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Pleito de tierras en Ámbar
Siglo XVIII
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© D.R. Pleito de Tierras en Ámbar, Cajatambo siglo XVlll
Luz Eladia Peralta Apaza
© D.R. Ia edición Seminario de Historia Rural Andina
SEMINARIO DE HISTORIA RURAL ANDINA-UNMSM
Directora: Nanda Leonardini
Jr. Andahuaylas 348 Telf.: 428 0887 Lima 1
Correo electrónico: [email protected]
LimaPerú, 2002
Carátula: Detalle del Mapa de la zona en conflicto. ChancayCajatambo, 1715
Contracarátula: Mapa de la zona en conflicto. ChancayCajatambo, 1715
Diseño: Carátula y contracarátula Juan Zarate Cuadrado
Edición: Yolanda Candia Quispe
Impresión: Miguel Pinto Huaracha
Arte final: Juan Zarate Cuadrado
Depósito Legal: 15010120024790
ISBN: 9972963446
Pleito de tierras en Ámbar
Cajatambo. Siglo XVIII
Luz Peralta Apaza
Seminario de Historia Rural Andina
UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR DE SAN MARCOS
ÍNDICE
Introducción 5
El Pleito y el Mapa 13
El Documento. Estudio y Extractos 19
El Documento. Fragmentos 51
1. Petición del padre Agustín de Corta, procurador
del Colegio de la Compañía de Jesús del Cercado. 54
2. Memoria de tachas presentada por Agustín de Corta. 63
3. Carta de Alonso Sambrano al pueblo de Ámbar. 64
4. Interrogatorio presentado por Agustín de Corta. 67
5. Petición de fray Pedro Masón de Roxas 68
6. Resumen de las declaraciones 68
7. Interrogatorio presentado por Alonso Sambrano. 70
8. Memoria de tachas presentada por Alonso
Sambrano. 71
9. Vista y decreto del fiscal licenciado Gonzal ^
Ramírez de Baquedano. 73
10. Aceptación de Julián de Maturana. 75
11. Lista de la declaración de testigos. 75
12. Informe del juez comisionado, Julián de Maturana. 76
13. Vista y mandato de Julián de Maturana 77
14. Lista de la declaración de testigos. 78
15. Constancia de autos. 78
16. Auto definitivo de Gonzalo Ramírez de Baquedano. 79
17. Petición de Agustín de Corta. 80
18. Juicio del fiscal Protector General de los naturales. 84
19. Petición de Alonso Sambrano. 86
20. Juicio del fiscal, Calvo. 92
21. Petición del Procurador de los Naturales, Pedro
Calderón de Robles. 94
22. Decreto del Obispo. 95
23. Petición de Rendón Robles. 98
24. Petición de Ignacio de Funes. 101
25. Auto definitivo del licenciado Gonzalo Ramírez de
Baquedano. 102
26. Decreto de Gonzalo Ramírez de Baquedano. 104
27. Petición de Ignacio de Funes. 109
28. Petición de Joseph de Rotalde. 110
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Facsímiles:
1. Juicio del Fiscal Protector General de los naturales,
Lic. Juan Ysidro Pereira. 1717, f. 214.
2. Juicio del Fiscal Calvo. 1717, f. 223.
3. Petición del Procurador de los naturales Pedro
Calderón de Robles. 1717, f. 225.
INTRODUCCIÓN
La presente publicación tiene como fondo un mapa muy interesante que
muestra la zona de Huaura y Cajatambo (departamento de Lima) en el siglo
XVIII, dibujado por quien vivió allí por muchos, el sacerdote Alonso Sambrano
de la Orden de San Juan de Dios, cura doctrinero de la zona, que se vio
precisado a elaborarlo ante la amenaza de "perder" unos pastos llamados
Huacas que él había acostumbrado a administrarlos como propios, cuando en
realidad correspondían a los indígenas del pueblo de Ámbar.
