Table Of ContentÍNDICE
RELACIÓN DE AUTORES 3
10 MITOS SOBRE LA HOMOSEXUALIDAD 5
Carlos Javier Alonso 5
0. Introducción histórica 5
Mito 1: El mito del 10% 9
Mito 2: La homosexualidad no es una patología, sino una orientación sexual alternativa 11
Mito 3: La homosexualidad tiene un carácter innato 14
Mito 4: El homosexual nace, no se hace. Por tanto, la homosexualidad es incurable 15
Mito 5. La homosexualidad no está conectada con la pedofilia 20
Mito 6: El Derecho debe equiparar las uniones homosexuales al auténtico matrimonio 21
Mito 7: A los homosexuales debe reconocérseles también el derecho de adopción de niños 22
Mito 8: Las parejas homosexuales mantienen la misma estabilidad que las parejas heterosexuales 23
Mito 9: Los hijos de homosexuales son tan normales como los de heterosexuales. 24
Mito 10: La homosexualidad es perfectamente moral y lícita 26
HOMOSEXUALIDAD Y HOMOFOBIA. CUANDO LA POLICÍA DE LAS IDEAS SUSTITUYE AL DEBATE 29
Tony Anatrella 29
Confusión entre identidad y tendencia sexual 29
Homofobia y angustia homosexual 30
Deseos ilusorios 30
Para culpabilizar a los heterosexuales 31
Vigilancia y censura intelectual 31
La homofobia no refleja la realidad 32
El delito de la crítica 32
Una estrategia ya conocida 33
UNA ESPERANZA CONTRA EL FATALISMO 35
Diego Contreras 35
En busca de la “normalidad” 35
La teoría de la autocompasión 36
El complejo homosexual 37
Factores familiares y de integración 37
La culpabilidad 38
Terapia y curación 38
Hacia el cambio 39
La acción preventiva de padres y educadores 39
FALSAS HOMOSEXUALIDADES 41
Ángel García Prieto 41
POR QUÉ HOLLYWOOD PROMUEVE LA CAUSA "GAY". UNA ESTRATEGIA PLANEADA DESDE FUERA DE
LOS MEDIOS AUDIOVISUALES 43
Michael Medved 43
Presión más que presencia 43
No es por motivos comerciales 44
Fracasos de taquilla 45
Insensibilizar al público 46
Presentar a los "gays" como víctimas 46
Satanizar al oponente 47
CUESTIONES BIOÉTICAS SOBRE LA HOMOSEXUALIDAD
A favor de la familia 48
Destacar lo positivo 49
LAS PERSONAS HOMOSEXUALES 51
Juan Moya Corredor 51
Algunas causas 51
Diversos tipos 52
Actitud de la Iglesia 54
HOMOFOBIA, ¿CUÁNTAS INJUSTICIAS SE COMETEN EN TU NOMBRE? 55
Jorge Enrique Mújica 55
Todo aquel que no comparta la ideología del homosexualismo es amenazado con el estigma 55
La “homofobia”: para estigmatizar al disidente 56
El caso de los bomberos obligados 56
El lobby gay influye en los gobiernos y promueve la caza de brujas 57
Denuncias contra la terapia 57
A por la Cruz Roja 58
Condecoran a 20 argentinas... pero una era hombre 58
Noruega, recién llegada al club homosexualista 59
Exagerando cifras homosexuales 59
Dejar la homosexualidad: tabú silenciado 59
La censura rosa: adopciones, estigmatizaciones y datos inflados 60
Acciones con valor 63
De dónde sale el dinero 65
¿Cristianos homófobos? ¿Se puede salir de la homosexualidad? 66
No son discriminados: una opinión sobre la homosexualidad por parte de la Iglesia católica 67
¿OBJECIÓN DE CONCIENCIA ANTE LA LEY DE «MATRIMONIOS» HOMOSEXUALES? 69
Entrevista a Rafael Navarro Valls 69
ASPECTOS MÉDICOS DE LA HOMOSEXUALIDAD 73
Antonio Pardo 73
La “homosexualidad” animal 73
La conducta sexual humana 73
“El gen de la homosexualidad” 75
El papel del médico 76
Notas: 78
LA HOMOSEXUALIDAD, UNA ANOMALÍA CURABLE 79
