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MANUEL GARCIA PURON
M E X I C O
y sus
GOBERNANTES
(Biografías)
LIBRERIA DE MANUEL PORRUA, S. A.
5 de Mayo 49 México 1, D. F.
© 1964 Manuel Porrúa. México.
HOMBRES DE MEXICO
Director: Lie. Heriberto García Rivas
I. México y sus gobernantes
HOMBRES DE MEXICO
Es una colección de biografías breves, pero completas, formuladas con una
estricta cronología de hechos sobresalientes en la vida de cada biografiado,
para integrar un capítulo aparte y dentro de la BIBLIOTECA MEXICANA,
que edita la LIBRERIA DE MANUEL PORRUA, S. A., con el éxito acumu
lado de varios años y numerosos títulos ya publicados.
Se pretende dar, con la nueva colección, el acervo vital y humano de la
Historia de México, ordenado en varios tomos que permitan distinguir, por
actividades profesionales o misiones semejantes, los grupos de HOMBRES
DE MEXICO que han contribuido a la formación, el desarrollo y la con
solidación de una patria, una nación y un Estado ya poderosos.
MEXICO Y SUS GOBERNANTES es el primer tomo de la nueva serie
que agrupa absolutamente a todos los gobernantes que han dirigido, en di
versas épocas y condiciones, por largos años o breves minutos, los destinos
de México; desde los primeros guías-caudillos de pueblos trashumantes in
dígenas, hasta los gobiernos institucionales de nuestra época.
Toda la azarosa vida mexicana se transparentó al seguir el desarrollo
político de México, en sus Gobernantes; y tal vida multánime y rica, habrá
de completarse a medida que el lector posea y se adentre en los tomos sub
secuentes. El siguiente será el de MEXICO Y SUS MILITARES; éstos, como
los gobernantes y los demás que vendrán después, promotores e impulsores
también del vital desarrollo mexicano. La mayor parte de la vida pública
de México, ha sido obra de las guerras y sus militares.
I
El tercer tomo versará sobre MEXICO Y SUS CRONISTAS E HISTO
RIADORES, porque es necesario conocer a quienes escribieron la crónica y
la historia mexicanas, para saber el mecanismo de la historia misma, que es
el hecho acaecido, pero con la veste que le pone el narrador. Un cuarto tomo
habrá de ser dedicado a MEXICO Y SUS MISIONEROS Y EDUCADORES,
que tan principal papel tuvieron en la formación legítima de un país que,
por la educación, ha logrado salir de sus convulsiones jormativas.
Y así serán más tarde otras biografías de filósofos y hombres de ciencia,
de artistas y artesanos, de políticos y negociantes, etc., etc., hasta lograr dar
la fisonomía completa de la fuerza humana que ha hecho de México un
país, una nación, una patria y un Estado.
MEXICO Y SUS GOBERNANTES inicia tan interesante serie, en los
momentos en que el institucional cambio de Gobierno de cada seis años, en
la historia actual mexicana, ejercita las virtudes cívicas de los nacionales. Y
nada mejor, para gobernados y gobernantes, que tener presentes, en un solo
libro, las personales historias de los gobernantes que han dirigido al país,
forjando con sus actos de gobierno las épocas de paz o de guerra, de penu
ria o de riqueza, de respeto o de atropello, de acierto o de confusión. El
estudio y la meditación de las épocas y sus gobernantes, de las caracterís
ticas personales de éstos y de los grupos que los rodean, podría servir de
lección y enseñanza para quienes se interesan, de un extremo o del otro,
por la felicidad de México.
El conocimiento de un pueblo no viene solamente por saber la historia
patria y sus fechas, sus hechos culminantes y sus realizaciones, sino es
conocimiento humano, de personas, de gentes que en definitiva son las que
provocan los hechos, señalan las fechas y realizan las aspiraciones y las
metas. Cada nación es la suma de los hombres que la componen, sí, pero
muy principalmente la de sus gobernantes y gentes directivas que la condu
cen por el camino bueno o malo, fácil o escabroso, desdichado o feliz. Y
siempre, el ejemplo ajeno ha sido motor de propios impulsos.