Hagamos un poco de historia, cuando integramos parte del equipo que
formó el historiador Pablo Macera para la elaboración de su libro Precios del
Perú. Siglos XVI - XIX,1 tuvimos la ocasión de revisar todas las de cuentas de
los diferentes centros de la Compañía de Jesús del Archivo General de la
Nación entre 1987 y 1989. Al final debíamos obtener con precisión la
ubicación de las haciendas trabajadas y, a la caza de aquella información
fuimos a buscarlas en los libros de títulos de propiedad del fondo jesuíta. En
ese lapso que encontramos un expediente correspondiente a la hacienda
Vilcahuaura (Huaura) con un mapa que vamos a presentar, nuestro director
indicó que valía la pena su publicación.2 Desde entonces se presentaron
algunas dificultades; además, particularmente aún dudábamos de su
importancia.
El tiempo ha pasado y cada vez estamos más convencidos de la
importancia de este mapa. No sólo por ser del siglo XVIII que ya es bastante,
sino por su contenido, lleno de los nombres de los ayllus correspondientes a
cada lugar (Ámbar, Arinchay, Paros, etc.), que además de estar descritos
brevemente, tienen referencias orográficas muy útiles para las actuales
investigaciones históricas, antropológicas y arqueológicas.3
Nada de ello se hubiera podido comprender sino ingresamos a la lectura
del expediente en el que está inserto, que si bien se halla entre los títulos de
1 Publicado en Lima bajo los auspicios del Banco de Reserva del Perú en 1992.
2 Pablo Macera siempre ha demostrado un profundo interés por la publicación de trabajos
relacionados con la historia de la geografía peruana; últimos ejemplos son: los volúmenes IV, V
y VI de su obra Parlamento y Sociedad en el Perú.. Siglo XIX publicados por el Congreso de la
República del Perú en el 2000, basados precisamente en la documentación hallada en el Archivo
de dicha institución, y la publicación de Victoria Espinosa de 1999, Cartografía de Lima Siglo
XVIII.
3 Sobre todo cuando en las manifestaciones se remitan a la frase de tiempo inmemorial.
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propiedad, es en realidad un pleito seguido por los padres de la Compañía de
Jesús que siempre quisieron ser dueños de los pastos Huacas que pertenecían
a los indígenas del ayllu Ámbar.
Este pleito de tierras forma parte del período de expansión de los
jesuítas en la región (Ss. XVIXVII), quienes poseían las haciendas más
grandes y prósperas de Huaura (Ingenio y Vilcahuaura por ejemplo) pues no
solo habían dedicado al trabajo de la caña, también incursionaron a la
ganadería, esta poco a poco se hacía más ostensible al punto que debieron
procurarse la mayor cantidad de pasto a su alcance. Gracias a las buenas
gestiones administrativas, se enriquecieron y demostraron capacidad
suficiente, lograron tener poder en la región.
Estas afirmaciones nos llevan a pensar en el otro filón de este mapa, el
social, caso muy interesante, pues hay diversos involucrados, desde doctores
en leyes, autoridades locales (españolas e indígenas), pobladores comunes y
también esclavos. Este pequeño expediente va a ilustrar de manera clara
quiénes son los protagonistas, cuál es su radio de acción, el nivel de su
accionar y la ambición económica, moral y social de las dos partes
involucradas, dos órdenes religiosas; la Compañía de Jesús y San Juan de
Dios. Mientras que la primera defiende una hacienda de su propiedad que le
rinde frutos económicos, la segunda defiende a uno de sus miembros a no
perder el dominio de unos pastos que en buena cuenta serían de su uso
personal.
