La persona humana y el Estado totalitario

256 Pages·2016·9.017 MB·Spanish

by  Caso, Antonio

Antonio Caso
la persona humana y el Estado totalitario

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COLECCIÓN SOCIOLOGÍA
SERIE ESTUDIOS
BIBLIOTECA DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES

Antonio Caso
La persona humana
y el Estado totalitario
Introducción de
José Hernández Prado
Univ-nld-d
Autónoma
Mnrovollum
Casa abierta al tiempo Azcapotzalco
Universidad Autónoma Metropolitana
Rector General
Dr. Salvador Vega y León
Secretario General
Mtro. Norberto Manjarrez Álvarez
Unidad Azcapotzalco
Rector
Dr. Romualdo López Zárate
Secretario
Mtro. Abelardo González Aragón
División de Ciencias Sociales y Humanidades
Director
Dr. Óscar Lozano Carrillo
Secretario Académico
Lic. Miguel Pérez López
lefa del Departamento de Sociología
Dra. María García Castro
Coordinador de Difusión y Publicaciones
Dr. Saúl Jerónimo Romero
Primera Edición, 2016
Ilustración de portada: August Landmesser se niega a hacer el saludo nazi
en un mitin de 1936. Fotografía tomada de Amanda Macías, ”The Tragica-
Ily Powerful Story behind the Lone German who refused to Give Hitler the
Nazi Salute", en Business Insider, 5 de Noviembre 2015, sitio web http://
linance.yahoo.comlnewsltragically-powerful-slory-behind-Ione-i05558169.hlm|
© 1975, Universidad Nacional Autónoma de México
Ciudad Universitaria, Ciudad de México, D.F.
© Universidad Autónoma Metropolitana
Unidad Azcapotzalco
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ISBN de la obra: 978-607-28-0746-4
ISBN de la Colección Sociología: 978-607-477-112-1
Se prohíbe la reproducción por cualquier medio sin el consentimiento del
titular de los derechos patrimoniales de la obra.
Impreso en México / Printed in México
ÍNDICE
Introducción 9
Créditos y agradecimientos 35
La persona humana y el Estado tota/¡tario 1941
|. Conciencia de la libertad 39
||. La filosofía oficial y la filosofía 67
III. La vieja yla nueva fe 81
IV. La técnica y el derecho de la ciencia 99
V. Filosofía de la historia contemporánea 121
VI. Oriente y Occidente 143
VII. La persona y el Estado 175
VIII. La guerra 223
Apéndice. Cronología de fragmentos 249

Introducción
Si bien la historia carece de fines, podemos imponérselos,
y si bien la historia no tiene significado, nosotros podemos dárselo.
Karl R. Popper, La ¡adedad abierta_y ¡ur enemjgar, 1945.
Hay dos cosas que son imposibles sin el libro que el lector
tiene ahora en sus manos: una idea más completa de la obra
del filósofo mexicano Antonio Caso (1883-1946) y una mejor
noción de la historia de las ideas liberales en México. Comen-
cemos por considerar el segundo punto.
LA DEMOCRACIA [EN MEXICO
La muy heterogénea; la plural sociedad política que hoy co-
nocemos como México tiene dificultades que debería haber
superado ya. Aquí no se hace referencia, sencillamente, a los
inveterados problemas de pobreza, desigualdad económica y
social y violencia que han afectado a los mexicanos de tiem-
pos pasados y presentes. Busca hablarse, sobre todo, de la
muy tardía e incompleta convicción de que la democracia 0 el
régimen político expresado en elecciones libres y equitativas,
y que se sustenta en un imperio de la ley —aquélla elaborada
por representantes ciudadanos y concebida como válida para
todos, en cuanto instrumento pertinente para resolver toda
problemática y alcanzar cualquier lin—, constituye la mejor
alternativa de conducción y realización que pudiera adoptar
no sólo la heterogénea colectividad llamada México, sino el
resto de las sociedades políticas que conformamos los seres
humanos en este planeta Tierra, que nos acoge como especie
animal.
La democracia ha demorado mucho en llegar a nuestro
país. En realidad, muy pronto fue concebida como una de
las formas posibles y más aceptables de gobierno, cuando
México nació en la tercera década del siglo XIX, y, de hecho,
muchos mexicanos —los llamados “liberales”, opuestos a los
“conservadores”— empezaron a luchar por ella desde enton-
ces. Acaso pareció imponerse, no como mecanismo electo—
ral eficiente, sino como claro principio de soberanía popular,
capaz de propiciar al mejor de los imperios de la ley —aquél
de unas normas elaboradas por representantes ciudadanos y
aplicadas y perfeccionadas por ellos—, en el periodo de la Re-
pública Restaurada o en el del México de Benito juárez, inme—
diatamente ulterior a la Constitución de 1857 y las llamadas
Leyes de Reforma.
Pero luego sobrevino una larga involución. Primero el
Porñriato y después el régimen de la Revolución mexicana,
optaron por una democracia cosmética, mera fachada de
mecanismos de autoridad tradicionalistas y caciquiles, tanto
personales como institucionalizados. Cuando la naciente de-
mocracia enfrentó sus primeras dificultades severas, al final
del periodo de la República Restaurada, Porfirio Díaz renegó
de ella y conformó una dictadura personalista que le abrió el
paso, finalmente, a las renovadas propuestas democráticas que
impulsara Francisco I. Madero. De Madero se ha dicho que
jamás entendió al México de principios del siglo xx, pero tan
lo comprendió que murió asesinado —porque su bienintencio-
nado desempeño afectó intereses de muchas clases— durante
la célebre y lamentable Decena Trágica de 1913.
Continuó entonces aquel periodo de enorme crisis po-
lítica, social y económica que los mexicanos llamamos —y el
mundo identifica como— la Revolución mexicana, si bien —por
extraño que pueda parecer— es cuestionable que en realidad ese
periodo haya sido una auténtica revolución, pues no condujo a
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