Table Of ContentFilosofía y Revolución
De Hegel a Sartre y de Marx a Mao
de Raya Dunayevskaya
Filosofía y Revolución: De Hegel a Mao y de Marx a Sartre
Título original en inglés: Philosophy and Revolution
Traducción de: Ofelia Castillo, Aníbal Leal y Marcela Suárez.
Revisión y Transcripción: de Fernando Alan López Bonifacio 2012.
Impreso en México.
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Índice
Prefacio a la edición alemana, por Erich Fromm . . . . . . . . . . . . . . . . 409
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 411
Primera Parte
¿Por qué Hegel? ¿Por qué hoy?
Capítulo 1. La negatividad absoluta como nuevo comienzo. El incesante
movimiento de las ideas y de la historia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 417
Capítulo 2. Un nuevo continente del pensamiento. el materialismo
histórico de Marx y su inseparabilidad de la dialéctica hegeliana . . . . . 463
Capítulo 3. El choque del reconocimiento y la ambivalencia filosófica de
Lenin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 515
Segunda Parte
Alternativas
Introducción: En vísperas de la Segunda Guerra Mundial: Crisis de la
economía y el pensamiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 545
Capítulo 4. León Trotsky como teórico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 551
Capítulo 5. El pensamiento de Mao Tse-tung . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 575
Capítulo 6. Jean-Paul Sartre: el extraño que se acerca a mirar . . . . . . . 611
Tercera Parte
La realidad económica y la dialéctica de la liberación
Capítulo 7. Las revoluciones africanas y la economía mundial . . . . . . . 637
Capítulo 8. El capitalismo de Estado y las revueltas en Europa Oriental . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 671
Capítulo 9. Pasiones y fuerzas nuevas: La dimensión negra, la juventud
contra la guerra de Vietnam, el movimiento obrero de base, la liberación
femenina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 693
Capítulo 10. Un enfoque sobre el humanismo marxista inscrito en el
contexto de los años cincuenta y ochenta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 719
Bibliografía Selecta
Primera parte: ¿Por qué Hegel? ¿Por qué hoy?, [739]; Segunda parte:
Alternativas, [744]; Tercera parte: La realidad económica y la dialéctica
de la liberación, [748]
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…Cuando la estrecha forma burguesa ha sido arrancada, ¿qué es la riqueza,
sino la universalidad de las necesidades, capacidades, goces, poderes
productivos, etc., de los individuos, producidos por el intercambio
universal? ¿Qué sino el pleno desarrollo del control humano sobre las
fuerzas de la naturaleza —tanto las de su propia naturaleza como las de la
llamada "naturaleza"? ¿Qué sino la elaboración absoluta de sus
disposiciones creadoras, sin otra condición previa que su evolución
histórica antecedente que hace de la totalidad de esta evolución —o sea la
evolución de todos los poderes humanos como tales, sin que hayan sido
medidos por ninguna vara de medir previamente adoptada— un fin en si
mismo? ¿Qué es, sino una situación en la que el hombre no se reproduce a
sí mismo en forma determinada alguna, pero sí produce su totalidad? ¿En la
que no busca seguir siendo algo formado por el pasado, sino que está en el
movimiento absoluto de lo por venir?
Karl Marx
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PREFACIO A LA EDICIÓN ALEMANA
Erich Fromm
Pocos sistemas de pensamiento han sido tan desvirtuados, convirtiéndose a
veces en su opuesto, como el de Karl Marx. Joseph Schumpeter —el gran
teórico conservador de la economía política— expresó en cierta ocasión
este desvirtuamiento mediante una analogía hipotética: si alguien hubiera
descubierto Europa en tiempos de la Inquisición y conjeturara por ello que
en tal organización se reflejaba el espíritu de los Evangelios, se estaría
comportando como aquellos que ven cristalizadas las ideas de Marx en el
comunismo soviético.