Adentrémonos en los ejemplos que este libro pueda ofrecernos.
Lie. Heriberto García Rivas.
II
México y sus Gobernantes 1
MEXICO INDIGENA
ORIGENES
Hace 2 millones de años que el hombre apareció sobre la Tierra, des
nudo de todo apoyo, vestimenta y conocimiento del mundo. Tuvo que lu
char árduamente para vivir, y durante millares de años fue como una bestia
más, acorralada por los grandes animales de esa época. Pero era solamente
una bestia en su mísera apariencia, porque era, además, un ser inteligente,
con un alma, que ayudado de su cerebro y de sus manos empezó a trans
formar al mundo y a dominarlo, como amo y señor de todo lo creado en
la Tierra.
Así pasó el tiempo en una oscura lucha de siglos, para que el hombre
pudiera levantarse, por su invención, a un nivel superior; y hace 500,000 años,
las grandes masas de hielo de la Edad Glacial se fundieron en Europa, Asia y
América, y aunque volvieron a formarse más tarde, provocaron en esa época
movimientos de los grupos humanos, que buscaron más al norte lugares dignos
de *ser habitados. Luego, hace unos 30,000 años, los glaciares que cubrían
gran parte del globo terráqueo, se retiraron del norte' por última vez.
Los hombres que habitaban al sur del Continente Asiático, fueron hacia
el norte, colonizando las grandes estepas ganadas al hielo, y algún tiempo
después pasaron a América, según la más aceptada teoría migratoria. Amé
rica era en esa época el mismo vasto continente, de forma igual a la que
presenta en la actualidad, y los asiáticos penetraron a él hace unos 20,000
años, por el Estrecho de Behring y las Islas Aleutas, entre Alaska y Siberia.
Dicho estrecho tiene solamente 90 kilómetros de ancho, con islas interme
dias al sur, que hicieron posible su salvamento en frágiles canoas. Además,
se sabe que durante la última glaciación, el agua de ese mar bajó de nivel
entre 80 y 90 metros, y el fondo del mismo no está por allí a más de 60
metros de profundidad.
Las oleadas de inmigrantes hacia América se sucedieron durante varios
millares de años, provenientes de diversas regiones de Asia, y posiblemente
~) Manuel García Purón
también de algunas de África; por lo que constituyeron grupos humanos muy
diversos, con caracteres desemejantes que perduran en los pueblos indíge
nas americanos. Las cabecitas halladas en Teotihuacán y la colosal de Hue-
yapan, cerca de San Andrés Tuxtla, descubierta en 1860, son de tipos cla
ramente etiópicos, así como el hacha de piedra encontrada primitivamente
en las costas de Veracruz, cuya parte superior es una cabeza de hombre
negro.
En el territorio mexicano existió, en tiempos muy remotos, una fauna
que pereció sin duda en los grandes cataclismos que sufrió el mundo du
rante las heladas y los deshielos. Nada más común que encontrar fósiles de
mastodonte, elefante, buey, cebra, caballo y asno en esas tierras, todos ellos
animales que no existían ya a la llegada de los españoles a México, en el
siglo xvi. El hombre posterciario, de la época de la marga, y contemporáneo
en el Valle de México de esa fauna colosal, se muestra evidentemente en el
hueso labrado (un sacro, al parecer, de llama) que en 1870 se encontró en
el Tajo de Tequixquiac, que se hizo para lograr el desagüe.
Los primeros seres humanos llegaron a tierras mexicanas entre unos
20.000 y 15,000 años, persiguiendo a las grandes bestias de las cuales se
alimentaban, mediante su caza. Las bestias huían hacia el sur en busca de
nuevos pastos, mejores climas y un refugio contra la intensa persecución hu
mana de que eran víctimas. A la orilla de los grandes mares interiores, que
ahora son desiertos arenosos (Médanos de Samalayuca, Bolsón de Mapi-
mí), o de los lagos mayores y los ríos, se encuentran, con los vestigios de una
fauna marítima, esqueletos de grandes bestias ribereñas y'de cazadores de
lanzas y flechas.
Los restos humanos encontrados en tierras mexicanas no tienen más de
12.000 años de antigüedad, y pertenecen a la época de la piedra tallada.
