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EDUCAR PARA UNA CULTURA MEDIOAMBIENTAL
PEDRO ORTEGA RUIZ (*)
RAMÓN MÍNGUEZ VALLEJOS (*)
RESUMEN. Hasta ahora, el problema medioambiental ha sido tratado desde pers-
pectivas ecológicas, económicas, biológicas, políticas, etc. La perspectiva moral del
problema medioambiental ha sido insuficientemente tratada. El presente trabajo
postula un cambio de paradigma en el trato con la naturaleza que nos sitúe a los hu-
manos y no humanos como miembros o sujetos de una misma comunidad biótica.
En tal sentido, el paradigma antropocéntrico, predominante durante muchos años
en el trato con la naturaleza debe ser sustituido por otro paradigma que responda
mejor a la real situación del hombre en el planeta Tierra. Defendemos el paradigma
biocéntrico como el modelo más adecuado para abordar las difíciles relaciones del
hombre con la naturaleza. Entendemos que el problema medioambiental, en su raíz,
es un problema moral, y desde esta perspectiva, debe abordarse la crisis medioam-
biental a la que la sociedad actual se enfrenta.
ABSTRACT. To date, the environmental problem has been dealt with from ecolog-
ical, economic, biological and political standpoints, among others. The moral view
of the environmental problem has not been sufficiently developed. This paper
vouches for a change of paradigm when dealing with nature—one that sets humans
and non-humans as members or subjects of one same biotic community. In this re-
spect, the anthropocentric paradigm, dominant for many years when dealing with
nature, should be replaced by another paradigm that can better respond to the actual
situation of man on the planet Earth. We defend die biocentric paradigm as the
most appropriate model for assessing the difficult relations between man and nature.
We understand that the root of the environmental problem is of a moral nature, and
chis is the viewpoint from which the environmental crisis that present-day society is
facing must be assessed.
(S) Universidad de Murcia.
Revista de Educación, núm. extraordinario (2003), pp. 271-294 271
Fecha de entrada: 01-10-2003 Fecha de aceptación: 03-11-2003
LAS DIFÍCILES RELACIONES DEL propia naturaleza, en el proyecto ilustrado,
HOMBRE CON LA NATURALEZA. se convierte, con la ciencia, en herramienta
NUEVO PARADIGMA? de dominación. «La naturaleza, comprendi-
da y dominada por la ciencia, reaparece en
Una de las características que mejor definen el aparato técnico de producción y de des-
a la crisis medioambiental es su enorme trucción, que sostiene y mejora la vida de los
complejidad. De una u otra manera todas individuos al tiempo que los subordina a los
las actividades humanas están afectadas por dueños del aparato» (pp. 193-94). Y más
ella. No se trata, por tanto, de un problema adelante llega a afirmar: «La civilización...
sólo ecológico que haya de ser tratado en el ha tratado a la naturaleza como ha tratado al
ámbito exclusivo de la ecología. En la era de hombre: como un instrumento de la pro-
la globalización ya no es posible sustraer un ductividad destructora» (pp. 268-69).
problema a la influencia de otros proble- En las últimas décadas se ha empezado
mas. Todo aparece interrelacionado. Y esta a tomar conciencia de que economía y de-
es la clave para entender esta crisis, si sabe- sarrollo ya no pueden ir por caminos sepa-
mos ubicarla «en el marco de una crisis de rados y menos aún enfrentados con el cui-
mayor amplitud que afecta a los pilares del dado de la naturaleza; que el bienestar de la
proyecto civilizador de la modernidad» (Ca- humanidad está indisolublemente vincula-
ride y Meira, 2001, p. 36). La relación entre do al desarrollo con la naturaleza; que se
el hombre y la biosfera ha sido todo menos hace inaplazable un contrato natural basado
pacífica. Se ha caracterizado por el aumento en la alianza de la ciencia, el desarrollo y la
de desequilibrios o disfuncionalidades oca- preservación del medio ambiente (Mayor
sionados por el singular comportamiento Zaragoza, 2001). Si en las décadas pasadas
humano. La capacidad tecnológica de la so- se nos había enseriado a pensar y vivir en
ciedad actual en el uso y transformación de un mundo de recursos naturales inagota-
la energía, la facilidad del transporte de mer- bles, los informes del Club de Roma Los
cancías, la sobreexplotación de los recursos Limites del crecimiento (1975), Factor 4
naturales y la superproducción y la manipu- (1997) y Nuestro futuro común (1992) nos
lación genética de alimentos, el uso intensi- advierten que los recursos naturales son li-
vo de productos químicos en la agricultura mitados y que los residuos producidos por
con sus posibles consecuencias en la altera- el consumo cada vez mayor de energía y
ción del genoma y comportamiento huma- materias primas ponen en peligro la capa-
nos ha llevado al extremo el proyecto de la cidad de «acogida» del ecosistema. Hasta
modernidad de dominio de la naturaleza. ahora, la respuesta a esta situación de
Tal grado de desequilibrios ha sobrepasado «emergencia ambiental» se ha limitado a la
la capacidad de «acogida» o asimilación por restauración de los daños producidos y a la
parte de la biosfera, y la reacción se ha hecho prevención de los fenómenos de degrada-
inevitable (Díaz Pineda, 1996). Para Mar- ción del medio ambiente. Pero esta res-
cuse (1972, p. 193), este estado de cosas, de puesta, aun siendo necesaria, está siendo