Guillermo C. Pérez. Psiquiatra. 79
INTERVENCIÓN EN LA COMISIÓN DE JUSTICIA 87
Aquilino Polaino-Lorente 87
BIOÉTICA Y ETIOLOGÍA DE LA HOMOSEXUALIDAD 93
Aquilino Polaino-Lorente 93
Introducción 93
Revisión de algunas hipótesis etiológicas acerca de la homosexualidad 95
Principales hitos en el proceso de autoidentificación homosexual 97
1. La etapa de sensibilización 98
2. Confusión y primeras dudas acerca de la identidad sexual 99
3. El etiquetado asignado por los compañeros 102
4. De las dudas a la obsesión 104
5. La asignación del etiquetado por los padres 105
4
CUESTIONES BIOÉTICAS SOBRE LA HOMOSEXUALIDAD
6. La confirmación del etiquetado asignado 108
7. La asunción explícita de la falsa identidad 109
8. La filosofía de la acción y el comportamiento homosexual 110
9. El descubrimiento de un nuevo estilo de vida 112
10. El definitivo etiquetado del experto 112
11. La acogida e identidad homosexual en el contexto del grupo 113
12. Ensamblaje atribucional y modelado personal 113
13. Psicodinamia, pronóstico y evolución de estas conductas y actitudes 115
Bioética y etiología de la homosexualidad 121
Más allá de la identidad sexual: la búsqueda de sentido para la identidad personal 124
LA CONDICIÓN Y EL COMPORTAMIENTO HOMOSEXUAL: UNA VALORACIÓN MORAL 127
Augusto Sarmiento 127
I. Verdad y significados de la sexualidad 129
2. La sexualidad, «modalización» de la persona 131
3. La sexualidad, finalizada al amor y a la procreación 132
a) El amor como finalidad esencial de la sexualidad 132
b) El significado procreador de la sexualidad 133
II. El problema de la homosexualidad: valoración moral 136
1. La condición homosexual, objetivamente desordenada 136
2. Desorden objetivo del comportamiento homosexual 137
3. La responsabilidad moral 138
III. Conclusión: para la superación del problema de la homosexualidad 140
EL VÍNCULO ENTRE EL HOMOSEXUALISMO Y LA PEDERASTIA 145
Judith A. Reisman 145
NO A LA ADOPCIÓN 147
Enrique Rojas 147
LA HOMOSEXUALIDAD, UNA NEUROSIS SEXUAL. (Y CÓMO SE IMPONE AL MUNDO OCCIDENTAL UNA
IDEOLOGÍA TRASTORNADA) 151
Gerard J.M. Van den Aardweg 151
Anormalidad de la homosexualidad 153
Nuevas percepciones psicológicas 156
Cambio y prevención 159
LA TERAPIA DE LAS TENDENCIAS HOMOSEXUALES 165
Gerard J.M. van den Aardweg 165
Sin fatalismo 165
Una personalidad bloqueada 166
Deseos insatisfechos 166
Experiencias terapéuticas 167
Más allá de la compasión 168
El camino de la liberación 168
LA HOMOSEXUALIDAD NO ES LO QUE ERA 171
César Vidal Manzanares
¿Cómo dejó de ser considerada la homosexualidad un trastorno psicológico? 171
HOMOSEXUALIDAD Y ESPERANZA 177
Asociación Médica Católica de EE.UU 177
Introducción 177
1. No es innato 178
5
CUESTIONES BIOÉTICAS SOBRE LA HOMOSEXUALIDAD
2. Atracción hacia el mismo sexo, como síntoma 179
3. La atracción homoerótica puede prevenirse 180
4. Se está al riesgo, no predestinado 181
5. Terapia 182
6. Fines de la terapia 183
Recomendaciones pastorales 185
1. Ministerio a individuos que experimentan atracción por el mismo sexo 185
2. El papel del sacerdote 187
3. Profesionales médicos católicos 189
4. Profesores en instituciones católicas 190
5. Familias católicas 191
6. La comunidad católica 191
7. Los obispos 192
8. Esperanza 192
6
Relación de Autores
Alonso, Carlos Javier. Pérez, Guillermo C.