Esos restos son los del Hombre de Tepexpan, que en realidad es el esque
leto de una mujer, de 1.70 metros de alto, de cabeza pequeña de tipo mon-
goloide, de rasgos faciales primitivos y de nariz ancha y dientes defectuosos,
de comedor de hierbas y carne. Fueron descubiertos por el arqueólogo Hel-
mut de Terra, en Tepexpan, pueblecito del Estado de México, cercano a
Teotihuacán; hasta allí llegaban los lagos del Valle de México, y a sus ori
llas llegaban a beber el agua y comer las hierbas ribereñas las grandes bes
tias, a las que seguían grupos humanos de cazadores nómadas.
Si consideramos la persistencia del idioma y los grandes centros de ci
vilización que en territorio mexicano se establecieron en las más remotas
épocas, tendremos que reconocer como razas primitivas o grupos humanos
organizados los siguientes: en el centro el otomí, en el sur el maya-quiché
y en el norte el nahua antiguo. Esta primitiva disposición geográfica de los
grupos humanos habitantes de México, se remonta a hace unos 10,000 años,
México y sus Gobernantes 3
o sea unos 8,000 a.J.C., por lo que puede afirmarse que las grandes civiliza
ciones indígenas de México fueron tan antiguas como las más viejas del
África, el Asia Menor y Europa.
Todas las tribus emigrantes que fundaron los últimos y más grandes
centros de civilización en México, Texcoco y Tlaxcala, pretendían descender,
unos de los chichimeca, otros de los nahua. Pero los chichimeca procedían
de los otomíes, más antiguos que ellos en el centro geográfico de México,
y los nahua habitaban hacia el norte, a donde habían emigrado algunas
familias olmeca, de las del primitivo asiento en las costas del Golfo de Mé
xico, por donde penetraron al continente, y de donde se dispersaron para
constituir las grandes familias diferenciadas de los nahua al norte, los oto-
míes al centro y los maya-quichés al sur, según la teoría más popular.
Motolinia da a los otomíes el primer lugar en antigüedad, en el centro
de México, de cuya raza fue fundador Otómitl, legendario caudillo descen
diente de dioses, según pasa con todos los caudillos fundadores de los pue
blos indígenas, que mezclan su historia con su teogonia. El otomí, como
idioma, es lengua de carácter primitivo, monosilábica, que se llama hiá-hiú
y tiene relaciones con familias cercanas, como el serrano, el mazahua, el
parné, el jonás !o meco, el apache y el maya. Y no hay que olvidar que el
apache es norteño, de la región habitada por los nahua, y el maya es suria
no, de donde vuelve a inferirse un común origen olmeca a todas las razas
del antiguo México.
Como el piel roja de Norteamérica y el maorí de Nueva Zelanda, el
antiguo otomí se rapaba la cabeza, dejando sólo un mechón en la parte
superior del cráneo, al estilo mongólico del Asia moderna. Se pintaban pe
chos y brazos, y las mujeres sus rostros de amarillo y negro. Se llamaban
a sí mismos Hiá-Tiú, que en lengua asiática quiere decir “Hijos de Oriente”,
y fundaron en el centro geográfico mexicano una ciudad, que llamaron
Man-He-Mi, que en lengua asiática significa “Cuna de Hombres”. Sobre
tal antiquísima población otomí, fundaron luego los tolteca, provenientes de
los olmeca de las huastecas, la ciudad de Tollan, que aún existe con el
nombre de Tula.
En cuanto a los olmeca, se sabe que llegaron del mar a las costas ahora
veracruzanas y tamaulipecas, guiados por un personaje que se identifica con
el más antiguo guía de pueblos, el primer Quetzalcóatl. Allí fundaron pue
blos que florecieron en una gran cultura antigua, y domesticaron una planta
silvestre que daba sus granos tunicados, a la manera de las espigas del trigo,
pero que al cultivarla durante milenios lograron formar de sus frutos ma
zorcas. Tal fue el maíz, originario de la Huasteca mexicana.
Maíz es palabra de origen caribe (mahis), pues los huastecos o deriva-