La puja del poder es visible en toda la región, mediante la manipulación
de los sectores menos favorecidos (indígenas y negros), la mentira en las
declaraciones, el uso de las relaciones con las máximas autoridades, el
amparo solicitado por quienes al parecer lo tienen todo perdido pero insisten
en aquellas autoridades que paulatinamente hicieron que pierdan sus tierras
en beneficio de los invasores (los indígenas de los ayllus). Aunque parezca
paradójico, su clamor no fue en vano, pues cuando el Procurador de los
Naturales fue requerido, éste actuó a favor de ellos, es decir, otorgándole el
tiempo necesario para hacer otro tipo de gestiones con el fin de no perder sus
pastos. Si bien el final de estas acciones no las podemos esclarecer, es posible
que finalmente estos pastos hallan pasado a los dominios de la Compañía de
Jesús, precisamente a la hacienda Vilcahuaura. Esa sería la explicación por
la cual dicho expediente se encuentre entre los documentos de sus títulos de
propiedad.
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Lo comentado ha sido nada más que un adelanto; a continuación
ofreceremos un informe pormenorizado del pleito en mención acompañado de
algunos documentos que darán una mejor idea de los hechos, datos que
estamos seguros, servirán para corroborar algunas afirmaciones que hasta
hoy se han hecho con respecto a la historia social y colonial de Huaura y
Cajatambo.
Hallaremos en este documento el problema de la delimitación, que aún
es un problema vigente tanto en las zonas rurales como las urbanas, creando
conflictos que comprometen no sólo a las ciudades y las provincias, sino
también a los departamentos, incluso los países. Los mismos que además de
obedecer a circunstancias políticas coyunturales (hallazgos de vetas mineras,
reservas petroleras o producción de productos de demanda internacional como
alimentos o fibras de vestir por ejemplo), también responden a dimensiones
estructurales, que tienen que ver con las características geográficas, el clima y
la idiosincrasia de sus pobladores.
El problema de la tierra tiene características muy singulares en el Perú.
En ella se destacan dos fases, antes y después de la llegada de los españoles.
Hasta la época incaica en líneas generales, asistimos a una posesión (no
propiedad), que se daba bajo una decisión estatal, sujeta al respeto de las
jurisdicciones de los reinos preincas y al ecosistema. No podemos afirmar
con exactitud si existieron o no delimitaciones fijas; salvo aquellas que
agrupaban a las poblaciones que tenían en común características geográficas
claramente similares (lagunas, ríos, quebradas, montes, cerros, caminos, etc.),
las que claramente definieron a los primeros ayllus.
Identificar una medida en la época incaica como podría ser del topo,
difiere sobremanera la concepción occidental europea. Referido a una medida
o patrón de longitud exacto, esta unidad respondía sobre todo a la feracidad
que tenía la tierra para la producción agropecuaria y lograr el sostén de un
núcleo familiar, en otras palabras la productividad daba la medida, no la
cantidad. A ello debemos agregar, la complejidad que presentan las tierras del
Tawantinsuyo, tan heterogéneas.
Varios autores que estudian el Incario destacan tres tipos de tierras, las
tierras del sol o del Inca, las de la nobleza y las del pueblo. Si así fueron,
difícilmente podrían pretenderse delimitadas a nuestro modo occidental, con el
sentido de la propiedad privada e individual, forma foránea que trastornó
profundamente la posesión. Con la incorporación de las primeras
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instituciones hispanas empiezan a diferenciarse con claridad la posesión de la
propiedad; y es ahí donde estriba la diferencia entre un periodo y otro. Las
consecuencias de ese impacto inicial surtió graves efectos que siguieron por
casi 300 años, y hasta hoy, pues al cabo de más de 170 años de vida
republicana, estos persisten. Mientras unos conflictos se superan, otros
nacen, todos propios de las nuevas negociaciones, imposiciones o
subordinaciones.
Al interior de este tipo de documentos encontraremos la frase "de
tiempo inmemorial" (que nos remite al período prehispánico) ,4 en el momento
en que los nativos quieren demostrar legitimidad o derecho sobre los pastos,
tierras y/o terrenos que la corona pretende dar por regios. De esta manera
vemos su actuación de acuerdo a las costumbres ancestrales y al amparo de
las nuevas leyes indianas.
