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TYLOR Y LOS PROFESIONALES BRITÁNICOS
ÁNGEL PALERM
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Historia de la etnología:
Tylor y los profesionales británicos
Historia
de la , ,
etnologia
T ylo r y los profesionales británicos
A ngel palerm
Universisad Iberoamericana / colección teoría social
UNH^RSIDAD IBEROAMERICANA
BIBLIOTECA FR.\NCISCO X.\MER CLAMGERO
Paletm, Angel
Historia de la etnologia ; Tylor y los profesionales
británicos
I.t. U.S.
GN 308.3 Gl P35.2004
la. edición, 2004
D.R © Universidad Iberoamericana, A.C.
Prol. Paseo de la Reforma 880
Col. Lomas de Santa Fe
01210 México, D.F.
D.R © Instituto Tecnológico y de Estudios
Superiores de Occidente, A.C. (ITESO)
Periférico Sur Manuel Gómez Morín HS85
45090 Tlaquepaque, Jal.
ISBN 968-859-520-9
Impreso y hecho en México
Printed and made in Mexico
Introducción
El presente volumen, tercero de mi Historia de la etnología,'' corres
ponde a Gran Bretaña, el centro del primer desarrollo de la etnología
modetna. Desde el punto de vista cronológico, abarca el período
que comienza con las primeras obras de Tylor, en la década de
1860, y termina cuando la antropología social alcanza la hegemo
nía intelectual, académica y profesional; o sea aproximadamente
entre las dos guerras mundiales.
El subtítulo empleado en este volumen, Tylory los profesio
nales británicos, quiere dar reconocimiento a la obra extraordinaria
de quien fue, a la vez, el último de los grandes evolucionistas del
siglo XIX y el primero de los grandes profesionales del XX. Tylor
fue, sin duda, la figura principal en la transición hacia la antropo
logía profesional moderna, transición que se realizó en Gran Bre
taña antes que en otros países.
El título reconoce, asimismo, que las características esen
ciales de esta etapa de la historia de la etnología se encuentran en el
proceso de profesionalización de la antropología. O sea, en la trans-
' Los dos volúmenes anteriores de la Historia de la etnología, subtitulados Los precursores y
Los evolucionistas, aparecieron en 1974 y 1976, respectivamente, en la colección SEP-INAH
del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México. Fueron preparados, como el
presente, en un proyecto patrocinado por el CIS-INAH en cooperación con la Universidad
Iberoamericana.
Historia de la etnología: Tylor y los profesionales británicos
formación de la etnología en una disciplina académica, y en la
conversión de la actividad etnológica en una ocupación profesio
nal. Sin estos cambios, en verdad trascendentales, no se puede com
prender el enorme progreso llevado a cabo por la antropología a
partir de Tylor. Llegó a su fin entonces el tiempo de los brillantes
autodidactas. Los futuros ptofesionales comenzaron a ser adiestra
dos por otros profesionales, en contextos institucionales que im
ponían exigencias de rigor académico semejantes a las existentes
en otras disciplinas científicas.
Una consecuencia muy importante de la profesionalización
de la etnología consistió en el desarrollo de un enorme esfuerzo
para sistematizar la teoría, los métodos y las técnicas, así como los
conocimientos acumulados. Al mismo tiempo, y sobre estas bases,
la antropología general estableció más nítidamente sus fronteras
con respecto a las demás ciencias afines, y se originó un proceso de
diversificación interna que fue estableciendo los campos de las di
versas especialidades.
El segundo grupo de características de la etnología del
período que estudiamos ahora estuvo determinado por la recupe
ración de la tradición del trabajo de campo. Así como la designa
ción de Tylor como profesor de la Universidad de Oxford señaló el
comienzo de la profesionalización de la etnología, la expedición de
la Universidad de Cambridge al Estrecho de Torres indicó el inicio
de las grandes investigaciones sobre el terreno.
La experiencia de campo se convirtió en una condición de
la formación académica profesional, y el rigor científico que se exi
gió al investigador hizo indispensable su profesionalización. De
esta manera, los dos grupos de características de la nueva etnología
se alimentaron y reforzaron mutuamente.
La imagen del autodidacta como etnólogo, y del etnólogo
como devorador de libros, fue reemplazada por la figura del profe
sional “naturalista” de la cultura humana, para quien la vida en las
aulas y bibliotecas era una pausa obligada entre las expediciones, al
campo.
Esta manera de considerar los comienzos de la etnología
del siglo XX puede parecer sorprendente, y quizá contradice las
afirmaciones de otros historiadores. En efecto, suele leerse que a
fines del siglo XIX la antropología sufrió un cambio radical en el
Ángel Palerm
paradigma básico de su actividad científica^. Quiere decirse con
esto que la etnología moderna repudió la teoría de la evolución. La
crisis y el rechazo eventual de la teoría evolucionista como tema
central de la antropología suelen atribuirse, precisamente, a la apa
rición de los verdaderos profesionales y a los resultados empíricos
de sus investigaciones de campo.
