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USA – Colombia
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Ensayos literarios
José O. Alvarez, Ph.D.
Literart 2006
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© Literart 2006
Está permitida la reproducción parcial de este libro previa autorización escrita
del autor.
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Segunda edición, 2006
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Del monolog(u)ismo del texto al
polilog(u)ismo del hipertexto*
El siguiente trabajo forma parte de una ponencia presentada en la
Segunda Conferencia de Literatura Iberoamericana realizada del 28
al 30 de octubre de 1999 en la Universidad Internacional de la
Florida (Estados Unidos) y publicada por la revista Espéculo de la
Universidad Complutense de Madrid (España). Esta versión escrita,
que se puede leer en forma lineal, carece de la riqueza de la versión
online que permite la lectura polidireccional. La última está sujeta a
infinitas lecturas porque sigue los planteamientos hipertextuales que
han roto los esquemas lineales para terminar emparentándose con
las estructuras enlazadas de nuestros pensamientos y ensoñaciones.
Lo que me anima a este proyecto es que muchas de las cosas que
nos asaltan ahora, tienen que ver con la fragmentación pregonada
por la postmodernidad. Los textos han perdido la totalitaria
centralización que ejercían sobre el lector pasivo. Son muchos los
fragmentos que retomo para armar este rompecabezas,
sobresaliendo entre ellos los planteamientos de Barthes que se
emparentan a los utilizados por Cortázar, vislumbrados antes por
Laurence Stern en su Tristan Shandy, y a otros precursores del
hipertexto. Las teorías orientadas hacia el lector también caen en
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este plano, y aún los planteamientos deconstruccionistas sirven de
base para ese cambio veloz que está sucediendo para bien, porque
la librería virtual o la Biblioteca Total como la soñó Borges, ya no
está a la vuelta de la esquina sino que ha llegado a casa.
Debido a que el trabajo toma como base esa biblioteca virtual,
en lo posible las citas saldrán de esa misma biblioteca que segundo
a segundo crece abrumadoramente. Muchos interrogantes quedarán
planteados porque las soluciones nos harían caer en lo que se
critica. Para subirnos en el tren del futuro, esta ambigüedad es
enriquecedora, pues exige nuevos lectores y nuevas visiones
pedagógicas.
Antes de adentrarnos en los laberintos del hipertexto, conviene
saber su definición. Sobre las nociones básicas del hipertexto y la
estructura del hipertexto existe mucho material, la mayoría
repetitivo que se puede consultar en el/la Web. En la traducción
que hace Susana Pajares Tosca de un artículo de Charles Deermer
nos enteramos de la historia del término y a la vez la confusión de
este autor al enfrentarse a una obra de teatro que no iba a ser lineal,
sino con escenas simultáneas. Esto le sirve para divagar acerca del
hipertexto que lo ve como algo novedoso dentro de la textualidad.
Lo que hace que el hipertexto sea hipertexto no es la no-linealidad
sino la elección que hay que hacer frente a esos senderos que se
bifurcan en ese universo cibernético. El hipertexto, por lo tanto, es
un tipo especial de texto en el que el lector elige activamente la
secuencia del material.
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Según Dave, hay un acuerdo entre los teóricos hipertextuales
de que el hipertexto es como una telaraña que se asemeja en casi
todas sus funciones a los procesos cerebrales. El pensamiento
postmoderno se identifica con estos postulados, pues el texto ideal
está compuesto de bloques de palabras, imágenes o sonidos
enlazados electrónicamente en un tejido inagotable. Dave basa su
crítica en los planteamientos de Barthes, Foucault y Derrida.
También ve en el hipertexto la realización del formalismo ruso
bajtiniano por ese aspecto dialógico, polifónico y multivocal. Por lo
tanto, el hipertexto es el resultado de ese espacio postmoderno que
convierte la marginalización y los bordes en el centro de su
preocupación.
Una de las cosas más importantes del hipertexto es que enlaza
materiales que han sido colocados en la red. Es una especie de
diagrama virtual que enlaza páginas y páginas hasta nunca acabar.