abierta hostilidad entre el hombre y la natu- del todo insuficiente porque deja intactas
raleza, no es ajeno a la ciencia que «gracias a las causas que producen el problema am-
su propio método y sus conceptos, ha pro- biental: 1) una concepción de las relaciones
yectado y promovido un universo en el que hombre-naturaleza fundada en el dominio
la dominación de la naturaleza ha permane- y explotación; y 2) el sistema económico de
cido ligada a la dominación del hombre: un producción y distribución de las riquezas
lazo que tiende a ser fatal para el universo que está generando la sobreexplotación de
como totalidad». Hasta el punto que lo que los recursos naturales en los países pobres y
debió ser instrumento de liberación de la su inevitable degradación. Son estos dos
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factores los que se han de modificar para durante siglos, que lo ligaba a la supervi-
cambiar las «condiciones ambientales» y vencia de la especie humana y, más tarde, a
afrontar adecuadamente la crisis ambiental la prosperidad y al progreso. Esta cultura
que nos afecta. Es indispensable descubrir milenaria ha conformado nuestra sociedad
las relaciones estrechas, sistérnicas que exis- occidental y ha configurado una visión del
ten entre 1) la degradación del medio am- universo como un sistema mecánico com-
biente, y 2) las actitudes, valores y estilos de puesto de piezas, el cuerpo humano como
vida que se mantienen y el sistema econó- una máquina, la vida en sociedad como
mico dominante que gobierna las relacio- una lucha competitiva por la existencia y
nes de producción y distribución de las ri- ha hecho posible la creencia en un progreso
quezas. La cultura, traducida en estilo de material ilimitado a través del crecimiento
vida, y sistema económico están en la raíz económico y tecnológico (Capra, 2002).
de la crisis ambiental que padecemos. Esta cosmovisión, sobre la cual nuestra cul-
Hasta hace pocas décadas, el proble- tura ha sistematizado los problemas mora-
ma medioambiental se ha percibido como les, está en la raíz del puesto que nuestra
algo local limitado en sus efectos a las tradición filosófica asigna al hombre en el
fronteras de un país o región. Ahora se ha cosmos y del papel que le otorga como ad-
asumido que el medio y su alteración o ministrador y transformador de la natura-
protección tiene consecuencias globales. leza. En nuestros días, sin embargo, se em-
Las fotografías de la Tierra, tomadas desde pieza a ver al ser humano como un viviente
el espacio en las expediciones del Apolo, más junto a o con los otros seres vivos, con
nos mostraron un planeta unido por siste- quienes comparte solidariamente la aven-
mas ecológicos, ignorando las fronteras tura de la vida. El hombre no es ya un ser
políticas actualmente existentes. «Antes, vivo contrapuesto a una naturaleza que do-
cuando los pueblos vivían aislados, traspa- mina y transforma, sino un ser viviente que
sar los umbrales de la sostenibilidad sólo se realiza en interdependencia con otros.
tenía consecuencias reducidas al ámbito De conquistador de la comunidad terrestre
de lo local. Hoy, en cambio, en la era de la ha pasado a ser un simple miembro y ciu-
globalización de la economía, la técnica y dadano de ella, un miembro más de la co-
la información, traspasar un umbral en un munidad biótica (Leopold, 2000). Se per-
país puede suponer añadir dificultades y cibe como un elemento vivo del ecosistema
problemas en otros países» (Ortega y global que, para su pervivencia, es necesa-
Mínguez, 2001, p. 162). La tierra se nos ria también la continuidad de la vida de
ha quedado demasiado pequeña, y nues- otros seres. Vive en estrecha interdepen-
tro horizonte visual y moral ya no acaba dencia, en una red de relaciones, en la que
en la inmediatez de las fronteras o límites el éxito de cada individuo depende del éxi-
de nuestra región o país, sino que se ex- to de la comunidad como un todo. En la
tiende a cualquier lugar del planeta que casa común (oikós), que es la tierra, nadie
antes sólo lo contemplábamos en nuestra ni nada es extraño o ajeno, todos forman
fantasía. El problema ambiental también parte de un prodigioso entramado con un
se ha globalizado, ha pasado a ser un signo mismo destino: hacer posible, ininterrum-
de nuestro tiempo. pidamente, el espectáculo de la vida. Ello
La visión dialéctica hombre-naturale- explica la aparición de una abundante bi-
za, presente en toda la tradición judeo-cris- bliografía que reclama la sustitución del
tiana, ha impregnado toda la cultura occi- paradigma ético heredado por un nuevo
dental y las relaciones del hombre con su modelo en el que las relaciones del hombre
medio. Dominar y explotar la tierra ha sido con la naturaleza no se entiendan desde la
una consigna o mandato divino, repetido posición privilegiada o central de aquél en
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el mundo, sino como otro ser vivo más ser capaz de establecer relaciones morales
junto a o con los otros seres vivos en la co- o el único referente moral. También los
munidad biótica. Se plantea abiertamente otros seres, vivos serían, al menos, consi-
el tránsito de una visión netamente antro- derados objetos morales, no sometidos,
pocéntrica, de raíces kantianas, en la que por tanto, al uso abusivo del hombre. La
las relaciones morales sólo se pueden esta- naturaleza adquiere con ello valor intrín-
blecer entre sujetos capaces de razonar, de seco y es reconocida como sujeto moral.