Si semejante deformación sólo aflorara entre los detractores del
marxismo, difícilmente sorprendería. Lo insólito es que surja entre sus
"propugnadores", quienes convencen al resto del mundo de que su
ideología expresa las ideas de Marx. Esto ha llegado a un grado tal en
Norteamérica y Europa, merced a lo eficaz de la propaganda soviética, que
no sólo se cree hallar en el sistema ruso el cumplimiento del socialismo,
sino que se piensa estar frente a un régimen revolucionario que se propone
la subversión mundial, en lugar de ante una forma reaccionaria y
burocrática de capitalismo de Estado.
Las ideas de Marx únicamente pueden comprenderse cuando se
conocen al menos los fundamentos de la filosofía hegeliana. Empero, es
reducido el número de quienes están siquiera familiarizados con ellos,
sucediendo que en el mejor de los casos se adoptan unos cuantos lemas
como sucedáneos de un saber genuino. ¿Y qué ocurre con los epígonos de
Marx, quienes además de hablar en su nombre plantean una propuesta más
seria que la de Stalin? Nos referimos a Lenin, Trotsky, Mao o incluso al
"intruso" Sartre. Lo cierto es que poco se encontrará en sus textos que
ayude a una comprensión objetiva del problema, pues bastante de lo ahí
expuesto aparece subordinado a las posturas políticas del autor.
El resultado de todo esto es que aquellos que buscan acercarse a las
teorías que influyen en gran parte del mundo actual se enfrentan a graves
dificultades para formarse una imagen correcta de las mismas.
Raya Dunayevskaya se halla extraordinariamente dotada para cerrar
este hiato en nuestro acervo cognoscitivo. Se trata de una autora que no
sólo posee una gran erudición y aptitud respecto del tema —cualidades de
suyo desusadas, sin ser por eso únicas—, además de una incorruptible
objetividad como debe convenir a todo estudioso, sino que —algo mucho
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más raro— alienta en ella una apasionada actitud política jamás rayana en
la irracionalidad o el fanatismo. Empero, quizás lo más importante es que
su pensamiento está impregnado de la convicción de que el socialismo y la
libertad se entrelazan de manera indivisible y no pueden sino existir juntos.
Por lo tanto, surge ante nosotros la figura de una humanista radical que cree
profundamente que el mejoramiento y el bienestar de la especie pueden
lograrse sin la pérdida de la libertad individual, es decir, a través de un
nuevo humanismo.
Este libro se ha visto considerablemente enriquecido con la exposición
acerca de las revoluciones africanas, las revueltas en Europa Oriental, el
movimiento de los jóvenes y el Movimiento de Liberación Femenina.
A todo aquel que se interese seriamente en las fuerzas que forman —y
deforman— el presente y el futuro, esta obra ha de serle recomendada
encarecidamente.
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INTRODUCCIÓN
Puesto que la transformación de la realidad es básica para la dialéctica
hegeliana, la filosofía hegeliana vuelve a la vida, una y otra vez, en todos
los períodos de crisis y transición, en el momento de alcanzarse un nuevo
punto recurrente histórico, en el momento en que la sociedad establecida ha
sido minada y se construyen los cimientos para un nuevo orden social. El
hecho de que hubiera un número antes nunca alcanzado de estudios sobre
Hegel, de ediciones de Hegel, de traducciones de Hegel y de congresos
sobre Hegel en 1970, entrecruzándose con celebraciones de Lenin como
filósofo, puede haber parecido una pura coincidencia: era el bicentenario
del nacimiento de Hegel y el centenario del de Lenin. Sin embargo, el
hecho burdo es que la crisis mundial —económica, política, racial,
educativa, filosófica, social— todo lo penetra. Ninguna faceta de la vida,
incluidas las cárceles, se salvó de la opresión de la crisis —y de su opuesto
absoluto en pensamiento. Brotó un hambre apasionada por una filosofía de
la liberación.