Doctor en Filosofía (Universidad de Psiquiatra.
Navarra) y Licenciado en Filología
Hispánica. Profesor de Filosofía. Polaino-Lorente, Aquilino.
Catedrático de Psicopatología de la
Anatrella, Tony. Universidad Complutense.
Psicoanalista. Especialista en Psiquiatra. Doctor en Medicina y
Psiquiatría Social. Licenciado en Filosofía.
Contreras, Diego. Rojas, Enrique.
Periodista especializado en Psiquiatra. Catedrático de
cuestiones bioéticas. Psiquiatría.
García Prieto, Ángel. Sarmiento, Augusto.
Psiquiatra. Catedrático de Teología. Facultad de
Teología. Universidad de Navarra.
Medved, Michael.
Crítico estadounidense de cine y Reisman, Judith A.
televisión. Doctora y ex profesora de
investigación de la American
Moya Corredor, Juan. University.
Doctor en Medicina.
Van den Aardweg, Gerard J.M.
Mújica, Jorge Enrique. Psiquiatra holandés. Doctor en
Periodista. Experto en Bioética. Filosofía. Autor del libro
Homosexualidad y Esperanza.
Navarro-Valls, Rafael.
Catedrático de Derecho de la Vidal Manzanares, César.
Universidad Complutense. Doctor en Historia, en Filosofía, en
Teología, y Licenciado en Derecho.
Pardo, Antonio. Ha sido profesor en distintas
Doctor en Medicina y Director del universidades de Europa y América y
Departamento de Bioética, es miembro de prestigiosas
Universidad de Navarra. entidades académicas.
10 mitos sobre la homosexualidad
Carlos Javier Alonso. Doctor en Filosofía y Licenciado en Filología Hispánica. Profesor
titular de Filosofía
El discurso políticamente correcto no
siempre resulta lógicamente correcto. Un ejemplo
palmario lo encontramos en el tema de la
homosexualidad. En este asunto se amalgaman
opiniones infundadas, datos insuficientemente
contrastados, juicios ideológicos y sofismas
evidentes. En este artículo resumimos los tópicos y
falacias más frecuentes que perturban una
reflexión racional y ponderada sobre esta cuestión.
0. Introducción histórica [1]
La homosexualidad designa las tendencias y las relaciones entre hombres o mujeres
que experimentan una atracción sexual, exclusiva o predominante, hacia personas del mismo
sexo. Reviste formas muy variadas a través de los siglos y las culturas. Su origen psíquico
permanece ampliamente inexplicado. De tendencia rechazable a reivindicación de alternativa
sexual legítima, la homosexualidad es objeto hoy de un debate que revisa todos sus
planteamientos. Un amplio abanico de publicaciones sobre la cuestión y un protagonismo
desmesurado del asunto en los medios sumergen al lector interesado en una polémica donde
se hace cada vez más difícil distinguir lo verificado de lo ideológico.
El juicio sobre la homosexualidad ha experimentado variaciones a lo largo de la
Historia. En general, las culturas de la Antigüedad generalmente la juzgaron moralmente
reprobable. Egipcios y mesopotámicos la contemplaron con desdén mientras que para el
pueblo de Israel se hallaba incluida en el listado de una serie de conductas indignas del
pueblo de Dios que se extendían del adulterio a la zoofilia pasando por el robo o la idolatría
(Levítico 18, 22). No en vano, el Antiguo Testamento incluía entre los relatos más cargados
de dramatismo el de la destrucción de Sodoma y Gomorra (Génesis 13, 14, 18 y 19), cuyos
habitantes habían sido castigados por Dios por practicar la homosexualidad. Durante el
período clásico, la visión fue menos uniforme.
En Grecia, por ejemplo, algunas formas de conducta homosexual —masculina y sin
penetración— era tolerable –como lo puede ser entre nosotros la prostitución-, mientras
que en Roma fue duramente fustigada por autores como Tácito o Suetonio como un signo
de degeneración moral e incluso de decadencia cívica.