No hay duda sobre la realidad de los problemas que en
frentó el evolucionismo, desde los comienzos del siglo XX. En esta
parte de la Historia de la etnología he procurado documentar con
alguna amplitud lo que considero que es la tercera característica de
la etnología moderna, o sea la crisis del evolucionismo. Sin embar
go, es preciso indicar que la crisis no se produjo al mismo tiempo
en todos los centros de actividad antropológica, y que tomó carac
teres diferentes según las condiciones de cada uno de los países.
En los países británicos la corriente principal del evolu
cionismo, representada por Tylor y sus discípulos, sufrió el ataque
agudo y prolongado del difúsionismo radical de Elliot Smith y sus
seguidores. Se trataba, en realidad, de una polémica entre dos fac
ciones evolucionistas: los paralelistas, que afirmaban el principio
del desarrollo lineal, universal y necesario, y los difusionistas extre
mos, que reducían la evolución a un solo lugar del mundo, desde
donde la civilización se difundía y se degradaba al mismo tiempo
que se extendía.
A diferencia de la Gran Bretaña, donde los excesos de la
polémica paralelismo-difusionismo originaron finalmente una pro
funda desconfianza hacia el mismo método histórico, la etnología
de los países germánicos continuó su tradición histórico-cultural y
encontró nuevas maneras de expresar las viejas preocupaciones
evolucionistas. Los etnólogos centroeuropeos se acercaron, en oca
siones, a una formulación multilineal de la evolución, en cierta
forma implícita en la teoría llamada de los “círculos culturales”.
De cualquier manera, prefirieron el término “desarrollo” al de evo
lución.
En Estados Unidos, Boas y sus discípulos extendieron la
influencia de la teoría y del método histórico-cultural, pero
* Este lenguaje, por supuesto, es el de Kuhn en su Estructura de las revoluciones científicas.
Sin embargo, la idea de la crisis y sustitución paradigmática se encuentra prácticamente
en todos los antropólogos que se han ocupado de la historia de su disciplina.
Historia de la etnologia: Tylor y los profesionales británicos
constriñeron sus aplicaciones a culturas y áreas concretas y a sus
historias particulares, abandonando los esquemas abstractos ger
mánicos y sus aspiraciones a las grandes generalizaciones. A la vez,
los boasianos emprendieron una lucha sin tregua contra el
evolucionismo, aunque no siempre por motivos de orden teórico,
y con frecuencia tampoco como resultado directo de los hallazgos
hechos durante las investigaciones de campo. El evolucionismo en
Estados Unidos había adoptado frecuentemente formas irracionales
de racismo, que aspiraban a justificar tanto la opresión sobre la
población negra, india y mexicana, como la expansión imperialista.
La posición de Boas constituía, por una parte, una crítica a las
interpretaciones racistas del evolucionismo. Por otra parte, no hay
duda de que la escuela boasiana emprendió una crítica igualmente
severa del evolucionismo unilineal y del difúsionismo extremo,
utilizando para ello el material provisto por las investigaciones de
campo.
La verdadera cuna de la reacción antievolucionista estuvo
en Francia. Los fundamentos y los cuadros teóricos y metodológicos
de esta reacción fueron establecidos, quizá involuntariamente, por
la escuela estructural-funcionalista de Durkheim. Nadie acogió con
mayor entusiasmo las ¡deas de Durkheim, ni explotó con más efi
cacia las implicaciones ahistóricas y antievolucionistas de la so
ciología durkhemiana, que la etnología británica en proceso de
transformarse en antropología social. El terreno para ello estaba
bien preparado por la tradición empirista, la desconfianza hacia el
método histórico-cultural y el rechazo creciente de la llamada “his
toria conjetural”.
La diversidad de ritmo e intensidad de los procesos de
profesionalización en los diferentes centros de actividad
antropológica; los grados variables de aceptación de la exigencia
del trabajo de campo realizado bajo condiciones profesionales, y
los rasgos peculiares de la crisis del paradigma evolucionista y del
método histótico-cultutal, dieron los fundamentos principales para
la formación de las primeras grandes escuelas nacionales etnológicas.
Durante el siglo XIX, en efecto, la etnología patecía consti
tuir una sola gran corriente intelectual que abarcaba a todos los
países. En cualquier caso, las variaciones existentes son más
atribuibles a las personalidades individuales que a verdaderas ten
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Ángel Palerm
dencias nacionales. Sin embargo, desde fines del siglo XIX se dibu
jaban con suficiente claridad los perfiles ideológicos, teóricos y
metodológicos de varias escuelas nacionales. Esta afitmación se
aplica, sobre todo, a los casos de Gtan Bretaña, Europa Central
germánica, Estados Unidos y Francia.