tomar decisiones y de asumir responsabili- Los imperativos morales ya no son dados
dades, dominante en las pasadas décadas, a únicamente por el sujeto transcendental,
otra en que se piensa que también el resto como en la ética kantiana, sino que son
de los seres vivos puede ser sujeto moral, en explicitaciones de la ley suprema de la na-
el sentido de ser sujetos de derechos, no de turaleza: algo es justo cuando tiende a
responsabilidades, de los que no se les pue- conservar la integridad de la naturaleza;
de despojar impunemente (Ortega y Mín- algo es injusto cuando la degrada y des-
guez, 2001). Se está produciendo, lenta- truye. «Ver únicamente a los seres huma-
mente, el tránsito del paradigma cartesiano nos como fines en sí mismos, y a todas las
a un modelo holista, g,lobalizador en la in- demás especies como meros instrumen-
terpretación del hombre en la naturaleza tos al servicio de los intereses humanos,
que rompe con el dualismo hombre-natu- constituye un fallo de imaginación mo-
raleza hasta ahora existente. Este nuevo en- ral» (Jacobs, 1997, p. 145).
foque reconoce, por una parte, la interde- Aun admitiendo que la comunidad éti-
pendencia fundamental entre todos los ca sea la comunidad de los seres humanos
seres y, por otra, el hecho de que, como in- racionales en tanto que racionales y capaces
dividuos y como sociedades, estamos todos de comunicación intersubjetiva, se discute
inmersos en los procesos cíclicos de la na- seriamente que los principios y las normas
turaleza. «Cuando esta profunda percep- emanados de una ética así construida ten-
ción ecológica se vuelve parte de nuestra gan que recluirse, a su vez, en los límites del
vida cotidiana, emerge un sistema ético ra- mundo de los seres vivos racionales. Hans
dicalmente nuevo» (Capra, 2002, p. 32). Jonas (1995), en su ya clásica obra: El prin-
Esta reubicación del hombre en el cipio de responsabilidad, nos advierte que la
cosmos implica un cambio radical en la naturaleza de la acción humana ha cambia-
comprensión de los valores morales e in- do de facto y que a la misma se le ha agregado
troduce un nuevo paradigma en el que lo un objeto de orden totalmente nuevo: la
ético rompe los límites de la antropología biosfera del planeta, de la que hemos de res-
tradicional, exigiendo pensar al hombre ponder, ya que tenemos poder sobre ella. Es,
desde una concepción menos unidimen- sin duda, un novum sobre el cual la teoría
sional, ampliando el campo de la ética al ética tiene que reflexionar. Y no se trata de
ámbito de las relaciones del hombre con una «novedad» puramente cuantitativa que
la naturaleza, resaltando la identidad y el pueda ser tratada con los criterios éticos tra-
destino común de ambos. «Una ética me- dicionales, sino de un «orden moral» que,
dioambiental, así reconstruida, está ca- por inaugurar horizontes inéditos para la ac-
pacitada tanto para hacer justicia al pro- ción humana, exige también principios mo-
tagonismo del hombre en el mundo rales nuevos. Sostiene Jonas que ya no es un
moral como para rehabilitar a la natura- sinsentido preguntar si el estado de la natu-
leza mediante el reconocimiento de sus raleza extrahumana, ahora sometida a nues-
valores y de su dignidad» (Gómez-Heras, tro poder, puede plantearnos algo así como
2000, p. 18). A partir de ahora ya no se una exigencia moral, no sólo en razón de
considera al ser humano como el único nosotros, sino también en razón de ella y
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por su derecho propio. Ello obligaría, afirma para la explotación y el dominio sobre la na-
Jonas, a un nada desdeñable cambio de turaleza desencantada (Sánchez, 1994). «La
ideas en los fundamentos de la ética. «Impli- Ilustración se relaciona con las cosas como el
caría que habría de buscarse no sólo el bien dictador con los hombres. Este los conoce
humano, sino también el bien de las cosas en la medida en que puede manipularlos. El
extrahumanas, esto es, implicaría ampliar el hombre de la ciencia conoce las cosas en la
reconocimiento de "fines en sí mismos" más medida en que puede hacerlas. De tal
allá de la esfera humana e incorporar al con- modo, el en sí de las mismas se convierte en
cepto de bien humano el cuidado de ellos» para él» (Horkheimer y Adorno, 1994,
(Jonas, 1995, p. 35). Para Habermas (2002, pp. 64-65). Esta ampliación del campo mo-
pp. 62-63) Marcuse defiende la idea de una ral rompe los límites de la ética hasta ahora
reconciliación del hombre con la naturaleza, conocida. No sólo debemos cuidar y preser-
atribuyéndole a ésta la categoría de interlo- var la naturaleza porque es un bien del que