En un pequeño recuento sobre "el hipertexto o cómo comprimir la
experiencia de años", un autor anónimo, dice que hipertexto es una
palabra que suena y sonará cada vez más. Los libros de notas y citas
se asemejan un poco, pero se quedan cortos ante este apabullante
fenómeno. Ortiz , hace un recuento de lo que es el hipertexto, el
World Wide Web (WWW) y el HyperText Transfer Protocol
(HTTP). Se remonta a la biblioteca de Alejandría hasta llegar a los
limites de la literatura decimonónica impresa que está dando paso a
un sistema hipermediático. Este sistema nos conduce al origen de lo
literario, "al pensamiento anónimo" cuyo portavoz, Homero, es "un
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nombre para ese coro de voces anónimas". Destaca entre los
precursores a Ted Nelson quien utilizó por primera vez el término
Hypertext referido a la escritura no secuencial.1 En su libro pionero
titulado Dream Machines, Nelson propone un sistema de escritura
no secuencial donde el lector tiene la libertad de moverse a su
antojo como cuando consulta una enciclopedia, con la ventaja que
no sigue una estructura predeterminada por ésta, sino su propia
elección. Los artículos o lexias, como diría Barthes, no están
ordenados por título o tema, sino a través de enlaces a otras
páginas. Las marcas pueden ser palabras, imágenes o símbolos que
denotan su uso cambiando de color. El texto de Moulthrop sobre
hipertexto y las políticas de interpretación que discute esta
problemática nos acercan a ese lector/autor como Borges, que
vislumbró la hipertextualidad al dar citas a pie de página, a veces
sólo por el gusto de la cita y para romper con la monotonía lineal
del texto.
Roland Barthes define el texto "escribible", como ese espacio
social que permea todo lenguaje o discurso que pretenda asumir la
posición de juez, profesor, analista, confesor o decodificador. Su
sistema se emparentó con esa tendencia a descentralizar la
autoridad para repartirla entre los individuos. La muerte del autor
que propone Barthes, citado por los autores Keep y MacLauglin,
pone el énfasis alejado de lo conocido, lo unificado, centralizado,
liberando la escritura del despotismo de eso que se llama El Libro.2
El límite impuesto por el autor da un significado preciso y cierra la
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escritura. Al rehusar asignar un último significado al texto, se libera
de ese teologismo logocéntrico de significados fijos y, a lo Nietzche,
rechaza a Dios (en su acepción omnímoda) con todos sus
adimentos de razón, ley y orden.
Keep y MacLauglin ven tentador el sueño utópico barthesiano
de una escritura liberada del autor. La posibilidad de que cada lector
pueda agregar, alterar, editar el texto abre la puerta a la creación
colectiva. Este mismo texto, al ser leído por usted, puede
enriquecerse al recibir en forma inmediata sus comentarios. A
medida que otros lectores accedan a él, el texto queda abierto como
tierra fértil para que el rizoma se expanda.
Landow, retoma a Barthes para consolidar su teoría. Según este
nuevo gurú de la hipertextualidad, el hipertexto enmascara los
límites entre el escritor y el lector obteniendo de esta forma el texto
ideal. Los cambios violentos en la autopista de la información
prolongan el abismo creado entre el texto escrito tradicional y el
hipertexto. Al igual que Cortázar en Rayuela, la nueva meta es
acabar con el consumidor pasivo. Rayuela se puede leer en forma
lineal o siguiendo un tablero de dirección que desemboca en
diferentes lecturas las cuales terminan en un círculo vicioso. El
lector se convierte en productor de texto. Hay una crítica a esa
literatura que se ha caracterizado por ese inmisericorde divorcio
entre el productor del texto y el consumidor, entre amo y esclavo,
entre autor y lector. La poca libertad que tiene este último es la de
aceptar o rechazar el texto. Opuesto al “writely text” está el
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“readerly text” que no sólo puede ser leído, sino construido,
deconstruido y aumentado al infinito. Esta es uno de las grandes
ventajas del hipertexto, pues convierte al lector en el creador del
propio texto que va a leer. Al permitir que grupos de autores y
lectores enlacen la información que tienen al respecto basados en
textos existentes o creados al mismo tiempo que se lee como las
antiguas notas al pie de página, el hipertexto va mucho más lejos.
Un hipertexto de éstos en los dedos de un Juan-Navarro se
enriquece aún más porque puede plantear puntos de vistas afines o
contradictorios. Este cruce referencial puede llevar a nueva
bibliografía o a otros mundos que se abren como sucede con
nuestros pensamientos cuando nos ponemos a divagar. Para tener
una idea de lo que es este hipertexto, las notas al pie de página o las
obras consultadas se pueden enlazar en un simple parpadeo.
Tartling basándose en el libro S/Z de Barthes plantea la lectura
multisecuencial que es una operación implícita en muchos libros en
donde la indización coordinada compleja se puede comparar a la
disección crítica que Barthes hace del libro de Honorato Balzac en
la pequeña historia Sarrasine. Barthes a través de 561 bloques de
significación o lexias descompone el libro. Si hubiera utilizado la
forma intertextual habría logrado una ramificación inacabable.
Estas lexias pueden incluir pocas palabras, largas frases, o
fragmentos que imperceptiblemente están ligados al discurso de la
narración. En la introducción al libro defiende el por qué de cortar
en pedazos el libro renunciando a la construcción de enormes
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