Cuando los europeos encontraron las "Indias Occidentales" (América)
definieron su amparo jurídico antes de explorarla con la anuencia del Papa
Alejandro VI.5 żA quiénes corresponderían aquellas tierras? Tras dos sendas
negociaciones, a las coronas española y portuguesa mediante el Tratado de
Tordesillas (7 de junio de 1494).
Con este precedente, sabemos que ya había una delimitación pontificia
que repartiría aún sin conocerlas, extensiones inconmensurables de terrenos a
las dos coronas. Pero concentrémonos en el caso peruano. La propiedad
privada inmueble aún no se había establecido, todo el territorio era, si cabe el
término, propiedad estatal. Tratar de salir de este sistema y llevarlo al plano
privado, tuvo como primer paso la introducción de una institución feudal, la
encomienda. Siguió a este un conocido procedimiento que le daba el carácter
legal al terreno encomendado, la composición de tierras, que era la compra a
la corona de terrenos que ella ponía a disposición de los interesados, con la
excepción de aquellos que correspondían a los nativos curacazgos, estos
últimos cumplían con una retribución bien en moneda o en especie a la
corona, de esta manera pudieron conservarlas, aún sirviéndose de los
mecanismos legales del sistema colonial. Se evitaron así cambios abruptos.
Pese a que en los siglos XVI y XVII la mayor parte de las tierras más
feraces habían pasado al control de los invasores en detrimento de las que
4 Peralta, Luz. Composición de una vińa jesuíta en Arequipa. Vítor, 1656. Lima, Universidad
Nacional Mayor de San MarcosSeminario de Historia Rural Andina, 2001.
5 Español de la poderosa familia Borgia.
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correspondían a los pobladores indígenas, la apropiación sistemática prosiguió
en el siglo XVIII. Nosotros mostraremos en la presente publicación un claro
ejemplo de este mecanismo.
A fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX, a pesar de los cambios
sociales que se dieron en las zonas rurales, el efecto de la monoproducción y el
control total sobre este sistema de trabajo hicieron que la propiedad de las
grandes extensiones de tierras pasaran a formar parte de un pequeño grupo
de poder (gamonales) a través de un sinnúmero de maniobras; mientras que
en las zonas urbanas (Lima por ejemplo) estaba básicamente en poder de la
Iglesia Católica e instituciones ligadas a ella o a sus fines (hospitales,
cofradías, etc.). Desde la delimitación pontificia hasta los últimos bastiones de
la propiedad privada, la tierra fue siempre vista con atención por el grupo
eclesiástico. Ahí radica también la importancia de la Iglesia en la historia
peruana, ese dominio que traspasa la pretensión ideológica, basándose
asimismo en la propiedad del suelo.
Hemos esbozado así el hilo conductor que nos lleva a poner especial
interés en un interesante documento (1715) que demuestra en detalle un
problema que involucró a la Iglesia, el Estado, la población española e
indígena y los esclavos en un pleito que llevaron a cabo dos órdenes religiosas
en pugna por unos pastos llamados Ruacas en Cajatambo, cuyos propietarios,
los indígenas de Ámbar residentes en Huaura, tenían serias desventajas.
Además contiene un mapa presentado por fray Alonso Sambrano, del
Convento Hospital de San Juan de Dios, quien a fin de esclarecer el problema
y lograr ganar dicho pleito, dejó para la posteridad una serie da datos muy
interesantes.
żQué sabemos de esta zona en el Perú antiguo?, żquiénes la
habitaban?, ża qué reino correspondían?, żcómo así en 1715 se encontraron
en semejante lío?, żcuándo perdieron protagonismo?. Son muchas
interrogantes que poco a poco van siendo respondidas por serios
investigadores, conocidos sobre todo en el área de la antropología e historia
sobre Cajatambo y Huaura. Estamos seguros que este expediente les será
útil.