cutor moral. «En lugar de tratar a la natura- tenemos que dar cuenta a las generacio-
leza como objeto de una disposición posi- nes futuras, sino porque los seres vivos (la
ble, se la podría considerar como el naturaleza extrahumana, como dice lonas)
interlocutor en una posible interacción. En también son «fines en sí mismos», indepen-
vez de a la naturaleza explotada cabe buscar dientemente de que nos sean o no útiles y
a la naturaleza fraternal». Más aún, atribuye necesarios, a nosotros y a las generaciones
a la naturaleza la capacidad de intercomuni- siguientes.
cación con los seres humanos, estableciendo En este trabajo no pretendemos si-
entre ambos una verdadera intersubjetivi- tuarnos en una posición éticamente neu-
dad, hasta tal punto que vincula liberación tral. Por el contrario, tomamos partido.
de la naturaleza y liberación de la comuni- Consideramos necesario ensanchar el
dad humana. «La subjetividad de la natura- campo de nuestras relaciones morales al
leza, todavía encadenada, no podrá ser libe- ámbito de todos los seres vivos, más allá de
rada hasta que la comunicación de los las estrictas relaciones interhumanas, a no
hombres entre sí no se vea libre de dominio. ser que creamos que lo crucial en morali-
Sólo cuando los hombres comunicaran sin dad es la pertenencia a la especie humana;
coacciones y cada uno pudiera reconocerse y si no es así, entonces habremos de consi-
en el otro, podría la especie humana recono- derar la posibilidad de que los no huma-
cer a la naturaleza como un sujeto y no sólo, nos posean características que también les
como quería el idealismo alemán, recono- permitan ser incluidos dentro de la esfera
cerla como lo otro de sí, sino reconocerse en de la moralidad (Attfield, 1997). Pero este
ella como en otro sujeto» (p. 63). También «ensanchamiento» no puede venir de la
Horkheimer y Adorno (1994) rechazan la mano de la ética discursiva, incapaz de si-
visión de la naturaleza como mera objetivi- tuar una relación moral fiara de una co-
dad que ha impuesto la Ilustración. «Lo que munidad de hablantes. Con los otros seres
los hombres quieren aprender de la natura- vivos no humanos sólo se podría ejercer la
leza es servirse de ella para dominarla por beneficencia y la compasión, pero no ads-
completo, a ella y a los hombres. Ninguna cribirles derechos, pues la justicia, como
otra cosa cuenta» (p. 60). Y denuncian lo principio regulativo, sólo opera en el ám-
que Horkheimer llama la «enfermedad de la bito de la simetría (Guerra, 2001). No rei-
razón» que tiene en su propio origen el afán vindicamos, sin embargo, una relación
del hombre de dominar la naturaleza. Es de- moral estrictamente simétrica, atribuyen-
cir, la Ilustración nace bajo el signo del do- do a los seres vivos no humanos deberes
minio e introniza el saber de la ciencia, no morales hacia los humanos en una relación
ya para la felicidad del conocimiento, sino de reciprocidad. Obviamente ésta no es
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posible en seres carentes de conciencia y, humanas, sino de los ecosistemas como un
por tanto, de responsabilidad. Pero sí pue- todo, de modo que se preserven la integri-
den y deben ser considerados al menos dad, la estabilidad y la belleza de la comu-
como objetos morales, si no como sujetos nidad biótica, aunque tal posición suscite
respecto de los cuales cualquier trato no otros problemas, entre ellos la evidente
puede ser neutral o indiferente, carente de asimetría entre individuos humanos y no
cualidad moral. Con ello, nos apartamos humanos. Para Jacobs (1997, p. 147) tal
del antropocentrismo radical de fuerte posición «pluralista» tampoco está exenta
implantación en toda la ética tradicional. de dificultades y no ve cómo podría usarse
Nuestra posición, por el contrario, se en la práctica. «Qué tendría más peso
aproxima a las tesis propuestas por Naess cuando ecosistemas y seres humanos (o
(1984) quien propugna una ruptura con incluso miembros de otras especies) entra-
la ética tradicional y considera que todas ran en conflicto? Este no sería un proble-
las formas de vida son depositarias de va- ma sólo de comparar el valor de diferentes
lores intrínsecos. A saber: 1) Todas las for- individuos, sino de diferentes clases de co-
mas de vida, humanas y no humanas, tie- sas; concretamente, individuos y ecosiste-
nen un valor intrínseco; 2) la diversidad mas. Podría el valor intrínseco de un raro
de formas de vida contribuye a la realiza- ecosistema superar al valor intrínseco de la
ción de los valores y ellas mismas son ex- vida de una persona o de una comunidad
presión del valor; 3) el ser humano no humana?».