La cuarta y última de las catacterísticas principales del pro
ceso formativo de la etnología moderna, en consecuencia, está dada
por la aparición de las escuelas nacionales. Por eso, precisamente,
al planear el estudio de esta etapa de la Historia de la etnología^' la
dividí en cuatro partes: Tylor y los profesionales británicos'. El
historicismo cultural germánico'. Boas y los profesionales de Estados
Unidos, y Durkheim y la etnología sociológica.
El orden propuesto no es arbitrario ni siquiera desde el
punto de vista cronológico, pero lo es mucho menos desde el án
gulo de la secuencia lógica del desarrollo de la etnología. Fueron
los británicos los que comenzaron el proceso de profesionalización
de la etnología; iniciaron la tradición moderna del trabajo de cam
po; sufrieron primero la crisis del evolucionismo y del método his
tórico, y aceptaron antes que los propios etnólogos franceses las
consecuencias más radicales del sociologismo estructura-fun-
cionalista de Durkheim. Fue Durkheim quien facilitó a la nueva
antropología social británica los fundamentos teóricos y sus prin
cipales instrumentos conceptuales y metodológicos.
La influencia intelectual de Durkheim señala el comienzo
de una etapa difetente de la historia de la etnología, caractetizada
por el predominio, entre las dos guerras mundiales, de los antro
pólogos sociales. Esta hegemonía, sin embargo, de ninguna mane
ra significó la desaparición o exclusión de las demás corrientes de
la etnología, representadas sobre todo por la escuela norteamerica
na (boasiana), por la escuela germánica (histórico-cultural) y por
la emergencia del evolucionismo renovado bajo la influencia del
pensamiento marxista.
En este volumen, al igual que en los dos antetiores, he realizado un
esfuerzo persistente pata mostrar que la historia de la etnología se
^ El plan general de la Historia, que coincide con el de un programa de estudios de la
teoría etnológica al nivel de la licenciatura profesional, se encuentra en la introducción al
primer volumen de esta serie, subtitutado Los precursores.
Historis de la etnología: Tylor y los profesionales británicos
desarrolla dentro de marcos sociales concretos. La actividad
etnológica, incluyendo en ella tanto la teoría como la praxis, cons
tituye un fenómeno cultural a cuyo estudio resulta preciso aplicar
la teoría y el método de la misma etnología. Es decir, el fenómeno
de la etnología es parte de una totalidad cultural en evolución; está
inscrito en un sistema social específico, y pertenece a una coyuntu
ra histórica determinada.
La historia de cualquier ciencia, sin embaído, puede escri
birse -y de hecho con la mayor frecuencia se escribe- como si se
tratara de un fenómeno independiente, como si fuera la historia de
una mera progresión del intelecto humano. Por supuesto, las
interrelaciones de la ciencia con la sociedad no niegan un cierto
grado de autonomía a la actividad científica, y afirman, por otra
pane, la capacidad de la ciencia para ejercer sobre la sociedad una
acción crítica y transformadora. En consecuencia, constituye un
error tan grave como el anterior escribir la historia de la ciencia
como un mero reflejo de las presiones, las exigencias y los conflic
tos de la sociedad. Lo que es más peculiar a la ciencia, en definiti
va, resulta aquello que acaba por transformar el objeto mismo de
su estudio y de su actividad: la naturaleza y la sociedad.
El proceso formativo de la etnología moderna, visto a tra
vés de las cuatro características mayores que se describen en la in
troducción a este volumen, concede nuevas oportunidades pata
examinar las relaciones entre la sociedad, la coyuntura histórica y
la etnología. Aunque es imposible realizar un análisis detallado
dentro de los límites de esta Historia, resulta factible y oportuno
indicar algunas de las conexiones principales. El lector encontrará,
a lo largo del texto, otras indicaciones y observaciones de naturale
za más concreta.
Puede elegirse, como un primer ejemplo significativo, el
caso de la profesionalización de la antropología. Es sabido que el ca
mino hacia el establecimiento de cátedras y departamentos de
etnología había sido preparado durante largo tiempo en Gran Bre
taña por la actividad científica de los etnólogos y por la aparición
de varias sociedades de carácter profesional.“* Se encuentra aquí,
^ La primera Sociedad Etnológica fue fundada en 1843. En 1863 se fundó la Sociedad
Antropológica, típicamente como tesultado de una escisión con la Etnológica. En 1866 la
venerable Asociación Británica para el Progreso de la Ciencia admitió a la antropología
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