El cristianismo —que, a fin de cuentas, había nacido del judaísmo— también condenó
expresamente la práctica de la homosexualidad. No sólo Jesús legitimó lo enseñado por la
ley de Moisés sin hacer excepción con los actos homosexuales (Mateo 5, 17-20) sino que el
Nuevo Testamento en general condenó la práctica de la homosexualidad considerándola
contraria a la ley de Dios y a la Naturaleza (Romanos 1, 26-27) y afirmando que quienes
CUESTIONES BIOÉTICAS SOBRE LA HOMOSEXUALIDAD
incurrieran en ella, al igual que los que practicaran otro tipo de pecados, no entrarían en el
Reino de los cielos (I Corintios 6, 9). La condena de la práctica homosexual fue común en los
Padres de la iglesia y en los documentos más antiguos de disciplina eclesial aparece como
uno de los pecados que se penan con la excomunión. Partiendo de esta base no resulta
extraño que el mundo medieval —tanto judío y cristiano como musulmán— condenara las
prácticas homosexuales e incluso las penara legalmente aunque luego en la vida cotidiana
fuera tan tolerante —o tan intolerante— con esta conducta como con otras consideradas
pecado. Esta actitud fue aplastantemente mayoritaria en occidente —y en buena parte del
resto del globo— durante los siglos siguientes. Esencialmente, la visión negativa de la
homosexualidad estaba relacionada con patrones religiosos y morales y no con una
calificación médica o psiquiátrica. El homosexual podía cometer actos censurables —no más
por otra parte que otros condenados por la ley de Dios— que incluso se calificaban de
contrarios a la Naturaleza y de perversión. No obstante, no se identificaba su conducta con
un trastorno mental o con un desarreglo físico. En realidad, para llegar a ese juicio habría
que esperar a la consolidación de la psiquiatría como ciencia.
Partiendo de una visión que consideraba como natural el comportamiento
heterosexual —que meramente en términos estadísticos es de una incidencia muy
superior— la psiquiatría incluiría desde el principio la inclinación homosexual —y no sólo los
actos como sucedía con los juicios teológicos— entre las enfermedades que podían y debían
ser tratadas. Richard von Kraft-Ebing, uno de los padres de la moderna psiquiatría del que
Freud se reconocía tributario, la consideró incluso como una enfermedad degenerativa en su
Psychopatia Sexualis. De manera no tan difícil de comprender, ni siquiera la llegada del
psicoanálisis variaría ese juicio. Es cierto que Freud escribiría en 1935 una compasiva carta a
la madre norteamericana de un homosexual en la que le aseguraba que “la homosexualidad
con seguridad no es una ventaja, pero tampoco es algo de lo que avergonzarse, ni un vicio,
ni una degradación, ni puede ser clasificado como una enfermedad”. Sin embargo, sus
trabajos científicos resultan menos halagüeños no sólo para las prácticas sino incluso para la
mera condición de homosexual. Por ejemplo, en sus Tres ensayos sobre la teoría de la
sexualidad, Freud incluyó la homosexualidad entre las “perversiones” o “aberraciones
sexuales”, por usar sus términos, de la misma manera que el fetichismo del cabello y el pie o
las prácticas sádicas o masoquistas. A juicio de Freud, la homosexualidad era una
manifestación de falta de desarrollo sexual y psicológico que se traducía en fijar a la persona
en un comportamiento previo a la madurez heterosexual.