puede poner en peligro esta diversidad de Es un hecho observable que deterioro
formas de vida y disponer de ellas abusiva- del medio lo ha habido siempre, desde el
mente. Sólo le está permitido usar de ellas momento mismo en que el hombre encon-
para satisfacer necesidades vitales; 4) hasta tró un modo de vida sedentario y con él la
ahora, la acción del hombre sobre la natu- necesidad de transformar su medio, trabajar
raleza se ha demostrado excesiva y perni- y explotar la tierra para sobrevivir. Es la úni-
ciosa; 5) es perfectamente compatible la ca especie animal que tiene el extraño «privi-
disminución de la población y el desarro- legio» de alterar el equilibrio ecológico. Las
llo de la vida y la cultura; 6) un cambio en demás especies se adaptan a un medio ya
los sistemas de producción y distribución dado. El ser humano, por el contrario, lo tie-
de la riqueza, es decir, en las estructuras ne que crear, y por lo tanto transformar y, no
económicas y políticas de los países re- pocas veces, peligrosamente alterar. No
dundaría en una mejora de las condicio- defendemos, por tanto, un retorno a una
nes de vida; 7) habría que optar por una naturaleza idílica, o instaurar una imagen
mejora de la «calidad de vida» por encima seráfico del hombre, ello significaría «desna-
del «nivel de vida». Defendemos, por tan- turalizarlo», negarle su condición inherente
to, una posición que aborde el trato a la de animal cultural, y en tanto que cultural,
naturaleza desde el respeto y el cuidado de también transformador del medio y del pai-
todas las formas de vida que permita una saje. «Restaurar», «retornar» al seno de una
gestión equilibrada del medio ambiente, naturaleza «buena» es, tal vez, lo que hay de
de modo que se satisfagan, por una parte, más peligroso en los discursos de la educa-
las necesidades del hombre actual y las de ción ambiental. Nos situaría en una casi
las generaciones siguientes (sus necesida- «teologización» del discurso que inconscien-
des vitales) y, por otra, se haga efectivo el temente deifica a la Naturaleza. «Cansado
respeto debido a todas las formas de vida de ser el «dominador» de la naturaleza, ese
como un valor intrínseco. No hablamos, sujeto (el ser humano) se coloca ahora «vo-
entiéndase bien, de la protección de cada luntariamente» en una posición de servilis-
uno de los individuos de las especies no mo a la naturaleza, entregándose al flujo
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«aleatorio» de los acontecimientos políticos» de este reconocimiento y sólo por esto
(Grün, 1997, p. 200). No se trata ni de ser sean dignos o «valgan». Es más bien exigi-
dioses ni siervos en la relación con la natura- do desde su valiosidad intrínseca. Ésta no
leza, sino de reconocer que la acción trans- está vinculada a la capacidad de comuni-
formadora del hombre, en las últimas déca- cación en un lenguaje hablado, como la
das, ha roto el equilibrio ecológico y que las entendemos en los seres racionales. Tam-
alteraciones producidas desbordan ya las ca- bién los otros seres animales no racionales
pacidades del sistema para «acoger» o asimi- expresan y suscitan sentimientos, y es
lar el cambio, y que sólo con la llegada de la «otra» forma de comunicación con los
revolución industrial y el espectacular desa- otros. Por ello, nos distanciamos del de-
rrollo científico y tecnológico de los últimos nominado antropocentrismo «débil»,
decenios, la humanidad ha perdido la paz porque enmascara aquello que en el «fuer-
ecológica en la que había vivido durante si-
te» aparece explícitamente afirmado: la
glos. En el discurso medioambiental es ne- condición exclusiva del ser humano como
cesario precisar el sentido de los términos
referente moral. Por otra parte, tampoco
que se utilizan y evitar la «demonización» de
está clara la separación radical y nítida que
algunos de ellos. Así, la alteración (inevita-
se pretende establecer entre humanos y no
ble) del medio no puede seguir siendo vista
humanos. «El extrañamiento del hombre
como algo en sí mismo negativo, a no ser que
con respecto a otras formas de vida no
lo que se esté postulando sea la vuelta al pa-
sólo se tambalea en la esfera del discurso
raíso perdido, al jardín del Edén, desde una
moral o en la esfera epistemológica, sino
concepción mítica de la naturaleza, en la
que también lo hace en otros frentes del
que, al parecer, caen no pocos defensores del
conocimiento. Los estudios de Etología
medio ambiente. Sólo los desmanes en la
están llegando a una conclusión cada vez
explotación de la naturaleza, producida con
más evidente y verificable: no existe una
el acelerado desarrollo industrial, han gene-
separación radical y nítida entre las expre-
rado los peligros para los ecosistemas, no la
siones racionales, culturales, sociales, psí-
inevitable alteración del medio por la acción
quicas o emocionales que supuestamente
del hombre que, desde su sedentarización,
distinguen al ser humano de las que carac-
se ha estado produciendo.