No muchos profesores de filosofía se sintieron vinculados al Soledad
Brother que fue muerto a tiros en 1971. Pero la dimensión negra está tan
profundamente asentada en la "negatividad absoluta", en el deseo por
nuevos comienzos a través de la solución "silogística" a la enajenación, que
el descubrimiento de la dialéctica de la liberación por George Jackson en
ese agujero infernal, la cárcel de San Quintín, de ninguna manera puede bo-
rrarse motejándolo de "accidental", o como una reducción black-
pantheriana de la filosofía a maoísmos políticos tales como "el poder surge
de la boca del fusil". Después de todo, el propio Hegel vivió en un punto
recurrente de la historia mundial, conforme la Bastilla fue tomada por
asalto y la gran revolución francesa se inició como una expansión tan nueva
en ideas como en la libertad del pueblo. De manera terminante, la dialéctica
de Hegel ha sido llamada "el álgebra de la revolución".
Cierto que el interés público por Hegel, extraordinariamente difundido
(tanto en los rincones más remotos del globo como en las metrópolis),
brotó vía Marx, Lenin y Mao. También es cierto que las "nuevas pasiones y
nuevas fuerzas" —los negros y las liberacionistas, la juventud antibelicista
y los trabajadores de base, esforzándose por unir filosofía y revolución, sin
lo cual el "sistema" no puede ser arrancado de raíz y liberado el poder
creador humano— explican la actualidad del humanismo de Marx. Pero no
es cierto, como lo veremos más tarde, que este nuevo auditorio haya sido
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parado en seco por estas y otras interpretaciones de Hegel sin siquiera
preocuparse por leer algo del propio Hegel.
Marx, el descubridor de un continente de ideas totalmente nuevo —el
materialismo histórico— basó su filosofía de la liberación en la praxis del
proletariado tanto como en la dialéctica de Hegel. Al inicio de la primera
guerra mundial y ante el colapso tremendo de la socialdemocracia alemana,
Lenin sintió un impulso súbito por volver a la dialéctica hegeliana
conforme cavaba cada vez más hondo en busca de un nuevo "concreto
universal", el concepto de la población como "un solo hombre" —todo
hombre, mujer y niño— que habría de abatir el capitalismo y establecer una
sociedad totalmente nueva.
La objetividad de la actual sed de teoría ha llevado a esta autora a
examinar, desde el punto ventajoso de las necesidades de hoy, tanto los
análisis de Marx sobre la "búsqueda de universalidad" proletaria como el
"en sí" de los absolutos hegelianos. Aunque estos absolutos son analizados
por lo común como "fines", como si la negatividad absoluta no fuera
inherente a ellos, esta autora los considera como nuevos puntos de partida.
La negatividad absoluta impregna, impulsa, no suelta el conocimiento ab-
soluto, la idea absoluta, el pensamiento absoluto. Debido a que el
enraizamiento de Marx en Hegel y el "regreso" de Lenin a Hegel en los
momentos recurrentes de la historia iluminan los problemas de nuestros
días, sus elaboraciones filosóficas son tan nucleares como las propias obras
de Hegel para la parte primera de este libro, "¿Por qué Hegel? ¿Por qué
hoy?"
La segunda parte, "Alternativas", intenta ver por qué dos revo-
lucionarios marxistas —León Trotsky y Mao Tse-tung— y un filósofo no
marxista, Jean-Paul Sartre, un extraño que mira hacia adentro porque está
deseoso de cambiar y no solamente de interpretar el mundo, nada pudieron
hacer para llenar el vacío teórico del movimiento marxista que persistía
desde la muerte de Lenin. A pesar del holocausto de la Segunda Guerra
Mundial, ninguna revolución proletaria surgió que se equiparara con la
revolución rusa surgida de la Primera Guerra Mundial. Sea lo que fuere lo
que de nuevo tenía el existencialismo sartreano como filosofía, no era una
fuerza que atrajera a las masas, y, aislado de éstas, no pudo labrar la nueva
tierra. Fue necesario un nuevo punto recurrente de la historia para que estos
opuestos, el intelectual y el obrero, pudieran encontrarse.
No fue sino con el surgimiento y el crecimiento de un movimiento a
partir de la práctica, a mediados de la sexta década —que empezó con las
revoluciones de la Europa oriental y continuó con la revolución africana, la
misma que abanderó a la revolución negra de los Estados Unidos—, que
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