En un sentido similar, e incluso con matices de mayor dureza, se pronunciaron
también los otros grandes popes del psicoanálisis, Adler y Jung. Los psicoanalistas
posteriores no sólo no modificaron estos juicios sino que incluso los acentuaron a la vez que
aplicaban tratamientos considerados curativos contra la inclinación homosexual. En los años
cuarenta del siglo XX, por ejemplo, Sandor Rado sostuvo que la homosexualidad era un
trastorno fóbico hacia las personas del sexo contrario, lo que la convertía en susceptible de
ser tratada como otras fobias. Bieber y otros psiquiatras, ya en los años sesenta, partiendo
del análisis derivado de trabajar con un considerable número de pacientes homosexuales,
afirmaron que la homosexualidad era un trastorno psicológico derivado de relaciones
familiares patológicas durante el período edípico. Charles Socarides en esa misma década y
en la siguiente —de hecho hasta el día de hoy— defendía, por el contrario, la tesis de que la
homosexualidad se originaba en una época pre-edípica y que por lo tanto resultaba mucho
6
CUESTIONES BIOÉTICAS SOBRE LA HOMOSEXUALIDAD
más patológica de lo que se había pensado hasta entonces. Socarides es una especie de
bestia negra del movimiento gay hasta el día de hoy pero resulta difícil pensar en alguien
que en el campo de la psiquiatría haya estudiado más minuciosa y exhaustivamente la
cuestión homosexual. Curiosamente, la relativización de esos juicios médicos procedió no
del campo de la psiquiatría sino de personajes procedentes de ciencias como la zoología
(Alfred C. Kinsey) cuyas tesis fueron frontalmente negadas por la ciencia psiquiátrica.
De manera comprensible y partiendo de estos antecedentes, el DSM (Diagnostic and
Statistical Manual of Mental Disorders) incluía la homosexualidad en el listado de
desórdenes mentales. Sin embargo, en 1973 la homosexualidad fue extraída del DSM en
medio de lo que el congresista norteamericano W. Dannemeyer denominaría “una de las
narraciones más deprimentes en los anales de la medicina moderna”. El episodio ha sido
relatado ampliamente por uno de sus protagonistas, Ronald Bayer, conocido simpatizante de
la causa gay, y ciertamente constituye un ejemplo notable de cómo la militancia política
puede interferir en el discurso científico modelándolo y alterándolo. Según el testimonio de
Bayer, dado que la convención de la Asociación psiquiátrica americana (APA) de 1970 iba a
celebrarse en San Francisco, distintos dirigentes homosexuales acordaron realizar un ataque
concertado contra esta entidad. Se iba a llevar así a cabo “el primer esfuerzo sistemático
para trastornar las reuniones anuales de la APA”. Cuando Irving Bieber, una famosa
autoridad en transexualismo y homosexualidad, estaba realizando un seminario sobre el
tema, un grupo de activistas gays irrumpió en el recinto para oponerse a su exposición.
Mientras se reían de sus palabras y se burlaban de su exposición, uno de los militantes gays
le gritó: “He leído tu libro, Dr. Bieber, y si ese libro hablara de los negros de la manera que
habla de los homosexuales, te arrastrarían y te machacarían y te lo merecerías”. Igualar el
racismo con el diagnóstico médico era pura demagogia y no resulta por ello extraño que los
presentes manifestaran su desagrado ante aquella manifestación de fuerza.
Sin embargo, el obstruccionismo gay a las exposiciones de los psiquiatras tan sólo
acababa de empezar. Cuando el psiquiatra australiano Nathaniel McConaghy se refería al
uso de “técnicas condicionantes aversivas” para tratar la homosexualidad, los activistas gays
comenzaron a lanzar gritos llamándole “sádico” y calificando semejante acción de “tortura”.
Incluso uno se levantó y le dijo: “¿Dónde resides, en Auchswitz?”. A continuación los
manifestantes indicaron su deseo de intervenir diciendo que habían esperado cinco mil años
mientras uno de ellos comenzaba a leer una lista de “demandas gays”. Mientras los
militantes acusaban a los psiquiatras de que su profesión era “un instrumento de opresión y
tortura”, la mayoría de los médicos abandonaron indignados la sala. Sin embargo, no todos
pensaban así. De hecho, algunos psiquiatras encontraron en las presiones gays alicientes
inesperados. El Dr. Kent Robinson, por ejemplo, se entrevistó con Larry Littlejohn, uno de los
dirigentes gays, y le confesó que creía que ese tipo de tácticas eran necesarias, ya que la APA
se negaba sistemáticamente a dejar que los militantes gays aparecieran en el programa
oficial. A continuación se dirigió a John Ewing, presidente del comité de programación, y le
dijo que sería conveniente ceder a las pretensiones de los gays porque de lo contrario “no
iban solamente a acabar con una parte” de la reunión anual de la APA. Según el testimonio
de Bayer, “notando los términos coercitivos de la petición, Ewing aceptó rápidamente
estipulando sólo que, de acuerdo con las reglas de la convención de la APA, un psiquiatra
tenía que presidir la sesión propuesta”. Que la APA se sospechaba con quien se enfrentaba
7
CUESTIONES BIOÉTICAS SOBRE LA HOMOSEXUALIDAD
se desprende del hecho de que contratara a unos expertos en seguridad para que evitaran
más manifestaciones de violencia gay. No sirvió de nada.