terizan el «ser» de otras especies» (Cande y
Nos resulta difícil admitir, por ahora,
Meira, 2001, p. 228), por lo que resulta
la reciprocidad de hombre y naturaleza en
una relación moral simétrica. Ésta sólo es aconsejable «achicar humos» a un antro-
planteable entre iguales desde un igualita- pocentrismo que proclama al ser humano
rismo biótico profundo, como sostiene ombligo del universo. Los datos de la
Naess (1984). Pero tampoco es asumible, ciencia nos recuerdan insistentemente
por nuestra parte, la consideración de los que el hombre ocupa un espacio muy bre-
seres vivos como carentes de valor y, por lo ve en el proceso ininterrumpido de evolu-
tanto, de aprecio y estima, de relevancia ción de todas las formas de vida en la
moral. Defendemos que son seres que por Tierra, que representa un punto muy pe-
sí y de sí merecen nuestro reconocimiento queño en el macrocosmos y que se reduce
o nuestro respeto (que valen), que se tra- a un fenómeno de reciente aparición.
duce en actitudes y comportamientos de Esto, cuando menos, nos obliga a «mode-
protección y cuidado (en inglés, care), in- rar» nuestras ansias de dominio o nuestra
dependientemente de que nos reporten situación de privilegio y superioridad en
algún beneficio o utilidad. Y tienen valor la naturaleza (nuestro puesto en el cos-
(es decir, valen), no porque nosotros, en mos), como corresponde a un recién llega-
un acto de gratuidad, hagamos donación do a la casa antigua de otros muchos,
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humanos y no humanos, que nos han pre- está cargado de contradicciones». Lamen-
cedido. tablemente, la confusión ha venido de la
La reflexión actual sobre la ética am- mano de ciertos informes oficiales que
biental no permite, por ahora, ir más allá. han identificado desarrollo sostenible con
Ya es suficiente que, excluyendo todo crecimiento económico sostenido. En
maximalismo o visión mítica de la natu- concreto, el Informe Brundtland afirma
raleza, se aborde, desde el rigor, un desa- que desarrollo sostenible es aquel que sa-
rrollo sostenible del planeta que permita tisface las necesidades de la generación
restaurar el daño ecológico producido y presente sin comprometer la capacidad de
preservar, en el futuro, las condiciones de las generaciones futuras para satisfacer las
vida de todos los ecosistemas, no pensan- necesidades propias, estableciendo así una
do sólo en la supervivencia de la especie solidaridad o justicia intergeneracional.
