la Alta California, con el punto avanzado de la provincia de
Nuevo México. Los medios propios fueron las denominadas tropas presidiales,
cuya evolución en su número, preparación, armamento, dotaciones, calidad de
sus mandos y niveles de adiestramiento se estudian en este libro, así como las
milicias ciudadanas y el apoyo de tribus indias amigas de los españoles.
Además de los temas militares, se van a analizar otros temas históricos im-
portantes como la vida de las poblaciones y guarniciones de la frontera, la suce-
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Description:tras recorrer 545 leguas en un mes. Antes de salir a Arizpe el caballero de Croix sufrió una grave enfermedad, cuyo diagnóstico no se especificaba,