El 3 de mayo de 1971, un grupo de activistas gays irrumpió en la reunión de
psiquiatras del año y su dirigente, tras apoderarse del micrófono, les espetó que no tenían
ningún derecho a discutir el tema de la homosexualidad y añadió: “podéis tomar esto como
una declaración de guerra contra vosotros”. Según refiere Bayer, los gays se sirvieron a
continuación de credenciales falsas para anegar el recinto y amenazaron a los que estaban a
cargo de la exposición sobre tratamientos de la homosexualidad con destruir todo el
material si no procedían a retirarlo inmediatamente. A continuación se inició un panel
desarrollado por cinco militantes gays en el que defendieron la homosexualidad como un
estilo de vida y atacaron a la psiquiatría como “el enemigo más peligroso de los
homosexuales en la sociedad contemporánea”. Dado que la inmensa mayoría de los
psiquiatras podía ser más o menos competente, pero desde luego ni estaba acostumbrada a
que sus pacientes les dijeran lo que debían hacer ni se caracterizaba por el dominio de las
tácticas de presión violenta de grupos organizados, la victoria del lobby gay fue clamorosa.
De hecho, para 1972, había logrado imponerse como una presencia obligada en la reunión
anual de la APA. El año siguiente fue el de la gran ofensiva encaminada a que la APA borrara
del DSM la mención de la homosexualidad. Las ponencias de psiquiatras especializados en el
tema como Spitzer, Socarides, Bieber o McDevitt fueron ahogadas reduciendo su tiempo de
exposición a un ridículo cuarto de hora mientras los dirigentes gays y algún psiquiatra
políticamente correcto realizaban declaraciones ante la prensa en las que se anunciaba que
“los médicos deciden que los homosexuales no son anormales”.
Finalmente, la alianza de Kent Robinson, el lobby gay y Judd Marmor, que
ambicionaba ser elegido presidente de la APA, sometió a discusión un documento cuya
finalidad era eliminar la mención de la homosexualidad del DSM. Su aprobación, a pesar de
la propaganda y de las presiones, no obtuvo más que el 58 por ciento de los votos. Se
trataba, sin duda, de una mayoría cualificada para una decisión política pero un tanto
sobrecogedora para un análisis científico de un problema médico. No obstante, buena parte
de los miembros de la APA no estaban dispuestos a rendirse ante lo que consideraban una
intromisión intolerable y violenta de la militancia gay. En 1980, el DSM incluyó entre los
trastornos mentales una nueva dolencia de carácter homosexual conocida como ego-
distónico. Con el término se había referencia a aquella homosexualidad que, a la vez,
causaba un pesar persistente al que la padecía. En realidad, se trataba de una solución de
compromiso para apaciguar a los psiquiatras —en su mayoría psicoanalistas— que seguían
considerando la homosexualidad una dolencia psíquica y que consideraban una obligación
médica y moral ofrecer tratamiento adecuado a los que la padecían. Se trató de un triunfo
meramente temporal frente a la influencia gay. En 1986, los activistas gays lograban expulsar
aquella dolencia del nuevo DSM e incluso obtendrían un nuevo triunfo al lograr que también
se excluyera la paidofilia de la lista de los trastornos psicológicos. En Estados Unidos, al
menos estatutariamente, la homosexualidad —y la paidofilia— había dejado de ser una
dolencia susceptible de tratamiento psiquiátrico.
8