humana, sino en el deber moral de mirar Pero qué necesidades se trata? Una vez
y tratar «de otro modo» a los demás seres más Riechmann (1999) distingue dos ti-
vivos. pos de necesidades: Las contingentes que
persiguen fines contingentes, por tanto
prescindibles y las básicas o esenciales cuyos
DESARROLLO SOSTENIBLE fines son tan fundamentales que sin ellos
PARA TODOS se extinguiría la vida humana o perdería
su estructura característica; en cierto
Crisis medioambiental y desarrollo soste- modo, lo humano desaparecería. «Las ne-
nible son conceptos estrechamente liga- cesidades básicas serían, entonces, los fac-
dos en la literatura ecológica. Y es que no tores objetivos indispensables para la su-
es posible seguir pensando en una socie- pervivencia y la integridad psicofísica de
dad del bienestar para todos sin la protec- los seres humanos» (Riechmann, 1999,
ción y conservación de la naturaleza. Na- p. 12). En el discurso sobre las necesidades
turaleza y bienestar son indisociables. Ello humanas básicas el punto de incidencia es
obliga al conjunto de la sociedad a no tras- la vulnerabilidad humana. En la medida en
pasar los límites de explotación de la natu- que somos vulnerables dependemos de
raleza, a renunciar a un crecimiento eco- otros, tenemos necesidades. Pero hay otras
nómico ilimitado que ponga en peligro dependencias, y son aquéllas que se derivan
no sólo la calidad de vida de las generacio- de la necesidad del ser humano de interac-
nes presentes, sino también la de las futu- cionar con los otros en tanto que es agente
ras. Obliga a un uso racional y moral de social y moral. Y entonces las necesidades
los recursos naturales que haga posible un ya no se circunscriben al ámbito de lo fisio-
desarrollo sostenible, expresión mágica con lógico (necesidad de comer y beber), sino al
la que se ha pretendido dar respuesta a la ámbito de lo social, y se traducen en la ne-
crisis medioambiental. Pero la expresión cesidad del reconocimiento, de ser valora-
«desarrollo sostenible», como otras tantas dos, como necesidad universal y objetiva,
palabras (democracia, libertad, justicia, sin cuya satisfacción los seres humanos se
etc.) tienen significados distintos según el ven gravemente privados de algo impres-
contexto y la intención de quienes las cindible para constituirse en agentes socia-
usan (Riechmann, 1995). «La cuestión les (Doyal y Gough, 1994).
del desarrollo sostenible, escribe Redclift Sin embargo, conviene advertir que
(2000, p. 17), sigue siendo confusa. Al todas las necesidades, incluso las básicas,
igual que ocurre con la maternidad y Dios, están formuladas e interpretadas desde la
resulta difícil no verlo como algo bueno. cultura, están construidas social y cultu-
Al mismo tiempo, el desarrollo sostenible ralmente, son históricas. «Las necesidades
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humanas no son fijas, como en los demás tres elementos que lo identifican sustan-
animales, sino histórico-sociales. Varían en cialmente: 1) La integración de las
función de las modalidades del metabolis- consideraciones medioambientales en la
mo hombre-naturaleza y de ciertas varia- toma de decisiones de la política econó-
bles sociales. El ser humano se enfrenta al mica. No cabe una política económica
medio ambiente con sus técnicas, y ellas adecuada que desconozca o vaya en contra
modulan las necesidades... Esto significa de la protección y conservación del medio
que «lo necesario» es objeto de una defini- ambiente. Ni crecimiento cero en una ac-
ción social en un momento histórico titud «teológica» hacia la naturaleza, ni
dado» (Sempere, 1999, p. 280). Por lo depredación indiscriminada de los recur-
tanto, no se puede partir, en el discurso sos naturales; 2) compromiso ineludible
sobre las necesidades, de patrones ya defi- con la equidad. El desarrollo sostenible
nitivamente establecidos y universaliza- implica no sólo la creación de riqueza y la
bles. Es evidente que el ser humano, en conservación de los recursos naturales,
cuanto animal, tiene unas necesidades bá- sino también su justa distribución. Y no
sicas que satisfacer. Pero en cuanto huma- sólo a las generaciones actuales, sino tam-
no también tiene unas necesidades psicoso- bién a las futuras. «Sostenibilidad expresa
ciales y de su satisfacción depende que una preocupación porque, de alguna ma-
llegue a convertirse en humano. Ahora nera, se conserve el medio ambiente para
bien, este espacio o contexto de interac- uso y disfrute de las generaciones futuras,
ción o comunicación interpersonal y gru- lo mismo que para la presente» (Jacobs,
pa! de los humanos no es el mismo para 1997, p. 126); y 3) el desarrollo no signifi-
todos, está construido socialmente. Y así ca simplemente crecimiento, comprende
podemos hablar de necesidades en fun- necesariamente elementos no monetarios.
ción del espacio, tiempo y contexto cultu- Así la salud de la gente, su nivel de educa-
ral, a partir de las condiciones de igualdad ción, la calidad del trabajo, la intensidad
exigibles para cualquier grupo humano de la vida cultural, la cohesión de los gru-
que aseguren la perdurabilidad de la hu- pos y comunidades, las expectativas de
manidad. Entonces, las necesidades se vida no miden tasas de crecimiento eco-
podrían definir como «aquellas carencias nómico, pero son índices fiables de un au-
que es indispensable satisfacer para que téntico desarrollo humano.
sea posible un nivel de salud y de bienes- El Informe Brundtland, en su intento
tar fisiológico y psicosocial razonable en de situarse en una posición «neutra» y ob-
cada contexto social, de tal manera que tener el consenso de todas las partes en li-
todas las personas puedan acceder a este tigio, aun admitiendo que ha supuesto un
nivel sin poner en peligro la perdurabili- paso importante en el discurso medioam-
dad de las bases ecológicas de la vida hu- biental, mantiene un concepto de desa-
mana» (Sempere, 1999, p. 276). Esto rrollo sostenible todavía ligado al creci-
obligaría a una reconsideración en pro- miento económico, lo que ha generado
fundidad del concepto de crecimiento y abundantes críticas de autores y colectivos
de lo que entendemos por «desarrollo que apuestan por planteamientos más fir-
sostenible», en un sistema que legitima la mes en defensa del medio natural. En
desigual distribución de la riqueza y que efecto, dicho Informe no dice nada sobre
vuelve la espalda a la progresiva destruc- el tipo de estructuras económicas y socia-
ción del medio ambiente. les que serían indispensables para un desa-
Q_Lié hay detrás de la expresión: desa- rrollo sostenible, como si éste fuese posible
rrollo sostenible? Para Jacobs (1997) en con un cambio ideológico o la «buena vo-
el concepto de desarrollo sostenible hay luntad». Un cambio en la ideología sin un
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cambio en el sistema económico sería ine- ecológica. El progreso científico generado
ficaz. Pero también es verdad que resulta sustituiría los limitados recursos izle la na-
difícil imaginar un cambio en el sistema turaleza por capital tecnológico y finan-
económico si a la vez no cambian la cultu- ciero. Ésta es una conclusión a la que llega
ra y los valores que dan forma a los dife- la «Declaración final de la Segunda Con-
rentes modos y estilos de vida de una co- ferencia Mundial de la Industria sobre
munidad. Para Daly (1996, p. 76) el Gestión Medioambiental», de 1991. En la
desarrollo sostenible es el desarrollo sin misma se afirma: «El desarrollo sostenible
crecimiento, es decir, «sin aumento de la constituye un objetivo internacional clave
producción más allá de las capacidades de que exige crecimiento económico real,
los recursos medioambientales, ni de des- porque sólo este crecimiento hace posible
perdicios que regenerar y absorber». Daly resolver los problemas del medio ambien-
establece una «escala sostenible» configu- te aliviando o eliminando la pobreza y al
rada por los siguientes indicadores: 1) el mismo tiempo reduciendo el crecimiento
que produce desperdicios a una velocidad demográfico». Ésta sigue siendo, todavía,
menor de la que necesita el ecosistema la opinión generalizada en la mayoría de
para su reciclaje; 2) extrae los elementos los países occidentales y el modelo que se
de los recursos renovables a una velocidad exporta a los países en desarrollo. El Infor-
menor a la de la regeneración natural; y 3) me Brundtland incide también en los
usa los no renovables a una velocidad me- vínculos entre pobreza y degradación am-
nor de la que hace falta para encontrar ele- biental. En el origen de ésta se halla, sin
mentos sustitutivos renovables. «El bie- duda, la sobreexplotación de los recursos
nestar humano puede seguir mejorando naturales a la que se ven abocados los paí-
como resultado de los avances del conoci- ses pobres como medio de supervivencia.
miento, eficiencia, aclaración de priorida- El crecimiento económico sería la mejor
des y reestructuración institucionales, respuesta al alcance de estos países para
pero no ya como resultado de un creci- mejorar sus condiciones de vida y poner
miento de la producción» (Daly, 1996, freno a la degradación ambiental. Más
p. 77). Posición rebatida por Margalef aún, sería además la respuesta más ade-
(1994) para quien el crecimiento cero o cuada en los países ricos por su papel de
estacionario es imposible en un sistema locomotora de la economía y el desarrollo
que recupera en forma de complejidad, científico y tecnológico, que llevaría al
entiéndase información, una parte del descubrimiento de nuevas tecnologías
equivalente de la entropía producida, lo menos agresivas y más compatibles con la
que hace muy difícil predecir lo que va a protección del medio ambiente (Mas-Co-
ocurrir en un futuro. lell, 1994).
No ya sólo desde un punto de vista in- La consideración de si el desarrollo
telectual, también en la práctica conflu- económico de los países pobres es o no
yen interpretaciones enfrentadas sobre el una nueva forma de imperialismo por
concepto de desarrollo. Para no pocos, el parte de los países ricos, y si los proyectos
crecimiento económico está estrechamen- de desarrollo son eficaces, es hoy una
te vinculado a la idea del desarrollo, del cuestión sometida a intenso debate. Algu-
bienestar para todos. La expansión econó- nos sostienen que es una nueva forma de
mica sería la mejor forma de responder a ejercer un poder político, un control sobre
la situación de pobreza, subdesarrollo las economías de los países pobres, impi-
científico y técnico en que se encuentran diendo su verdadero desarrollo e indepen-
los países del Tercer Mundo y el modo dencia. Otros estiman que es la única vía
más eficaz de acabar con la degradación posible de salir de la pobreza e iniciar el
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Description:RESUMEN. Hasta ahora, el problema medioambiental ha sido tratado desde pers- «causada» es una interacción viciosa, mu- tuamente se